Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Impensable por Marion_SxN

[Reviews - 14]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Bueno, originalmente era un oneshot pero después cambié de parecer. Las parejas en el interior del fic son unos clásicos, seguramente les va a gustar.

Besos.

Notas del capitulo:

Bueno, este fic es especial para las personas que aman el drama y que les encanta sufrir. A mí sinceramente me gustó mucho escribirla (más bien dicho terminarla) por que cuando la pensé no esperaba que se convirtiera en varios capítulos.

Espero que lo disfruten.

A través de un ventanal gigante en la suite presidencial de un hotel lujoso en el centro de Tokio, se podía apreciar a un joven de cabello rojo y piel lozana con un ligero tono rosa, parecía que ningún rayo de sol la había bañado en toda su vida. Sus ojos turquesa parecían dos piedras preciosas en las que se reflejaban las luces de los autos y de la calle en el oscuro rincón de sus orbes. Su cuerpo esbelto era ligeramente musculoso, con brazos no tan fibrosos y piernas largas con suaves muslos y preciosos gemelos. El pelirrojo se llevó a los labios un cigarrillo y con una fuerte inhalación lo encendió para luego expulsaba el humo por sus labios. Aun desnudo descansada en el sillón estilo renacentista debajo de los cristales que le daban una excelente vista de la ciudad.

La elegante habitación tenía un somier King aunque estaba revuelta se veía un edredón color Borgoña y sabanas de algodón egipcio con dos mesas de luz de madera de pino y veladores de estilo barroco. El suelo estaba cubierto con una felpuda alfombra color rojo haciendo contraste con las cerámicas de color blanco.

Dos sillones ocupaban el espacio junto a la ventana, acompañado de la mesa ratona de vidrio. Las paredes blancas solo hacían sobresalir más el mobiliario.

Un hombre de cabellos ébano y piel nívea salía del baño con solo una toalla cubriendo su parte inferior, su cuerpo atlético recordaba al del David de Miguel Ángel. Sus orbes parecían dos ópalos acompañados de pómulos marcados y mejillas que caían en ángulo hacia un mentón redondo pero masculino. Nariz perfecta y cejas arqueadas ligeramente tupidas. Tenía una mirada socarrona e intensa y eso lo dotaba de una sensualidad poco habitual. Sus labios estaban fruncidos en un continuo gesto serio, ni una imperfección podía notarse en su cutis inmaculada.

-¿No vas a cambiarte, Gaara?— preguntó el pelinegro mientras recogía la ropa del suelo, se deshizo de la delgada tela que cubría su entrepierna dejándolo en el respaldo de una sillón.

—En cuanto termine el cigarrillo— sus ojos turquesas se deslizaron hacia el hombre en cuestión. Expulsó el humo y agregó— Esta es la última vez.

El otro sujeto miró con detenimiento al pelirrojo para luego anudarse la costosa corbata color azul parís mientras se observaba en el espejo.

—¿Te conseguiste otro amante?

Gaara sabiendo que el moreno no lo observaba sonrió suavemente y golpeó el cigarrillo en el cenicero dejando que cayeran los restos del tabaco quemado.

—Nunca nadie podría complacerme como tú. Pero digamos que estoy interesado en alguien más— contestó sonriendo, aplastando la colilla en el cenicero a su lado cuando le vio la ultima calada. Apoyó ambos pies en el piso alfombrado y caminó hacia el moreno.

—Vaya... Nunca hubiera imaginado al promiscuo de Gaara tratando de sentar cabeza— comentó casual el níveo de cabellos ébanos con una sonrisa suficiente, ya casi completamente vestido, salvo por los zapatos Hush-Puppies que estaban acomodados al costado de la cama.

—No todos somos como tú— sonrió mordazmente, parándose junto al espejo y peinando sus cabellos hacia atrás.

—Touché— exclamó el mayor con una sonrisa. Se sentó a los pies de la cama— ¿Cuándo lo conociste?

—Hace un tiempo atrás- se colocó el slip negro tirado junto al sillón— Sabes que trabajo en un bar, siempre van asalariados para festejar y conseguirse chicas.

—¿Entonces tiene una posición alta?— el amante de Gaara había despertado la curiosidad del mayor, se acomodó mejor en la cama y agregó— Por lo visto te gustan los hombres con dinero.

—El dinero es algo extra pero es el encanto lo que me atrajo— se recostó sobre el lecho mirando al níveo que se colocaba los zapatos— Es simple, un flechazo total.

-¿Dónde lo conociste?- con sus zapatos ya amarrados correctamente el moreno podía volcar toda la atención en su acompañante- Obviamente no en la oficina.

-Por supuesto que no- se recargó en las almohadas y se apoyó en su codo para ver a su amante mientras relataba- Había salido con sus colegas para festejar la bienvenida de los nuevos. Me acerqué a la mesa para servirles y con solo un vistazo quedé impactado, parecía un ángel había tanta hermosura en su rostro que mis ojos dolían. Ni siquiera tú me provocaste esas emociones la primera vez que te vi. Tenía la intención de entrar en acción pero me detuvo la alianza en su dedo anular.

—Un segundo... ¿Sabes que está casado y aun así estas detrás?— una carcajada ronca se escapó de la garganta del pelinegro— ¿Sabes que es muy probable que te quedes con las manos vacías? Sin amante y sin amado, que lamentable sería.

