Nicolás observaba desde el asiento trasero de su auto, a todas las personas que caminaban delante de él, cada uno de ellos viviendo una vida simple y sin beneficios, rayando en la normalidad y el lo aburrido. Sin embargo ese no era su caso, por su parte disfrutaba ver como ellos sin conocimiento alguno de lo que había a su alrededor, vivían su vida preocupándose únicamente por lo que tenían a su alcance; como si no viesen los francotiradores en cada techo de los edificios, sin saber quien se encontraba tras el auto blindado con papel sumado en los vidrios.
Sus reuniones y acuerdos habían finalizado ese día, pero aun le quedaba algo por hacer, así que sacó de su bolsillo un celular y envió un mensaje.
Hazlepasaralahabitación, estaréalláenunrato.
Envió a uno fe sus subordinados, y con un gesto manual, el conductor comenzó a conducir hacia su mansión, a sabiendas de lo que realizaría en ese momento.
- Te aconsejo que conduzcas un poco más rápido - habló en un tono calmado, como si realmente estuviese dando una sugerencia, pero no era así, todos sabían que no lo era.
A pocos minutos de aquellas palabras llegaron a la casa, y Nicolás subió de forma inmediata a la habitación, en la que le esperaba su ansioso juguete.
Allí estaba, un chico alto de cabello negro y ojos grises, amordazado y atado a la cama sin moverse ni un poco, estaba tan o más calmado incluso que Nicolás. Su trasero redondo y bien formado se asomaba lujuriosamente por la pequeña sabana de seda que le cubría, aquella que con un simple movimiento podía tapar otra parte de su cuerpo, dejando completamente libre y expuesta a otra.
El chico se enderezó, aun con todas las cuerdas que le amarraban, dejando ver en esta ocasión todo su torso, cubierto de cicatrices rojizas y marcas sexuales; chupetones y mordiscos. Nicolás se relamió los labios en silencio y reprimió las ganas de abalanzarse sobre él, solo esperando a ver el show que aquel niñato le proporcionaría. Y como si este le leyese la mente, se levantó por completo y dejo caer la sabana, mostrando su miembro, ya excitado y grueso, como si hubiese jugado antes de su llegada.
- Supongo que debo contratar a un nuevo conductor, este está demorando tanto que mi juguete no alcanza a esperar a que yo juegue con él - un bulto se formaba en los pantalones de aquel que un estaba vestido, mientras observaba como el joven se restregaba contra su ropa.
De forma casi inmediata le quitó la tela que le cubría la boca, dejándolo solo con las manos y los tobillos amarrados.
Su compañero comenzó a quitarle la ropa, cuando inició con la camisa aprovechó para darle una lamida en el hombro y moverse al rededor del torso desnudo de Nicolás. Luego en cuando bajo hacia el pantalón, lo desabrochó con la boca rozando a penas un poco a través de la ropa interior su ya excitado miembro; cuando bajo todo por completpo, se detuvo en la ropa interior y comenzó a hacer como si le hiciese una mamada, pero sin quitarle la ropa.
- Si... Sigue - rugió Nicolás ocasionando que el chico bajase de un tirón lo único que le quedaba de ropa y se metiese su miembro de lleno en la boca.
Lamía y chupaba con demasiada experiencia, después de todo no era la primera vez que hacían eso, no obstante en aquella ocasión Villanueva no soportó un instante más y le tiró de espaldas contra la cama, para comenzar a devorarle todo.
Inició lamiéndole todo el torso, desde los hombros hasta el ombligo, y metiendo su lengua dentro de este, succionando a la vez que llevaba una de sus manos a los pezones erectos del chico; era más que evidente que anterior a su llegada había tocado su cuerpo sin mucho éxito. Subió su boca y succionó uno de los pezones mientras con su mano oprimía el otro.
Recordó la primera vez que el chico había llegado a su vida, casi le había tocado colocarle un anillo en su pene para que no eyaculase con cualquier cosa que le hiciese, siendo tan precoz y absurdo como un niño.
Ya harto de la espera introdujo su miembro en el culo del chiquillo y comenzó a moverse dando fuertes estocadas sin importarle cuan preparado estuviese el contrario para la intromisión. Solo le interesaba una cosa y era acabar pronto para poder seguir con sus planes. Y así fue, en cuanto terminó, ambos comenzaron a vestirse y se sentaron en la cama.
- Recuerdas que te dije que no tendrías que hacer esto durante mucho tiempo - no era ni siquiera una pregunta, pero el muchacho asintió - bueno, hoy se acabó todo eso, terminé contigo.
- ¿me pagarás? - preguntó hablando por primera vez.
- ¿ De que hablas? - arco una ceja y reprimió el intento de soltar una carcajada.
- Llevo siendo tu prostituto por más de 3 meses y ¿pretendes que me vaya así como así?
- Oh... Sabes muy bien que no te dejare irte así como así - sonrió y sacó de su bolsillo un revólver pequeño y le apuntó.
- No te atreverías - dijo asustado y retrocediendo.
- Hasta nunca Juan Pablo - y disparó.