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Los sobrinos por Tananlobo

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Notas del fanfic:

Un nuevo fanfic corto, divertido y diferente. ¡Espero que os guste!

Kaoru llegó a casa emocionado y cansado a la vez. Había estado dos meses de gira por los Estados Unidos y ahora solo le apetecía tirarse en el sofá a descansar o quizá compartir un buen rato de intimidad con su novio. De solo pensar en él sentía que todo el cansancio se le iba y estaba al cien por cien de energía para complacerle y complacerse. Después de todo, dos meses sin verse era demasiado tiempo y ambos tenían muchas ganas del otro. En cuanto tomó el ascensor que lo llevaba al cuarto piso su corazón se aceleró considerablemente y empezaba a faltarle la respiración. Quizá por ese espacio cerrado pero también por el ansia que tenía de ver a Byo. En cuanto llegó frente a la puerta del piso que compartían, sacó la llave nerviosamente y a la primera no atinó a meterla en la cerradura. Tuvo que respirar hondo un par de veces y calmarse para poder meter la llave en la cerradura y entrar a casa finalmente.

—¡Tadaima! —chilló totalmente entusiasmado.

Pero toda su emoción se desvaneció en cuanto no obtuvo respuesta.

—¿Byo? —preguntó realmente extrañado.

Dejó las maletas en la entrada y recorrió toda la casa en busca de alguna señal del menor. Pero no encontró nada, esa casa estaba vacía. Ahora estaba realmente confundido, ¿dónde demonios estaba su novio? Estaba muy seguro de que estaría en casa a esa hora. Habían hablado en la mañana y había quedado todo claro. Byo sabía a la hora que llegaba el avión de su novio y todo parecía claro. Entonces, ¿por qué no estaba en casa? Antes de entrar en pánico trató de pensar. Quizá tenía trabajo, a lo mejor había salido con sus amigos, pero lo cierto es que internamente estaba bastante preocupado. Sacó el teléfono del bolsillo y marcó su número. Esperó pero no contestaron, volvió a llamar y no obtuvo respuesta. Se estaba empezando a desesperar, ¿dónde estaba su novio?

Esperó unos diez minutos, sentado en el sofá mientras bebía una cerveza y fumaba un cigarro pero el móvil no sonó. Cansado de esperar y no obtener respuesta, se levantó y se encaminó a la ducha. Estaba realmente cansado y una buena ducha le ayudaría a relajarse y a despejarse del asunto pues su mente, en contra de su voluntad, había empezado a imaginar la peor de las situaciones. Dejó el agua correr por su cuerpo y eso le ayudó a sentirse mejor. Estuvo bastantes minutos metido en el baño y cuando salió se sentía refrescado y limpio. Se vistió con unos tejanos oscuros y una camiseta de manga corta color gris y se sentó de nuevo en el sofá a pensar.

Byo estaba de vacaciones. Su grupo había terminado la grabación, las fotos y todo lo referente al nuevo single que sacarían el próximo mes y  la compañía le había dado una semana libre antes de empezar con la promoción. Cuando Byo le había explicado eso se puso más que contento. Después de dos meses fuera y los meses anteriores de mucho trabajo, necesitaba pasar aunque fuera una semana de vacaciones con su novio. Se lo merecían y el hecho de que coincidieran sus semanas libres le emocionaba. Pero no, Byo no estaba en casa y no contestaba al teléfono. Volvió a probarlo pero nada, sin respuesta. Después de haberse fumado otro cigarro pensó en llamar a los amigos de Byo, incluso a su familia, pero no tenía la confianza suficiente como para hacerlo y, además, si estaban de vacaciones no debía molestarlos. Así pasaron tres cuartos de hora desde que había llegado a casa y aún sin respuesta. Suspiró y se levantó del sofá. Se pondría a deshacer las maletas del viaje, por lo menos eso le distraería. Pasaron unos diez minutos más y entonces fue cuando el sonido de su teléfono lo asustó. Fue corriendo hasta la mesita donde lo había dejado y su corazón casi se detuvo al ver que se trataba de su novio. No tardó ni un segundo en contestar.

