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Lo que una vez contó, un príncipe azúl. por GingerIlmare

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“Vendrán días mejores, sé que todo se puede”. Me repetía estás palabras con la esperanza de que algún día me las llegara a creer.

Durante varios años había estado estudiando la cultura gótica, digo ‘estudiaba’ porque me había consagrado a la profesión del ‘godo-vamp-aristocrático’ desde muy tempranas épocas –de aquellas en las que ni siquiera sabía de tales términos-; fue algo que casi se dio de forma muy natural. Yo me encerraba en un cuarto oscuro, me tiraba en el suelo por horas hasta que me dormía sobre lecturas escabrosas, tenía pesadillas  alucinantes pero a los días siguientes iba a las bibliotecas buscando libros de hechicería y siempre quise aprenderme la jerarquía de los ángeles al igual que la de los demonios. Todo eso me hacía vibrar en una atmósfera esotérica y misteriosa.

 

A partir de mis primeros años llegué a mostrar una desarrollada habilidad para dibujar pese a mi poca experiencia en el arte. Tiempo después  me volví melómano, y disfrutaba, además de la música, de estar tan sólo con mis amigos.

 

A pesar de mi dedicación y la reputación que me precedía en aquellos tiempos, por ser un alumno destacado, era pésimo en los deportes, trataba siempre de escabullirme con los de las banca o fingía estar jugando basketball con el resto del equipo, mayoría mujeres, por cierto. Por lo regular pasaba desapercibido cuando de eso se trataba, sinceramente no estaba para lo bruto y me faltaba condición.

 

Para lo que no pasaba desapercibido del todo era para engatusar a ciertas chicas que sentían algún afecto y simpatía hacía a mí. No era tan mal parecido y se de buena fuente que suelen catalogarme de ‘buen mozo’, aunque la vanidad...nunca puede ser demasiado buena. Era un tipo delgado de expresión impávida y cara infantil, quiero decir que por aquél entonces daba la impresión de tener dos años menos. Mi piel es nacarada pero no tan blanca; mis ojos son cafés oscuros, y ni siquiera distingo si mi cabello es más rizado que levemente lacio. Y aunque no soy tan alto, nunca me he avergonzado de mi 1.72 m.

 

Había tenido mi primera novia cuando aún no salía de la primaria, pero…nada serio. Quién puede comprometerse cuando tu mesada ni siquiera es suficiente para invitarle un helado?

Por ese entonces descubrí que me atraían mucho las niñas de piernas largas pero sobre todo, con un carácter gentil.

Para acabada la secundaria me había fajoneado con unas cuatro o cinco, y a mi cuarto sólo habían llegado dos, hasta ahora.

Sólo dos relaciones a las que llamaría “formal” porque demoraron más de medio año.

 

Hasta aquí, todo se encamina hacia un feliz y ‘normal’ descubrimiento de mi mismo - si de eso se tratara la adolescencia-… pero aquí es donde me refiero a que todo puede pasar.

 

Escalando a otra sección educativa, yo ya había perdido gran parte de mi autovaloración ¿razón?...la chica de mi vida, a la que le derroché mi corazón despedazado en las cartas que nunca me di el valor de enviar –y menos mal que no lo hice-; se marchó para siempre, y nunca tendría la oportunidad de poder conmensurar el noviazgo que siempre quise tener con ella.

Hubiéramos sido la pareja ideal. Fue mi primer amor…y el platónico.

 

Me encontraba con una inseguridad que llevaría tiempo en trabajar; problemas familiares, problemas escolares, decepcionante desempeño académico, un paso hacia nuevos amigos que todavía no podía encontrar. Ahora sí, era la sombra de aquél joven reconocido, sociable, popular que algún día fui.

 

Me vi envuelto en fiestas y convivios con gente desagradable y aunque en días posteriores era terrible el dolor de cabeza por tanta ingesta de alcohol, la vida se hacía más monótona. Ya no salía. Tenía una pena interna y un luto arrastrado desde tantas malas rachas.

 

Entonces sané de la música. Había encontrado el estilo y el género que convenía a mi filosofía de ese entonces, decidí ser exigente en cuanto a seleccionar álbumes de música se trataba, pues siempre me había gustado apoderarme de cosas ciertamente difíciles de obtener para otra gente.