—Le doy mucha importancia al amor... Mientras no esté enamorado, puedo tener los amantes que yo quiera, soy muy distinto a ti, sí aprecio la fidelidad.

—Bien por ti. Fidelidad es algo muy raro de conseguir en este tiempo, mi novio es alguien impresionante en ese aspecto, totalmente devoto y dedicado en muchos aspectos- estiró su espalda cayendo sobre la cama junto al pelirrojo que lo observaba en silencio- Hemos pasado por muchas cosas pero seguimos juntos.

-No tienes ningún remordimiento en serle infiel- Gaara agregó indignado. El moreno tuvo la tentación de reírse por la hipocresía del chico. El pelirrojo sabía que estaba con pareja cuando se acercó a él en ese bar.

-Vamos, Gaara- exclamó alzando una ceja mientras desviaba los ojos al aludido- No estabas tú en pareja cuando empezamos con esto.

-No confundas las cosas. Amantes no es lo mismo que novio- cruzó sus pies y miró los dedos de este- No le hice promesas a ninguno de ellos de amarlos para siempre, ni siquiera les prometí algo juntos. No quería ilusionarlos con algo que nunca iba a pasar.

-Yo tampoco les prometí a nadie lo que tengo con mi novio- se llevó una mano dejándola descansar en su pecho- Jamás le dije a nadie que lo amaba, eso es solo para mi querido.

—Por lo visto solo la palabra te amo es importante para ti— el bermejo comentó pensativo deslizando sus orbes hacia la ventana— ¿Cuánto tiempo llevas de noviazgo?

—Mucho tiempo, desde los veinte- apoyó sus codos en las rodillas inclinando el cuerpo hacia el frente, mientras alcanzaba una cajetilla de cigarrillos del bolsillo, sacaba uno y lo encendía.

—Hace mucho tiempo. Tienes treinta ¿verdad?

—Sí, pero mi novio es más chico que yo— esbozó un gesto indescifrable exhalando el humo espeso- Él tenía dieciséis cuando lo tomé.  

Gaara lo miró atento, veía su nuca y sus cabellos que comenzaban a levantarse en la nuca, su espalda blanca y ligeramente musculosa lo hacía pensar ya no en “El David”, ahora se parecía más a “El pensador”.

—¿Cómo se conocieron?— cuestionó curioso, clavando sus ojos claros en su amante.

—¿No estás muy preguntón, colorado?- parecía que el moreno estaba sintiéndose incómodo de hablar de su novio con un amante.

Gaara estiró su pie y acarició el bulto en la entrepierna del moreno haciéndolo gemir suavemente. Los orbes ópalo de su amante se deslizaron desde el pie hasta el muslo del pelirrojo. Sabía bien como convencer a sus parejas ocasionales después de todo era lo que él buscaba de ellos; Un poco de juego. 

— Vamos, cariño- acotó con cierta picardía- Después de hoy no nos veremos más.  

 —Está bien, está bien. Mi novio es el hermano de mi mejor amigo- quitó la mirada de Gaara mientras observaba en techo- Cuando teníamos reuniones note que tenía una ciega admiración hacia mí pero jamás le di ninguna esperanza a pesar de que sabía que me gustaban los hombres desde que cumplí los ocho, a mi vista él no era más un niño. Pasaron los años rápido y cumplió los dieciséis cuando yo estaba en mi tercer año de administración, su hermano me invitó a su cumpleaños y después de no verlo por meses lo volví a encontrar.

-¿Y?- preguntó interesado el bermejo acercándose más- ¿Cómo lo viste?

-Lo puedes imaginar- el moreno elevó una ceja y sus labios se curvaron en una sexi sonrisa.

-¿Despampanante?- comentó Gaara.

-Eso y más sinónimos- levantó la mano que descansaba en su pecho, juntó las puntas de sus dedos y los besó haciendo un exagerado sonido- Para chuparse los dedos. Tenía el pelo más largo, estaba más alto, esbelto y con el mejor culo que alguna vez vi. Un año antes su hermano me dijo que era gay, esa noche no perdí tiempo, lo arrastré a su habitación y ya sabes lo demás...     

-Quiero que me cuentes los detalles sucios también. No seas egoísta...- el mayor lo miró seco y sonrió como solo él podía.

-Él era inexperto... La sensación de tocarlo sabiendo que era el primero era exquisita. Tenía la piel suave, labios abultados de los que me alimente insaciablemente y como no sabía besar lo guié en cada momento. Me encanta morderlo y meter los dedos profundamente, dilatarlo, abrirlo para poder meterla toda y cogerlo hasta hacerle ver las estrellas. En pocas palabras, está entrenado a mi gusto, a mi tacto y a mi cadencia.

-¿No estuvo con nadie más?- se sentó interesado.

-Nunca- el moreno se lamió los labios- Ni siquiera acepta salir con sus compañeros a solas, siempre tiene que ser en grupo. Sabe que es un imán para los sujetos.

-¿Tienes una foto de él? Debe ser hermoso para que un sujeto tan atractivo como tú este loco.

-De hecho si...- Gaara se acercó a su lado y el moreno sacó su celular, deslizó algunas veces su dígito por la pantalla y abrió una foto de un grupo de chicos y apuntó hacia uno. En la foto el chico sonreía radiante con una copa de Champagne en su mano y detrás un enorme cartel de aniversario- Lindo ¿no?