—¡Byo! ¿Dónde estás? —preguntó entre preocupado y enfadado.

—Lo siento, Kao —se disculpó sinceramente e iba a agregar algo más pero su novio no le dejó.

—Llevo ya una hora en casa y no dabas señales de vida. ¿Dónde estás? —repitió.

—Estoy en el hospital universitario de Kanto —respondió.

—¿¡En el hospital!? ¡Voy enseguida! —exclamó totalmente  nervioso y con los ojos bien abiertos.

Colgó rápidamente sin darle a tiempo a contestar ni a decir nada más. Ahora sí que estaba realmente preocupado. ¿Qué le había pasado a su pequeño? En menos de un segundo cogió lo indispensable y salió corriendo de su casa como alma que lleva el diablo. Condujo por las calles de Tokyo como si fuera un piloto de fórmula  1, pero por suerte no causó ningún accidente y llegó sano y salvo al hospital en menos de 20 minutos, todo un récord. Corrió hasta la entrada y su sorpresa fue exagerada al ver que Byo lo estaba esperando allí. Eso lo confundió todavía más. ¿No estaba en el hospital, no había tenido un accidente? Entonces, ¿por qué estaba en la entrada tan tranquilo? Se detuvo cuando llegó al lado de su novio pero no fue capaz de decir nada. La sorpresa, los nervios y la ansiedad se apoderaron de él. Todo eso sumado a que volver a ver a su novio después de tanto tiempo se le hacía irresistible. Estaba más hermoso que nunca y el color castaño oscuro le sentaba de maravilla. La última vez que lo vio estaba teñido de rubio y ese cambio le había sentado más que bien. No pudo evitar recorrerlo con la mirada cargada de deseo reprimido por estar en un lugar público. Un momento, eso le recordó que estaban en el hospital. ¿Qué había pasado?

—¡Kaoru! —le dijo con cariño en cuanto lo tuvo al lado.

Estiró la mano para agarrarle del brazo, para acariciarle aunque fuera suavemente pero enseguida la apartó de allí. Estaban en la entrada del hospital y no podían mantener un contacto físico de ese tipo.

—¿Qué ha pasado? —preguntó una vez recuperó su aliento, lo cual le costó unos segundos—. ¿Estás bien?

—Sí, estoy bien —respondió feliz de poder volver a su novio de nuevo aunque trataba de ocultarlo todo lo que podía.

Kaoru lo miró realmente confundido, no entendía nada y eso le estaba poniendo de los nervios. Byo rió levemente por esa expresión tan tierna en el rostro de su chico y finalmente decidió explicarse.

—He venido a ver a mi sobrina. Acaba de nacer hace apenas unas horas —explicó realmente orgulloso y feliz.

—¿Tu sobrina? —Kaoru aún estaba con la cabeza en otra parte y le costaba asimilar la información.

—La hija de mi hermano mediano. ¿Recuerdas que estaban esperando una niña?

Entonces recordó que el hermano mediando de Byo estaba esperando una hija pero según su información no tenía que haber nacido todavía ya que la fecha estimada del parto era para septiembre y estaban en agosto todavía.

—Sí, pero aún faltaba un mes para que naciera —contestó.

—Se ha adelantado el parto. En realidad todo ha sido muy rápido. Yo tampoco me lo esperaba y por eso no te he podido avisar —dijo con un tono de disculpa en su voz.

Kaoru lo miró con verdadero cariño y le sonrió en respuesta. Byo se veía realmente feliz con el nacimiento de su nueva sobrina.

—Se llama Miki —anunció orgulloso tras unos segundos de silencio.

—¿Miki?

—Sí, escrito con los kanjis de futuro y esperanza. Esperanza para el futuro es un nombre precioso, ¿no crees? —explicó emocionado.

—Sí lo es —admitió y se quedó embalsamado con el brillo que irradiaban los ojos de su novio—. ¿Podemos ir a verla? —preguntó Kaoru para romper el silencio, pues ambos se habían quedado ensimismados en sus propios pensamientos.