 

Cierta música me enriquecía espiritualmente. De esa forma la fui organizando, dependiendo a las emociones que me causaba.

De cualquier manera, estando ya envuelto en tantos dogmas, empecé con un proyecto que se tomaría mucho tiempo en realizar.  Me había empeñado en formar una banda, estaba completamente seguro de que era el tratamiento perfecto para poder superar de una vez por todas, tanta adversidad y acabar con ese ser subyugado que había sido.

 

Ahora contaba con 17 años y estaba lidiando con pertenecer a cierto grupo social. Cosa imprescindible, pues es preciso integrarte a algún tipo de círculo, de lo contrario no eres nadie, y aún en contra de mi ‘capacidad moral’ y mi todavía sano juicio,-puesto que a mí me tenía sin cuidado formar parte de alguno-, me esmeré un poco.

Había obtenido algunos reconocimientos en ese aspecto, me había ganado el respeto de algunas personas y más de lo que yo podía esperar: confianza.

Entonces fue que al último ciclo de mi preparatoria, conocí a un diamante en bruto; una inteligencia, serenidad y pureza que poco albergan ya en las mentes de las jóvenes de hoy en día. Sí, así era.  Traté precipitadamente de acercarme a ella, quería establecer una amistad con ella en cuan corto tiempo fuese posible.

 

Tenía el cabello oscuro con rizos que resbalaban sobre sus hombros; ojos expresivos, y un cuerpo que revelaba su gusto por el baile, cintura angosta y piernas firmes.

Todo iba viento en popa, pero………… pero?.

Él ya estaba ahí.

Pasaríamos todo ese año trabajando mano a mano, buscando las respuestas de nuestra existencia.

-¿Otra?? – Raziel terminaba de leer la canción con gesto enfadado.

-Sí, pero…ésta, está cargada de mucho más sentimiento.

-Algún día, mi sensible amigo, acabarás derrotado por tus propias letras.

-Pero entierro mi frustración en ellas, de alguna forma me disminuyen esas ‘malas emociones’. – Le dije bohemio.

-Pues, ¿de eso se trata no? bueno ya ni sé. Yo sólo siento y vivo, si de alguna mala vibra me tengo que librar  tengo otras estrategias menos siniestras, que ésas ‘siniestras’ composiciones, que perturban la mente de otros y nomás te quemas el coco...               mmm... sí, esos no son mis métodos, no…-termina dejando la hoja de los lyrics y acomoda su banca junto a la mía.

 

Raziel. El tipo de chico al que pareces ver y no encontrar nada de sensibilidad en él. A pesar de haber sufrido por unos meses, sus problemas existenciales estaban llegando a su fin.

Empecé a verlo como a alguien más a quien quería involucrar en mi vida de manera constructiva, incluirlo en mi lista de amigos entrañables y compartir información acerca de la música y las artes.

 

--

-Vendrás hoy?..       De cualquier forma tendrás que…- Me hablaba Victoria con ganas de traspasar la frustración de mis ojos.

-Es que hoy... tengo ensayo; no creo tener tiempo.

-No crees que es demasiado el tiempo que inviertes en cosas como ésas? que para ti parece no importarte si reprobamos este semestre!!

-NO, no, no, pero…pues… haaaa que mal! Dime la hora rápido! – le dije malhumorado.

-Qué pesado Oscar! todo el equipo tiene que estar presente; nos vemos a las 6:00 p.m., en el zócalo. No vamos a estar esperándote más de 15 mins!! – Trataba de alcanzarme con sus gritos mientras yo me alejaba corriendo.

 

-

6:23 pm

 

“¡demonios!” No acostumbro retrasarme, pero esa vez, presentía que me bombardearían los reclamos, si es que encontraba la casa de Victoria.-

 

 

-QUINCE MINUTOS OSCAR!! Quince!!

 

Menos mal que ya habían llegado todos, y yo sentía que Victoria sólo tenía la pinta de ser una tirana.

 

-OH, perdóname Victoria, de veras, lo...

-SH!, ya cállate; en vista de tu puntualidad, te corresponde hacer el ensayo.

-pero…¿cómo? ¿Repartieron las actividades sin mí?

Victoria volvía a lanzarme esa mirada amenazadora.

