Esa mañana de invierno Sehun despertó con el sol en su rostro y unos cálidos brazos rodeando su cintura, girando su cuerpo lentamente deposita un suave beso en los labios del mayor, que aún permanecía dormido a su lado. “Su belleza no puede compararse con ninguna”, piensa mientras da un leve suspiro zafándose del agarre de su amado para poder levantarse de la cama y vestirse.
Intenta no hacer mucho ruido pero al momento de sentarse en el borde para colocarse sus botas, una dulce y fatigada voz resuena en el cuarto.
-Buen día…Sehun-ah-
-Buen día…Yixing- dice ya terminando de vestirse sintiendo al mayor bostezar, voltea a mirar esa tierna escena, él recostado y estirando cada musculo de su cuerpo mientras le sonríe dejando al descubierto ese marcado hoyuelo que lo hipnotizaba a cada momento.
-Siempre te levantas antes que yo- se sienta extendiendo el brazo para alcanzar la camisa que se encuentra a los pies de la cama -Deberías dormir más-
-Sabes qué día es hoy…no puedo quedarme dormido- la mueca del menor desaparece volviéndose seria, se levanta de la cama caminando hacia la ventana del espacioso cuarto y examina la prisión en la que viven. Una prisión que se les otorgó por protección y no hace otra cosa más que lastimarlos.
-¿Ah? ¿Era hoy? Sabes que no soy bueno para recordar las fechas- ríe un poco mientras se coloca sus pantalones y observa al menor contemplando el paisaje de su ventana. De hecho si está al tanto de lo que ocurre exactamente en esta época, al momento de verlo con su uniforme puesto cae en la trágica realidad. Pero no puede demostrar su tristeza y preocupación, debe sonreír y transmitir la confianza que Sehun tanto necesita.
Yixing termina de vestirse, colocándose su chaqueta color pardo y camina unos cuantos pasos hacia donde está su tierno maknae, parándose detrás de él rodeándolo con sus brazos nuevamente.
-No olvides abrigarte…usa los guantes que te di y…no…no pesques un resfriado…- cada despedida se hace más difícil con el paso de los años, no deja de pensar en todos sus antiguos compañeros caídos, la mirada perdida de Sehun al volver de ese terrible lugar, reflejando cada atrocidad vivida y el miedo de que algún día ya no volverá a estar a su lado.
-Si Yixing, me lo dices todos los años…- Responde con un poco de dificultad al sentir que el mayor entierra el rostro en su hombro, abrazándolo con fuerza –No te preocupes…volveré- leves susurros se separan de sus labios y alza la mano para acariciar su cabello color castaño, tratando de calmarlo porque sabía que él estaba ocultando sus lagrimas.
Antes a esa respuesta “volveré” Yixing respondía con un “¿Lo prometes?”, pero con el tiempo entendió que no podía pedirle eso a Sehun ya que la muerte es algo que los humanos no podemos evitar y muchos de sus amigos dejaron este mundo con esa promesa rota.
-Te esperaré…- esa voz temblorosa llena de angustia y temor es lo que siente, pero intenta transmitirle confianza.
Solo puede darle seguridad, esperanza, y un hogar al cual volver cuando todo acabe y sean completamente libres.
[Flash Back]
Los muros eran perfectamente seguros, aquellos 50 metros habían mantenido a salvo a la humanidad por los últimos 100 años y traían tranquilidad a cada ser viviente dentro de ellos. Prometiendo que ninguno de esos terroríficos y deformes seres llegarían a herirlos.
Sehun y su familia, que estaba compuesta por sus padres y tres hermanos mayores, vivían en la enorme ciudad protegida por el muro María. Su padre era un reconocido herrero que se encargaba de reparar los equipos de maniobras y cuchillas para las diferentes tropas, pero su principal trabajo era abastecer al mismo rey de las espadas que éste coleccionaba por simple capricho.
Una vez al año él emprendía el largo viaje al castillo de su majestad, que se encontraba dentro del muro Sina, y Sehun con 10 años de edad seguía acompañándolo recorriendo kilómetros y kilómetros, a veces en barco y otras a caballo pero siempre parecía eterno el viaje.
Al llegar a la ciudad de Sina, el pequeño se separa de su padre para ir a visitar a su mejor amigo Yixing que era unos pocos años mayor que él y vivía junto con su abuela. Estaban juntos un par de horas jugando y divirtiéndose, hasta que era hora de despedirse. A veces dolía, porque solo podían verse una vez al año y Yixing no tenía permitido viajar fuera del muro Sina, así que el menor le dejaba como préstamo muchos cuentos y le saludaba desde lejos “Volveré”.
Ya en su hogar Sehun decidió salir a jugar por su cuenta, al tener hermanos demasiado viejos extrañaba a su amigo y deseaba que esos muros que los separaban se rompieran y dejaran de ser un obstáculo.
Se encontraba recostado bajo un enorme árbol dormitando cuando la suave brisa de primavera de repente se detuvo, las aves se alejaban a toda prisa volando y chillando en dirección al interior de los muros. Sehun se despertó con ese escándalo limpiando sus ojos para ver mejor. Un extraño silencio inundó el pueblo por unos segundos y una enorme explosión hizo retumbar el suelo.
Asustado corrió en dirección a su casa pero en el camino se encontró con su madre.
-Te estaba buscando ¿estás bien?-
-¿Qué fue ese estruendo? – preguntó confundido, pero antes de recibir una respuesta otra explosión los dejó aterrados. Del cielo caían rocas enormes que colapsaban y destruían todo a su paso. Sehun y su madre se resguardaron bajo un gran árbol esperando que pasara la catástrofe, al cabo de unos instantes ella se levantó y tomó de los hombros a su hijo.
-Sehun espérame aquí iré a ver si están bien en casa- explicó antes de comenzar a correr en dirección al hogar del pequeño.
Sehun esperó pero cada minuto que transcurría se estaba haciendo eterno, así que desobedeció la orden de su madre y se dirigió a su casa. Casi no podía moverse debido a toda la gente que corría en dirección opuesta a él, no entendía el porqué huían aterrados hasta que la vio. Esa gigantesca criatura que solo había imaginado en cuentos, se encontraba a unos pasos de su casa, en vez de asustarse y huir corrió como nunca antes en su vida para llegar a su hogar y encontrar a su familia a salvo.
Lo que presenció luego lo dejo sin alma, sus hermanos y su padre, habían sido devorados frente a sus ojos por ese monstruo, quería gritar pero no podía, las lagrimas caían por sus mejillas y le costaba respirar. Pero el estado en el que se encontraba cambió al ver a su madre aún con vida corriendo hacia él, lo tomó de la mano y le arrastró lejos de ese lugar. Milagrosamente ambos pudieron escapar en un barco que los llevó dentro de la seguridad del muro Rose.
Pero ese acontecimiento tan terrible para la humanidad y para su familia le hizo entender a Sehun que esos muros no estarían para siempre y que cuando cayeran, estaría listo para proteger a los que ama de esos seres llamados “Titanes”.