—Sí, vamos. Están en la habitación 327. Ha sido muy rápido pero todo ha salido bien y ya están en planta, tanto la niña como la madre.

—¡Genial! —exclamó feliz mientras se disponían a entrar.

Llegaron al ascensor y, mientras esperaban que llegara, Kaoru fue quien rompió el silencio de nuevo. Había estado observando a su novio con deseo a través del reflejo de las puertas metálicas del ascensor y se tuvo que morder el labio inferior con fuerza para reprimir el impulso y las ganas de saltarle encima y comérselo, se veía realmente irresistible y precioso.

—¿Y bien? ¿Cómo han ido estos dos meses por aquí, cariño? —preguntó.

Byo reaccionó y despegó su vista del suelo para dirigirla a su novio y después volverla a bajar avergonzadamente. La pasión con que Kaoru lo miraba le cohibía y aún no se acostumbraba a que lo llamara de esa forma tan cariñosa en público. Para su suerte llegó el ascensor y ambos entraron con más gente.

—¿Eh? Bien, bien. Te he echado  mucho de menos pero hemos estado muy ocupados con lo del single también —respondió aún sonrojado.

Se veía tan tierno de esa manera a ojos de Kaoru. El mayor solo sonrió en respuesta.

—¿Cómo fue el viaje de vuelta? —preguntó finalmente el menor.

—Bien, cansado y aburrido pero bien. Aún estoy un poco descolocado —contestó y es que el jet lag, el sueño y el cansancio lo estaban matando en realidad.

Habían salido de noche de Nueva York, habían hecho escala en Dubai durante la noche también y habían llegado a Japón recién entrada la tarde. Esas 18 horas de vuelo lo habían matado y le costaría adaptarse de nuevo al horario japonés.

—Ya me he dado cuenta —rió Byo con gracia y le dedicó una pícara mirada.

Enseguida llegaron a la tercera planta y se dirigieron a la habitación. Estaba llena de familiares y de gente y se acobardaron un poco. Estaba el hermano mediano de Byo con sus otros dos hijos, los padres de Byo y también la familia de la mujer.

—¡Ah! Ahí estás, Masahito —exclamó divertido el hermano de Byo en cuanto lo vio. Se acercó a ellos y se percató de que Kaoru también estaba ahí—. ¿Kaoru? —preguntó algo confundido de verlo allí.

Byo había presentado a Kaoru formalmente como su novio ante la familia hacía ya bastante tiempo y todos aceptaron su relación. Se habían reunido unas cuantas veces los tres hermanos y sus correspondientes familias, así que se conocían y se llevaban bien.

—¡Enhorabuena, Takeru! —le felicitó Kaoru a modo de saludo en cuanto lo vio.

—Gracias.

—¿Cómo estáis? —preguntó amablemente.

—Bueno, ha sido todo rápido e inesperado. Esta mañana Nozomi tenía contracciones pero como aún faltaba un mes pensábamos que se trataba de una falsa alarma. Pero las contracciones seguían y hemos tenido que correr al hospital y aquí estamos. Ya tenemos otro miembro más en la familia.

Terminó con una gran sonrisa decorando su rostro cosa que hizo que los otros dos también sonrieran.

—¿Cómo está ella?

—Nozomi se encuentra bien, ya tiene experiencia en esto.

—¿Y los niños? —preguntó Byo esta vez.

Takeru, el hermano mediano de Byo, y su mujer Nozomi tenían ahora tres niños. Tomoya era el mayor, tenía 6 años. Natsumi era la mediana y tenía casi 4 años. Y Miki que acababa de nacer. Byo quería mucho a sus sobrinos y se lo pasaba muy bien jugando con ellos. Kaoru también los conocía y había jugado un par de veces con ellos pero a ojos de los pequeños aún eran una pareja extraña y por eso no se atrevía a intimar mucho con ellos. Después de todo, los niños no le gustaban mucho y a veces les tenía miedo.

—Han estado todo el día nerviosos e irritables. Mamá se los ha llevado al parque de aquí al lado para distraerlos pero son imposibles de controlar —contestó Takeru con la voz cansada.