 

-Mmm… de acuerdo, tú sólo dime cual es el tema, y yo *suspiro*, me encargaré-

-Homosexualidad.

 

Detrás de ella el resto del equipo se murmuraba y reía entre dientes.

 

-Bueno, eres el apropiado, no compa?- Miguel trataba de amenizar el momento

-Aléjate joto!..- le dije con un amaneramiento sumamente gay, lo empujé y seguí caminando al lado de Victoria, rumbo a su casa.

--

 

“homosexualidad..    discriminación,…. Homofobia, leyes,…religión..inquisición..   ¿?”,- por qué no pudo ser algo más fácil?

-Deja de balbucear tarado, mañana tendremos que presentar este desmadre.

-Victoria… no sería más sencillo si le dejaras esto a ese pedazo de mariquita que está allá aplastado sin hacer nada?- le sugerí a la jefa del equipo.

Miguel levantó los ojos hacia Victoria y a mí…

-Ja! Yo no mamo pitos, discúlpame.

 

Me eché una carcajada. Parecía mentira.

 

-¡Oscar!! Podíamos contar con esa  habilidad tuya, aunque sea por una vez? Bien sabes que no quedó de mí elegir a ese mequetrefe, apenas y sabe leer.

La miré de soslayo y continué construyendo ideas para empezar con mi ensayo, pero con trabajos pude escribir una palabra.

 

Comenzaba a recordar ese extraño suceso cuando en una multitud enardecida se les ocurría a mis amigos que más que gente parecían primates, lanzarse unos contra otros, empujones a diestra y siniestra,- si, el tal llamado ‘’slam’’-, cuando  al disfrutar de la última canción de Stravaganzza, fui a aterrizar encima de un ser inocente.

Me había torcido el pie y me habría costado levantarme de no ser por esa gentil mano que alcancé a ver dentro de las luces, humo y playeras negras. Cuando estuve frente a quien casi estuve a punto de derribar, vi unos preciosos ojos verdes, y un cabello lacio y castaño cubriendo parte de su frente cuando se inclinó para ayudarme.

 

-Gracias- Dije sacudiéndome la tierra de mis pantalones.

-Hey, no hay problema

 

Había jurado que era una chica. Con ese rostro y ese cabello tan bien cuidados. Al oírle pronunciar esto, volteé a verlo y fue que lo observé con claridad. No sabía por qué razón no me había podido olvidar de aquél joven.  Bueno… sí sabía.

--

 

-Oh..muy bien, ya tenemos el ensayo; me alegra saber que al menos no eres un macho de aquellos!!

-No…la verdad no,..  Pero trato de mantenerme al margen, Victoria- Le sonreí al momento de acariciar uno de sus caereles.

 

-Qué tanto pintas tu raya compa?; a tu amiguito éste, se le dan muy bien las relaciones con los de la ‘’manita caída’’. – Miguel se acercaba a nosotros, rompiendo el cuadro perfecto que me hubiera gustado plasmar en mi memoria.

 

-Mmmm…yo he escuchado algo de eso, jeje. – Fabian le hacía segunda- Pero no interfiero, luego resultan, luego no, mientras no se meta conmigo…

 

--De qué hablas? – pregunté sentándome en el sofá con Victoria.

 

-Raziel. ¿Sabías que le entra a ‘eso’? He oído que se hace de relaciones homosexuales a larga distancia- Comentaba Alfredo con tono indiferente.

 

-¿Raziel? – Miré a Victoria con ojos interrogantes, como si ella pudiera saber más de lo que yo.- Bueno, de cualquier forma, me tengo que ir. Ya he terminado aquí. Mañana veremos cómo nos organizamos para la presentación.

 

-No tengo opción, ¿cierto? Muy bien vamos a pararle aquí. Lleguen diez minutos antes, si se puede!.- Victoria se despedía del equipo.

 

 

Detesto exponer. Todos te analizan como acechándote, atentos a tus errores.

Llegué muy temprano; quería quedar bien frente a Victoria y demostrarle que mi aportación fue la más destacada.

Estábamos solos y quería platicarle de tantas cosas, de entre ellas, que había estado pensando en componer  una canción que tiene mucho que ver con ella.

