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Back to heaven [SuLay] por Cheonsa

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Notas del fanfic:

¡Hey! 

Nice to meet you all. Este no es mi primer fanfic, pero sí el primero que de verdad quiero continuar (?). Espero que lo disfruten y dejen sus opiniones. Los comentarios me motivan a seguir <3

—Tus ojos…

—¿Sí? ¿Qué más?

—Tu nariz…

—¿Hay algo en ella?

—Nada. Solo tiene una linda forma.

¿Huh? No me había fijado… — El más joven rió al verlo tocar su nariz en un intento por descubrir qué era especial en ella.

 

Cuan hermosa era esa sonrisa del joven chino para su amante.

 

El teléfono vibró, anunciando que se acababa el cuento de hadas.

 

—Joder…- El joven chino llevó las manos a los hombros de su acompañante a quien apartó en un gesto entre apuro y broma. 

—Ah. Que molesto. – se quejó quien se dejó caer en la cama al ser impulsado a ello.

—“Ah. Que molesto” – Le imitó y ese hoyuelo de sus mejillas se marcó profundo, como siempre hacía cuando sonreía.

 

Las sábanas de café y blanco olían a él de viernes en la noche a sábado en la mañana, cuando el dueño personalmente las lavaba. El parqué soportaba su ropa y la de su amante desde las 12:30 pm hasta las 8:30 am del día siguiente. Puntualmente, todos los fines de semana, todas las semanas, durante los últimos dos años. Sin falta ni retrasos. Ni siquiera a su trabajo en la cafetería de su tío y mucho menos a clases llegaba tan puntual como a sus citas nocturnas con aquel joven. Era una rutina; algo que habían interiorizado mutuamente.

 

El joven semidesnudo, castaño, piel blanca y ojos oscuros y joviales se levantó tomando la cintura del otro.

 

—¿Quieres que prepare algo de comer el viernes? –Musitó.- Lo tendré listo para ti.

—JoonMyun-ah… no recuerdo cuando fue la última vez que salimos. Ya sabes, como en una cita o… algo así. – tomó las manos del mencionado apartándolas para poder vestirse.

—¿Una cita? Fuiste tú el que dijo que aquello era muy cursi.- El castaño se inclinó a recoger la camiseta del contrario. Tabaco y perfume. Ugh.- Fumaste.

—Oh…-Rápidamente tomó la prenda abrazándola posesivamente. Agachó la mirada; sabía que JoonMyun no toleraba ese olor.- Lo siento, tenía ansiedad…- Su tono era suave, de alguien que mantiene bajo el perfil para no ser regañado. JoonMyun no contestó.- Por otro lado, y  aunque sé que lo dije yo… ¿No es muy frío eso? Han pasado dos años. Ya casi olvido cómo te ves fuera de este cuarto.

—Bueno. ¿Y si la próxima semana salimos? El viernes en la tarde, puedo saltarme algunas clases para estar a tiempo ¿quieres?

 

El joven pelinegro asintió. Entusiasmado.

 

—Me parece. – Acunó entre sus manos aquel rostro de líneas suaves y masculinas a la vez. – Wǒ ai ni.- Sí, el coreano conocía aquellas palabras.-

—¿Mucho? – Sonrió y espontáneamente, besó los bonitos labios de aquel joven.

—Por el resto de mi vida, gege.- Sus mejillas volvieron a sumirse formando aquellos círculos, que denotaban una dulce apariencia. Dulce como sólo el joven podía apreciarla pues ante nadie más era tan débil.

¿Pero qué no haría Yixing por su gege?

 

A JoonMyun no le gusta la impuntualidad; Yixing se convirtió en un reloj humano. A JoonMyun le gusta la comida baja en sal; Yixing casi ha eliminado ese ingrediente de su recetario. JoonMyun odia el olor del tabaco y por él Yixing fuma los domingos para que su cuerpo esté desintoxicado el resto de la semana. Está a punto de dejarlo, cuando hasta hace dos años podía consumir una cajetilla por día.

 

JoonMyun  es lo único que Yixing tiene y Yixing es todo lo que JoonMyun quiere.

—¿Hasta el viernes?

—Hasta el viernes.

 

 

---

 

 Hoy es viernes. Como cada viernes después del trabajo, el joven pelinegro se sentó en el sofá que había a los pies de la cama, de frente a la misma. Colocó un pequeño recipiente con tapa sobre su regazo, los palillos bailaban en sus dedos mientras los acomodaba de la forma correcta. Esa tarde había llevado jiaozi, con salsa de soja. Uno de los platos favoritos de JoonMyun.

 

—Mira, gege. Traje tu favorito. No me han quedado como los que hace mi madre pero son parecidos, es difícil lograr el sabor si no tengo los ingredientes adecuandos.- Dijo antes de fruncir los labios un poco. Tomó una pieza y lo mojó dentro de la salsa de soja.- Wow, no sabes lo que me tardé en hacerlos. Pero estaba muy antojado de ellos.- Sonrió ampliamente y llevó el bollo a su boca. Su expresión fue grata, satisfecha con el sabor y consigo mismo, por supuesto. Hacía mucho que no cocinaba.- Ah, la otra cosa que venía a decirte… -Cubrió sus labios y tragó antes de seguir hablando con la boca llena- pasé por el departamento, quería limpiarlo un poco. Sé que ya no vamos por ahí, pero hay muchos recuerdos…  Si nos vamos a vivir juntos, quiero que vivamos ahí; siempre me ha gustado… Quizás ya es tiempo de irnos a vivir juntos, quiero decir… han pasado 3 años desde que nos conocemos y yo… JoonMyun-ah…- Sintió una mano sobre su hombro que interrumpió sus palabras. Enseguida elevó la vista a la persona que estaba de pie junto a él.- Noona, no te escuché entrar.

—Yixing-ah,  es hora de su revisión y de lavarlo. ¿Te importa si…?

—Oh, no, no. Lo lamento; tienes razón.- Se levantó y aquella chica vestida de blanco que cargaba un tablero médico con el historial clínico de sus pacientes, mostró una sonrisa amable al joven. Ya se había acostumbrado a verlo cada fin de semana en el hospital.- Le hace bien que le hables, Yixing. No te desanimes ¿sí?

 

—Lo sé, noona, pero… ha pasado un año desde que está así ¿Conoce esa sensación de tener algo preciado tan cerca pero tan lejos a la vez?... Esa es mi sensación. Frustra. – Su mirada no se apartó en ningún momento de aquella camilla, donde postrado, como quien dormía una larga siesta, estaba JoonMyun; su amado JoonMyun, cuyo destino le había brindado un somnífero que ante los ojos de Yixing parecía eterno.

 

—El estado de coma es algo muy impredecible. Pueden pasar días como también años; incluso puede que se despierte en este instante. – El joven miró a la más baja y asintió. De todas formas ya se había resignado a esa idea.- Anda, ve a casa. En una hora vendrán sus padres a visitarlo, no estará solo. No tienes que preocuparte.- Volvió a asentir y forzó una sonrisa, educada incluso sobre la tristeza.

Dio una última mirada al joven dormido antes de jurarse a sí mismo que sería la última por ese día. No quería ser descortés y desobedecer a la doctora.

¿Hasta el próximo viernes?

“Hasta el próximo viernes, amor mío.”


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