Eran una pareja muy enamorada, se apreciaba al instante cada se les veía paseando por el parque tomados de las manos, o cada que caminaban juntos a quién sabe qué lugar, él, era rubio, piel blanca como fina figura encantada creada de la más pura nieve de invierno, figura sutil, ojos azules en los cuales, muy seguramente tus ojos rojos podían navegar, navegar y perderse entre la inmensidad de aquella alma, pero realmente lo que más llamaba la atención de aquel bonito ser rubio, era su sonrisa… ah, que sonrisa, una por la cual tantos y tantas darían oro y anhelos tan sólo porque esa sonrisa fuera dedicada para ellos, pero no, esa sonrisa solo le pertenecía a “esa” otra persona, ese que puede autoproclamarse como su hombre… aquel moreno… mejor dicho: solo tú
El perfume de su almohada, tú lo conoces bien
Y la humedad en sus sábanas blancas también
Que suerte la tuya que puedes tenerlo a tus pies
Sintiendo en tu boca sus besos que saben a miel
Mirando cómo le hablas de amor el tiempo no se detiene
y nada tengo yo que esperar aunque me quede en el aire
Ríen juntos, bromean, juegan, se aprecia la vida en su cuerpo en cada momento, cuando intenta rehuir de tus brazos que le aprisionan, y en los cuales él estaría dispuesto a morir, eso se observa en sus azules ojos cuando al fin deja de forcejear, su risa se ha convertido en un tenue respirar… en realidad jamás escaparía de tus brazos, porque ahí se sentía seguro, porque ahí era su hogar, porque ahí debía de estar… los ojos de ambos se miran directamente y, solo ustedes sabrán que es aquello que se están diciendo con la mirada; palabras de amor, secretos del corazón o simplemente sean miradas que realmente no digan nada y sea yo quien comience a desvariar…
¿quién como tú? Que día a día puedes tenerle
¿quién como tú? Que solo entre tus brazos se duerme
¿quién como tú?...
¿quién como tú? Que tarde a tarde esperas que llegue
¿quién como tú? Que con ternura curas sus fiebres
¿quién como tú?...
Sonríen, él es lo más valiosos en tu vida, lo protegerías con ella misma si así fuera necesario, le miras completamente enamorado, un amor correspondido y lo sabes… lo sabes… ¿quién pudiera ser tú?... sus labios se unen a los tuyos en aquella danza que ya tienen por demás ensayada, en el sabor que ya bien conoces, el dulce sabor de sus labios…
Esas noches de locura, tú las disfrutas bien
Y entre sus brazos las horas no pasan, lo sé
¿quién pudiera ser tú… con el privilegio de posar tus manos sobre su inalcanzable cuerpo, de despojarle de sus ropas solo para descubrir la más hermosa obra de arte, con el poder de arrancarle suspiros, gemidos placenteros que digan tu nombre, sí, quién pudiera ser tú para escuchar tu nombre escapar de sus labios: con dulzura, con amor, con deseo, suplicante, y ahí, bajo tu cuerpo perlado en sudor tener el suyo retorciéndose lentamente y verlo en la imagen más erótica que posea, esa de la cual barios imaginamos pero que solo tú realmente conoces, quién pudiera ser tú?
Mirando cómo le hablas de amor el tiempo no se detiene
y nada tengo yo que esperar aunque me quede en el aire
¿quién como tú? Que día a día puedes tenerle
¿quién como tú? Que solo entre tus brazos se duerme
¿quién como tú?...
El beso termina, él te sonríe con la misma sonrisa inocente con la que seguramente te enamoro, susurra algo a tu oído y, Dios, que delirante sensación… cada parte de piel se eriza, no, no ha dicho nada íntimo, a pedido un helado y ahora van a comprar su pequeño capricho…
¿quién como tú? Que día a día puedes tenerle
¿quién como tú? Que solo entre tus brazos se duerme
¿quién como tú?...
¿quién como tú? Que tarde a tarde esperas que llegue
¿quién como tú? Que con ternura curas sus fiebres
¿quién como tú?...
Como tú…
Les miro alejarse, no es fácil, realmente no lo es, duele, que todo ese ser te pertenezca a ti, que en sus pensamientos solo estés tú y que no haya cavidad para nadie más, al menos, no en el lugar que me gustaría ocupar, sonrió de lado, ni siquiera conozco su nombre y ya te envidio… suspiro a la nada y rio con melancolía, quién fuera tú… el viento mueve mis largos cabellos negros, pido la cuenta dispuesto a marcharme pensando en lo increíble que puede ser una buena vista hacía el parque y lo desafortunado de mi encuentro con aquella feliz pareja apenas tres meses atrás, en los cuales ellos frecuentan el parque a la misma hora, desde entonces yo también frecuento la cafetería sentándome siempre en el mismo lugar…
-esperamos tenerlo de vuelta, señor Ashura- dijo respetuosamente el mesero
-sí, por alguna razón, me gusta mucho venir aquí
¿quién como tú?