Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Temblor por Szitakota

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

¡Bonitas tardes lectores!

Espero que estén en tan buena salud como yo. 
Para esta, mi primera entrega en casi 2 ños y pico, he querido traer una de mis OTP  de la saga de novelas y  películas de "El Hobbit". 

Disclaimer: La saga de "El Hobbit" no me pertenece, su autoría es de John Ronald Reuel Tolkien a quien admiro y respeto

Advertencia: Pequeño spoiler de "El Hobbit: Viaje inesperado"

Notas del capitulo:

¡Hey! Tiempo sin pasarme por aquí. Espero que este nuevo trabajo sea el inicio de mucho más, me alegra volver a casa. 

Este trabajo esta dedicado a mi amiga Gloria, por ser una de sus parejas preferidas y estar siempre apoyando mi trabajo. Te lo agradezco mucho, espero lo disfrutes al leer como yo al escribir.

Si tienen sugerencias, peticiones, saludos, comentarios, o algo por el estilo; hay una opción para dejar revews, ustedes lo hacen y me causan felicidad 

¡Disfruten!

Disclaimer: La saga de "El Hobbit" no me pertenece, su autoría es de John Ronald Reuel Tolkien a quien admiro y respeto

Advertencia: Pequeño spoiler de "El Hobbit: Viaje inesperado"

Temblaba.

Ningún enemigo, espada o troll había generado tan terrible enfermedad en su persona ¿Cómo un simple viaje causaba tanto mal en el hijo de Thráin? No lo sabía, y aún no iba a importunar a sus compañeros con un posible malestar menor: su prioridad era llegar a la Montaña Solitaria y recuperar su hogar. Recordaba batallas y numerosos enfrentamientos en donde sus rodillas no se doblaron o crepitaron ni un ápice, sus manos se mantuvieron firmes en la empuñadura de su espada y su corazón permaneció calmo frente a los más fieros enviados del mal… Pero ahora sus rodillas apenas sostenían el peso de su pequeño cuerpo, sus manos temblaban en las riendas del poni, su corazón se desbocaba como un caballo salvaje perseguido por un Troll de montaña y su rostro se coloreaba sin motivos aparentes.

Su sintomática no debía ser muy grave, Gandalf lo hubiese notado casi al instante si así lo fuera, y le habría administrado medicinas para aliviar su mal; igualmente sus amigos, que vigilaban a su rey, le harían saber su preocupación ante algún cambio en su cuerpo o actitud que los alarmara.  Pero lo curioso de todo su problema era el comportamiento de este frente a ciertos estímulos, y el único estímulo que había identificado realmente era cierto saqueador amante de las hojas de té que, casualmente, ahora cabalgaba tranquilamente a su lado.

Deja de temblar.”

Su vista estaba completamente desinteresada del camino que, se suponía, estaba guiando; enteramente perdido en el perfil del Hobbit a su lado dejó la decisión del rumbo de su compañía al pequeño pariente de los caballos que conformaba su montura.  Él sabía que no debería estar contando cada rojizo y precioso cabello en esa cabeza pálida, que no tenía motivos para que sus pupilas recorrieran esa perlada piel que las ropas le negaban a sus ojos, él lo sabía, lo complicado de la cuestión era que, simplemente, no le importaba.

-¿Tengo algo en el rostro, Thorin?- “Se dio cuenta”.

Los ojos claros del más bajo estaban puestos en los del enano que, desde el “incidente” de las águilas en el acantilado, no dejaban de seguir los movimientos contrarios. Estaba preocupado, conociéndole, ante la posibilidad de tener algún bicho en sus ropas. “Tan delicado” Murmuró para sus adentros, estaba gozando la atención del otro para con su persona hasta el punto de que casi, casi, olvida responder.

