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Juego Inocente por NEY OTAKU

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Notas del fanfic:

Hola~Bueno, aquí me tienen, no me fui mucho tiempo xD bueno yo creí que de verdad iba a tardar más, pero una idea surgió y bueno aquí estoy. Bien, no voy a decir gran cosa de la historia, solo espero que les guste. 

 

Notas del capitulo:

No tarde en regresar, eso es bueno(?), m.... sí algo así, la idea de este fanfic salió de un dounjinshi de una pareja que me gusta mucho, espero lograr que se enamoren de esta historia.

Ok, mejor lean. 

Capítulo 1: La noche

TaeMin no solía concurrir esos lugares, siempre decía que para perder el tiempo había otras cosas mejores, como salir a correr, leer un libro, ser voluntario de alguna asociación sin fines de lucro…claro cosas, que se ajustan solo a sus preferencias y gustos que otras personas clasificarían como “aburrido”.

Nunca entendió la razón por la que la gente ahogaba sus penas en un vaso de vino, wiski o cualquier otro tipo de bebida embriagante. No entendía como algo que quema tu garganta puede hacerte caer en un estado de suspensión en donde lo único que reconoces es el vació existencial que te obliga a beber como si no hubiera un mañana.

No, él no lo comprendía, pero dejó de parecerle ridículo, cuando esa “razón” desconocida lo obligó a caer en ese lugar que olía a tabaco y a gente que no parecía tener el más mínimo interés de vivir la vida.

Si ahogar las penas en alcohol le parecía de lo más miserable que alguien podría hacer, ahogar las penas de AMOR en alcohol era caer en un oscuro abismo que te succiona y te destroza una vez que estás en su interior.

Y en este momento, él se sentía como si estuviera de pie en el borde de ese abismo, balanceándose para tentar a su mala fortuna y que lo empujara porque él todavía no tenía el valor de aventarse por sí mismo.

Aunque en cada sorbo de su bebida sentía un poco valentía para hacer algo estúpido.

 —Sírveme otro —demandó al barman con voz rasposa y exigente.

El chico que no debía tener más de 25 años le sonrió, negando con la cabeza en señal de que le tenía lástima por su decadente apariencia (seguramente intuyendo desde que llegó al bar que iba para curar un mal de amores), con  la agilidad que le exigía su trabajo, llenó el vaso con wiski, el que TaeMin tenía sujeto con una mano reposada sobre la barra.

No lo pensó dos veces en cuanto su vaso se llenó, se lo llevó a la boca al tiempo que echaba la cabeza hacia atrás en un gesto exagerado. Su cabello amarrado en una coleta se meció de derecha a izquierda, mientras sus mechones caídos a los costados de su rostro le hicieron cosquillas. Se rasco una mejilla dejando una línea roja en donde pasó una uña mal cortada.

Frunció el ceño, desde hace unos diez minutos que se ha sentido observado, alguien lo vigilaba, podía sentir los ojos de esa persona clavadas en su espalda. Bufó, la molestia que ya traía encima aumentó, no era del tipo que montara espectáculos, pero se sentía furioso y le molestaba la gente fisgona.

Miró por sobre su hombro tratando de ser discreto, sus ojos irritados por el llanto y la bebida le dificultaban un poco ver con claridad. Se percató que un par de personas, hombres mucho mayores que él probablemente casados; no le quitaban la mirada de encima, los muy descarados sonrieron con malicia en cuanto cruzaron miradas. Bufó con fastidio, sonriendo de lado, pensando: como si fuera  a hacerles caso.

Los viejos como esos  no eran  de su gusto, y si fuera a enredarse con alguien para olvidar su trágico momento escogería algo mejor que esos bastardos. Estaba desesperado pero no tanto. Bueno…tampoco es que haya actuado con sensatez, si lo primero que se le ocurrió fue recurrir al alcohol. 

El ruido de un vaso siendo dejado sobre la barra le atrajo la atención, no se dio cuenta cuando el lugar a su lado había sido ocupado. Sus ojos ahora pequeños, parpadearon y miraron con curiosidad al individuo.

Sonrió al percatarse de lo atractivo que era. Alto, moreno, musculoso, ojos grandes con pestañas tupidas que solo terminan de acentuar su masculinidad. Pero no fue solo su físico lo que lo atrajo, si no también, esa mirada perdida que le decía que también había ido a tirar las penas con la bebida.

Aquel chico alto, giró el rostro haciendo que sus miradas chocaran. Ninguno dijo nada, se observaban con cautela, como si esperaran el ataque del enemigo, como si olieran el peligro.

