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Infinite Power por Moonie

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Notas del fanfic:

¡Moonie is back con nuevo fic! Esta vez Infinite serán los protagonistas de mis líneas. Complicado en un principio, sobretodo por las personalidades, pero espero haberlos retratado bien.

 Especiales gracias a Cindy que me ha ayudado muchísimo en todo esto, y sobretodo a un libro en especial que en un momento dado me ha dejado con esta cita: "No es ni la máquina a vapor, ni la electricidad la energía más poderosa creada del hombre. La energía más poderosa del hombre es su voluntad". No está escrita exácatamente como la leí, pero ese era el mensaje que transmitía.

Denle amor (y comentarios xD). Gracias a todos!

 

 

Notas del capitulo:

"Casi todos podemos soportar la adversidad, pero si queréis probar el carácter de un hombre, dadle poder."

Abraham Lincolm

  -¡Detente ahí! ¡No podrás escapar!- Una persecución salvaje tenía lugar sobre las calles de Seúl.  Tres agentes de policía trataban de alcanzar a un sujeto misterioso que llevaba en sus brazos un paquete, en la cual se podía leer "Laboratorios I" sobre el reverso.

 

  El criminal corría tan rápido como sus piernas podían, sacándoles bastante ventaja a los oficiales. En la prisa chocaba a la mayoría de los transeúntes, pero los buenos modales no existían en ese momento como para detenerse y disculparse. Los vecinos de esa zona le contarían más tarde a los agentes, que el joven llevaba una máscara que cubría todo su rostro, a excepción de los ojos, negros como esa noche fría. Alguno comentaría, al pasar, que esos orbes parecían los de un felino.

 

  La carrera interminable entre ambos polos seguía su curso. Y ninguno parecía dispuesto a abandonarlo. El primero en darse de baja del cuerpo policial tomó su Handie, estableciendo comunicación con la estación.

 

  -Aquí agente Park. Estamos persiguiendo a un individuo que ha robado material importante de los laboratorios "I". Necesitamos una patrulla ahora, a una calle del puente. Cambio-. El oficial echó a correr de nuevo. Pudo ver a lo lejos  como el ladrón, viéndose acorralado, se lanzó a la calle sin mirar, en el momento exacto en el que un camión cruzaba por allí. Hubiera llegado hasta el otro lado si no fuera por una mala suerte del destino que hizo que tropezara en medio de la avenida, quedando a merced del gran vehículo. Las luces blancas delanteras cegaron al joven, el cual solo pudo cubrirse con su manos antes del impacto.

 

  El agente Park hizo una pequeña plegaria para que el accidente no fuera grave pero, un segundo antes de que el sujeto fuera arrollado, este se desvaneció tras una nube negra. Estupefacto, el policía corrió hasta sus dos colegas, los cuáles parecían haber visto la misma escena que él, de acuerdo a sus sorprendidos rostros. Los tres se acercaron con vacilación.

 

El dueño del camión detuvo estrepitosamente su marcha y bajó al asfalto, aturdido. Se acercó un poco adonde creía iba a encontrar el cuerpo de lo que sea que se haya puesto en su camino, pero no había nadie allí. Lo único que había quedado, regado en el suelo, eran múltiples cajas de medicamentos que pertenecían al paquete que el ladrón había llevado en sus manos.

 

  Park tomó su teléfono y marcó automáticamente un número, esperando ser atendido. El móvil del otro lado descolgó:

 

    -¿Diga?- una voz metálica resonó en el oído del policía.

 

    -Señor director. Hemos recuperado lo que le había sido robado, pero el ladrón...le juro…ante nuestros ojos… ha desaparecido...- 

 

 

 

 

   Sungjong revolvía impaciente una sopa de verduras, mientras suspiraba de tanto en tanto, preocupado. Su autocontrol amenazaba con dejar de estar controlado al mismo tiempo que mareaba aquella olla inocente. Un  repentino ruido como de algo cayéndose se escuchó desde la sala de estar, haciendo que el joven dejara lo que estaba haciendo y corriera hasta allí.

