Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Inoportuna por Littl3f0x

[Reviews - 38]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Los personajes no me pertenecen.

Este es mi primer fanfic, espero que les guste. Saludos :3

Uno creería que mi vida ya estaba hecha, solo tenía que llegar a ser mayor de edad para tomar un importante puesto en la empresa de mi padre (claramente, porque el lugar de mi padre sería de mi hermano y yo, posiblemente su simple asistente) y nadar en la riqueza. Hasta ni necesitaba trabajo para nadar en riqueza, lo que teníamos ahora mismo alcanzaba para cinco vidas más. 




Pero no, no era así. Mi madre falleció en mi parto y provocó que el ya de por sí, frío y duro corazón de mi padre, se hiciera aún más. Quedé al total cuidado de mi hermano mayor Itachi Uchiha ya que mi padre actualmente vive en Inglaterra, donde se encuentra la empresa principal. Solo llama cada tanto para preguntar como van nuestras notas, hasta ahora, creo que nunca preguntó que es realmente de nuestras vidas. Jamás sentí su cariño y menos demostró estar orgulloso de mí, siempre viví bajo la sombra de mi hermano mayor. Pero no era resentido con ello, admiraba a Itachi. 




Cuando cumplí mis 6 años, mi padre Fugaku se mudó a Inglaterra y nos dejó a ambos aquí en Japón, Tokyo para continuar nuestros estudios, sin antes advertirnos de que en algún momento tendríamos que ir a Europa para tomar el control de la empresa. Desde entonces, Itachi con tan solo 12 años (y en compañía de mi nana y algunos sirvientes) se las ha ingeniado para cuidarme a mí, fastidiarme con su agobiante amor, estudiar y ser un alumno de promedio diez. Los primeros años fueron difíciles hasta que ambos nos acostumbramos a aquella vida, y si me lo preguntan, prefiero vivir solo con mi hermano a que con mi padre. 




Actualmente, Itachi tiene 21 años y está en la universidad más importante de Tokyo estudiando administración de empresas, mientras que yo, Sasuke Uchiha, tengo 15 años y estoy en la preparatoria. Hoy es mi primer día comenzando el onceavo grado. 




Todas mis vacaciones las pasé en Inglaterra. Mi padre insiste en que me vaya familiarizando con el país, sus costumbres, el idioma y sus horarios, para que cuando llegue el momento de partir de aquí no tenga problemas. Durante todas mis vacaciones, no vi a ninguno de mis amigos. Bueno, mi único y mejor amigo. Solo me he comunicado con él por mensajes, pero hablábamos por poco tiempo ya que se la pasó en las playas de Okinawa y yo en los nublados días con niebla de Londres. 




El sonido de la alarma llegó a mis oídos y uno de mis pálidos brazos se estiró para apagarla. Me removí entre las blancas frazadas y luego, con algo de pereza me senté en la cama y me dio escalofríos el frío suelo que tocaron mis pies. Pero pasó cuando algo cálido se resfregó entre mis piernas: mi gata negra. Se llama Kitty porque mi hermano pensó en lo magnífico que sería tener un gato macho con nombre de un personaje animado rosa, hasta que descubrimos que era hembra, por lo que el chiste de convirtió en un nombre pésimo. Se erguía contra mí y maullaba, cuando la acaricié se relajó y me dejó moverme de allí. Me levanté de la espaciosa cama y me di una ducha en el baño que se encontraba dentro de mi habitación. Al salir, me miré al espejo. No es que fuera egocéntrico, pero hasta a mí mismo me fascinaban mis abdominales perfectamente marcados y mi ancha espalda. Soy pálido y con los ojos ligeramente rasgados, producto de mi sangre japonesa e inglesa. Mi cabello es negro azulado, aunque generalmente no le doy importancia a como está peinado, naturalmente mi flequillo cae a los costados de mi frente y el pelo de la nuca se eleva un poco. 




Le pegué una ojeada al uniforme oscuro que consistía en una camisa, el saco, la corbata roja y los pantalones holgados, junto a un par de zapatos. Dos años más, y ya no tendré que usarlo. Hasta posiblemente, vaya a estudiar a una universidad inglesa. Me inquietaba un poco aquello. 