 

-Oscar!! Ooh…Hola Victoria. La primera vez que realmente me esfuerzo en la escuela y soy el único al que le interesa. – Sacaba material de una gran bolsa de plástico.- Por cierto, traje algo que de seguro te va a privar, Oscar.

 

-Haa siiii?, debe ser algo de verdad genial Raziel.. “Sí, lo suficiente para interrumpirme”.

 

Se escuchaban voces fuera del salón de clases. El resto del grupo comenzaba a entrar poco a poco.

Raziel me tomó del brazo alejándome de Victoria y de todos los demás.

 

-Mira, es el sencillo de Rentrer en soi, edición limitada.

-Wow! No inventes, es increíble…- sostenía el disco sorprendido.

-Lo es. Y es tuyo.

-Demonios, la verdad no lo sé, debió costarte mucho conseguirlo, ….     Y pues…..

-No, vamos! La siguiente semana iré a la capital por más mercancía, de eso no hay problema.

 

 Cierto día al final del curso escolar esperaba dispuesto a decirle a Victoria, todo lo que me causa el estar con ella, el tan sólo verla sonreír. Pero vi que Miguel se apresuró a ella y me ganó la jugada.

Definitivamente había estado pretendiéndola las últimas semanas, ¿cómo fue que no me di cuenta?

Me di la vuelta y me dirigí a casa de Raziel. Ese día planearíamos todo lo necesario para el siguiente concierto, y como era costumbre, jugar video juegos antes de irme a ensayar con la banda. Ser la primera lira y el vocalista, hacen del artista una ardua labor.

 

 A tan sólo unos metros observé a Raziel despedirse cariñosamente de una linda joven y de otros dos amigos.

 

-¿Quién era ella? –pregunté curioso.        

- Alguien a quién siempre quise

 

Se miraba algo conmovido e inmediatamente me di cuenta que decía la verdad.

 

-Entonces todo no es más que un rumor…- casi murmuré con alivio

-¿cuál?

-Ya sabes, lo que dicen de ti. Que...-

-¿Por qué lo negaría?

-Entonces ¿sí lo es?

Estaba confundido. Raziel me abrió la puerta de su casa y me ofreció asiento y una soda.

-Tampoco. Sólo que no me importa, sabes?

 

Lo miré un poco desconcertado. Raziel era ya uno de mis mejores amigos y podía meter las manos al fuego por él. Lo conocía ya lo suficiente para saber inclusive, si algo le parece o no sin decir una palabra, aún cuando fingiese. Tenía una inteligencia artística y un amplio criterio.

Aunque se dejaba dominar por sus impulsos, “siempre había tiempo para rectificar y poner las cosas en orden”, decía.

 

-La verdad es ésta. Nunca he tenido ningún tipo de relación con un hombre, a excepción de un amigo íntimo que hice por la red - Confesó-  y las chicas, son hermosas, sin embargo sólo he tenido una novia y las cosas no anduvieron muy bien.

-Está bien ¿no?- Me quedé sin palabras.

-¡Así soy yo! –

-¿Por qué no me lo habías dicho?

-Esperaba que a estas alturas, tú mismo preguntaras.

-Créeme, hay veces en las que me la mientan en la cara y no me doy por enterado.

---

Sería el cumpleaños de Victoria y me había esmerado en regalarle algo especial, que nunca pudiera olvidar y siempre conservar. Pero mi presupuesto daba sólo para una rosa y una tarjeta con detalles cursis. Mi madre me hizo el favor de ‘obsequiarme’ una muñeca hecha de estambre con cabellos negros, recogidos en dos coletas y con un sombrero de paja sobre su cabeza redonda. En su pecho traía un rebozo en el que traía bordado “Vi” con letras rojas. Con eso tendría que conformarme.

Pero un obsequio lleva con él muchos significados y fue justo ése que yo le había dado, el que Miguel pudo interpretar.

 

 

-Oscar!, no debería decirte esto… pero, tú regalo fue muy lindo- Victoria evitaba pausar su respiración- y el mejor que alguien me ha dado! – bajó la mirada un poco avergonzada. –          pero … alguien robó la tarjeta, y encontré  la rosa hecha pedazos.. Oscar, no lo sé, no sé quien pudo hacer esto, estoy muy apenada contigo, pero tengo.. –hablaba con su voz entrecortada.