-Bastante- comentó el más joven.

-¿Una foto de tu amorcito?- levantó la rodilla y apoyó el codo en ella.

-No tengo ninguna, pero te aseguro que hasta a ti te gustaría.

-¿No le quisiste sacar una foto?- comentó mientras se reía.

-¿No nombre su matrimonio?... Este amor es unilateral, solo yo estoy enamorado.

-¿Solo eso?- el moreno le acarició la pierna y susurró- ¿Por qué dejar esto entonces?

-Porque tengo la intensión de que no se quede solo en esta “amistad”- alejó con lentitud la extremidad de su pierna- Encontré un par de puntos a mi favor.

-Manipulador.

-Es fácil porque está sufriendo, su esposo se va todas las noches para marcharse con alguno de sus amantes. Muchas veces se ha quedado en mi departamento lamentándose, la tristeza que eso le ocasionaba no era más que una excelente herramienta.

-¿Qué pretendes hacer?- le dio una probada al cigarrillo en su mano y Gaara que aun estaba a su lado se lo quitó.

-Mi intensión es que deje a su marido, pero no como capricho, realmente quiero que se quede conmigo.

-¿Acaso te enamoraste?- el pelirrojo sonrió y expulso el humo. Miró el gesto serio del menor y rió secamente- ¿Enserio?

-Por eso estoy dejando a todos mis amantes, sabe que no soy ningún puritano pero aun así me volví su confidente. Confió en mí y yo le prometí ser un muchacho que se quede con una solo persona, aunque no sepa de quien se trata.

-Estás captando mi atención... – el mayor se acomodó para seguir escuchando- ¿Te estás acercando sin que sospeche tus intensiones?

-También me he quedado en su casa algunas veces y disfrutando de tragos hemos llegado a las manos- sonrió con picardía- La borrachera me desinhibió y no pude controlarme, había escuchado tantas de mis historias como gay que en cuanto me trepé no tenía sus defensas en alto. Al otro día no recordaba absolutamente nada, ni siquiera su esposo se dio cuenta que había pasado. Quise dejar deliberadamente marcas pero si se daba cuenta no iba a volver a contactar conmigo.

-Eres pernicioso y manipulador, todo mezclado en un increíble atractivo- El mayor tomó la nuca del pelirrojo y besó su boca con pasión para luego soltarlo sin nada de delicadeza- Tienes mucha habilidad como amante Gaara, tu culo es el mejor y tienes boca de aspiradora, ese sujeto tiene suerte.

-Aunque yo nunca dije que fuera hombre, muchas gracias- el otro se paró y tomó dos vasos para servirlo con una medida de whisky- Brindemos, por los amantes que conseguimos y los imbéciles que los abandonan.

-¡Salud!- el menor bebió el whisky de un solo sorbo y con una enorme sonrisa.

 

 

                               .              .              .              .              .              .              .              .              .

 

 

Llegaba de madrugada como siempre, estaba cansado por las reuniones sumado a que había tenido sexo con su último amante hasta el cansancio, su esposo lo estaba esperando diligentemente como todos los días y eso lo relajaba. Estuvo fuera por más de tres días, tuvo que irse a Osaka para solucionar un problema con un socio del bufet y de paso se desvió para disfrutar de las atenciones del que suplanto el lugar de Gaara.

Hacía dos meses que no volvieron a tener contacto, cuando el más joven mencionó que ya no quería verlo creyó que eran solo dichos pero no volvió a contactar con él. Atravesó las grandes puertas de vidrio del edificio donde vivía y subió al elevador moviendo el cuello adolorido y frotándose el hombro izquierdo. Extrañaba a su adorado esposo, su cocina suculenta y las caricias que tanto conocía.

Abrió la puerta y encontró la cocina vacía, quizás había salido de compras, después de todo no lo esperaba hasta dentro de dos horas. Colgó su saco en el respaldo de un sillón y apoyó el maletín delante de este.

Se dirigió directamente hasta la habitación principal al abrir la puerta su corazón se detuvo un segundo cuando vio una figura en la oscuridad, visualizo con atención y noto que era su esposo, suspiró y encendió la luminaria. La luz alumbró los suaves rasgos del rostro de su esposo pero que se estropeaban con el ceño fruncido de su entrecejo. 

-¿Qué hacías con las luces apagadas?- preguntó acercándose a su pareja y besándolo en la frente. El otro no le contestó y restándole importancia se sentó en la cama para sacarse los zapatos.

-Pensando- contestó su esposo que tenía su mirada en el piso. Sabía que su esposo no estaba contento pero tenía planeado llevarlo a un Onsen* y llenarlo de mimos hasta compensarlo todo.

-Pues no pienses mucho que mañana partimos a Kyoto, debes hacer las maletas para irnos- giró hacia la izquierda y observó una maleta preparada- ¿Ibas a la casa de tus abuelos? Diles que no puedes, que nos vamos.

El rubio no dijo nada, permaneció con la vista en sus manos jugando con el anillo en su dedo anular. Quizás deba hacer algo más que solo unas pequeñas vacaciones, era paciente con su esposo pero cuando empezaba a ponerse denso se volvía ligeramente intolerante a todo.

Molestó abrió la puerta del gran ropero de roble y su estomago dio un vuelco, las perchas estaban vacías y ninguna de las prendas que su esposo tan prolijamente dejaba acomodadas estaban en su lugar. El moreno aun con la mano en su corbata retrocedió hasta sus gemelos chocaron contra la cama. Sus ojos estaban abiertos desconcertados y parecía haberse quedado sin aire.