Sin más, me coloqué el uniforme y anudé la corbata. 




Mi mansión es enorme; no solo tiene mi habitación, la de Itachi y la de mis padres, también una más para invitados, dos más para empleados que vivían con nosotros, una sala de juegos con un pequeño bar, un baño en cada habitación y otro fuera , el jacuzzi y sauna, la enorme sala de estar con ese cómodo sillón rojo donde dormí más que en mi propia cama, la cocina y por supuesto, el enorme y verde jardín con la piscina. El lugar favorito de Itachi es su invernadero donde tiene su adorada planta de tomates, la cuida tanto como a mí.  




Al salir de la habitación, mi vista se dirigió a la pared del corredor donde se encuentran las fotos de la familia. Pero hay una en específica que observo siempre: la foto de mi madre. Nunca la conocí, lamentablemente la vida no me dio la oportunidad de hacerlo, pero mi hermano mayor a veces me cuenta de ella: era una mujer dulce, cariñosa y atenta, y lo creo si fue capaz de ablandar el corazón de mi padre. Es terrible que el mismo día de su aniversario de muerte sea mi cumpleaños. 




Sin más, bajé las escaleras de mármol y fui a la cocina. A pesar de la soledad de la casa, junto a mi hermano mayor no se sentía tanto. Lo visualicé cocinando algo y en cuanto me escuchó, se giró y sonrió. 




- ¡Buenos días, hermanito! - exclamó con toda la felicidad del mundo. Él y yo nos parecíamos y a la vez no, su cabello era oscuro pero no tanto como el mío, su piel no era tan pálida y siempre tenía esas ojeras naturales en el rostro, sin embargo, nuestros ojos eran los mismos. Pero nuestra personalidad era la mayor diferencia. 




- Buenos días - apenas dije sin emoción, casi de malhumor. Su sonrisa del rostro no se borró. 




- ¿Preparado para tu primer día de clases? - preguntó. 




Suspiré. 




- Itachi, no es el primer día de clases que tengo - fue todo lo que respondí, me fastidia que hagan escándalo del primer día y es solo uno más. Una pequeña carcajada salió de sus labios y se volvió a girar. Yo tomé asiento en la mesa. 




Mi hermano se giró y trajo consigo dos platos con waffles, uno con mucha miel y crema arriba, y otro con apenas. Claro que el mío era el que tenía poca miel, no me gusta lo dulce y me alegra que lo sepa. 




Comenzamos a desayunar, y sentí como la mirada oscura de Itachi estaba clavada en mí. 




- ¿Qué? - pregunté molesto, sin mirarlo. 




- Es solo que... - susurró, y luego escuché un estruendoso ruido. Mi hermano básicamente saltó de la silla hacía mi y me abrazó - ¡no quiero que crezcas más, Sasuke! ¡tienes que ser siempre mi pequeño hermano menor! - gritó con fingidas lagrimitas en sus ojos, casi dejándome sin oxígeno. He aguantado esos cariñosos maltratos de él todos estos años. Y siempre en el primer día de clases hacía lo mismo. 




Me moví de lado a lado, intentando zafar de sus fuertes brazos. 




- ¡Me asfixias, idiota! - me quejé a lo que Itachi me soltó y se sentó en la silla con la seriedad en su rostro, como si nada hubiera pasado, lo miré mal. 




- No digas malas palabras en la mesa, Sasuke - me "regañó" señalándome con su dedo. Yo bufé, el molesto de mi hermano era lo que faltaba para tener el malhumor completo esa mañana - ya, ya ¿te llevo? - preguntó entusiasmado.  




- No, yo solo subo al mismo coche que manejas tú - respondí con sarcasmo, observando como una sonrisa burlona aparecía en su rostro. 




- Adoro tu sarcasmo, hermanito - dijo y extendió un brazo para tomar una de mis mejillas y la estiró hasta que chillé. De un manotazo me soltó y lo mire mal, hasta que vi la hora de la enorme pantalla de mi celular. Eran las 7:00 am, hora de ir al instituto. 