 

Eso era más de lo que yo podía soportar. Estaba casi seguro de quién era ese patán.

 

-Esto no se va a quedar así. Pero primero, tengo que asegurarme si en verdad fue él.- estaba furioso.

-Te refieres a…. Miguel?     -Me miró Victoria al mismo tiempo que emparejaba su paso con el mío.  – Espera Oscar, no creo que fuera capaz de hacer algo así, lo he tratado y…

-Estás tratando de justificarlo?!

-Oscar-        Se interpone y me detiene con sus manos-  Tengo que irme, mi madre me espera; Dejémoslo para mañana, no hagas tonterías, ya lo arreglaremos hablando, tú, yo y ese estúpido, ok?

Se despide dándome un beso en la mejilla.

-Muchas gracias por el obsequio, en verdad, no importa si……el cariño, tu intención, es que lo vale.

Adiós Oscar!.

 

Regresé al aula, buscando traspapelada esa insignificante tarjeta de cumpleaños, pero la hallé en el depósito de basura, partida a la mitad. Deduje que no hace mucho tiempo que la habían arrojado pues el conserje ya había vaciado los contenedores tiempo atrás.

Al salir del aula me topé con el cretino de Miguel y su trío de chaperones.

El fulgor de mis ojos no podría esconderse de la ira, si no me contenía en cualquier momento le dejaba caer un buen golpe.

 

-Cuál es tu problema? – le espeté.

-Tú!...... Ayer te volví a recordar que dejaras en paz a Victoria.

¿Que no captas?, eres un subnormal o qué?

-Eres un imbécil. ¿Desde cuándo tienes poder sobre ella?

-Desde  que se le considera de mi propiedad-  Cacareaba de forma grotesca.

-Victoria no le pertenece a nadie

-Qué idiota! ¿No sabes? Ella ya  anda conmigo.

-No pienso seguir con estupideces. Pero si te digo, Victoria es mi amiga, me tiene sin cuidado que sea tu novia, yo podré darle obsequios cuando se me dé la gana.

-Maldita zorra…

 

El puñetazo no iba directamente a mi cara, es más, no era muy probable que me alcanzara siquiera.

 

-Hey! Ya estuvo compa        -

 

En cambio Raziel sí consiguió darle en la barbilla.

 

Se escuchaba el ajetreo de los estudiantes que aún papaloteaban por las canchas hasta que se formó un bullicio alrededor de nosotros.

Perfecto, el show había comenzado.

Miguel, pese a la fuerza del golpe, no cayó al suelo. Volteó a ver a Raziel con una mirada asesina y una sonrisa malévola.

 

-Mira, ya llegó tu macho…

 

La gente continuaba gritando: “Dale”,”Pártesela”, “sangre!”.

Yo trataba hacer retroceder a Raziel con mi brazo derecho y apartarlo del aquél patético ring, pero seguía sin bajar la guardia, y Miguel por igual, con esa actitud retadora.

 

-Bájale cabrón. Oscar no te ha hecho nada. – Raziel lo amenazaba con  voz severa.

-Maldito marica        - Se agarró el cabello y dio un escupitajo –   ¡ándale! ¡Se te encoje puñalón!

 

En definitiva podía matarlo con mis propias manos en ese instante. Puse a Raziel detrás de mí de un empujón y me aproximé a él con una rabia que hacía a mis piernas temblar.

 

-Vamos Oscar, déjalo ya…demasiado estamos arriesgando.- Raziel me tomó del cuello y me hizo retroceder.

-Sí, ¡váyanse a follar!

 

Raziel seguía sujetándome del cuello hasta hacerme girar completamente.

Con un ademán de desprecio nos alejamos de la muchedumbre dejando atrás a todos aquellos que se quedaron desilusionados en abucheos.

 

-Hey!

-Quítame las manos de encima Raziel.

-¿Por lo menos alguna muestra de agradecimiento?

-No necesito que me defiendas. Gracias…..¡por hacerme quedar en ridículo!

 

Se detuvo y se dejó caer en la banqueta.

No paré, pero mi caminar se fue haciendo cada vez más lento hasta que me digné a dar media vuelta.

 

-Ven, discúlpame     - Le tendí  la mano y dudó unos segundos en tomarla.

-Vayamos a comer, me estoy muriendo de hambre.


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