Segundos más tarde, ambos regresaron su atención a los vasos de cristal. Se produjo un silencio que invitaba a que se creara una conversación banal, como si tuvieran la obligación de hablar, presentarse y hasta hacerse buenos amigos en ese instante.

Pero ninguno dijo algo, solo se escuchaba aquel característico ruido de vasos y botellas siendo chocadas o abiertas en su caso, también las murmuraciones y uno que otro llanto en el fondo, seguramente porque alguien ya había bebido de más.

TaeMin le dio un sorbo a su bebida, miró de reojo al chico, lo sorprendió mirándolo y sosteniendo su mirada penetrante sin importarle que lo haya descubierto. Cansado de no tener ni un minuto de paz abrió la boca para preguntar cuál era su problema, pero de nueva cuenta, el sujeto le puso atención a su bebida, haciendo como si no hubiera hecho nada malo.

Bastardo.

Bebió lo último de su wiski, una gota de su trago se escapó por la comisura de sus labios y rápidamente se llevó un par de dedos para limpiarlo, detuvo sus movimientos justo cuando apenas y tocó su piel, la sensación de que el tipo lo miraba llegó junto con una repentina furia que lo hizo voltear rápido justo para maldecirlo sin importar lo que pasara después.

Pero no hizo más que paralizarse al contemplar esa mirada que más que profunda, lo desnudaba con descaro, podía ver la lujuria y el deseo emanando de esas pupilas marrones. La boca se le secó, sintió un escalofrió en la espalda y su entrepierna le dio una punzada.

La sonrisa del chico se expandió, y eso le produjo un leve mareo, pero le echó la culpa a la bebida, porque no podía ser que un desconocido lograra desestabilizarlo como lo hizo aquel. Se apoyó sobre la barra con un brazo, descansando al cabeza en ella. De repente una idea descabellada se formó en su cabeza, lo dudó por un instante, pero al final decidió correr el riesgo.

Esta noche ya le habían jodido la existencia cuando había descubierto a su novio con alguien más en el departamento de este, y ese fue el motivo por el que terminó ahí, bebiendo como si el mundo se acabara mañana.

Lo que iba a hacer, iría en contra de todas las cosas que le habían enseñado, esas cosas que él sabía que estaban mal, que producen regocijo y placer aunque no tuviera un buen final.

Lo que iba  a hacer iba en contra de lo decente, pero ya estaba cansado de ser decente, un buen niño, un buen hijo, un buen hermano y buen novio…ex-buen novio. Por esta noche ya no quería ser él.

Taemin sonrió, una sonrisa seductora que mezclaba su ternura y lo hacían verse sexy y prohibido.

— ¿Cómo te llamas? —dijo recostando medio cuerpo sobre la barra. Parecía un niño desesperado por hacer amigos.

—MinHo —dijo el otro chico. Su voz ronca le erizó los bellos del cuerpo.

—MinHo —repitió con diversión—. Yo soy TaeMin —se señaló con él dedo índice.

Se miraron otro largo rato, Minho debió intuir que ese chico estaba ahí en busca de problemas, porque lo miraba como si fuera a comérselo, rio al recordar que segundos antes hizo lo mismo.

Debía admitir que era bonito ¡que rayos! ¡Claro que lo era! Era lo suficiente sexy para ser raptado y someterlo a toda clase de actos sexuales. Su mente ya había hecho una fantasía completa desde que llegó al bar y lo vio de espaldas, además quería comprobar que sus ojos no lo engañaban y en esa silla había un chico en vez de una chica.

MinHo también sonrió, entendió la intención de TaeMin al verlo actuar de esa forma coqueta. No era eso lo que pretendía esta noche, pero si el chico estaba tan desesperado como aparentaba, no iba a dejar ir esa oportunidad.

TaeMin sin pensar mucho en lo que hacía, se bajó del taburete donde permanecía sentado, buscó en sus pantalones y saco un par de billetes que dejó en la barra y sin siquiera saber si estaba dando dinero de más.

Le dedico una mirada más y se encaminó hacia la salida.

MinHo sonrió antes de darle el último sorbo a su bebida. De igual manera pagó y salió en busca del chico de cabello largo. Su lindo y apetecible trasero se había quedado grabado en su mente cuando lo vio bajar del taburete.

Cuando salió, miró hacia los costados, frunció el ceño al no encontrarlo.

—Es bueno que comprendieras tan rápido —dijo una voz detrás de él.