- Salgamos ya - casi ordené, y fui a buscar mi bolso a mi cuarto. Antes de salir de mi habitación, acaricie la cabeza de la gata, quien ronroneó y entrecerró sus ojos esmeralda, me despedí de ella y me fui. Itachi me estaba esperando en la puerta y ambos nos dirigimos al auto plateado. 




Intercambiamos un par de palabras pero yo estuve en mi mundo. Me inquietaba como iba a reaccionar mi mejor amigo al verme, si iba a odiarme por desaparecer del mundo por dos meses o si iba a asfixiarme como lo hizo Itachi hoy a la mañana. Mi vista estuvo en la ventana todo el viaje, observé ese paisaje urbano, para nada atrayente a mi parecer.  




- ¿En qué piensas? - preguntó mi hermano, al parecer notó aquello. 




- Nada - respondí atajante. 




Estuvo en silencio unos segundos, hasta que habló nuevamente. 




- Por cierto, no podré irte a buscar - avisó mirando hacia al frente colocándose unos anteojos oscuros, los rayos del sol comenzaban a molestar - vuelve solo, hay comida en la heladera y ¿vendrán visitas? - preguntó repentinamente emocionado, yo sabía a lo que se refería. 




Otra vez, me encontraba mirando por la ventana. 




- No lo sé. 




Y el silencio cayó de nuevo. 




Llegamos a la enorme entrada de la escuela, Itachi se detuvo en la vereda y me miró con una sonrisa cariñosa. 




- Suerte, hermanito - me dijo, a lo que sacudió mis cabellos, despeinándome. No me quejé. 




- Hasta luego, Itachi - me despedí, abrí la puerta del auto y me bajé. Con mis manos en los bolsillos, caminé hasta entrar. Era un chico popular en el instituto, no solo por mi dinero y mi familia, también por lo atractivo. Oía como susurraban cosas sobre mí, lo lindo o egocéntrico que era. Hasta tenía mi propio club de admiradoras, pero a pesar de ser un adolescente y que las hormonas deberían atacarme, no me interesaban en lo mínimo. Eran solo un montón de huecas superficiales admirando a alguien que no conocían, muy pocas veces tenían el valor de decirme algo de frente y nunca regresaban a repetirlo. 




Aún con la vista de la mayoría clavada en mí, me dirigí a mi salón. Con el único que deseaba hablar era con mi mejor amigo, aunque posiblemente él iba a hablar mucho más que yo. Pero al entrar al espacioso salón semivacío, una chillona voz retumbó. 




- ¡Sasuke-kun! ¡Buenos días! - gritó Sakura, una chica de pelo rosa y ojos jade, una de mis tantas admiradoras. La diferencia, es que ella si me conocía (en realidad, lo que yo quería que conociera de mí) y se podría decir, que es una buena amiga mía. Instantáneamente me vió, se colgó de uno de mis brazos y lo apresó - ¿cómo estuvieron tus vacaciones? - preguntó con los ojos encendidos mirándome fijamente y una sonrisa. 




No intenté sacarla de mi brazo. 




- Hola, Sakura - saludé con el tono calmo y frío - bien - respondí, no me interesaba saber como estuvieron las suyas, en realidad, aunque ahora mismo comenzaría a contarme qué hizo. 




- Genial, yo me fui por una semana a California con mis padres - comentó animada, tal como pensé. Removí mi brazo de sus garras y al segundo, otra persona me apresó del otro lado. 




- ¡Vete de aquí, frentona! - insultó Ino, una rubia de cabellos largos y lacios con los ojos de un celeste opaco. Otra más de esas huecas. Suspiré molesto, porque cuando me libré de Sakura, vino Ino y la pelirrosa volvió a colgarse de mí ¡Y comenzaron a tironearme de los brazos! 




- ¡Él no quiere que me vaya, ino-cerda! ¿o no, Sasuke-kun? - preguntó, buscando consentimiento en mi respuesta que obviamente no existió. Iba a decir algo hasta que una voz conocida me salvó. 