Byo esbozó una sonrisa comprensiva e iba a añadir algo pero una voz lejana llamando su nombre le detuvo. Se volvió para descubrir que los dos pequeños y su abuela, la madre de Byo, acaban de llegar.

—¡Tío Masahito! —exclamaron los niños contentos al verlo y se lanzaron a sus brazos.

—Oh, Tomoya, Natsumi, hola —les saludó mientras les dedicaba un par de caricias y los agarraba para seguir jugando.

—Saludad al tío Kaoru también.

—¡Hola! —saludaron entre risas por el juego de su tío.

Kaoru les correspondió el saludo y se quedó ensimismado al ver a su novio jugando tan alegremente con sus sobrinos.

—¿Estáis contentos de tener una hermanita pequeña? —preguntó.

—Sí —asintieron ambos avergonzados.

Pocos segundos después apareció por allí la madre de Byo que había acompañado a los pequeños al parque.

—Hola, mamá —saludó cariñosamente después de darle un beso en la mejilla.

—Hola, señora —saludó también Kaoru.

La mujer se sorprendió al verlo allí. No por otra cosa sino porque pensaba que estaba fuera.

—¡Kaoru! ¿No estabas de viaje?

—Acabo de llegar hace apenas una hora —respondió con la voz algo cansada.

—¿Y qué haces aquí? —preguntó la mujer, refiriéndose a que no estaba en su casa descansando.

—No me he encontrado nadie en casa cuando he llegado y cuando por fin Masahito me ha contestado al teléfono me ha dicho que estaba en el hospital y he venido corriendo. Estaba muy preocupado —explicó

—Es que no me ha dejado explicarle nada —replicó Byo haciendo morritos con sus apetecibles labios para señalar su molestia por eso.

—¿Y cómo ha ido por allí? —preguntó la mujer entusiasmada porque Kaoru le explicara cosas de los Estados Unidos y de su gira.

Enseguida la familia se enzarzó en una conversación animada y se acercaron a ver a la pequeña Miki y a su madre. Estuvieron unas dos horas allí entretenidos con los hermanos de Byo y con sus sobrinos. Después llegó el hermano pequeño de Byo, Shuuji, con su mujer y su hijo.

—¡Satoshi! —exclamó al ver al pequeño.

Satoshi era el hijo del hermano menor de Byo y tenía 5 años. Con su llegada ya estaban los tres sobrinos juntos y si por separado ya eran terribles, cuando se juntaban eran una bomba de relojería.

Saludaron a la familia y estuvieron hablando un buen rato. Entre la multitud y la confusión acabaron confesando que su mujer Ayana estaba embarazada de su segundo hijo. Todo fueron felicitaciones y alegría durante esa calurosa tarde de agosto. Kaoru y Byo apenas tuvieron tiempo para hablar o para quedarse a solas y, con tanto bullicio y tantas emociones, Kaoru empezaba a sentirse realmente cansado. Se había sentado en las sillas que estaban a la entrada de la tercera planta. Por suerte allí no había mucho ruido y pudo relajarse. Cerró los ojos durante unos minutos para recuperar la estabilidad y descansar un poco. Miró por la ventana y vio que empezaba a oscurecer. Había dormido durante el viaje en avión pero aún tenía más ganas de dormir y creyó que ese era el momento oportuno para retirarse.

Se levantó algo más recuperado y se acercó de nuevo a la habitación. No vio a su novio por ningún lado y Takeru le señaló la habitación de al lado. La pequeña Miki estaba en una incubadora para más seguridad puesto que había sido un bebé prematuro y se encontraba en la habitación contigua. Entró sigilosamente y descubrió que Byo estaba allí, observando con verdadera emoción al bebé que dormía. Se enterneció enormemente al ver la expresión de su chico. Se le acercó sigilosamente por detrás y le rodeó la cintura con un brazo, muy suavemente mientras paseó su nariz por la acalorada mejilla del menor.

—¿Quieres un bebé también? —le susurró al oído en un tono un tanto seductor.