-Te perdone muchas cosas. Tantas, tantas. Hace diez años te perdono todo. Los cuernos, las mentiras- se paró de la cama y caminó hacia la puerta en la cual se apoyó con una pose tan tranquila que su esposo creyó que era una broma- Pero todo tiene un límite, todo, incluso el amor.

-¿Q--?- el níveo estaba parado en la misma posición desde que su esposo se paró. No sabía cómo reaccionar, daba por sentado el amor que le profesaba que le parecía ilógica esa situación.

-Cambió todo, mucho más desde que te cambiaron de sucursal- sus orbes del color de los zafiros fulguraron con una combinación de sentimientos que no sabía identificar y los clavó en los negros de su esposo- Tú cambiaste, yo cambié, estaba seguro de tus sentimientos, estaba seguro que me amabas.

-¡Y lo hago! ¡Todavía te amo...!- calló cuando su esposo hizo un ademán con su palma abierta el cual entendió como silencio.

-Ya no hace falta, porque yo ya no... Ya no sé si lo que siento es todavía amor o no...- bajó su mirada- Después de todo, fueron muchos años y muchos sujetos con los que estuviste.

-Ninguno significó nada, solo son estúpidos con los que tengo sexo, solo son aventuras, a ninguno quise- la desesperación hacía mella en su voz, comenzaba a sudar ligeramente por la desesperación.

No podía creer que le estuviera diciendo eso. Tenía la garganta seca, las palabras se arremolinaban en su mente y ninguna salía por su boca. ¿Creía que su esposo iba a estar feliz con unas cuantas visitas y nada más? Cuan tolerante fue, cuanto tuvo que soportar por él.

-Cuando me casé contigo, me hiciste dos promesas. Y ninguna de las dos cumpliste- limpió las lagrimas que caían y el níveo tragó el nudo que se instaló en su garganta. Nunca había visto a su esposo llorar, nunca lo había visto derramar lágrimas por su culpa- Prometiste hacerme feliz y jamás defraudarme.

-Prometí hacerte feliz- tomó sus manos entre las suyas- Y ahora sé que no lo has sido, por eso déjame recompensarte, permíteme hacerte feliz.

-¿Te olvidas de la mujer?- el rubio dejó que su esposo sostuviera su mano- Me dijiste que eras gay, totalmente, pero vas y no solo la coges, la dejas embarazada.

-¿¡Qué!?- no entendía lo que le decía, sentía que su esposo estaba inventando todo, él nunca había estado con una mujer, jamás había tocado a alguna ¡Ni siquiera se le paraba con una!- ¿De dónde--?

-No hay un de donde- el rubio abrió el ropero y le arrojó en la cara un saco.

El moreno tomó la chaqueta y miró con sus cejas fruncidas con desconcierto. Respiraba con fuerza reprimiendo todos los sentimientos de consternación que estaban amenazando con estallar, miró a su esposo, parado frente a él, con sus dos zafiros clavados en su persona. Sabía lo que estaba haciendo, lo estaba juzgando, condenándolo y odiándole. Eso partió su corazón.

¿Cómo iba a solucionar todo?

Aún no estaba todo perdido. Aún estaba en su departamento con su esposo frente a él. Podían hablarlo.

-Te mintieron- comentó el moreno mientras sujetaba el saco en su mano.

-Mis ojos no me mienten, amor- las palabras cargadas de sarcasmo y malicia erizaron los vellos del níveo- Antes de que digas algo... Mira el cuello de tu estúpido saco.

El moreno tomó la chaqueta de tergal y extendió la zona del cuello. Sus cejas negras saltaron de la impresión, en el saco había una marca de labial y un dulce perfume de mujer rodeaba por completo la prenda. No entendía como había llegado eso ahí, nunca había estado con una mujer.

-Contraté a un detective privado- agregó con calma el rubio mientras se recargaba en la pared junto a la puerta- Hace un mes, me mostró fotos, consiguió pruebas y la peor de todas fue la que encontré en mi casa.

El moreno palideció incluso más. No solo la había cagado, el estúpido detective había plantado pruebas, seguramente para que su esposo pagara más.

-Naruto- el moreno se acercó más, sujetando una de las muñecas de su esposo- Nada de eso es cierto. Créeme, por favor.

El rubio bajó la mirada y su cuerpo se convulsionó en pequeños sollozos. Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas cayendo sobre la mano nívea que lo sostenía. Tiró un poco de él, con su mano libre levantó su mentón para fijar sus ojos en los contrarios, con su pulgar acarició su labio inferior y se inclinó para besarlo. El gilvo dócilmente se dejó hacer, el moreno ni lento ni perezoso atrapó la cintura de su esposo apretándolo contra su cuerpo inclinando su torso sobre el otro para luego llevar su diestra a la nuca acariciando los rizos entre sus dedos. Sus labios se deslizaban en los contrarios, alimentándose de ellos como si fuera ambrosía, los tomaba con rudeza, mordiéndolos, chupándolos y mutilándolos.