MinHo se giró y lo encontró muy cerca. Los delgados brazos de TaeMin se enredaron en su cuello como un par de serpientes a su presa. De hecho se sintió exactamente así, como si hubiese sido atrapado por un depredador de ojos  cafés claros y sonrisa encantadora.

—Estás muy ebrio —dijo a ver como se tambaleó cuando se acercó.

— ¿Y eso te molesta? —ronroneó cerca de sus labios.

¿Qué si le molestaba? Por supuesto que no, a decir verdad, no le era nuevo que alguien se acercara a él con las intenciones de tener sexo ocasional, solo que no a todos les decía que “Sí”. Incluso él un tipo que vive gozando de buena compañía nocturna, sabía que meterse con cualquier tipo de  gente solo porque sí era una verdadera locura.

No era tan estúpido como contagiarse de alguna enfermedad por andar de “loco”.

Solo que TaeMin le ha parecido lo mejor que ha visto en su jodida vida, la persona más atractiva, la más seductora que al mismo tiempo irradia inocencia. No había muchos de su “especie” y no pasará inadvertida esta oportunidad.

—No —lo apresó de la cintura con ambas manos—. No me molesta.

Ni tampoco a TaeMin.

A ninguno le molestaba estar tan desesperados por tener compañía que, al verse solo por unos segundos decidieron que era buena idea irse por ahí a hacer cuanta cosa se les antojara.

No, a ninguno le importó las razones del otro por estar en ese bar, por beber como si desearan morir en el proceso, como si ahogarse con los tragos del mejor licor fuera algo que aplaudir o festejar.

No, a ninguno le importó. Ellos solo querían olvidarse de todo lo que les hace daño.

~

La ropa regada y colgada hasta de las lámparas de la habitación, demostraban por si mismas lo desesperados que estaban por hacer lo que tanto habían querido desde que se fueron el en auto de MinHo hacia su departamento.

La cama rechinaba cada vez que MinHo embestía el cuerpo de TaeMin.

— ¡Dios! ¡Oh Por Dios! —gritó enterrando las uñas en sus brazos, sintiendo como el miembro de su acompañante de expandía en su interior.

Tenía la espalda lo suficientemente arqueada como para que la parte superior de su cabeza chocara con el colchón. Su cuerpo cubierto por una capa de sudor en conjunción con la luz de la luna que se colaba por una ventana con las cortinas corridas, hacían brillar su piel blanca, haciéndolo más irresistible, más deseado, más delicioso.

MinHo no podía dejar de ver la expresión de gozo del castaño. Cada vez que empujaba dentro de él, sentía la necesidad de ir más allá, más dentro, donde pudiera quedarse y no salir jamás.

El cuerpo de TaeMin le parecía de lo más cálido, tan suave y acogedor. Desde su posición lo observaba, cada jadeo, cada gemido, cada reacción de su cuerpo, todo eso lo guardó en su mente, porque era incapaz de ignorar el placer que le hacía sentir, ni la creciente excitación que le sacudía los sentidos.

A MinHo no le importaba mucho crear un vínculo con sus amantes, porque eran solo eso: amantes a los que recurrir cada vez que quería compañía.  Personas extrañas con las que compartía la cama en un día frio o caluroso.

Y TaeMin debía admitir, ha sido el mejor que ha probado.

Probado…

— ¿Te gusta tanto eh? —Susurró cerca de su oreja—. Eres tan sucio —dijo con la voz entrecortada.

—Ca…cállate —jadeó debajo de él.

MinHo subió una de las piernas de TaeMin a su hombro, le agradó el hecho de que sea tan elástico y flexible, así podía hacer uso de las posiciones tan extravagantes que tanto le gustaban.

Besó la parte interna de su muslo, mordiendo de vez en cuando y lamiendo al mismo tiempo. A pesar de estar oscuro encontró con facilidad algunos de los puntos erógenos del chico, quien dejándose llevar aflojó el cuerpo, elevó ambos brazos a los costados de su cabeza y le sonrió, invitándolo a continuar porque le gustaba que lo lamiera y sentir sus dientes mordisqueando su piel.

MinHo le devolvió la sonrisa, y sin apartar la mirada sacó la legua y trazó una larga línea desde su ingle hasta la base de su rodilla; lo sintió temblar, lo  vio sonreír y morderse el labio, e inevitablemente su pene se agrando mucho más en su interior.

O al menos eso es lo que le pareció.

Dejó suavemente esa pierna y prosiguió con la otra, cuando acabó con ellas, salió de TaeMin ignorando su ceño fruncido en señal de reprobación, pero no le dio tiempo de reclamar cuando tomó sus caderas y lo hizo girar para tenerlo en “cuatro” sobre la cama.