 

   -¡Myungsoo!- Sungjong se abalanzó hacia el susodicho, el cual estaba desplomado en el suelo y tosiendo gravemente.- ¡¿Acaso estás loco?! ¿Cómo pudiste irte así,  sin decirme nada?- El menor, al ver que el otro luego de sacarse una máscara que le cubría medio rostro,  daba grandes bocanadas para poder pasar oxígeno, entró en pánico.-Espera, espera. Tranquilo Myung, trata de respirar-. Sungjong vio que el mayor apretaba fuertemente una pequeña caja en su mano derecha. Se la quitó y alegremente se dio cuenta que era exactamente lo que necesitaba.

 

  Se escabulló velozmente a la cocina y trajo consigo un vaso de agua mientras de la caja sacaba una tableta con cinco pastillas. Sin dudar, se sentó junto a Myungsoo y apoyó la cabeza de este en  su regazo. Retiró una de las pastillas de la tableta de plástico y la colocó dentro de la boca del otro para acto seguido volcar lentamente el agua en ella. Myungsoo no protestó y bebió todo junto, tratando de no ahogarse.

 

El efecto de aquel pequeño remedio pareció surtir el esperado, de acuerdo a la respiración tranquila de Myungsoo. Volvía a la normalidad. O a lo que podía llamarse normalidad para ellos.

 

   -Ahora dormirás unas horas ¿Si? Relájate...yo estaré aquí- dijo Sungjong. Myungsoo sonrió débilmente y, ya relajado, cerró sus ojos gatunos para quedarse profundamente dormido.-Ahora mi problema es llevarte a la habitación- el menor suspiró, pensó en tomar una de esas pastillas y hacer más fácil ese pequeño trayecto hasta la pieza, pero se negó y, haciendo todo uso de su fuerza, logró levantarlo en sus brazos.

 

 Mientras lo cargaba a través del pasillo medio destruido pensaba que le habría pasado al que llevaba encima ¿Había conseguido burlar la seguridad del laboratorio? Era lo único que explicaba que hubiera conseguido esas píldoras. Aún así, se sentía engañado y abandonado. Tal vez sus poderes no estaban al máximo, pero podía ayudar. Abrió la puerta de la habitación de una patada e ingresó a esa pieza que, como el resto de la casa, no tenía pintura ni revoque alguno. Se acercó a la cama de dos plazas que estaba allí y tumbó a Myungsoo, acomodándolo con esmero, asegurándose de que las sábanas lo cubrieran bien, y que su cabeza estuviera completamente apoyada en la almohada. Pese a lo que había hecho solo, los había salvado. De nuevo.  Al menos por un mes más. Su deuda hacia el mayor se incrementaba cada día. Le sonrió con ternura y se acercó lentamente para depositarle un beso en la mejilla.

 

    -Gracias. No sé qué haría sin ti-. Arregló un poco la frazada y salió de la habitación, dejándolo descansar.

 

 

 

    -Excelente alumnos. Buena clase-. Un profesor hablaba delante de un gran salón lleno de estudiantes que, al ver concluida la clase soltaron sus cuadernos y relajaron sus músculos.- Prepárense ya que la semana que viene inician los finales, y para más de uno marcan el final de su vida universitaria, para comenzar la carrera que han elegido para su vida. Buen fin de semana-. Con esas palabras un gran murmullo se extendió a lo largo de la sala, a través de todo el cuerpo estudiantil. Nam Woohyun soltó un suspiro, de ansias y esperanza: él era uno de los que estaba en esa situación. Casi cinco años estudiando duro y finalmente había llegado al final del camino, dispuesto a iniciar otro. Recogió sus cuadernos y útiles y salió del edificio.

