Capitulo único: “Mentira”
¿Por qué lloras rubio?, ¿Por qué derramas lágrimas?, ¿Por qué susurras mi nombre?, ¿Por qué?
No te conozco… pero susurras mi nombre mientras lloras… ¿Por qué lo haces?, no me interesa que llores, pero, estoy parado frente a ti, viendo como lloras sin importar que la lluvia se ha soltado hace 20 minutos, estas empapado hasta más no poder. Llevo 10 minutos viéndote desde el otro lado de la calle, hace 3 minutos que decidí cruzar y te sigo mirando. Llevas una sudadera gris con un estampado de un zorro, unos jeans marinos y unas zapatillas blancas, no había escuchado lo que susurrabas hasta que crucé el pavimento. Solo veía como estabas recargado en la pared en una de las calles de la gran ciudad de Tokio… llamaste mi atención ya que no es muy común ver a rubios en el centro del país que contengan rasgos asiáticos, y menos ver a uno llorando en una de las calles paralelas a la calle principal. Te ves en muy malas condiciones.
Traía conmigo dos sudaderas, me quito la menos empapada y te la coloco encima, no te mueves, no haces ningún movimiento, solo moviste un poco tu mano para intentar apartar la prenda que te acababa de poner, volví a insistir en colocártela, ya no pusiste resistencia alguna, toco tu espalda y te digo que avances, pude ver que te sorprendió que hablara, eso me pareció a mí, vi que temblabas al verme y como intentabas moverte para atrás, también movías los labios sin poder pronunciar ni una sola palabra, comenzaste a ponerte pálido, tropezaste con tus propios pies y casi caes de sentón en la banqueta, pero te tomé del brazo antes que calleras, mi sudadera terminó en el charco más cercano, bajaste la mirada cubriendo tu rostro con los mechones de cabello que caían con gracia en tu frente, al estar mojados se volvían más lacios y más largos.
Jalé de tu brazo con mayor fuerza e hice que me voltearas a ver, tus ojos reflejaban sorpresa, tristeza, enojo y, esperanza, pero nada de eso me llamó tanto la atención como su hermoso color, zafiro, un hermoso color zafiro eran esos dos grandes orbes. De un momento a otro comenzaste a derramar lágrimas, tus ojos se cristalizaron en un instante y las lágrimas resbalaban por tu rostro y se camuflajean con las gotas de lluvia que caían en todo tu piel acanelado, había tres marcas en cada mejilla que se veían de una manera un poco extraña.
Te hice caminar por la calle casi abandonada sin importarme como seguías hipando y sin poder controlar aún tu respiración.
Llegamos a mi casa, no muy lejos del centro de la ciudad, podía ver que ponías resistencia al caminar, pero aún así, entraste conmigo a la sala principal, te dejé en el sofá mientras yo iba a la cocina por algo caliente y preparar algo comestible.
Cuando regresé a la sala te vi llorando y hecho ovillo en el sofá, te veías realmente mal. Te senté e intenté hacer una conversación, al notar que no ibas a decir nada extendí mi mano derecha y te dije mi nombre, reaccionaste a él e hiciste un movimiento para alejarte de mí, bajé la mano de a poco, me volteaste a ver, extendiste tu mano sin de dejar de tiritar y tambalearla y cómo pudiste me dijiste tu nombre, me dijiste que venias de Hakodate a conocer a alguien muy importante y que al final de todo, era un gran engaño, comenzaste a hablar y de un momento me estabas contando todo, parecía como si fuera un amigo tuyo de toda la vida y cuando dijiste el nombre de la persona que había ocasionado todo tu dolor me sorprendió, nunca creí que alguien como ella fuera capaz de ocasionar todo eso, pero, sé que hubo algo que no me contaste, eso es seguro, era notorio que ocultabas algo más aparte del daño causado por mi prima.
Uchiha Naya, se supone que también era una Uchiha, los Uchihas no caíamos tan bajo como para hacer algo tan vergonzoso como dañar a terceros con nuestras ocurrencias, puede que el tío Madara lo hiciera muchas ocasiones en la empresa, pero, teníamos la dignidad de enfrentar las causas, pero ella no las vio.
Esta noche hice que te quedaras en casa, te dejé en mi habitación y yo dormí en el sillón de la sala.
En toda la noche no pude dormir, me paré temprano e hice de todo, en el momento que fui a mi habitación tu celular estaba vibrando, lo cogí y decía “Sasuke”… ¿Por qué decía mi nombre?, no lo sabía pero lo iba a averiguar en ese mismo instante, contesté, era Naya, Naya pareció sorprendida al escuchar mi voz, hablé con ella de una manera decente y cuando le pregunté qué es lo que le había hecho a Naruto comenzó a llorar sin parar y dijo la verdad, jamás olvidaría esas palabras.
“Fingí ser tú durante varios meses, conocí a Naruto por casualidad, tomé tu actitud, fingía tu voz, grababa videos contigo, te tomaba fotos, a todos los que conocí haciéndome pasar por ti os caís bien, yo sentía envidia de ello, y por azares Naruto se terminó enamorándose de ti, lo confesó, el enojo que sentí en ese momento fue más que inmenso y seguí la corriente y un día simplemente me dijo que estaba a punto de llegar a Tokio, había hecho un largo recorrido hasta aquí, ya no podía ocultarlo más, así que me encontré con él y le conté la verdad… Lo malo de todo esto es que ni tú ni yo salimos afectados, sino, que terminé dañando a un tercero, en realidad un segundo, pero el tercero eres tú, que ni pintas nada al fin y al cabo… Solo te pido una cosa, primo, no os dañes mientras él esté allí, es muy buena persona y de verdad te quiere, a él no le importó enamorarse de otro hombre.”
Colgó sin más, de verdad que tenía una prima muy imprudente, pero nunca creí que a tal grado…
Comenzaste a despertarte, yo estaba sentado en la orilla de la cama, abriste los ojos de sobremanera, te di los buenos días, me levanté, me acerqué a ti, agachaste la cabeza y cerraste los ojos, posé mi mano sobre tu cabello y dije por último.
“Mi nombre es Uchiha Sasuke, mi prima es Uchiha Naya, y yo soy real, no me importa lo que ella te haya hecho o dicho, yo te quiero conocer a esa persona tan maravillosa que al parecer se enamoró de mi sin que yo lo conociera, y que se llama Uzumaki Naruto.”
Te sonreí y removí tus cabellos, sonreíste ampliamente y asentiste.