Ese trasero se elevaba, tan redondo y apetecible. Tomó la base de su pene y lo fue dirigiendo hacia el ano. Lo penetró suave, logrando así que la poca fuerza que el castaño se esforzaba en mantener se desvaneciera. Incluso lo hizo inclinarse más para darle libre acceso a él.

Muy considerado que fue.

—Min…Ho —lo escuchó jadear, sus manos apretaban las sábanas con tanta fuerza que sus dedos estaban blancos.

—Tú trasero me gusta TaeMin —dijo acariciando una de ellas—. Tienes unas nalgas muy deliciosas.

—Muévete ya —-exigió en un dulce gemido que hizo al alto sonreír de lado a lado.

Se inclinó hasta que su pecho chocó con la espalda blanca, trazó una serie de besos desde la media espalda hasta su nuca, sintiendo como se le ponía la piel de gallina; tomó su cabello, la coleta estaba mal hecha, así que solo lo apartó con cuidado para chupar su cuello.

Empujó dentro de él, una y otra vez, tomando ritmo. Los gimoteos y chillidos no se hicieron esperar.

Lo estiró, lo apretó, hizo lo que quiso con sus extremidades y al chico parecía no importarle demasiado, como si el dolor que experimentaba fuera alguna especie castigo que esperaba recibir con gusto.

¿Por qué? Se preguntaba MinHo. ¿Por qué un chico como él aceptaría arrastrarse al departamento de un desconocido como una zorra en plena noche de trabajo? TaeMin no le parecía alguien que encontrarías en un bar, mucho menos alguien que se ofertara así mismo como si no valiera nada.

Y a mí que me importa. Se dijo regresando de esa repentina divagación.

Ambos estuvieron de acuerdo en que no habrían preguntas si no sólo acción.

TaeMin sintió los testículos chocar contra su trasero, tenía ganas de tomarlos y morderlos, pero estaba muy ocupado tratando de no caerse, aunque poco le faltaba. Soltó un chillido de sorpresa cuando sintió su cuerpo elevarse, de un segundo a otro ya estaba de nuevo cara a cara con MinHo, sin perder tiempo lo apresó de la cintura con sus piernas, y las apretó con tanta fuerza que creyó haberle roto una costilla, estaba por correrse.

MinHo apoyó las manos a los costados de la cabeza del castaño y dio su última estocada, sin intenciones de retirarse liberó su semen dentro de él. Su cuerpo se sacudió y se fue deslizando con lentitud sobre la piel sudorosa del chico.

Sus respiraciones agitadas fue lo único que se escuchó en la habitación. MinHo se acomodó al lado del castaño, recuperándose de su orgasmo, una sonrisa de satisfacción se formó de sus labios, giró el rostro y contempló a TaeMin.

Parecía haberse rendido por el agotamiento, sumándole la cantidad de licor en su cuerpo, lo hizo quedarse dormido en pocos  minutos. Eso no le molestó, después de todo, ambos estaban haciendo lo que se les pegara la gana, además de que le daba la oportunidad de contemplarlo sin miradas de reproche.

Y se convenció de  nuevo que TaeMin era la persona más bonita que ha conocido, y eso que en su haber ha pasado mucha gente. Sonrió al engancharle ese adjetivo “bonito” habían más palabras, pero esa sonaba ligera, corta y suave, la perfecta para él.

El repentino balbuceo del chico regresó de sus divagaciones.

—No…no…

Enarcó una ceja, giró el cuerpo para pegarse más y tratar de escuchar con claridad.

—No me dejes…—fue lo que dijo y después de eso, se durmió por completo.

¿Así que lo hizo por despecho?

Eso tampoco le molestó. ¿Cuántas veces no había ocurrido eso? no le dio la más mínima importancia, después de todo, mañana ambos se desconocerían y esta noche, solo sería una noche más, una de tantas.

~

La luz de la mañana pegó de lleno sobre su rostro, frunció el ceño y con pesadez fue abriendo los ojos, pestañeando tupido hasta poder adaptarse a la claridad de la habitación. Había mucho silencio, de  momento le pareció que era un día normal como otros, hasta que recordó que había tenido compañía y se sentía extrañamente solo en esa cama.

Palpó el colchón con una mano, giró el rostro para solo encontrar sabanas arrugadas y un dulce aroma a chocolate impregnado en ellas.

—El cielo es demasiado brillante —dijo una voz que lo asustó y terminó de despertar.

