La noche había avanzado más rápido de lo normal, abrió la ventana para observar el cielo estrellado mezclado con el tenue brillo de la luna, posó sus manos sobre el marco con cuidado y se inclinó un poco hacia adelante, podía ver la torre de la iglesia, al instante el sonido de las campanas se hicieron presentes anunciando la hora: Medianoche. Era su oportunidad, se sentó sobre el marco y observó detenidamente la enredadera que crecía en abundancia en su pared, lenta y cuidadosamente bajó entre ellas como un tipo de escaleras, dio un último vistazo a su ventana, no había nadie, se dio la vuelta y siguió con su camino.
Sus pisadas descalzas apenas si hacían ruído sobre la grava que cubría las calles de tan deteriorado pueblo, eso le facilitaba más el sigilo para no ser descubierto por algún vecino de sueño ligero para terminar devolviéndolo al "infierno" como le gustaba llamar a su hogar.
Caminó sin detenerse y volteando de vez en cuando para asegurarse de que ningún extraño lo perseguía, por suerte era una noche tranquila, apenas si se podía escuchar el canto de los grillos, el ligero viento jugaba con sus cabellos dorados sacudiéndolos lentamente, le refrescaban el rostro. Caminó más hasta situarse fuera del conjunto de casas, observó el horizonte, la luna parecía verse más grande y luminosa, su reflejo en el lago le daba un toque hermoso al paisaje, absorto observando el espectáculo volvió en sí y se propuso a continuar hacia su destino.
Observó la valla de madera casi destruída, deslizó sus dedos para sentir las facciones de la oscura madera astillada, se subió con cuidado y pasó hacia el otro lado sin ninguna dificultad, miró de un lado a otro y suspiró de felicidad, siempre le había gustado estar solo y más a esas horas de la noche, le hacían sentir en paz.
Observó el campo que tanto le gustaba mirar, el viento mecía suavemente la hierba , al igual que todos los dientes de león que abundaban por montones, mientras que algunas luciérnagas danzaban de un lado a otro otorgando de vez en cuando la pequeña luz verde que emanan en su cuerpo y la luna terminaba de darle una apariencia de un mundo mágico, un lugar pacífico y tranquilo, en donde siempre le gustaba estar solo.
Sonrió y se recostó en la hierba haciendo que algunos dientes de león desprendieran las pequeñas y blancas semillas de aspecto curioso salieran volando del lugar desapareciendo con el viento.
Un débil sonido le llamó la atención en pocos segundos lo hicieron levantar de golpe, de nuevo volvió a sonar aquella pequeña melodía que crecía poco a poco. No es que hubiera escuchado demasiada música en su vida, pero esa suave melodía era lo más hermoso que había escuchado, tenía un sonido frágil y precioso, miró alrededor para encontrar la causa de tan hermosa serenata, miraba una y otra vez en todas direcciones hasta que sintió que aquel misterioso y encantador sonido venía detrás de un gran roble que quedaba en medio de todo el campo, decidió investigar para saber quién o qué era lo que probocaba ese sonido.
Caminaba despacio, sus pasos apenas eran audibles en el césped, pero aún así podría levantar sospechas de lo que sea que haya destrás de ese roble, sus piernas hacían desprender las semillas extrañas de los dientes de león, quienes salían volando hacia el cielo y desaparecían en la luna, se acercó al roble y se recostó cuidadosamente sobre el tronco, el sonido era más fuerte que antes, y se dio cuenta de que era alguien quien lo provocaba, constantemente el sonido se detenía y escuchaba una pequeña voz, cómo el sonido de una respiración, era un sonido de inhalación. Antes de que le diera la vuelta a ese tronco para mirar el causante de ese sonido, quiso adivinar qué tipo de instrumento se trataba, obviamente parecía ser uno de viento, así que tenía alternativas variadas, pero no podía adivinar de cuál se trataba, por la delicadeza de las notas no podría ser una trompeta o algo así, pero sacó la conclusión de que era un derivado de la flauta, ¿qué instrumentos hay parecidos a la flauta? respiró hondo y comenzó a camina para mirar de una vez.
"Ocarina" Pensó al observar tan extraño instrumento colocado firmemente en unas manos de porcelana.
¿Quién era ese niño? era una pregunta muy importante ya que tal figura de aspecto angelical detuvo su música para observar a aquel intruso. Ambos se miraron fijamente sin decir una sola palabra, era como si se hubieran quedado congelados, hasta que el pequeño decidió romper el silencio.
—¿Quién eres? —preguntó el pequeño muchacho de cabellos blancos.
El rubio no sabía qué responder, ahora tenía su vista fija en aquel instrumento de un brillante color azul, levantó su dedo y apuntó a la hermosa ocarina.
—¿Eso es una ocarina? —era una pregunta tonta, pero tenía que asegurarse, nunca había visto una en su vida, y sabía que habían varios tipos de tamaños y colores.
El joven bajó su vista y miró el instrumento como si fuera la primera vez que lo veía, sonrió y respondió: —Así es.
—Suena fabuloso —era lo único que podía decir.
—Lo sé.
—¿Podrías seguir tocando? —preguntó, le había fascinado aquella hermosa melodía que quizá nunca podría escucharla en otra parte.
El albino lo miró algo dudoso.
—¿Realmente te gustó mi canción?
—Sí —respondió sonriendo.
—Continuaré si te presentas primero, el echo de que te guste el sonido no significa que hayas dejado de ser un desconocido para mí.
—Oh, claro —el rubio se inclinó cerca del albino y le extendió la mano —, me llamo Mello.
El muchacho miró la mano antes de tomarla y se presentó igual.
—Soy Near.
Mello sintió la piel de su mano cálida y algo suave, por algún extraño motivo no quería soltarla, pero debía hacerlo, ya que el pequeño muchacho se podría asustar.
—Continúa con la canción, porfavor.
El muchacho sonrió y continuó con su pequeña canción. El rubio lo miraba asombrado, nunca había visto a alguien así, además de tocar ese instrumento poco común, la apariencia de ese niño era curiosa, además del cabello blanco que parecía brillar bajo la luna y el viento hacía revolotear su ropa holgada, le resultaba interesante.
—¿Porqué sales a esta hora a tocar esa ocarina? —preguntó el muchacho aún observándolo.
El albino se detuvo, observó a la nada por un rato sin responder, Mello se preocupó ¿acaso había preguntado algo que no debía? había pasado un minuto y el menor aún no se atrevía a responder, Mello tragó grueso.
—No importa, si no quieres decir...
—Me gusta estar solo —Interrumpió Near.
—Oh, discúlpame, no quise molestarte, debería irme —Mello se sintió como un estúpido al haber perturbado la tranquilidad de Near, lo mejor que podía hacer era irse.
—Está bien —Susurró antes de que Mello se levantara —, tu compañía no me molesta.
Mello volteó al instante para mirarlo ¿hablaba enserio? sonrió y volvió a sentarse junto a él.
—De acuerdo —Susurró mientras que Near volvía a tocar...