—¿Qué dices? —exclamó sonrojado tanto por sus palabras como por su gesto. Entonces Kaoru aprovechó la confusión y atrapó entre sus labios el lóbulo del menor para besarlo delicadamente—. ¡Aparta, que nos pueden ver! —se quejó Byo.

—No hay nadie aquí —replicó sin separarse ni un centímetro de su pequeño.

Lo necesitaba, necesitaba su cariño y su calidez. Necesitaba tener un rato a solas con él e intimar. Su mente estaba empezando a divagar y su cuerpo empezaba a moverse solo. La mano que tenía posada en la cintura de su chico vagó suavemente por su costado en una suave caricia que intentaba levantar esa molesta camiseta que vestía el menor para descubrir su piel y acariciarla directamente. Byo se removió incómodo por ese movimiento y trató de zafarse de su agarre. Kaoru, reuniendo toda la fuerza de voluntad que le quedaba en ese momento, se separó de su chico.

—¿Quieres ir a casa? —preguntó Byo algo cohibido por la mirada tan penetrante del mayor que podía sentir como lo desnudaba pese a que estuviera detrás de él.

Byo se dio la vuelta y lo enfrentó. Intercambiaron la mirada durante unos instantes y Kaoru sonrió con picardía.

—Por favor, estoy muy cansado y me muero de ganas de comerte —respondió.

Kaoru le encendía tanto y le había transmitido tanto con esa simple mirada que se dejaría comer de todas las formas y maneras posibles. Se regañó mentalmente por estar pensando algo como eso y ocultó su creciente sonrojo al bajar la mirada.

—Pervertido —susurró.

Kaoru tan solo sonrió, demasiado encendido y enternecido por la reacción de su chico. Pero Byo no le hizo caso sino que se volvió para observar de nuevo a su sobrina recién nacida.

—Adiós Miki, descansa bien esta noche y mañana vendremos a verte otra vez —se despidió con un tono extremadamente cariñoso.

Kaoru solo sonrió ante la actitud de su novio, era realmente adorable a sus ojos. Salieron de esa habitación, recogieron sus cosas y se dispusieron a marcharse.

—¿Ya os vais? —preguntó Takeru al verlos recogiendo sus cosas.

—Sí, Kaoru está muy cansado y casi es la hora de cenar —respondió calmadamente y entonces se volvió, preparándose para despedirse de todos.

—Espera, ¿puedo pedirte un favor?

—Dime —asintió Byo a la vez que se daba la vuelta para mirar a su hermano.

—¿Puedes llevar a los niños a cenar? Se están poniendo muy pesados porque tienen hambre y yo me tengo que quedar aquí con Nozomi y con Miki —le pidió.

Eso le pilló un poco por sorpresa. Se quedó unos minutos pensando, no sabía qué hacer. Miró a Kaoru pidiendo su aprobación pero no le quedó otra que asentir.

—Está bien.

—Gracias —agradeció sinceramente.

No podía decirle que no a su hermano que acaba de ser padre. Tenía que estar al lado de Nozomi y de Miki y no podía atender a sus otros dos hijos, totalmente hiperactivos y nerviosos. Si se los llevaba a cenar les dejaría descansar un rato y también un momento a solas para los padres, que también estaban cansados de tanto alboroto y tantas visitas y necesitaban algo de intimidad.

—¡Tomoya, Natsumi! El tío Masahito os llevará a cenar.

Al oír a su padre los dos niños se pusieron a saltar y a celebrar el acontecimiento. Eso le dio envidia a su otro sobrino y se giró para mirar a su padre.

—Yo también quiero —dijo Satoshi con un puchero en los labios.

—Está bien. Ve con ellos, Satoshi.

No le quedó más remedio que dejarlo ir, pero lo cierto es que los dos hermanos menores de Byo se sentían aliviados de que él se los llevara a cenar, así podían descansar un rato de niños.

—¿Ya estamos todos? —preguntó Byo mientras esperaba el ascensor con sus tres sobrinos y con Kaoru al lado.

—¡Sí! —asintieron al unísono.