 

Afuera estaba bastante oscuro, por lo que reafirmó el agarre a su bolso y caminó hasta una parada de autobús. Su universidad estaba lejos del centro, por lo que no había de esos carteles luminosos con enormes anuncios de esos Idols que aparecían en la tele. Para mejorar el panorama, no había nadie esa noche en la esquina de los autobuses. Seguro por la cercana tormenta a muchos los habrían pasado a buscar o habrían pagado un taxi. Deseaba con todo su ser que lloviera luego de que llegara a casa, ya bajo techo comiendo alguna sopa calentita. Odiaba mojarse. Sólo segundos luego de ese pensamiento, sintió unas pequeñas gotas sobre su brazo. La lluvia ya estaba comenzando.

 

 Se rio un poco de su mala suerte y, por reflejo, se rascó el hombro al sentir picazón sobre ella. Soltó un pequeño quejido: había olvidado que ese día habían llegado médicos del hospital al instituto a realizar controles de salud a los alumnos. Entre otras cosas, su hombro fue pinchado para unos análisis de sangre, cuyos resultados estarían ese lunes. Le pareció extraño, pero se dejó a hacer, sino tardaría más en entrar a clase. Ahora la esa zona sangraba un poco luego de haberse rascado, lo cual era predecible, pues debería haber estado más horas sin tocar y tapado. Pensó en que tendría que buscar el botiquín con alguna gasa para cubrirla en cuanto llegara a su departamento.

 

Aún observaba la pequeña herida cuando sintió que alguien se paraba a su lado.

 

-¿Es usted Nam Woohyun?- dijo alguien con voz no muy agradable. El nombrado contestó mientras alzaba la cabeza.

 

-Si ¿Lo conozc...?-Antes de que terminara la pregunta, el sujeto misterioso se había abalanzado hacia él, poniendo algo en su rostro, cubriéndole nariz y boca. El sujeto se posicionó rápidamente detrás de él y sujeto sus brazos con fuerza, impidiéndole defenderse.

 

  Woohyun se desesperó e intentó zafarse de ese desconocido. La lluvia comenzó a caer con más fuerza, lo que provocó que fuera más incómodo el defenderse. Revoleaba sus piernas pero no lograban impactar en aquella persona. El estudiante comenzó a preocuparse: esto no podía ser un robo, simplemente le estarían quitando su mochila y revisando sus bolsillos ¿Un secuestro, quizás? No pudo pensar mucho más ya que comenzó a sentirse pesado y cansado. Mientras sentía con poco agrado como se empapaba más y más, sus fuerzas se desvanecieron. Ya no luchaba y sus ojos comenzaban a cerrarse. Posiblemente había respirado alguna droga de aquel trapo pegado a su cara. Sintió como lo arrastraban hasta un auto que se había detenido a un lado de ellos. Lo último que supo antes de caer rendido a un sueño forzado fue el sentirse arrojado dentro del vehículo el cual inició su marcha con un rumbo para él incierto, con el sonido de la lluvia cayendo de fondo.

 

 

 

 

  Sus ojos se abrieron con demasiada rapidez. De una oscuridad total pasó a ser cegado momentáneamente por una luz blanca brillante de un tubo que estaba encima de él. Los recuerdos de lo último que había sentido y visto se arremolinaron en su mente, causándole más confusión mientras su visión comenzaba a recobrar el sentido. Lo único que sabía a ciencia cierta era que estaba recostado sobre algún no muy cómodo colchón. Además, estaba completamente seco, por lo que deberían haber pasado varias horas.  Con gran esfuerzo giró su cabeza al mismo tiempo que parpadeaba repetidamente tratando de captar algo de su entorno.

 

   Lo primero que distinguió fue que alguien estaba a su lado, pero a la altura que estaba solo veía la zona de su barriga cubierto por una bata de médico ¿Estaba en un hospital? No debería ser tan horrible entonces. Tal vez el auto al que había sido arrojado tuvo un accidente y ahora estaba internado con alguna lesión menor. Eso era lo que quería pensar. De repente ese cuerpo a su lado se movió ligeramente y habló:

 

  -D-doctor...el nuevo experimento ha despertado- dijo en voz alta hacia otro lado una voz masculina.