-Nada en especial, Bilbo Bolson.- Comentó modulando lo mejor que pudo su voz y tratando inútilmente de afirmar su agarre en las riendas de un animal que no estaba dirigiendo. Llevaba un tiempo tratando de acostumbrarse a pronunciar el nombre del otro, le costaba tras haberle llamado “Señor”, “Mediano”, “Saqueador” y “Estorbo” casi todo el viaje; sumando el hecho de que el solo pronunciar ese nombre acentuaba sus síntomas aún más en su pecho. La reacción del otro fue la de siempre, suspirar aliviado y regresar la vista al camino; la suya fue la de siempre, fruncir su ceño y arrepentirse del tono brusco con el que se había acostumbrado a tratar al Hobbit desde que le conoció.

- Es “Bilbo”, no es difícil de pronunciar. Puede intentarlo- “Respondió”

-Pero no quiero hacerlo.- Su respuesta fue tajante, escueta, y veloz. Rápida como flecha y certera como un golpe en el pecho. Pero fue al pecho que no quería golpear… directo al corazón del saqueador de la compañía.

“Bien hecho, ahora serás su enemigo sin querer declararle la guerra ¡Un Troll sería más sutil!”

-En algún momento, si su humor cambia, va a querer hacerlo.- Fue, para su sorpresa, la contestación del pequeño pelirrojo a su azabache persona antes de acelerar un poco su andar y acompañar al hechicero que gozaba de contar historias a los que estaban cerca de su montura.

En cuanto la distancia entre ambos, enano y hobbit, crecía, su ritmo cardiaco mermaba, sus manos y rodillas recuperaban su fuerza, y su boca se sentía en capacidad de soltar frases coherentes… pero el problema era que su pecho se comprimía y su estómago se convertía en un agujero inmenso, sin fondo, sin nada que pudiera llenarlo. Era aterrador pensar que era alguna enfermedad contagiada por uno de esos seres viles que se cruzaban en su camino, un embrujo quizá… y, fuera lo que fuera, siempre acababa relacionado con el mediano, Bilbo Bolson. Él tenía algo que ver, pues solo él activaba las extrañas manías de ese problema, solo él las calmaba y, lo peor de todo, el mismo Bilbo parecía ni darse cuenta de su influencia en la salud del Rey.

“Gandalf debe saber.” Fue su resolución para esa noche, esa misma tarde se curaría o sabría, a lo mucho, el nombre de su tormento. Con ese consuelo en el camino, se sintió en capacidad de retomar con fuerza la cabeza de la compañía y concentrarse por primera vez en todo el día en el camino que estaban llevando.

Mientras el Rey de los enanos y el pequeño saqueador mantenían sus existencias alejadas entre sí, el hechicero Gris analizaba el comportamiento de ambas partes con una sonrisa oculta en su larga y enmarañada barba. “Tan jóvenes” pensó, recordando su propia época y, esperando pacientemente, que la noche llegara junto con la confrontación de Thorin Escudo de Roble a sus propias emociones.

La bruma nocturna tomaba presencia lentamente en medio del bosque, la Montaña Solitaria ya estaba a la vista del ojo y, aun siendo visible, la distancia era mucha. El hallazgo de un pequeño manantial les había salvado en muchos sentidos, sus ponis iban a descansar y a recuperar fuerzas cerca del agua, podrían hacer sopa y llenar sus botas (1) de agua para resistir el resto de su largo viaje. Balin se encargaba de cocinar algunas verduras y la carne en un estofado que prometía, según él, ser delicioso. Aunque para ellos cualquier alimento era delicioso si tenía el ingrediente secreto: carne. El enano lleno de canas cocinaba tranquilamente mientras Bombur trataba inútilmente de robar algo del puchero que había en la fogata, resguardada por Dwalin, Oin y Gloin; que, a pedido de Balin y bajo la promesa de un poco más de carne, no permitirían que nadie tocara la cena hasta que estuviera lista. Las enormes trenzas pelirrojas de Bombur se agitaban en cada uno de sus intentos… no podían negarle el alimento ¿Qué no había él decidido ser el catador oficial de la compañía?