- Ya, suelten al pobre Uchiha - pidió Shikamaru con su típica expresión cansada, él no era ni mi amigo ni un desconocido, sencillamente nos llevábamos bien y fin. Ambas se soltaron y continuaron peleando, discutiendo por mí. 




Yo me acerqué a él y nos saludamos con un apretón de manos. 




- Sasuke - saludó. 




- Shikamaru - respondí con una sonrisa de medio lado, y él volvió a irse con su grupo de amigos de los cuales los conocía a todos: Lee, Neji, Chouji, Kiba y él. A veces hablábamos, solo cuando mi mejor amigo me llevaba con ellos, claro que jamás me acercaba por cuenta propia. Me gire con lentitud, iba a buscar un banco disponible para mí, y me encontré con el cielo mismo en un par de ojos. 




- ¡Teme! - exclamó este extraño rubio bronceado, con tres marcas en cada mejilla, el cabello casi sin peinar y por supuesto, esos enormes ojos azules que parecían furiosos. 




- Naruto - dije inmutable, le molestaba que sus insultos casi no hicieran efecto en mí, pero era divertido pelear. 




- ¡Eres un bastardo! - no parecía furioso, está furioso. Tenía los puños apretados y la mandíbula dura, también me divertía verlo en ese estado - ¡No supe nada de ti en mucho tiempo, Sasuke-bastardo! - me reprochó, a lo que me reí con suavidad. 




- ¿Qué eres, una novia que debo decirte en donde estoy? - pregunté con sorna, Naruto hizo un puchero inconscientemente. 




- ¡No! ¡Soy tu mejor amigo! - demandó, y tomó asiento en uno de los pupitres, totalmente vencido - encima de que me preocupo...  




Oh, Naruto, aquello llegó a mis oídos. 




- Qué adorable, se preocupa por mí - bromee, tomando una de sus bronceadas mejillas mientras tomaba asiento detrás de él. Lo extrañé a él junto a su personalidad infantil, pero no iba a saberlo posiblemente jamás. Se movió de lado a lado para que lo soltara y me miró aún más enojado, pero yo solo no deje de sonreír.  




Me insultó y se cruzó de brazos, estaba haciendo un berrinche. Típico de Naruto. Se giró molesto y me dio la espalda, me saqué mi bolso y lo puse sobre el banco. Luego me paré y le tironee uno de sus mechones con suavidad. 




- Vamos, dobe - casi solicité atención, a lo que Naruto con una sonrisa triunfante y traviesa, casi zorruna. 




- ¿Cómo fueron tus vacaciones que ni un mensaje pudiste mandarme? - seguía resentido con el tema, al parecer. Me dio gracia. 




- Nada nuevo, Londres es aburrido - comenté, y luego contraataqué - ¿y las tuyas, que tampoco hiciste mucho para hablarme? 




El maldito rubio largó una carcajada. 




- Volviste gracioso, Uchiha. 




- Y tú idiota, Namikaze. 




Nuestros ojos se miraron fijamente por unos segundos, enfrentándose mentalmente. Finalmente, Naruto desistió rompiendo el momento. 




- Bien, tengo algunas cosas que contarte - me dijo con una sonrisa, pero antes de que pudiera decirme algo, el aula se llenó en su totalidad y el profesor entró. Su cuerpo se giró para mirar al frente, mientras que yo observaba por la ventana (por suerte y sin saberlo elegí un banco que da a la ventana para mirar el paisaje si me aburría, tal cual como ocurrió en esa clase). Como era de esperar, la primera semana los profesores se presentan y dan sus contenidos, algo que me aburre. 




Toda la clase estuve observando cada rincón que permitían mis ojos, y luego miré la cabellera rubia que tenía enfrente. 