La mansedumbre con la que su esposo se dejaba hacer lo estaba volviendo loco y comenzaba a sentir que el control se le estaba escapando. Con el calor de la excitación hirviendo en su interior, la caricia en los rubios rizos se tornó en un duro agarre y separó su boca para un beso letal lleno de consternación, llevó una de sus manos al torso trigueño y se deshizo de la camisa haciendo saltar los botones al suelo. Guió al gilvo con pequeños pasos hacia la cama y lo derribó con su propio cuerpo sin dejar de besarlo. Acarició sus pezones una vez que consiguió arrancar la prenda que los cubría, empujó sus caderas entre las piernas de Naruto que las abrió dejando que encajara ambas pelvis rozando con fuerza sus erecciones.

Los pequeños gemidos hicieron que el fuego que se estaba gestando en el interior del moreno explotara. Se despojó de sus propias ropas apenas separando sus labios del contacto con la piel del rubio, besó su cuello y lamió un lado de este hasta llegar a los lóbulos de su oreja y tirar de ella. Cuando estuvo despojado de su ropa, se arrodilló y removió con fuerza los pantalones del otro acompañándolo con la ropa interior.

Ya completamente desnudo se dio el gusto de admirar el cuerpo de Naruto. Su torso ligeramente musculoso, debido a sus clases de Judo, se elevaba con cada acelerada respiración.

Tenía los labios rojos e hinchados y sus ojos clavados en los suyos irradiaban excitación con un brillo que sabía que significaba pero lo ignoró, no estaba preparado para dejar que su mente especulara, necesitaba a su esposo con sus pensamientos brumosos de excitación.

 La boca se le secó cuando observó sus torneadas piernas abiertas con su propia pelvis en medio y a ambas erecciones rozándose, había cierta diferencia en el tamaño de sus miembros pero su esposo tenía un hermoso mástil rodeado de suave vello rubio. Y pensar que lo había estado por perder, tragó saliva consciente del renovado dolor en su pecho y se inclinó de nuevo para besarlo, tratando desesperadamente de absorberlo, de fusionarse con el gilvo. Mientras hundía la lengua en la boca de éste luchando contra la contraria, alcanzó debajo de la almohada una botella de lubricante. Surtió un poco en sus dedos, deslizó su dedo índice en el interior del rubio haciéndolo soltar un gemido de dolor, tenía que prepararlo pacientemente ya que había pasado un tiempo de la última vez que habían hecho el amor, para calmar la sensación de ardor acariciaba su longitud.

Cuando sintió que su abertura estaba más extendida, acomodó sus caderas mejor y separando sus mejillas con sus manos enterró su miembro a través del primer anillo de músculos en el interior del rubio. Soltó un jadeó de ardor y se empotró aun más hasta que sus bolas chocaron contra las nalgas trigueñas de su esposo. Suspiró paciente mientras esperaba que Naruto se acostumbrara a la invasión, una vez que sintió que se relajaba levantó sus caderas con una mano y le dio una potente embestida sacudiendo su cuerpo con fuerza.

El blondo gimió bajo el descontrol de las penetraciones de su esposo, sus dedos se clavaron en sus hombros tratando de resistir el placer y se mordía el labio inferior reteniendo los sonidos de fogosidad. Amaba la forma en que su rubicundo marido se retorcía debajo de su dominio, su vaina aprisionó su pene y notó que estaba cerca. Una mano liberó el agarre de la cadera del blondo y empuñó la erección de éste frotándolo con urgencia.

-Estoy cerca- advirtió el moreno mientras seguía clavándose fervorosamente en Naruto- Tan cerca... ¡Voy a acabarte dentro! ¡Voy a llenarte! ¡Naruto!

Con el último grito el orgasmo barrió a través de sus sentidos, sus bolas se apretaron contra su cuerpo y sus muslos le dolieron cuando prácticamente había clavado a su esposo en el colchón. Cuando dejó de sentir los espasmos orgásmicos se derrumbó sobre el cuerpo del rubio sin importarle embarrarse con la culminación de éste mientras recuperaba el aliento.

Se enderezó sobre sus codos y observó a su esposo esperando perderse en los confines de los pozos celestes pero lo que encontró estremeció su cuerpo hasta sus dedos. No encontró a su rubicundo marido mirándolo con ensoñación totalmente enamorado, sus ojos estaban opacos y copiosas lágrimas caían por sus mejillas, parecía arrepentido y sobre todo herido. No era estúpido sabía que había cometido un error aprovechándose de la debilidad momentánea que había tenido. Se sentó en el borde de la cama y trató de justificarse:

-No quise abordarte así pero... Hace mucho que no habíamos hecho el amor y--

-¿Sí?- se enderezó secándose las lágrimas con las mangas de la camisa destruida que caían por sus antebrazos- ¿De quién crees que es la culpa?

-Estuve trabajando en Narita- con los pantalones en los tobillos le costó pararse, se agachó y los ajusto en sus caderas- Tuve que ir--

-Ahora se le llama “trabajar” ¿eh?- el gilvo estaba siendo cortante, ajustó la camisa y manteniéndola cerrada se giró al níveo- Lo que pasó recién fue... Te provechaste.

-¿Acaso no lo disfrutaste?- ¡Mierda! No sabía controlar sus palabras sobre todo cuando estaba frente a su marido.

Naruto frunció la boca y se secó las lágrimas que caían por sus mejillas.

-Sí, lo hice- continuó frotándose las mejillas- Y me arrepiento.

