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Capricho por KazumiYagami

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Death Note no me pertenece, es propiedad de Tsugumi Obha y Takeshi Obata.

CAPÍTULO ÚNICO

—Decíamos entonces que debemos seguir las enseñanzas de Dios, ya que si así lo hacemos el mar permanecerá en calma y…

Se auto-cesó el profesor al percatarse de pronto en la misteriosa actitud de un alumno de la cuarta fila, que había desviado ligeramente la vista de su cuaderno para perderla entre sus propias piernas y parecía darle seguimiento apasionadamente a unas cuantas líneas.

Al percatarse de quien se trataba, de puntillas dio la vuelta justo tras la mesa del distraído muchacho y se dirigió hacia él.

—El mar permanecerá en calma y la tormenta no se acercará— Repitió con fuerza, casi petrificando al joven en su sitio.

Entonces, en un rápido movimiento por sorpresa, el profesor arrebató ese objeto de distracción que tan entusiasmado tenía al alumno. Mihael Keehl, absorto por el ataque, no tuvo ni tiempo de intentar el más ligero movimiento, pues el profesor estaba adelantado ya, con sus manos sobre aquello que guardaba tan cuidadosamente.

—Acabo de cogerlo con las manos en la masa Keehl, ¿No le da vergüenza a su edad?

El profesor se interrumpió, abriendo sus ojos de par en par, clavados en el contenido que permanecía en su mano.

—¿Una carta joven Keehl?— Exclamó con burla, posando seriamente sus ojos sobre los del sonrojado chico de cabellera rubia, quien hizo un movimiento para tratar de recuperar el trocito de papel color beige, pero el mayor fue mucho más veloz que él, apretándolo desafiante frente a su sorprendido rostro y casi inmediatamente lo desdobló para recorrer con la vista aquellas líneas.

—¡¿Una carta de amor a su edad? ¿Qué sucede con usted Mihael?!

Movió la cabeza con aire de crítica, siendo seguido por las risas de toda la clase que no se inmutaron ante la escena de ver al –siempre serio– Mihael Keehl siendo reprendido y casi, a su modo de ver, humillado.

—Sinceramente, esta señorita que le escribe tiene un estilo malísimo… ¡Y este nombre! ¿Light? ¿Qué señorita elegiría un nombre tan extraño? 

—¡Mello, eres un desgraciado!

El profesor se dio media vuelta hacia el costado contrario de la clase donde otro chico se había levantado estrepitosamente. Era tan apuesto como el chico rubio, pero definitivamente esos ojos rojizos y su semblante casi cadavérico llamaban mucho más la atención. En su rostro se dibujaba la mueca de su boca contraída y una miraba que furiosamente se posaba en el pasmado Mihael. De un solo salto se plantó contra su compañero sin siquiera advertirlo.

—¡Imbécil!— Gritó altanero. Los dos muchachos estaban de pie, uno frente al otro— ¡Light te escribió, pero a mí es a quien ama! ¡Sólo a mí!— Y sacó un trocito de papel de su bolsillo, de color beige también— ¡Me lo decía aún ayer!

—¡Joven Birthday cálmes…!

Sobrepasado por los recientes hechos, el profesor casi por suerte alcanzó a salir del paso en aquel creciente campo de batalla, evitando de milagro esos puñetazos que los dos muchachos habían empezado a lanzarse sin importar donde se encontraban, que se cayó entre los pupitres de sus demás alumnos ante el alboroto.

Cuando se levantó siguió con la vista las miradas de toda la clase, y es que los alumnos estaban interesadísimos, no por el final del combate entre B y Mello, como los conocían ellos, sino por el encuadre de una de las ventanas, que daba como escenario el otro lado de la calle, donde quedaba magníficamente enmarcada la silueta de un delgado muchacho que sonreía sin descaro alguno. Por encima del pálido uniforme destacaba la inmaculada blancura de su cuello al tiempo que la brisa agitaba los flequillos castaños que rodeaban su atractivo y burlón rostro también.

—¡Yagami!— En un grito toda la clase mencionó el nombre de aquel muchacho que miraba rebosante de ego aquella escena desde la vereda contraria. Justo arriba de él, en letras doradas escritas sobre una placa de mármol, se podía leer “Escuela privada Daikoku”.

—¡Un alumno de Daikoku! ¡Un hombre!— Gimió el profesor, llevándose las manos a la cabeza no pudiéndolo creer y antes de abandonar aquellas cuatro paredes, añadió— ¡Esto es el colmo jóvenes!

Todos callaron tras el portazo que dejó en su huida el flamante catedrático, sin embargo, el escuálido chiquillo de ojos color sangre seguía dándole –según él– su merecido al idiota de Mello, y es que cómo osaba pretender a lo que era suyo.

—¡Light es mío! ¡Nunca te le vuelvas a acercar!

Una sonrisa. Los rayos del sol jugaron con la irónica expresión en el rostro de Light cuando éste avanzó mirando engreído el espectáculo  que había logrado formar en la escuela vecina. A él le encantaba ser el centro de atención y no le importaba lo que tuviera que hacer para ello; hombres, mujeres, todos debían caer, después de todo, ese posesivo Beyond que creía ser su dueño o el ilusionado de Mihael que profesaba haber cogido su deseada atención sólo eran unas marionetas de su juego, que ilusas querían tener un lugar en su corazón.

—Idiotas.

Dictó, marchándose de regreso a la escuela, maravillándose con su gran logro, de al menos haber movido sus hilos en contra de esos simples muchachos para alimentar por completo las llamas de su capricho.

Notas finales:

Me encanta como todos caen en las redes de Light... Gracias por leer ;')


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