Siempre he pensado que algún día me dejaras, que olvidaras tu amor por mí y te iras con otro, puede que sea difícil de entender, lo sé, puede que no tenga el mejor carácter, lo sé también, pero no puedo arreglarlo-esos eran los pensamientos que tenía el moreno cada vez que pensaba sobre su relación con Kagami, casi no le había preguntado al susodicho, pues sabía que le daría la misma respuesta de siempre “Yo nunca te dejare Aomine”.
Esa siempre era su respuesta ¿pero podía creer en esas palabras?, simplemente no lo sabía, es verdad que él creía en todo lo que dijera Kagami, pero, en las antiguas relaciones que tuvo también le respondían lo mismo, claro que no le importaban sus amantes pasados, solo que el hecho de que su querido tigre, su adorada luz lo dejara era algo que sabía que lo devastaría tanto emocional como física, era por eso que siempre lo agobiaba con sus preguntas, que según la boca Kagami eran “tontas”.
-mine-
-¡Aomine!
¿Eh?-la dulce voz de mi adorado Kagami me saco de mis suposiciones, que, aunque no lo admitiera eran dolorosas-¿me decías algo?
-¡claro que sí!, estoy que te llamo desde hace rato como imbécil y tu nada-con su ceño fruncido, reclamaba enfurruñado.
-lo siento Kagami, de verdad-me acerque a él y lo abrace como si mi vida dependiera de ello, como si cuando lo soltara todo hubiera sido un lejano espejismo.
-¿Por qué lloras?
-¿Qué demonios?-no me di cuenta del momento en el que de mis ojos comenzaron a salir gruesas lágrimas.
-¿Por qué no me respondes?-silencio, no sabía que decirle, no podía decirle por enésima vez que estaba pensando en que me dejaría, sabía que se enojaría si le decía eso-por nada-respondí con indiferencia.
-no me digas ¿qué es eso otra vez?-¡bingo! Lo haz adivinado Kagami, no sé cómo lo hace, pero en los meses que hemos sido pareja, ha logrado adivinar lo que pienso con una solo mirada, antes sus ojos soy como un libro abierto, cosa que me molesta a veces, más que todo en estas ocasiones.
¡¿Es eso verdad?!-pregunto enojado, ah que mierda ya lo hice enojar, trató de deshacer el abrazo, pero no lo deje y lo sostuve con mas fuerza.
-Sí, es eso-no dije nada más, sentí sus brazos cálidos alrededor de mi espalda, lo sentí temblar y agarrarme con más fuerza, pude sentir claramente sus lágrimas mojar mi hombro derecho, me sentí la peor mierda del mundo, por hacerlo llorar-no llores, por favor taiga, no lo hagas sabes que no me gusta-siento como deshace el abrazo y me mira directamente con sus ojos acuosos y un tanto rojos.
-es toda tu culpa, a pesar de que te digo que no te dejare, lo sigues pensando yo….-lo bese, no lo quería escuchar más, sabía que era mi culpa por ser un idiota, un maldito idiota totalmente enamorado, ¿Dónde quedo todo ese orgullo? ¿Esa prepotencia y esa seguridad intachable? ¡¿Dónde?!, pues la respuesta era fácil, todo eso desapareció cuando supe que lo amaba, se fue mi seguridad y llegaron las dudas a comerme el alma.
-Lo sé, te juro que lo sé, pero aunque lo sepa yo, ¡simplemente no puedo sacarme de la cabeza estas malditas inseguridades!-no aguante más, simplemente no puedo aguantarlo más, caí rendido sobre el suelo, mis rodillas fueron las que recibieron el duro contacto de la cerámica, ya no detuve las lágrimas, simplemente las deje fluir cual cascada, sentí como agarraba mi mentón y lo alzaba, me miro y sonrió de una manera tan hermosa, tan dulce, tan de él.
-¿Qué quieres que te diga para que dejes de pensar en eso? -se arrodillo a mi altura, para darme un cálido y casto beso.
-Di que no me dejaras, que no me cambiaras, que no pensaras en nadie más, pero sobre toda las cosas, que tú nunca me dejes de amar.
-Nunca te dejare, jamás te cambiare, no pensare en nadie más aparte de ti y te lo volveré a decir las veces que sean necesarias, yo nunca te dejare de amar, porque mi amor por ti no se acabara, puede que crezca mucho más, pero no lograra extinguirse, te amo Aomine Daiki, no sabes cuánto-sin más nos besamos y lloramos toda la noche, allí en la fría cerámica, pero puedo decir con seguridad que esta será la última vez que pensare esto, creo que después de todo si necesitaba oír esas palabras que serán insignificantes para algunos, pero para mí fue la salvación para no dejarme caer.