-Te vas a lastimar- aunque se tenía merecido el comentario le dolió. El melado continuaba frotándose los ojos, bufando el níveo se había acercado a Naruto para que dejara de restregarse las cara con la prenda- ¡Naruto!

-¡Cierra la puta boca por una vez en tu asquerosa vida!- explotó el rubio mientras saltaba de la cama. Los ojos zarco se oscurecieron por la ira- ¡Se terminó! ¡Me voy a ir hoy mismo y no hay nada que puedas hacer! ¡Nada!

El aire en la habitación se había evaporado para el níveo cuando dejó de respirar, el peso de las palabras cayeron sobre sus hombros con una fuerza descomunal. No era una discusión, ya no era una escena de celos, era la total perdición de sus sueños de permanecer para siempre al lado del amor de su vida.

-Naruto, por favor- trató de alcanzar su brazo pero éste le rehuyó- Hablemos.

-No hay nada de qué hablar- añadió con un tono frío el blondo mientras se colocaba nuevamente los pantalones ignorando por completo los restos de semen en sus muslos- Voy... A mandar un camión de mudanza a buscar lo que es mío.

-No... Nonononono- repitió el otro pasando los dedos por sus cabellos negros hacia atrás arrastrando el sudor de su frente- No me puedes hacer esto.

-¿Qué?- se giró el rubio dándole la cara con el gesto más amargado y despiadado que había visto desde que estaban juntos- ¿Irme? Quiero el divorcio, querido, voy a decirle a mi abogado que te lo envié en cuanto salga de esta cosa que llamaba hogar.

Sasuke se quedó helado. No esperaba que todo marchara así cuando llegó a la casa. Respirando con dificultad siguió a su esposo que salió del edificio sin dejar de pedirle una oportunidad para arreglar todo. Su esposo estaba a punto de marcharse, para siempre.

-Por favor ¡Por favor!- su esposo se había acercado a un Audi rojo que estaba estacionado en la puerta del edificio. Era extraño ver un automóvil caro en una zona residencial, llevaba vidrios  polarizados y una calcomanía en una esquina. Le sorprendió cuando su esposo abrió la puerta trasera y metió dentro ambas maletas para luego caminar a la puerta de acompañante.

-Naruto...- rogó silenciosamente el níveo parado en la vereda.

-Ya no hay nada que hablar- abrió la puerta y se quedó mirando con un gesto afligido a su marido. Su moreno esposo esperanzado se acercó creyendo que se estaba arrepintiendo.

-Naruto- dijo la voz del conductor, el rubio bajó la vista y luego la dirigió a su aun esposo.

-Tuviste oportunidad de hacer bien las cosas y no lo pudiste hacerlo, quizás también cometí errores pero ninguno justificaba todas las cosas que me hiciste, ya no se puede recomponer algo que está tan roto y espero que lo tengas en mente para tu próximo matrimonio.

Cerró la puerta y su esposo dejó de ver sus ojos celestes. Corrió hacia la puerta del conductor y trató de abrir la puerta. Quería ver la cara del que conducía el vehículo para saber quien se estaba llevando a su esposo.

-¡Déjate ver, bastardo!- comenzó a repartir puñetazos en el vidrio, que aparentemente era templado, hasta que sus nudillos comenzaron a doler- ¡Me las vas a pagar!

Cuando la ventilla comenzó a bajarse se apartó preparando el puño para acertarlo en el rostro del conductor pero lo que vio contrajo su estómago hasta volverlo una diminuta pasa de uva. La bilis se elevó por su garganta hasta su sien azotándolo de tal manera que quedó paralizado.

El muchacho que conducía el auto bajó sus lentes oscuros para observar con socarrona libertad el gesto perturbado del níveo, sus orbes turquesas destellaban de regocijo malicioso y una sonrisa turbia de presunción adornaba sus labios.

-Hola, Sasuke- su voz jovial gorjeaba ligeramente de pedantería, sus cabellos rojos asomaban por debajo de la capucha de su buzo- Diría que es un gusto conocerte pero- hizo un sonidito de chasqueo con un lado de su boca- Estaría mintiendo.

-¿Tú--?- fue todo lo que consiguió pronunciar el níveo con sus orbes abiertas por la sacudida.

-Gaara- susurró la voz atesada de Naruto mientras tocaba el antebrazo que sostenía la palanca de velocidades.

-Si- la voz del pelirrojo se suavizó. Volvió su mirada hacia el níveo y sonrió- Estate atento que pronto el camión de mudanza vendrá a buscar las cosas de Naruto.

Sasuke estupefacto vio como el auto avanzó y se perdió en la esquina. Cuando se recuperó del momento sacó el móvil y marcó rápidamente el número del pelirrojo.

Su respiración agitada hacía eco en la línea mientras se oía el tono.

¿Gaara? ¿Cómo--?

-¿Hola?- respondió la voz del bermejo con un dejo de desinterés.

-¿Qué estás haciendo?- gritó Sasuke mientras corría escaleras arriba hacia su habitación con la intensión de buscar las llaves. Tenía que seguirlos, tenía que alcanzarlos.

-Creo que es una pregunta muy sobrevalorada para estas situaciones, yo diría que pretendes pero bueno... Es tu interpelación.

-Estoy hablando enserio, estúpido- el níveo tomó las llaves de su descapotable y corrió al estacionamiento del edificio. Estaba haciendo cerca de tres grados pero no le importaba vestir solo el pantalón de vestir, un par de medias y una musculosa.