En la fogata se libraba una batalla épica, donde el deseo de comer era el causante de las risas de Balin. En el bosque se escuchaban los cantos de los demás enanos, recogiendo leña y cuidando el perímetro en caso del regreso de sus queridos amigos orcos. Se escuchaba a todos los enanos… menos a su Rey.

Thorin había citado a Gandalf en el claro del pequeño manantial. Suficientemente alejado para no ser escuchados, suficientemente cerca para proteger a sus amigos y a… el saqueador. Puntuales, como eran ambos, llevaban cerca de 30 minutos sin iniciar la conversación, siendo deber del enano el comenzar a hablar. Una vez elegidas sus palabras levantó su mirada, siempre llena de valor y ahora brillante por el efecto lunar, posándola sobre la sabia vista de El Gris.

-Me siento enfermo, Gandalf. La comida no puede saciarme porque mi estómago parece haber cambiado. Mi pecho se comprime como si presenciara la peor de las masacres una y otra vez; mis piernas tiemblan igual que mi fuerza; y mi lengua, por todos los embrujos, mi lengua no funciona cuando le pido que me deje hablar. – Trató de ser sincero, lográndolo obviamente, no deseaba ser un hablador pues eso… no era de enanos. Estaba ansioso por dentro, pero impasible por fuera, esperaba resolver ese asunto antes de continuar su viaje: Por sus amigos, por su hogar, por su… saqueador.

- Thorin, mi buen amigo ¿Era eso lo que mantenía tu corazón en la duda? –Ante el asentimiento seguro y firme del otro, el hechicero no pudo evitar sonreír, antes de reiniciar su discurso.- Creo, mi querido enano, que has estado planeando esta conferencia por mucho tiempo sin saber cómo decirlo, cosa que no es tu costumbre. Pero no te angusties, creo poder explicarlo si me permites algunas preguntas- Terminó de hablar, sin borrar su sonrisa.

- Pide lo que quieras Gandalf, menos abandonar a los míos. – Contestó el más bajo tomando asiento al lado de su amigo más alto. No le preocupaba exponer sus problemas ante el hechicero, era sabio, y los enanos respetaban a los sabios.

- Bien, mi buen Thorin ¿Son tus síntomas frecuentes o requieren de algo para aquejarte tanto?

Su mente viajo al inicio de sus males… el incidente. Desde ese abrazo su cuerpo no era el mismo.- El saqueador ¿Es alguna enfermedad de los suyos que me ha traspasado? Si es eso dilo sin temor- comentó horrorizado ante la idea de haberse contagiado de un mal extraño ¡Eso tenía todo el sentido del mundo! Seguro la cercanía del hobbit lo enfermaba por alguna extraña y… desafortunada razón.

-Si fuera eso, habrías colapsado estando en La Comarca. –Gandalf dio una calada honda a su pipa y continuó, sin quitar su vista del bosque- Yo creo, mi buen amigo, que has desarrollado algún sentimiento lejano al odio por nuestro pequeño saqueador.-

-¿Asco? – Contraatacó el Rey de los enanos con una mueca extraña… estaba nervioso. Sus síntomas regresaron, con fuerza, ante la posibilidad de saber el nombre de su problema y no querer asimilar una sola palabra. “Oh no.” Se leía en su mente, en runas claras y enormes, brillantes como la luna.- No bromees Gandalf, sabes que enfermar en estas circunstancias es…-

- Tú y yo sabemos que no es una enfermedad Thorin.  – Él y el hechicero lo sabían. Pero el diagnostico era alarmante ¿Era posible algo como eso?- Tu mirada lo sigue, tu corazón se acelera y su olor te agrada; el no protegerlo te tortura y temes más por su vida que por la tuya ¿Debo decirlo de otra manera?- Mentó el hechicero Gris para tomar aire de su pipa, dando al enano un momento para reflexionar, cosa que la desordenada mente del Rey agradeció en sobremanera.