 

  ¿Había escuchado bien? ¿¡Nuevo experimento!? Las cosas ya no parecían tan bien como unos segundos atrás. La voz era de un hombre, pero había sido suave y baja, con un tono ligeramente nervioso. Woohyun, a pesar de sentir el cuello como roca, la movió lo suficiente como para ver el rostro de esta persona.

 

  Unos ojos muy pequeños eran lo que destacaban en este chico. Unos ojos que decían mucho y al mismo tiempo nada. No parecía mucho más mayor que él a simple vista, pero estaba más demacrado que una persona de su edad ¿Sería un joven doctor? Eso explicaría la bata y (lo que parecía) una expresión exhausta. Su boca estaba ligeramente abierta, como si quisiera decir algo y no pudiera. Su rostro en general denotaba confusión, o miedo, o quizás ambas; Woohyun no estaba seguro. Pero no pudo admirarlo mucho más porque otra persona interfirió entre ellos.

 

-Bien, bien. Ya te estabas tardando. Supongo que nuestro cloroformo es demasiado efectivo. Una hora más y te hubiera considerado muerto-. Esa voz era lo contrario de lo que había pensado del joven doctor. Rasposa, dura, autoritaria, de las que infringen miedo.-Por suerte no fue así.  Te necesito más sano que nunca.

 

  Delante de su campo de visión se posicionó el dueño de esa voz. Otro hombre con bata, pero este era mucho más mayor. Había un inicio de canas en su corto pelo y varias arrugas adornaban su rostro. Comenzó a sentir que recobraba la fuerza de sus extremidades y sentidos. Observó un poco a su alrededor y reconoció que no era una sala de hospital, más allá de que él estuviera sobre una camilla y hubiera varios muebles llenos de utensilios propios de uno. No, el parecía estar en medio de alguna sala de experimentos, tal cual como se había oído nombrar antes. El lugar era frío y de colores monótonos, sin vida. Había una computadora enorme en una esquina y muchos aparatos de los que no estaba seguro de que diablos podían ser. No le agradaba esa habitación, tampoco esos dos hombres que lo observaban, uno con una sonrisa escalofriante y el otro con la expresión apagada. Tenía que huir. Nada bueno podría pasar si se quedaba allí. Visualizó la puerta a un lado un poco más atrás de aquellos dos personajes y  aguardó unos instantes, tratando de calcular la distancia.

 

  En cuanto tomó coraje se incorporó de la camilla y trató de saltar de ella, pero en cuestión de segundos dos gorilas trajeados cual mafiosos habían entrado a la habitación y sujetado de los brazos.

 

    -Hubiera sido lindo que lo hubiéramos hecho por las buenas-. Esa sonrisa escalofriante se esfumó, apareciendo una seria y carente de emociones.-Átenlo.

  

   La orden no necesitó ser repetida. Sus brazos fueron elevados a la altura de su cabeza y sujetados fuertemente con una correa cada uno. Lo mismo con sus pies. En aquellas circunstancias ya no se podía actuar racionalmente. Woohyun comenzó a sacudirse violentamente,  utilizando todas sus energías. Mantener la compostura tampoco era una opción.

 

    -¡Suéltenme! ¡Malditos locos! ¡SUELTENME! - Nadie hacía nada por detener sus gritos o sacudidas. O bien se estaba mostrando lo suficientemente amenazante como para que no quisieran acercarse; o todos sabían que su esfuerzo era inútil.

 

  Woohyun ya se sentía exhausto de esa lucha en vano. Sus brazos y piernas dolían y su cabeza estaba a punto de estallar. Aún así siguió gritando todo tipo de insultos y tratando de arrancar las correas.