Se sentó sobre la cama, la sabana se deslizó dejando al descubierto su moldeado cuerpo. Al pasear la mirada por la habitación encontró a TaeMin sentado en una silla de  madera junto a la ventana, cruzado de piernas, descansado la cabeza sobre la palma de una mano, con el cabello amarrado en una cola de caballo que se mecía con la suave brisa que se colaba en la habitación.

Solo vestía con una camisa blanca (que no recuerda haberle quitado) y su bóxer negro, haciendo que sus largas piernas blancas se lucieran bajo los rayos del sol.

Se veía hermoso, muy brillante. Como si no fuera de verdad, como si fuera una creatura salida de un cuento de hadas. Estaba seguro que podría quedarse ahí todo el día, solo observándolo, perdiéndose en todo él.

Notó cierto aire de tristeza en su voz y en sus ojos, no se sintió con el derecho de preguntar que le sucedía, así que se limitó a responder al comentario anterior.

—Parece que será un buen día —dijo sin mirar el cielo, no podía retirar la mirada de ese chico.

El silencio reinó en la habitación, ninguno desvío la atención de su objetivo. MinHo no sabía exactamente lo que Taemin estaba pensando, de alguna manera esperara que hiciera lo obvio: vestirse, medio arreglarse y finalmente salir por la puerta mientras él planteaba la posibilidad de reunirse de nuevo para volver a pasar una noche juntos, si así lo deseaba.

Había pasado una noche increíble con él, no lo negaría, el muchacho supo cómo llevarlo al límite con sus expresiones y caricias. Con solo cerrar los ojos y recordar la pasión desatada en esa cama siente que la piel le arde y le palpitaba la entrepierna.

De repente el excesivo olor a chocolate le hizo saber que estaba cerca. Cuando abrió los ojos se lo encontró abotonando su pantalón y finalmente sentándose en la cama para colocarse los zapatos.

MinHo no perdió detalle de sus movimientos, ni tampoco de su refinado perfil. Pensó en que ciertamente parece un hada y las ganas de tocarlo aparecieron, solo para confirmar que era un ser humano y no una alucinación. Entre más recordaba su noche mágica, su miembro se endurecía más, abrazó sus piernas para esconder el bulto que de no ser por las sabanas, estuviera mostrándose tan alto que sería difícil de ocultar. No lo hacía por un repentino ataque de timidez, solo no quería verse necesitado, eso sería un golpe a su orgullo.

TaeMin frenó sus movimientos al percatarse de su intensa mirada.

— ¿Qué? —dijo tan casual.

—Nada en especial —respondió de la misma manera.

Sólo pensaba en lo lindo y sexy que te vez.

El castaño no apartó la mirada, se pasó una mano por el cabello, se mostró nervioso.

—Sé que te parecerá tonto decirlo ahora, pero no soy el tipo de persona que se acuesta con  cualquiera por diversión.

MinHo sonrió—. No, no lo pareces.

TaeMin le devolvió la sonrisa aunque se inmediato soltó una expresión de dolor, seguramente la resaca estaba haciendo de las suyas. Pasaron unos segundos más hasta que se levantó y fue directo hacia la puerta. De nuevo se mostró nervioso, como si no quisiera irse, con la mano sobre la perilla y sin soltarla, giró medio cuerpo y miro directo a los ojos a MinHo.

—Tal vez…—comenzó vacilante—. Tal vez podríamos vernos en otra ocasión —dijo recuperado de confianza.

El moreno no evitó sorprenderse ante tal petición, menos cuando unos segundos antes de que el castaño lo sugiriera él había abierto la boca para preguntar lo mismo y que, al ver que se giró para confrontarlo tuvo que cerrar la boca para no parecer un tonto.

Han sido muchas las  ocasiones en las que al despedirse por las mañanas había recibido esa petición, pero francamente no esperaba que TaeMin se lo hiciera.

—Claro.

¿Cómo desaprovechar la oportunidad?

Se bajó de la cama sin pudor alguno y fue en busca de su ropa interior, sabía que TaeMin no le quitaba la mirada de encima, por eso cuando localizó su bóxer se colocó  lo más lento que pudo. Cuando acabó, fue hacia su cajón junto a la cama y rebuscó en el, el ruido de varios objetos chocar inundó la habitación de momento.

TaeMin trató de ver que hacía pero aquel cuerpo grande  le bloqueaba la visión. Enarcó una ceja al darse cuenta de que esa espalda es la misma que había arañado y la que se había aferrado hace unas horas, sintió las mejillas calientes.