Naruto y yo somos mejores amigos desde que uso la razón. Mi padre Fugaku y su padre Minato eran mejores amigos, aunque de empresas enemigas pero por suerte, eso jamás interfirió en la amistad. Crecieron juntos y estudiaron juntos. Y mi madre conocía a Kushina, la madre de Naruto, eran buenas amigas. Cuando nací yo, todos sufrieron la perdida de mi madre. Kushina perdió a una amiga, Minato a básicamente una cuñada y mi padre, al amor de su vida.  Por suerte, Naruto estaba en camino cuando mi madre falleció y al nacer ese rubio molesto, los ayudó mucho a soportar el dolor de perder a una amiga. Y Minato ayudó a mi padre a salir de la depresión de perder a su mujer, inmediatamente el señor Namizake se volvió mi padrino. Apenas lo recuerdo, pero me acuerdo que siempre que venía a mi mansión, me traía caramelos de los que me gustaba a mí, con saber a chocolate amargo.  




Cuando Naruto nació yo tenía seis meses, desde entonces nos conocemos. Recuerdo que peleábamos siempre por los juguetes y que yo lo hacía llorar bastante, pero también lo consolaba. Él venía siempre a mi casa, yo iba siempre a la suya y jugábamos juntos mientras mi padre pasaba una agradable tarde con los padres de Naruto. Pero todo cambió cuando Minato y Kushina fallecieron en un accidente cuando yo tenía cinco años. El apoyo de mi padre nuevamente lo abandonó. Al año, se mudó a Inglaterra. 




Naruto se mudó con sus abuelos paternos, Tsunade y Jiraiya, y desde entonces, se han hecho cargo de mi mejor amigo. Sufrió la perdida de sus padres, pero no tanto como mi padre. Supongo que comprendo su forma de ser después de todo lo que le ocurrió. Perdió a su mujer, y luego a su mejor amigo. 




Para mi suerte, el rubio no cambió. Recuerdo que estuvo triste durante un tiempo pero le aclaré que jamás le faltaría para nada (y fue una promesa que me hice a mí mismo), y desde ese momento nunca lo dejé por nada del mundo. Quizás exista cierta rivalidad entre nosotros y peleas idiotas, pero éstas nunca duran más de un par de días. Sencillamente, no puedo estar peleado con el Namizake ni él conmigo. Recuerdo cuando se enojó conmigo en el kinder porque preferí sentarme con otro a que con él. No me habló por dos días hasta que fui a preguntarle que le ocurría y estalló en un "¡Tienes que sentarte solo conmigo por el resto de tu vida, Sasuke-baka!" con enormes lagrimones recorriéndole los sonrojados cachetes. Sonreí inconsciente recordando aquello. 




Quizás Naruto tensa una personalidad contraria a la mía, pero en cierto modo, me complementa. Es ruidoso, irritante, sociable, alegre y siempre tiene esa estúpida sonrisa en el rostro, todo lo que debería tener una persona para que la amen. Yo, un malhumorado irritable, callado, introvertido, arrogante y solo me ha visto sonreír él y mi hermano. Supongo que eso lo que me mantiene tan pegado a Naruto: que él me conozca en serio. Nunca voy a admitir que perderlo como mejor amigo sería lo peor para mí. Perderlo a él, en realidad, sea como sea. 




A pesar de estar pensando tanto, noté que la cabellera rubia abría espacio al rostro de Naruto. Se volteó. 




- Oye, ya es el receso - me avisó mientras se levantaba de la silla y se estiraba un poco ¿en qué momento pasaron dos horas? Me levanté del asiento y noté las millones de cosas escritas en el blanco pizarrón, luego las anoto o se las pido a Naruto si las copió. 




Él comenzó caminar a la salida del salón, y yo le seguí el paso. Con las manos en los bolsillos y pareciendo desinteresado, le pregunté: 




- ¿Qué querías contarme?  




Naruto puso una extraña cara de bobo. 




- ¿Recuerdas que me fui de vacaciones? - asentí - bueno, conocí a alguien. 




Estaba impresionado. Naruto, el idiota, dejó de ser un idiota y quizás dio el paso con una chica. A veces hablabámos de ello, aunque sinceramente, él tocaba el tema. Yo jamás me sentí interesado por alguna chica, quizás atraído pero no eran más que una perdida de tiempo. Algunos besos interesantes acompañado de roces y hasta nunca. Naruto siempre había sido lento para esas cosas. 