 

 -¡Están completamente desquiciados! ¿Por qué me tienen aquí? – gritó nuevamente, comenzando a desesperarse por algún tipo de respuesta. La que fuera.

 

  -Ah, estaba esperando que preguntaras eso. Pareces no rendirte fácilmente. Debo decir que me agrada un poco que seas así-. El doctor de mayor edad habló, aunque su voz ya no sonaba tan agradable-. Gracias a tu insistencia, te lo explicaré. Básicamente, fuiste seleccionado entre cientos de jóvenes de entre 18 a 25 años para participar de un experimento. No es uno de los que usualmente escucharás, como aplicarse un producto o ingerir pastillas para ver su reacción. Esto es mucho, muchísimo más grande. Después de esto harás cosas que nunca imaginaste-. Woohyun escuchaba todo, convenciéndose aún más de que debía huir rápido. El doctor hablaba con un respeto casi sagrado sobre las locuras que salían de su boca. El miedo comenzaba a recorrer su espalda.- Todo gracias a tu sangre, que fue analizada ayer por la tarde en tu universidad. Se podría decir que has ganado la lotería, chico. Y tu premio te lo daremos aquí y ahora...Sungkyu, trae eso-.

 

  El nombrado, que resultó ser el joven doctor se sobresaltó un poco al ser llamado, pero no vaciló en iniciar la acción. Se giró hacia una vitrina que contenía diversos frascos. Repasó sus nombres escritos en la etiqueta y sacó uno. De un cajón de una de las tantas mesadas sacó un envoltorio de plástico que tenía en su interior una jeringa de un tamaño considerablemente grande. Woohyun comenzó a sacudirse nuevamente mientras veía que los gorilas se marchaban y el joven doctor llenaba la jeringa con el contenido del frasco. El doctor loco se apartó a una esquina, observando la escena atentamente. El joven doctor se acercó con aquella arma en sus manos hacia la camilla. Su expresión no era buena. Parecía sentir pena por lo que estaba a punto de hacer. El "experimento" entraba a la fase de desesperación: sus movimientos eran bestiales, salvajes, violentos. De tanto patear la pierna izquierda había arrancado la correa. Trató de defenderse con esta, pero era la que estaba del lado contrario del joven doctor, el cuál no se inmutó y llegó a su lado.

 

  -Tranquilízate, por favor-. Parecía creer que un pedido suave lograría su cometido. Pero Woohyun estaba a punto de ser inyectado con vaya a saber que droga, nadie lo convencería de nada.

 

  El doctor joven suspiró e intentó ver cómo podría sujetarlo para que dejara de moverse. Hizo su movimiento rápido, posando una de sus manos fuertemente sobre el cuello del muchacho, el cual lo había girado para mirarlo con odio. Pero en el momento que lo hizo, Woohyun sintió como si una corriente de electricidad recorriera todo su cuello. El joven doctor retiró la mano, casi asustado y con una expresión de arrepentimiento.

 

  -Disculpa...sólo quédate quieto un segundo- dijo el joven doctor, apenado. Woohyun había quedado tan shockeado que no hizo nada cuando sintió de nuevo una mano sobre su cuello, esta vez más delicada y suave, que fue interrumpida por un fuerte pinchazo que lo dejó sin aire.

 

  Sintió cada centímetro cúbico de líquido entrar a su organismo. Deseó que todo fuera un sueño,  que en realidad el estuviera en su casa rompiéndose las neuronas para estudiar los benditos finales, pero el dolor era demasiado real. La aguja salió de dentro de su cuerpo y Woohyun supo que nada volvería a ser normal a partir de ese momento. Escuchó otra voz que terminó de acabar su esperanza.

 

  -Relájate. Si tienes suerte, harás algo más increíble que él-. Miró al joven doctor ¿Estaba llorando o eran sus propias lágrimas las que daban esa ilusión? Sus ojos se cerraron violentamente y Woohyun no pudo evitar pensar que en ese momento la muerte le parecía una mejor opción.


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