MinHo volteó y se acercó rápidamente, el castaño agachó ligeramente al cabeza, escondiendo su rostro, fingiendo que se rascaba la nariz. Lo primero que vio cuando regresó la mirada fue un pequeño papel doblado a la mitad. Ya sabía que contenía.

Pero el marcado abdomen de MinHo se robó toda su atención, sintió el repentino deseo de empujarlo sobre la cama y lamerlo de arriba abajo, tal vez mucho más abajo.

—Llámame cuando quieras —dijo el moreno y rompió su fantasía.

El castaño sonrió de lado, asintió con la cabeza y susurro un “Chao”, salió por fin de la habitación, pasó por la sala, tomó su abrigó, el que apareció echado sobre el sillón grande del lugar.

Una vez a fuera, desdoblo el papel y sonrió al ver el número telefónico de MinHo junto a un mensaje muy simpático.

“Llámame cuando lo desees, chico bonito”

~

Al llegar a casa tiró su abrigó por algún lugar de la sala, fue directo hacia el baño en busca de un analgésico que le quitara el dolor de cabeza, rebuscó en la caja de primeros auxilios, encontró la medicina adecuada y se disponía ir a la cocina por un vaso de agua cuando se encontró con su reflejo en el espejo frente a él.

Tenía unas ligeras bolsas bajo los ojos, su cabello estaba un poco desalineado, bajó la mirada y se topó con chupetones y marcas de los dientes de MinHo, ahora comprendía porque la gente se le quedaba mirando de mala gana en todo el transcurso de camino a casa.

Había salido como zombi del departamento del moreno y no reparó en hacerse una exhaustiva inspección.

Los ojos se le comenzaron a aguar, no había razón para llorar ahora por lo que había hecho, pero lo hizo, las plateadas lágrimas corrían por sus mejillas ahora coloradas. Se mordió el labio ante la inminente realidad:

Se había acostado con un desconocido solo para olvidar al pendejo que lo engañó.

Salió del baño y fue hasta la cocina, donde rápidamente se sirvió un vaso de agua helada, arrimó la silla junto a la mesa y se sentó de golpe derramando unas pocas gotas de agua.

Dejó la caja de analgésicos sobre la mesa, mirándolo, pensando que si debería tomar solo una, o varias para dejar de sentir dolor. Cuando se dio cuenta de la idea tan descabellada en la que pensaba, la ira emergió de su cuerpo en forma de llanto y con el coraje a punto de explotar como lava de un volcán, se levantó de un solo movimiento tirando la silla. Tomó el vaso de agua y lo estrelló contra la pared de losa, sintió las gotas frías rosear su rostro al igual que algunos pedazos de cristal.

El estómago se le revolvió y corrió al baño, directo a la taza para vomitar la bilis.

Tirado en el piso frio halo la cadena y se apartó hasta la chocar con la puerta.

—Esto es una locura —se dijo y su propia voz lo lastimó.

Nada de lo que hizo en esas aproximadamente diez horas, era propio de él. Jamás fue de las personas que corrieran por un trago cada vez que algo malo ocurría. Mucho menos ligarse a alguien y tener sexo increíble para olvidar las penas.

No, en definitiva ese TaeMin de anoche no era él.

Sin embargo, no negará que le gustó mucho su encuentro de anoche, por una vez en su vida, se sintió feliz de hacer lo que quisiera, demostrándose a sí mismo que él también tenía poder sobre las demás personas.

Le gustó sentirse deseado.

Al recordar su noche la piel se le eriza.

Sacudió la cabeza de lado  a lado, no, no podía continuar pretendiendo ser algo que no es, su libertinaje solo fue para una noche y nada más, a duras penas se levantó del suelo y fue hasta al lavabo para enjuagarse  la boca.  Se lavó la cara también.

Decidió no pensar en nada, de momento solo trataría de curarse la resaca así que volvió a la cocina un poco más recuperado. Hurgó en el bolsillo de su pantalón y de ahí sacó el papel con el número celular de MinHo.

—No —se dijo.

¿En qué rayos pensaba cuando le preguntó si podían volver a verse? No lo sabe, fue como un impulso. Además seguramente ese tipo no esperará una llamada de él, en este mismo instante podría estarse tirando alguien más.

Fue hasta el bote de basura y lo abrió para tirar el papel, pero en el último segundo vaciló en hacerlo.

~

Caminaba calmado por los pasillos de la universidad, tenía la hora libre y quería irse a comer algo. Se acomodó la cinta de su mochila antes de doblar en el siguiente pasillo. Sintió vibrar su celular y lo sacó del bolsillo de su pantalón.