La hipótesis estaba hecha. La idea se plantó rápido, como hierba; creció pronto, como un rencor; inundó su mente de recuerdos recientes, sentires vividos en el secreto de su propia mente y en la confidencia de su corazón… la posibilidad de sentir algo más allá del odio, el compañerismo y la amistad estaba planteada como una idea... nada descabellada. Era cierto, todo era cierto. Recordaba vagamente a su madre hablarle de ese sentimiento que era celebrado por su clan como algo bello y sagrado; la advertencia de entregar su corazón a otra persona solo si era correcta y lo ayudaba a ser mejor enano y rey, solo de alguien que enderezara su camino y arriesgara su vida por la suya, alguien a quien proteger y por quien ser cuidado con amor. A quien ofrecerle su cuerpo, su alma y su hogar… y ese alguien parecía ser…

-¿Insinúas que el saqueador Bilbo Bolson es digno de mis afectos y dueño de mis favores? – Dijo sintiendo su pecho arder ante la idea, lo peor del caso era que no le desagradaba en lo más mínimo. Faltaba poco para ser consciente de ello al 100%  y estaba aterrado de tener que enfrentar esa realidad sin comprenderla.

- Traduciendo tu mensaje, querido Thorin, insinuo que estás enamorado de mi querido hobbit. – Dijo dando una calada más y sonriendo ampliamente a su pequeño interlocutor.

La expresión que adornaba el rostro del enano era épica. Una sonrisa creció sin siquiera proponerla, sus manos dejaron de temblar y sus rodillas recobraron su fuerza. Su boca ganó la batalla de los nervios y su pecho se hizo cálido, como el fuego, no el que mata; sino el fuego que te mantiene vivo en el frío de la montaña. Eso explicaba todo, cada pequeño sufrimiento, cada temblor y nervios. Él quería a ese pequeño pelirrojo que arriesgaba su vida por alguien como él, que desplantaba y menospreciaba su existencia.

-Debo arreglar las cosas- concluyó cabizbajo, no por temor, sino en su reflexión de como reparar su relación con “Bilbo”

- Díselo antes del alba. Así harás que el viaje sea más sencillo y- Se acercó un poco al oído del otro para susurrar- Me ayudarás a ganar otra apuesta.

- Tendrás tus sacos de oro en la mañana.- Dijo sonriendo mientras apretaba la mano de su amigo con camaradería.

Su carrera inició a paso tranquilo, pero con el pasar de los segundos aceleró sin quererlo realmente. Pensar en Bilbo sonriente le hizo caminar rápido, Bilbo tranquilo lo obligó a trotar… Bilbo esperándole fue lo que hizo que, sin saber cómo, llegara al amarre donde estaban sus ponis y, entre los pequeños animales atados a un árbol, estaba el hobbit dueño de sus más profundas aflicciones físicas y emocionales. Le daba de comer, al parecer en secreto por como hablaba con los animales, pidiéndoles prometer no hacer ruido para darle a cada uno su manzana. Tomó aire y carraspeó la garganta, cosa que, para su deleite, dejó frío al más pequeño en su sitio.

-Thorin, que sorpresa, una noche muy bonita ¿Verdad?- Comentó el otro ocultando torpemente la última de las manzanas tras su espalda. Los nervios se lo estaban comiendo vivo ¡Había sido descubierto!

- Tengo que habla contigo, Bilbo.- Pronunciar un nombre jamás le había dado tanta calma. El otro asintió, resignado a un regaño más como “No tienes lugar aquí” y sorprendido ante la premisa de su nombre en los preciosos labios del enano; y alejándose de los ponis, tomaron asiento junto a un pequeño árbol, donde solo la luna, brillante, les permitía ver el rostro ajeno. El enano repaso el rostro del más bajito, sonriendo ante lo delicado que le parecía, era fuerte, pero ese hobbit era bastante tonto en el campo de batalla. – Perdona mi mal trato hacía ti. Espero que eso no intervenga en lo que voy a decirte.

