Para Midorima su vida siempre había sido clara, desde que había dejado de ser parte de la generación de los milagros pensó en cambiar muchas cosas, quería tener una buena vida y corregir algunas cosas malas que fueron pasando, no dejaba su objeto de la suerte y siendo meticuloso, cuidadoso había llegado muy lejos, jamás fallaba un tiro y aunque había perdido un partido contra Kagami, él sabía que mientras que siguiera las indicaciones de su horóscopo nada podría ir mal.
Esa mañana no era muy distinta a las demás, hasta que escucho el presagio
"Mis queridos cáncer, hoy están en último lugar, deberán tomar una decisiones o podrían llegar perder a ese ser tan preciado, su objeto de la suerte será un artículo que les haya dado ese ser amado, manténgalo muy cerca ya que les dará la valentía necesaria".
El corazón de Midorima salto de una forma extraña- Takao...- fue más un susurro que otra cosa, el peliverde hace un tiempo había podido reconocer ese sentimiento, que lo aquejaba cuando el ojos del halcón estaba cerca, no era simple compañerismo, él nunca había estado enamorado, pero lo que sentía por Takao era demasiado fuerte, no pudo evitar suspirar, él también sabía que el ojos de halcón estaba enamorado de él, pero no había sido capaz de declararse la vergüenza era mayor, solo con recordar la conversación con sus padres un escalofrío recorría todo su cuerpo, a pesar que para cualquier padre es difícil asumir la homosexualidad de un hijo, sus padres lo habían apoyado, le hablaron de los cuidados que debía tener y obviamente se debió enfrentar a la pregunta de su padre quien con un muy suave "das o te dan" había causado estragos en su confianza, tras un violento sonrojo, más de 15 minutos explicando que el aún no lo hacía con ningún chicos sus padres le dijeron que no importaba su tendencia sexual y que aceptarían a cualquier chico que él escoja, aunque en el fondo los padres del peliverde ya tenían claro quien le había robado el sueño a su hijo.
Takao ya había demorado en pasarlo a buscar, quizá sería mejor que llamará, pero justo su teléfono sonó era el pelinegro.
-Shin-chan lo siento, voy tarde llego en un par de minutos…- Midorima lo corto a medía frase
-IDIOTA! No me llames si vienes manejando…- cortando la llamada, ese pelinegro lo sacaba de quicio, pero hacía su vida extrañamente feliz.
El día que habían perdido el partido contra Kagami y Kuroko, algo había cambiado súbitamente para él, cuando lloró, la presencia de su compañero fue algo que agradeció, solo había guardado silencio y se había quedado a su lado, el peliverde sabía que su compañero no era justamente silencioso, pero no había dicho nada y cuando Midorima por fin había podido calmarse, Takao le había dedicado una sonrisa, ese día Midorima había entendido que esa persona que había llegado a su vida por el destino era su expiación, entendió que Takao sería la llave que el destino le estaba dando para poder perdonarse a sí mismo por los errores cometidos con sus antiguos compañeros, mientras recordaba eso sintió la llegada de su compañero, tomo un pequeño collar con una piedra color verde que Takao le había dado en una excursión que habían realizado tiempo atrás, el que tendría la importante misión de ser su objeto de la suerte para hoy, pero al salir lo que vio lo dejo perplejo, Takao tenía el labio partido y surcos de lágrimas en las mejillas, se veía más cansado de lo normal.
-Shin-chan, lamento la demora, yo…- pero no puedo continuar ya que las lágrimas volvieron a bajar por sus mejillas con rapidez, solo con ver el rostro del peliverde la pena y el dolor que sentía había vuelto con rapidez.
-Takao, que ocurrió?- a pesar de que su rostro no mostraba mayor preocupación, el corazón de Midorima latía a mil por hora.
- Discutí con mi padre, Shin- chan, pero estoy bien- Midorima tomó del brazo a Takao, quien emitió un quejido, era obvio que no ha sido una simple pelea, el peliverde lo tomó y lo subió al carrito.
-No vas a pedalear en ese estado…- para Takao fue una demostración de cariño demasiado extraña por parte de Shin-chan, pero lo dejo pasar sin hacer preguntas, pues la verdad no se sentía nada bien, poco a poco se fue quedando dormido, quizá durmiendo un poco la molestia y el dolor pasaría, hoy tenían clases y practica después , no podía darse el lujo de no estar en buenas condiciones, debía cumplirle tanto a su equipo como a Midorima.
El peliverde notó que su compañero dormía, a pesar de que sabía que estaba cansado y que era probable que esa simple discusión hubiera sido más ruda de lo que Takao trataba de mostrarle, el peliverde necesitaba saber que había pasado, pero quizá sería mejor preguntar a la hora del almuerzo, para que su compañero pueda recuperar fuerzas.