-Ahora estamos yendo a mi departamento, quizás ahí podamos hablar- contestó con tranquilidad.

Sasuke sonrió mientras cortaba el teléfono, conocía el domicilio donde vivía Gaara después de todo estuvieron viéndose ahí en muchas ocasiones. Atravesó la puerta del chofer y, poniendo primera, hundió el pie en el acelerador. Cuando tomó la avenida principal algunos conductores tocaron las bocinas, ignorándolas fue esquivando autos, pasando luces en rojos se precipitó hacia la calle donde se encontraba el edificio. Apretaba los puños a medida que iba acercándose, el pelirrojo puto se había acercado a Naruto, no entendía que buscaba conseguir con todo esto. Si ellos ya no eran más amantes no entendía el por qué.

Gaara iba a recibir una paliza, Naruto no era el único que hacía artes marciales, él era cinturón negro en Aikido. En la esquina divisó el edificio de departamentos de color blanco, bajó la mirada sin aminorar la velocidad y se detuvo abruptamente en doble fila, de todas manera no iba a tardar mucho. Corrió por la vereda y cruzó la puerta de vidrió hacia el interior.

El teléfono en su bolsillo sonó, había decidido ignorarlo pero con la esperanza de que sea su esposo lo tomó. Reconoció el número de Gaara en la pantalla, deslizó el dedo y lo llevó hacia su oreja.

-¿Enserio creíste que iba a mi departamento?- el chico rió con un deje cínico evidente- Pensé que eras más inteligente- hizo un sonidito de negación- Realmente me decepcionas.

-¿Dónde mierda estás, hijo de puta?- El níveo estaba temblando de la impotencia, tenía el celular fuertemente apretado- ¿Estás haciendo esto para vengarte de mí? Tú me dejaste en primer lugar y--

-Oh ¿Cómo decirte esto? Estás tan errado, Uchiha. Realmente tienes un ego impresionante si crees que esto es por ti- se mofó con un falso tono infantil- No me estoy vengando de ti para nada. Estoy haciendo esto por Naruto.

-¿Sí?- se subió nuevamente en el auto y condujo hacia un estacionamiento hasta que sus temblores cesaran- Vamos a ver con qué cara vas a ver a Naruto cuando le diga la clase de puta que--

-¿Cuándo? ¿Justo después de decirle de quien era la puta?- un fingido jadeo de sorpresa brotó de los labios del colorado- Espera... ¿Naruto sabe que le pusiste los cuernos un montón de veces? Si abrieras la boca solo confirmarías sus sospechas y supongo que tú no serías tan estúpido para abrir la boca y arruinar cualquier oportunidad de reconciliación. Y en todo caso que fueras tan tonto, yo no sabía que estaba casado contigo hasta después.

Sasuke estaba callado, el mocoso tenía toda la razón. Se frotó la nuca con fuerza mientras volvía a respirar con dificultad. Maldita la hora en que Sasuke le mostró la foto de Naruto al ingrato de Gaara. Debía suponer...

-Después de ver su foto lo quisiste para ti ¿no?- sus cejas negras se fruncieron hasta convertirse en una sola línea- ¿Cómo lo convenciste de creerte?

-No tuve que hacer mucho esfuerzo- la respiración tranquila del otro de la línea solo conseguía alterar aun más al níveo- Solo tuve que ser sincero.

-Mierda...- gruñó con sus orbes negras centradas en el volante- ¿Qué tengo que hacer para que me lo devuelvas?

-¿Devolver? Ya tengo todo lo que quiero, Sasuke. Mira, como me caes bien voy a hacerte una confesión- bajó un tono la voz y susurró- ¿Recuerdas la última conversación que tuve contigo? Bueno... Tengo que admitir que del que hablaba era tu marido...

Las palabras provocaron un vacio directamente en el estómago del níveo, parecía que le habían retirado las viseras. Repitió la conversación de Gaara en su mente.

<< Mi intensión no es que deje a su marido como capricho, realmente busco que se quede conmigo>>

-Me dijiste-- Tú dijiste que era una mujer- balbuceó el níveo.

-Nunca dije que fuera una mujer- rió suave- Y también debería decirte algo más... No me encontré contigo de pura casualidad.

-¿Qué quieres decir?

-¿Recuerda que nos encontramos en un bar hace unos siete meses? Bueno, fui a buscarte deliberadamente, quería conocer al estúpido que estaba desperdiciando un excelente matrimonio. Cuando descubrí que clase de sujeto eras tomé la decisión de hacer que se separen.

-¿Q--Qué?- el aire de los pulmones de Sasuke había desaparecido y un latigazo de calor inundó su frente, sus palmas y su espalda.

-Cuando hablé por primera vez con él, estaba en una junta en la empresa de mi padre.

-¿Empresa?

