-Puedes vestirte cuando encuentres tu ropa.- dijo el criminólogo abrochándose la camisa. –Nos vemos.- terminó por acomodársela, caminando hacia la puerta del departamento de Yuri.
-¿Tan sólo así te vas?- preguntó ella abrochándose su sostén.
Diego no contestó, sólo abrió la puerta y se marchó.
Mientras caminaba por el pasillo que lo llevaría al elevador, sacó su cajetilla de cigarros, la acercó a su boca y con un golpe suave, la colilla de uno se asomó, el que tomó entre los labios para retirarlo.
Sacó el encendedor; después de un polvo le gustaba fumar, con eso completaba su rutina y llenaba el vacio que no pudo la chica del momento.
Pero no podría fumar dentro del elevador. Frunció el entrecejo y sólo conservó el cigarrillo en sus manos.
…
-Sí Wendy, mañana comemos juntos, hoy sólo no pude.- susurró exhalando el humo del cigarrillo. –Sabes que también ansío con poder verte.- sonrió burlesco. –Nos vemos cariño.- terminó la llamada mientras golpeaba la colilla para que la ceniza cayera.
Apagó el resto del cigarrillo contra el acero de la banca en la que estaba sentado. Observó el resto del paisaje urbano notando la cantidad de chicas que aun no había probado.
Analizó la que estaba corriendo con ropa deportiva; la forma en la que sus pechos rebotaban le gustó. Giró su rostro para ver a la chica que estaba alimentando a las ardillas, agachándose en ángulo de noventa grados, dándole permiso de ver sus muslos.
-¿Qué quiero?- susurró. –¿Animalista o deportista?-
-Rum, rum.- escuchó detrás de él. –Hace mi moto y a las estrellas me voy con ella.- ¿sería una chica o un chico? –¿Qué más?- susurró preguntándose.
Diego alzó una ceja al no ver pechos pero sí una cintura.
Esa persona pasó por delante de él, mirando el cielo.
-Poeta.- declaró sonriendo.
Se levantó para seguirlo.
-Rum rum~-
-Disculpa.- susurró Diego, haciendo que la otra persona se detuviera. –¿Puedes darme la hora?- preguntó sonriendo para inspirar confianza.
-Claro.- susurró, luego miró su muñeca derecha. –Las 4:16pm.- contestó sonriendo.
-Gracias, aun es tiempo de tomar el té.- dijo dispuesto a salir.
-¿Tomas té?- preguntó curioso, siguiéndolo. Entonces Diego sonrió.
-Es un poco tonto, lo sé.- lo miró sonriéndole apenado.
-No, para nada.- caminaba a su lado, casi juntando su hombro con el de Diego. –Soy Nicolás.- se presentó extendiendo su mano.
Al estrecharlas, Diego se dio cuenta de la suavidad de esta.
-Dime Diego.-
…
-Trabajo en una florería, vivo solo, pero tengo tres perros y cuatro gatos, también tengo un conejito. Tengo carrera trunca en Comercio Internacional y Aduanas pero ahora estoy estudiando en Filosofía y Letras, quiero ser artista.- Diego sólo asintió mientras sorbía del té de limón.
-Estoy escribiendo a base de “Rum Rum” pero no encuentro nada que rime.- sonrió, tomó su taza de té. –¿Y quién eres tú?- preguntó sonriendo.
-Trabajo para un bufete, soy criminólogo. No tengo perros o gatos, pero sí dos tortugas.- dijo. “Y soy un cerdo con honores de caballero.” Pensó.