Total, ya que más le daba dos que tres niños. Ahora hacía tiempo que no veía a sus sobrinos y pasar un rato con ellos no era algo que le desagradara. Se sentía mal por Kaoru pero no le podía decir que no a sus hermanos.

—¿Qué queréis cenar?

Los niños armaron un revuelo considerable pero finalmente consiguieron ir a cenar a un restaurante familiar que había cerca del hospital. Entre risas, juegos, enfados y tonterías consiguieron llenarse el estómago y pasar un buen rato. El pobre Kaoru aguantó como pudo toda la energía que derrochaban esos niños pero consiguió sobrevivir. Casi dos horas después volvieron al hospital para dejar a los niños y poder marcharse ya a casa. Estaban ansiosos por poder compartir un momento de intimidad. Ni siquiera habían podido besarse ni acariciarse y eso estaba frustrando a la pareja, sobre todo al menor ya que Kaoru se sentía tan cansado que apenas tenía fuerzas para pensar en eso.

—Nosotros ahora sí que nos vamos —anunció Byo, esperanzado por poderse marchar de allí tranquilamente y quedarse a solas con su novio.

—Un momento, Masahito.

—¿Qué pasa ahora? —preguntó algo molesto con las interrupciones.

Lo único que él quería era llegar a casa, que Kaoru lo devorara por completo y después poder dormir en paz.

—¿Puedo pedirte otro favor? —preguntó con la voz gangosa Takeru.

Byo suspiró entrecerrando los ojos.

—¿Puedes llevártelos a dormir a tu casa?

—¿¡Qué!? ¡No! —negó rápidamente.

—Por favor, Masahito. Yo me voy a quedar aquí esta noche y tanto mamá, como sus otros abuelos y sus otros tíos ya se han ido. No tienen donde quedarse esta noche.

—Que se los lleve Shuuji —respondió fríamente.

El hermano más pequeño de los tres se negó rotundamente, sonriendo victorioso al exponer su argumento.

—Nosotros trabajamos mañana, vivimos lejos y además no podemos atenderlos —explicó.

—Por favor, Masahito. Solo esta noche —insistió.

Lo cierto es que sus hermanos tenían razón en lo que decían y una parte de él quería ayudarlos pero otra parte, mucho más grande, quería quedarse a solas con su novio de una vez por todas.

—Kaoru acaba de llegar de una gira de dos meses en Estados Unidos, necesita descansar. Además en mi casa no tengo ropa ni nada para ellos —se defendió.

—Es que si no se van a tener que quedar aquí esta noche. ¿Queréis ir a dormir a casa del tío Masahito? —preguntó a los niños para ver si así convencía a su hermano.

—Pero…

—Sí, por favor, déjanos ir —pidieron con esos ojitos tan irresistibles y acercándose para abrazar a su tío y no soltarlo.

Estuvo unos instantes estudiando la propuesta y buscando una manera convincente de negarse pero no la halló y entonces recurrió a su chico.

—¿Tú qué dices, Kaoru? —preguntó buscando su apoyo.

—A mí mientras me dejen dormir me da igual —respondió totalmente sin energías.

—Está bien. Pero solo esta noche —terminó accediendo.

—¡Sí! —exclamaron los niños realmente felices y emocionados.

Satoshi lo miró con pena desde el otro extremo de la habitación. Sabía que era imposible decirles a Tomoya y a Natsumi que sí y a Satoshi que no, porque si no armaría un escándalo considerable de celos. Ya que tenía que sacrificar su noche por lo menos lo haría bien y se llevaría a los tres niños.

—Satoshi también se viene.

—¡Bien!

El pobre Kaoru estaba tan cansado que ya no podía pensar, ni hacer ni decir nada. Solo quería llegar a casa y tumbarse. Se despidieron de la familia y partieron en dirección a su casa. Durante el trayecto en coche se quedó dormitando a pesar del alboroto que habían montado los tres niños detrás, demasiado emocionados por pasar la noche fuera de casa. Tras una media hora finalmente llegaron al edificio y los niños salieron corriendo hacia la puerta.

—No corráis que os vais a caer —les advirtió mientras salía del coche.