- ¿A quién? - pregunté con una sonrisa de lado, claro que no iba a dejar en evidencia mi impresión. 




Iba a comenzar a hablar hasta que Sakura llegó. 




- ¡Sasuke-kun! - gritó, demonios ¿esta chica no tenía otra frase? - ¿te sientas conmigo? - me preguntó tímida. 




- No, Sakura - contesté tratando de conservar la calma - estoy hablando con Naruto. 




Pensé que con ello me la sacaría de encima, pero logré lo contrario. 




- ¡Sakura-chan, tanto tiempo sin verte! - exclamó con una enorme sonrisa en el rostro - ¡Claro que puedes sentarte con nosotros! - invitó sin mi consentimiento, idiota. 




La verdad era que Naruto siempre gustó de Sakura, pero ella no paraba de estar obsesionada conmigo. ¿Me molestaba que él gustara de ella? Claro que no, solo me molestaba que la invitara a todas partes conmigo ahí. 




Suspiré molesto, a lo que Naruto se acercó a mi oído y susurró: 




- ¿Puedo ir a tu casa luego? Allí te cuento. 




Rodee los ojos, iba a tener que suplicarme. Puso una cara de cachorro y junto sus manos en modo de rezo. 




- Por favor, Sasu-chan - rogó con la voz fina y los ojos azules con un fingido cristalino. 




Él sabe que odio que me diga de esa manera, pero en parte, también logra comprarme. Terminé sonriendo rendido. 




- Esta bien - respondí. En el resto del receso, Naruto y Sakura hablaron sobre lo que hicieron en sus vacaciones. Aunque Sakura fuera algo violenta con él, eran buenos amigos. Se conocieron en la primaria, cuando Sakura no tenía idea de como acercarse a mí y por mero interés, hizo una amistad con él ya que con Naruto pasaba todo mi tiempo. Al paso del tiempo, la pelirrosa notó que el Namizake tenía buen corazón a pesar de ser algo torpe.  




De vez en cuando me dirigían la palabra, pero yo estaba en mi mundo. ¿Le contaría a ella lo que me va a contar a mí? 




Cuando tocó el tiempo y nos dirigimos al salón, Naruto estuvo charlando con su grupo de inadaptados, perdón, amigos. Yo hablaba con ellos cuando el momento lo ameritaba, pero realmente no eran mis amigos. Kiba se comportaba casi de la misma manera que mi mejor amigo, Lee era el chico energético que gritaba continuamente frases relacionadas con la juventud, Chouji tenía la boca ocupada masticando papas, mientras que Neji y Shikamaru hacían comentarios, pero del grupo ellos dos eran los únicos que no me ponían molesto.  




Yo ya estaba sentado en el pupitre, observando como los demás se mostraban emocionados después de no ver por mucho tiempo a sus amigos. ¡Yo también estaba emocionado! Solo que no lo demostraba, no de esa forma. Naruto es mi único amigo y el único que quiero, en realidad, y pasé todas mis vacaciones sin ver esos despeinados cabellos rubios cuando todo mi tiempo lo dedicaba a él. Naruto, básicamente vive en mi casa, se queda a dormir, comemos juntos, jugamos juntos, salimos juntos, mi hermano mayor lo adora, hasta mi Kitty lo adora y es tan arisca como yo. Extrañé mucho al dobe. 




En lo que quedó del resto del día escolar (solo tuvimos dos horas más, por ser la primera semana salimos a las doce del mediodía) no ocurrió mucho, los profesores aburren copiando los contenidos de sus materias y charlando sobre que lo se verá en el año. Naruto tampoco me molestó tanto como lo esperaba, el año pasado se sentaba en la fila de al lado y cuando escribía, me empujaba. Obviamente que comenzaba una guerra y ambos terminábamos sin copiar nada y con las hojas llenas de garabatos.  




A la hora de la salida, junté mis respectivos útiles y me encaminé, esperaría a mi mejor amigo en la salida. Nuevamente, alguien se colgó de mi brazo. 




