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Esclavo de la lujuria por Hakai_

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Notas del capitulo:

Bueno es algo un poco...sado -cejas cejas- Espero que os guste como siempre.

¡Alteza! Hemos encontrado a esta rata intentado robar en palacio, ¿que hacemos con él?

El príncipe, quien se encontraba entre mullidos y suaves cojines y suaves telas de la más pura seda sin hacer mucho caso a lo que sus guardias decían, solo se disponía a dar la orden de matar a aquel intruso, cuando sus ojos se posaron en aquel joven que, a pesar de la suciedad que cubría casi todo su cuerpo, tenía unos ojos de un azul tan puro que era imposible de comparar con cualquier cosa que hubiera visto; su piel, ligeramente tostada por el sol, parecía suave al tacto a pesar de la suciedad; y su pelo, completamente negro como el azabache, dotaban al joven de una belleza increíble, impropia de alguien que vivía en las calles.

-Encadenadle y dejadle aquí, encontraré algún uso que darle.

Uno de los guardias, alto y moreno, asintió separándose de aquel individuo y volviendo poco después con unos grilletes que colocó en pies y manos del muchacho, entregándole la llave a aquel príncipe.

-Retiráos, me lo quedo yo.

Ambos guardias se fueron, dejando en la sala al sucio chico junto al pelirrojo, quien le miraba con una sonrisa ladina mientras se acercaba al contrario, llevándo su mano al cabello oscuro y tirando de este hacia atrás para poder mirar más de cerca aquellos zafiros.

-¿Cómo te llamas?

El chico no respondió, se limitó a retirar la mirada apretando los labios para no mirar a aquel hombre, sin duda su orgullo quería sacarle de esa situación tan vergonzosa en la que se encontraba, pero el tirón de pelo que recibió le obligaba a hablar.

-Lo repetiré de nuevo, ¿cómo te llamas?

-....Haru

-Vaya...es un nombre bastante bonito...lástima que hayas acabado así, Haru. Yo soy Rin, aunque más te vale llamarme amo o señor.

El ojiazul apretó los labios de nuevo, aunque dejó de tensar los músculos a la espera de que aflojara el agarre de su cabeza, algo que no tardó en suceder, pues el pelirrojo había usado sus manos para dar un par de palmadas, provocando que apareciera una mujer algo mayor, que fue directamente a ponerse a su lado.

-Acompáñale a que se de un baño y dale la ropa que tú ya sabes.

La mujer asintió y haciendo una pequeña reverencia obligó al ojiazul a levantarse y a seguirle, aunque este andaba con algo de dificultad debido a las cadenas que llevaba en sus pies.

El tiempo pasaba bastante despacio, y el pelirrojo empezaba a impacientarse, algo que no era demasiado agradable pues nadie era capaz de aguantarle por lo que más valía que se diera prisa en llegar. Afortunadamente, la misma mujer que antes de había ido con el azabache, volvía ahora para entregarle algo que se asemejaba bastante a un látigo al prícipe, anunciando que el muchacho no tardaría demasiado en aparecer. Y así fue, en cuanto la mujer se retiró el chico apareció en sala, vestido con un traje de seda propio de una bailarina.

Los pantalones negros eran sueltos, y quedaban ajustados en su cadera como si estuvieran hechos a medida; su torso, apenas cubierto por una tela del mismo color negro, estaba ahora libre de la suciedad de las calles, y un velo azul cielo cubría la mitad inferior del rostro del joven, además de los grilletes que aún adornaban sus muñecas y tobillos, proporcionando un sonido metálico cuando se movía, que acompañaba a la música que había elegido el príncipe para él.

-Baila, quiero que me entretengas.

El ojiazul le miró completamente confuso, no sabía que se suponía que debía bailar, nunca lo había hecho y no entraba en sus planes hacerlo ahora. Entonces un ruido seco atravesó el aire, cortándolo a su paso a la vez que una marca rojiza empezaba a aparecer en el brazo del muchacho debido al latigazo que acababa de recibir. El mayor le miraba con el ceño fruncido mientras su mano sujetaba con firmeza el látigo.

-¿No me has oído? Te he dicho que bailes.

El ojiazul le dedicó una mirada furiosa, molesto por aquella forma con la que le estaba castigando, aunque no tardó en recibir otro exactamente igual pues hasta sus réplicas mudas parecían un inconveniente.

-Te he dicho que bailes, no que me mires así ¿qué forma es esa de mirar a tu amo? Venga, baila.

El pelirrojo sonrió de forma burlona, recostándose sobre los cojines con el látigo aún en su mano mientras el azabache empezaba a mover despacio sus caderas y sus brazos, buscando seguir el ritmo de aquella música que más de una vez se estropeaba con sus tropiezos por llevar aquellos grilletes en los tobillos, tropiezos y errores que eran recompensados con más latigazos, y esas marcas rojizas pronto llenaron sus brazos y piernas por completo, sin duda había cometido un gran error entrando en aquel lugar y más aún dejándose cazar por aquel guardia que solo le había mirado con desprecio, aunque ahora no era mirado de mejor forma, pues su "amo" parecía burlarse de él cada vez que le miraba.

Notas finales:

Bueh este es el primer cap, ¿qué tal estuvo? ¿Os gustó? Me gustaría saberlo :3


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