Se acercó al asiento del copiloto y se enterneció al ver a Kaoru dormido.

—Kao —le susurró suavemente al oído, pero el otro no le hizo caso—. Kaoru —repitió más fuerte, pero el mayor tan solo se removió molesto y siguió durmiendo.

Entonces Byo se detuvo en observar sus labios entreabiertos por el sueño. Se le estaban haciendo terriblemente irresistibles y en ese momento solo pensaba que la mejor manera de despertar a su novio sería con un beso. Seguro que eso sí le despertaba. Por un momento se olvidó de los niños y se acercó lentamente al rostro de su chico. Entonces una penetrante mirada y unas risas vanamente reprimidas lo sacaron de su mundo. Los tres niños se habían acercado al coche y lo miraban divertidos por lo que iba a hacer. Se sonrojó enormemente al verse descubierto y agradeció la oscuridad de la noche para que no se notara tanto su vergüenza. Entonces se le ocurrió una buena idea para despertarlo y también para vengarse de no poder tener una noche a solas con su novio que acababa de llegar, aunque sabía perfectamente que eso no era culpa de Kaoru, pero aun así se sentía frustrado y tenía que desquitarse con él de alguna manera.

—Despertadle —ordenó a los niños con una sonrisa pícara.

Los niños obedecieron totalmente complacidos. Natsumi gritó su nombre con demasiada fuerza pero los otros dos niños no fueron tan delicados sino que directamente le saltaron encima.

—¡Auch! ¿Qué-qué pasa? —preguntó confundido y aún adormecido.

—Ya hemos llegado —contestó Byo con una sonrisa inocente, como si él no tuviera nada que ver con eso.

Finalmente entraron al edificio y subieron al ascensor, aunque los niños habían preferido subir por las escaleras para comprobar quién iba más rápido. Enseguida llegaron a casa y los niños se alborotaron con juegos y demás historias mientras que el pobre Byo intentaba recoger la casa y atender a los niños a la vez. Kaoru estaba totalmente ausente de la escena y más bien parecía un zombi, más dormido que despierto. Tras un rato de observar a su novio y a sus sobrinos, decidió que era el momento de acostarse.

—Me voy a dormir —anunció cuando se acercó a su novio.

—¿Vas a la cama ya? —preguntó con un puchero.

Byo tenía la esperanza de que al menos cuando los niños estuvieran dormidos les dejarían un rato de intimidad pero el pobre Kaoru se veía tan muerto que aunque estuvieran solos probablemente no hubieran hecho nada. Lo miró con una sonrisa comprensiva y se mentalizó que esa noche no iba a pasar nada.

—Sí, buenas noches.

—Que descanses, buenas noches —replicó con cariño.

—¡Buenas noches! —exclamaron los niños divertidos.

Finalmente Kaoru se fue a dormir y Byo se quedó solo lidiando con las criaturas. Una hora después los niños ya estaban cansados y se preparó para acostarlos. Estiró un futón en la habitación de invitados y allí los tres niños se dispusieron a dormir. Ya con los niños en la cama, Byo se estiró y suspiró cansado. No quería ir a dormir tan pronto y estuvo entretenido un buen rato con la tele y el ordenador, pero con todo lo que había pasado ese día terminó rendido al sueño y se fue a acostar.

Entró a la habitación que compartía con Kaoru sigilosamente para no despertarlo. Y ahí estaba su novio, profundamente dormido pero con una expresión tranquila en su rostro. Se lamentó de nuevo de no haber podido compartir una noche con él pero se prometió que a partir de mañana recuperaría el tiempo perdido y aprovecharía al máximo esa semana de vacaciones que tenían juntos. Se recostó al lado y quiso abrazarse a su cuerpo, pero al ser pleno verano, Kaoru se dio media vuelta y se alejó del cuerpo de su novio inconscientemente ya que le daba calor. Byo suspiró resignado con eso y se dio media vuelta molesto por esa reacción. No tardó nada en quedarse dormido y mañana sería otro día.

 

Notas finales:

Gracias por leer. Espero que os haya gustado y dejéis comentarios.

¡Nos vemos pronto!


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