- ¿Harás algo en la tarde, Sasuke-kun? - preguntó lascivamente Ino, no hacía falta girarme para notar que me estaba devorando con sus opacos ojos.  Aunque sea ella era más directa, quizás algún día que necesite un revolcón. 




- Estaré con Naruto - respondí, sus propuestas no me interesaban en lo mínimo. Me solté de su agarre. 




- ¿Y harás algo mañana? - volvió a insistir.  




- Si, estaré con Naruto - dije con sorna, casi triunfante. 




Bufó. Bingo, la respuesta que esperaba. 




Ella se quedó atrás, y ahí estaba Naruto, charlando animadamente con Kiba. Le pasé por al lado y logré escuchar como se despedía del perro, y luego se estaba aproximando a mí. 




- ¡Teme! Espérame - pidió, a lo que me detuve y lo observé. 




-Pues apurate, dobe - le insulté y caminó a mi lado haciendo berrinches. Luego de unos segundos, se calmó. 




- ¿Itachi está en casa? - preguntó, no logré descifrar su tono. 




- No, llegará tarde. 




Asintió y los dos nos dirigimos a la parada del autobús, ya que mi hermano mayor no podía venir a buscarme. Por suerte, llegó a los pocos minutos. No estaba ni lleno ni vacío, nos sentamos en el fondo y él sacó su celular mientras yo observaba la pantalla. De pronto, se detuvo en la foto de una chica de cabello moreno y ojos aperlados. Me acercó su celular y preguntó: 




- ¿O no que es linda? - dijo con una sonrisa tonta en el rostro. La piel de la chica era casi pálida y llegaba puesto algo que parecía un vestido color blanco. A su lado, estaba Naruto en las playas de Okinawa. Si, era linda. 




- ¿Ella es de quién quieres hablarme?  




Guardo su celular en el bolsillo y asintió frenéticamente. 




- La conocí en Okinawa - me comentó, quizás, Naruto ya había dejado de ser tan inocente... 




- ¿La conociste durante menos de dos meses y ya estás enamorado? - pregunté divertido a lo que el se sonrojó. Me sorprendió, era raro ver a Naruto avergonzado de esa forma. Seguía siendo el mismo inocente imbécil de siempre. 




- ¡No! - contestó rápidamente. 




- ¿Entonces por qué tanto escándalo con ella? - insistí, ni con Sakura se alteró tanto. 




- No lo sé, por eso quiero tu opinión - no dije nada, opinaría en la comodidad de mi casa. Los diez minutos restantes del viaje no hablamos, él estaba concentrado en un juego nuevo que se había descargado y yo, observaba por la ventana mientras sentía que el trío de chicas que recién subió al transporte me miraban y susurraban cosas entre ellas. La adolescencia es dura para Sasuke Uchiha. 




En el momento de bajar, tomé a Naruto de su brazo ya que no le sacaba la vista de su pantalla. Prácticamente, yo lo bajé del autobús, él solo caminaba. Con mi pálida mano aferrada a su bronceado antebrazo, llegamos al barrio privado en el que vivía. Calles perfectas, pasto increíblemente verde, mansiones lujosas y delicadas rejas negras, con un patio delantero cuidado más que a un hijo. Faltaban un par de casas para llegar a la mía. 




- Dobe, ¿podrías dejar eso? - me quejé con el ceño fruncido, ya estaba empezando a molestarme. 




- No, es el último nivel, nunca logro pasarlo - contestó embobado sin dejar de mirar el aparato. Enojado, se lo robe de las manos y estalló: - ¡Devuélveme eso, teme!  




Tenía ganas de jugar, y así iba a hacerlo. Con una sonrisa, le reté: 




- Solo si me atrapas - y comencé a correr hasta llegar a mi casa. Fue estúpido, ya que tenía que abrir la puerta y para entonces, Naruto iba a atraparme. Metí el celular en uno de los bolsillos del saco y con una rapidez increíble busqué mis llaves. Para cuando estaba abriendo la puerta, Naruto estaba detrás de mí forcejeando y sus manos chequeaban cada bolsillo mío para encontrar su vicio. 