Bilbo abrió sus verdes ojos totalmente descolocado ¿Se había golpeado la cabeza quizá? ¡Se estaba disculpando! ¡Y había dicho su nombre! Y eso lo obligo a sonreír y palmear el hombro contrario con bastante alegría en su interior.

-Acepto sus disculpas Thorin. Ahora ¿Qué quiere decirme?- Insistió para mantener el hilo de la primera conversación real que mantenía con el enano, se recostó en el tronco del árbol para poder escuchar más a gusto, no era ni cercano a su amada mecedora, pero era mejor que muchas cosas en las que se había recostado en muchos días.

- Usted se ha metido en mi compañía, ha salvado mi vida y se ha escurrido bajo mi piel Bilbo. – comenzó sin dejar de mirar ni un momento al pequeño que apenas procesaba sus palabras, mostrando en su gesto su obvio desconocimiento del tema a tratar.- Me he enamorado de usted, y atentamente le pido que me permita estarlo y ser correspondido si la posibilidad existe. – Terminó de hablar para dar al más pequeño un pequeño cordel de cuero con un dije de madera, roble. – Si usa esto entenderé que permite que este sentimiento crezca en ambos- Comentó entregando el pequeño collar al desorientado hobbit que solo podía asentir a las palabras ajenas, con su blanco rostro atacado por la vergüenza y sus manos presa de temblores.

“Deja de temblar Bilbo Bolson ¡Has vivido peores cosas en pocos días!”- Maldijo el pelirrojo en su mente… estaba tan atacado por los nervios. Los enanos eran directos, literales, sencillos y… demasiado sinceros. Apenas terminó de asentir cuando notó que el ahora dueño de sus dolores, futuro rey de la Montaña, hijo de Thráin y futura pareja se había marchado.

Bilbo suspiró, apreciando el collar entre sus manos, un roble con la inscripción de la montaña. Sonrió, colgando el collar alrededor de su cuello. Cerró sus ojos, para levantarse y regresar, tenía una manzana más que entregar esa noche.

 

    -----------------------------------------ooooooo-----------------------------------------------

 

El camino era bastante tranquilo, la mañana había sido excelente y el amanecer fresco. Habían descansado como pocas veces en un lapso de pocos días. La compañía entera se había levantado temprano, desayunado entre risas y premisas, e iniciado la cabalgata con los primeros tintes amarillos del medio día.

El pequeño hobbit sentado entre sus piernas, justo en el frente de su montura, observaba el paisaje con vehemencia, perdido en sus ideas. El pequeño pelirrojo estaba recostado contra su pecho y su cuerpo era rodeado por sus gruesos brazos, dándole calidez, sus manos, más delicadas y velludas  que las de los enanos, jugaban con un pequeño collar de cuero negro y madera de roble. El hijo de Thráin tenía su barbilla recostada en la cabeza ajena, entre la maraña de pelo cobrizo que le encantaba, aspirando ese precioso aroma que, para variar, también le encantaba. Concentrado en guiar a su familia de regreso a casa, concentrado en que el saqueador del grupo se mantuviera cómodo junto a él.

Tras ellos la compañía entera estallaba en risas, entregando y lanzándose bolsas de oro entre ellos, siendo Gandalf quien más de ellas tenía. 

Notas finales:

Bien, eso ha sido todo. Agradezco que llegarán hasta aquí. 

Este es mi regreso al mundo de los Fanfics tras varios años y seré feliz con sus notas y comentarios. 

(1): Son cantimploras de cuero, muy sencillas. Temía que de no aclararlo pensarían que los enanos beben agua de sus zapatos.


Muchas gracias por tomarse la molestía de leer mi trabajo, eso me reconforta mucho. 

De nuevo, este trabajo es un regalo para Gloria, si lees esto, es que subió sin problemas el archivo (?)

Hasta la próxima entrega.

Marí fuera <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).