Al mirar la pantalla un número desconocido lo llamaba. Se arrinconó en el barandal que daba hacia un arbusto con flores pequeñas de color rojo. Se llevó el teléfono a la oreja y contestó.

—Habla MinHo —dijo seguro de sí.

El repentino silencio del otro lado de la línea lo hizo fruncir el ceño, esperó unos segundos más hasta que una voz familiar le habló.

—Soy TaeMin.

Segunda sorpresa del día, no esperaba que le marcara. Sonrió automáticamente, la anticipación de una buena noche lo emocionaba.

—Hola bonito —dijo en tono divertido.

—Quisiera…quisiera verte…

—Claro, estoy disponible para ti.

Cuando miró más allá del pasillo se llevó una agradable sorpresa, el mismísimo TaeMin se encontraba unos diez metros delante de él, apoyado en la pared, jugueteando con las hebras sueltas de su abrigo.

Se acercó cauteloso, sorprendido de que nunca lo hubiera visto en la Universidad.

— ¿podemos vernos hoy en la noche?

—Mejor ahora y no esperar —dijo a un par de metros cerca.

Al escuchar la voz ronca de MinHo tan cerca giró la cabeza hacia los lados hasta que dio con él. Enarcó las cejas, tampoco esperaba encontrárselo ahí, y era mucho más extraño saber que asistía a la misma universidad y que nunca se lo haya topado.

¿Pero que eso no sucede con muchas otras personas? Algunas incluso se conocen cuando están finalizando sus estudios, cuando se topan con gente que lleva la misma cantidad de años estudiando.

Como sea, haciendo a un lado ese extraño suceso, se enderezó y optó por una actitud despreocupada aunque por dentro todavía estaba nervioso por su encuentro de la noche pasada.

—Me sorprende verte también después de tomar tanto —dijo el alto, también viéndose despreocupado.

Aunque ahora que es de día y la luz del sol los ilumina por completo, podía percatarse de los detalles en los que no reparó cuando lo tenía gimiendo bajo él. Como ese peculiar tono rojizo de su cabello castaño, o que no era tan delgado como parece, sus piernas le siguen pareciendo “mordibles”, más con ese pantalón entallado que usaba.

TaeMin tampoco pasaba desapercibido la altura de MinHo, ni la complexión que se remarcaba con la gabardina negra que se puso. Notó las venas de sus manos, las que se enmarcaban al estar agarrando la cinta de su mochila, un detalle que lo hacía verse más varonil de lo que ya era.

Aunque no hayan dicho algo en esos eternos segundos que han  estado parados observándose, la atracción que los unió en el bar comenzaba a formarse, solo que ahora se sentía incómodo, al menos para TaeMin, ya que no tiene una botella de wiski en su cuerpo para darle valor de hacer otra tontería.

O eso creía.

Soltó un casi imperceptible suspiro, pestañeando tupido intenta regresar su concentración a la razón de la llamada. Y a alejar de su mente las escenas de ellos dos tratando de romper una cama con buen sexo.

—No soy tan débil como aparento—dijo con orgullo—. No es la primera vez que tomo.

MinHo sonrió de lado, no sabía si creerle o no, pero le pareció divertido el que quiera dejar claro que no era su hábito ir a beber.

—En realidad…—continuó, ahora su voz sonaba seria y triste—. Quería pedirte una disculpa MinHo.

Una tercera sorpresa que casi hace que MinHo se desmaye, bueno más bien que casi se eche a reír. Tuvo que tomarse su tiempo para procesar las palabras del adorable castaño que tenía enfrente.

¿Pedirle disculpas? ¿Acaso no era para morir de risa?, ¿disculpase con él? Nadie se había disculpado con él por tener sexo increíble.

— ¿De qué tendrías que disculparte? —dijo concentrándose en los ojos de TaeMin.

Cosa que lo puso nervioso, pero logró permanecer tranquilo.

—Solo diré que lo de anoche no debió suceder —su seriedad era como si se disculpara por haber hecho algo realmente malo. Al menos para él así fue.

Ahora el orgullo de MinHo estaba recibiendo el corte de una espada bien afilada a la que todavía le faltaba ser más enterrada.

— ¿Te arrepientes? —dijo sin esconder lo herido que estaba.

—Sólo tienes que saber que te utilicé —la ceja derecha de MinHo se elevó—. Estaba pasando por un mal momento y recurrí a la salida fácil, ir a beber fue lo más estúpido que pude hacer y bueno…tú estabas ahí y…

—Espera, espera —dijo alzando una mano frente a él—. A mí nadie me usa —dijo con frialdad.