-¡Me olvide de comentarte eso también! Supongo que no fui del todo sincero pero creo ya es el momento de que lo sea. Mi padre es el dueño de la empresa donde Naruto trabaja. Supongo que deducirás que un camarero no podría tener un automóvil tan costoso. Como te decía, la primera vez que lo vi fue en la empresa cuando mi padre tenía una reunión con la mesa directiva, Naruto junto con sus asistentes tuvieron que hacer una junta de presentación- suspiró hondo- Creo que entendí tus sentimientos cuando lo viste en la fiesta. Me fallaron las rodillas y me quedé sin aire, nunca antes me había pasado eso. Naruto es hermoso y cuando me dijiste que fuiste su primero realmente te envidié pero iba a hacer el esfuerzo para ser el último. Durante meses quise continuamente acercarme a él, traté de ser su amigo, busqué conocerlo verdaderamente, pero él me esquivaba y trataba de alejarse de mí diciendo que no quería tener problemas con su marido por culpa de los rumores- carraspeó suavemente y continuó- Entonces una noche finalmente tuve la oportunidad de acercarme cuando lo encontré en el bar, bebiendo solo y borracho como una cuba. Estaba siendo acosado por unos sujetos. Era un bar gay por lo que era evidente que los sujetos se arrojarían sobre él sin pensárselo dos veces, lo ayudé y conseguí atravesar esa firme barrera a su alrededor. Después de esa noche, estuvimos en contacto, nos veíamos en mi departamento, en su departamento y en restaurantes. Y como pensaba no solo era hermoso por fuera, también lo era por dentro- su voz sonaba obnubilada, se aclaró la garganta y continuó- Pero no es solo esto lo que te quería decir.

Sasuke estaba en silencio, apretando duro su celular.

-Te busqué, Sasuke, premeditadamente. Hice una ardua investigación y encontré bastante información referente a ti y tu familia. Hijo menor de una familia de clase alta, heredero de un impresionante apellido, tu hermano mayor es el presidente de la compañía y tú eres el vicepresidente. Tus padres aceptaron tu noviazgo con Naruto porque es un muchacho de una familia pudiente, su padre es el dueño del banco de Tokio y su madre es directora de un excelente buffet, tenías la bendición de tu familia pero tú no estabas conforme con Naruto, querías a todo aquel que pudieras coger, nunca negabas una invitación y fue cuando llegué a ti. Solo fue un saludo y ya estabas sobre mí, déjame decirte que fue más fácil de lo que imagine. Nunca fui el de abajo ¿sabes? Eres bueno, debo admitir que aprendí una o dos cosas de tus técnicas, pero realmente nunca disfruté del todo el sexo - Sasuke sentía que su orgullo fue herido de miles de formas y como nunca en su vida- Durante este tiempo averiguar cosas de Naruto fue incluso más fácil, lo que él no me decía lo conseguí gracias a tu contacto pero más importante, los lugares que visitabas regularmente y que hoteles frecuentabas, la información fue fundamental para poder darle los datos al investigador privado. Me serviste todo en bandeja  cuando fuiste al departamento de un amigo, me llamó al teléfono para decirme que estaban durmiendo en su cama. Tomé un protector labial de mi hermana e hicimos las marcas en el cuello de tu saco, rociamos un poco de perfume, pero no lo iba a notar por lo que le dije que sería mejor que revisara la ropa o los bolsillos y cuando lo hizo ¡Oh, sorpresa! No solo encontró lo que dejamos también encontró el número de teléfono de mi hermana.

Lo convencí para que se comunicara al número, la llamó frente a mí y te puedo asegurar que sentí que se me partía el corazón, Naruto estaba destrozado, lloró toda la noche hasta que se hizo de día. Mi hermana dijo que se habían estado viendo desde hacía varios meses y que estaba esperando un hijo tuyo. Después de esa revelación, traté de convencerlo para que no se separaran, que hablara contigo y arreglara lo que tenían pero- Gaara alargó la palabra- ya había muchas pruebas de la infidelidad y aquí estamos.

Sasuke no podía hablar, le habían tendido una trampa y ahora no tenía a Naruto. Las manos le temblaban y el celular amenazaba con caerse. Las palabras de Gaara hacían eco en su mente, se repetían como un continuo karma, haciéndole ver el terrible error que había cometido.

-¿Qué vas a--?

-Simple, cuando firmes el divorcio, voy a cortejar a Naruto hasta que acepte estar conmigo y cuando finalmente lo consiga, voy a pedirle matrimonio. Estoy loco de amor por Naruto, lo amo como nunca amé a nadie en mi vida, creo que incluso tanto como tú pero hay una gran diferencia entre nosotros dos... Yo estoy dispuesto a renunciar a todo por él, mi familia, mi trabajo, mi herencia, nada me importa si no tengo a Naruto conmigo- la voz del pelirrojo sonaba profunda y sincera. Sasuke tragó el nudo en su garganta mientras una solitaria lágrima caía por mejilla. Quizás la única muestra de sus sinceros sentimientos- Te dije cuando nos vimos la ultima vez, la persona de la que me enamoré hasta a ti te iba a gustar. Adiós, Uchiha-san, gracias por todo.

El sonido de corte dejó la línea en silencio y luego la pantalla de inicio apareció en su móvil. Anonadado sostuvo la mirada al volante con el teléfono en sus muslos totalmente perdido, Naruto ya no iba a estar más cuando llegué de trabajar, no iba escuchar nunca más su risa, o si quiera iba a probar la deliciosa comida que preparaba. Lo había perdido por culpa de su propio egoísmo y ahora iba a pagar las consecuencias en lo que le resta de vida.      

Notas finales:

Bueno... No desesperen mucho que pronto voy a subir todo respecto a los sentimientos de Gaara así como también de Naruto.

Algunas no les gustara la pareja pero la idea estaba planteada de esa manera.

Besos.

(No me maten que todavía tengo que terminar un fic)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).