Por supuesto que no, jamás dejaría que alguien lo utilizara, si quería tener sexo lo tenía, solo porque sí, no había razón alguna en particular, y nunca estaba con alguien a menos que esa persona no quisiera y lo que le quedó claro es que TaeMin estaba dispuesto a todo. Lo de estar ebrio era un excusa, una excusa barata de un desahogo.

—No le des tanta importancia —se colocó muy cerca de él—. Solo fue sexo, sexo consentido, no trates de parecer molesto contigo por algo que claramente querías. Ni tampoco —dijo apretando los dientes, su mirada se volvió fría—, intentes hacerme ver como una pobre victima violada.

—Yo no…

—Me encantabas cuando gemías bajo de mí —susurró en su oído.

TaeMin lo empujó con fuerza, ahora él era el ofendido. Aunque tenía ganas de gritarle miles de cosas sabía que no tendría fundamentos para cualquiera de ellas. En realidad ni él mismo sabía que lo orilló a llamarlo para disculparse.

—No me importan tus razones, bonito —le sonrió tal malévolamente que TaeMin quiso estamparle su puño—. Lo que pasó, pasó y nada se puede cambiar, tal vez tú te arrepientas, pero yo te agradezco por esa noche inolvidable.

El labio inferior de TaeMin comenzó a palpitar, la ira lo corroía, su respiración se hizo pesada. ¿En qué momento pasó a convertirse en un pobre idiota digno de ser ridiculizado?

Claro en el momento en que abrió la boca, y otras cosas más, y empezó decir estupideces.

MinHo dio por hecho que no había más que hablar, así que…

—No seas tan inocente —lo miró con lástima—. Pareces un buen tipo, pero también un imbécil.

Giró sobre sus talones, dio un par de pasos hasta que se devolvió con otra sonrisa “destructora”.

—Aun así puedes llamarme, y…—sonrió de lado— lo de ser utilizado —hizo comillas con los dedos—. Eso ya lo sabía, creo que no sabes que hablas dormido.

Y finalmente se fue.

El rostro de TaeMin enrojeció por completó, fue hasta la pared y golpeó su cabeza contra ella, a pesar de que le dolió hacerlo, le dolió más que las palabras de alguien del que solo sabe su nombre y el maravilloso sexo que puede brindar, sea quien le demuestre que está cometiendo los mismos errores del pasado.

¡Disculparte! ¡¿En qué pensabas?! Solo te has humillado.

¡Maldita sea!

En realidad, no sabía que buscaba con disculparse, en realidad solo quería encontrarse con MinHo una vez más, en realidad…MinHo tiene razón.

En todo.

“Solo quería probarte TaeMin, solo probarte”. Le dijo la voz de ese maldito en su cabeza.

Las frías y malas palabras de YunHo le dieron un golpe a su dignidad, pero también le dieron a entender algo.

Las personas hieren a otras por diversión, las personas son malas por elección; puedes hacer lo que quieras siempre que estés dispuesto a aceptar la consecuencias.  Eso es lo que TaeMin quería.

Quería saber cómo se siente, jugar sin remordimiento. Quería saber si podías estar con alguien sin amarlo, quería saber cómo se siente…tener el poder de controlarlo todo.

~

Frunció el ceño cuando desde fuera de la cafetería observó cómo lucía abarrotada de gente. Si entraba no saldría a tiempo de llegar a su siguiente clase. Justo cuando giró para ir en busca de otro lugar para comer, lo encontró ahí.

A un par de metros de distancia TaeMin lo Miraba con sus ahora, fríos ojos avellana.

Y al mismo tiempo, sonriéndole como si tramara algo realmente malo.

Notas finales:

¿Y bien? Bueno solo diré que se acaban de meter en un buen lio. 

Ok, les había mencionado que me iba a dar un tiempo para poder ordenar algunas asuntos personales (y todavía estoy en ello) pero parece que las aguas se estan calmando.

Bien, esta historia estaba taladrando mucho mi cabeza, así que por eso es que la traje, para que la muy desgraciada abandone mi cabeza xD creo que esa es la principal razón ;;

Si nada me lo inpide, estaré de nuevo por aquí, solo sean pacientes. Para quienes leen mis historias desde antes, saben que no me gusta abandonar mis fanfcis, siempre hago lo posible por estar a tiempo con ustedes.

Sin más que decir, nos leemos en otra hisoria y les dejo mi página en face: Carol-Taeminnie

Para lo que necesiten. :) 

Nos leemos luego ^^


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