- ¡Te mataré, Sasuke Uchiha! - gritó enojado cuando logré abrir la puerta y corrí hasta el sillón, arrojando el bolso en el camino. Empecé a rodear el enorme sillón, aún tenía una sonrisa desafiante en el rostro, eso enfurecía a Naruto de verdad.  




- ¡Devuélvemelo, bastardo! - gruñó con el ceño fruncido y apretando sus puños. Ni siquiera se había sacado el bolso. 




- Solo si me atrapas - reiteré las "reglas del juego". Naruto gritó hastiado, y de un salto, apoyando su pie en medio del sillón, lo saltó cayendo sobre mí. Tenía una pierna a cada lado mío al igual que sus brazos, ya no tenía escapatoria de allí. Largué una pequeña carcajada. 




- ¿Y ahora que harás? - pregunté jugando con él. Frunció el ceño, sus ojos azules se veían furiosos. Cerró sus puños. 




- ¡Devuélvemelo! - volvió a pedirme, tenía su mandíbula apretada. 




- ¿O qué? - dije sonriendo. Mientras que todos me creían (soy) antipático y serio, con Naruto sencillamente no puedo. Mi lado niño e idiota sale cuando estoy con él. 




Iba a protestar, cuando un maullido detuvo su grito. Kitty apareció a nuestro costado, rápidamente, la cara se le iluminó a Naruto y salió de sobre mí. Corrió hasta la oscura gata y la tomó en sus brazos, no la veía hace meses. La apretó contra su pecho mientras le acariciaba desde las orejas hasta el lomo, desde donde estaba yo escuchaba el ronroneo de la felina. ¡Abrazaba a mi gata y cuando me vió a mi me insulto! ¡Mal amigo! 




Me levanté del suelo y lo miré con mala cara. 




- Le das más cariño a mi gata que a tu mejor amigo - me quejé con fingida molestia, a lo que el bastardo me sacó la lengua. 




- Oh vamos, teme, no te pongas celoso - bromeó y luego  agregó: - ella no me saca mi entretenimiento - contraatacó, degustando del suave pelaje del animal. 




Bufé, saqué su bendito celular de mi bolsillo y lo arrojé al sillón. Instantáneamente, Naruto dejó a mi gata en el suelo y se tiró para agarrar el aparato como si fuera su alma. Me dirigí a mi cuarto, me molestaba tener puesto el uniforme. Con lentitud subí las escaleras, seguido de mi adorable Kitty. Al llegar a la planta alta, me agaché para saludarla. Se refregaba violentamente contra mí y su cola se movía de lado a lado, yo también la había extrañado. 




Mi gata era arisca y maldita con todos, claro que conmigo e Itachi no. Cualquier visita que se le acercó para cargarla, terminó con un rasguño, un bufido y el animal alejándose. Pero con Naruto era distinto, ella venía a buscarlo y le agradaba. Mejor, porque Naruto vive en mi casa y sería negativo que se lleve mal con mi gata... 




Entré a mi habitación y busqué algo de ropa, una remera oscura sencilla y un par de jeans azules. Me estaba sacando la corbata cuando oí la puerta abrirse. Apenas me voltee y vi una cabellera rubia. No le di importancia, estaba acostumbrado a que Naruto hasta me viera desnudo, no era nada nuevo para los dos. 




Me estaba desvistiendo cuando mi mejor amigo habló: 




- ¿Has conocido a alguna chica en Londres? - preguntó mientras se sacaba la camisa y se ponía una de mis remeras que sacó de mi placard. Si, también estaba acostumbrado a que me robe mi ropa para estar en casa. 




- Algunas, pero nada interesante - contesté, ya totalmente vestido - como siempre. 




- Ah... - fue todo lo que dijo antes de descalzarse y arrojarse a la espaciosa cama con las piernas y brazos extendidos. Me senté a su lado. 




- ¿Y tú? - lo miré pícaro ya que sabía la respuesta. Una sonrisa apareció en su rostro. 




No había olvidado que debía contarme ciertas cosas. 




- Se llama Hinata - comenzó a contar - la veía caminando sola por la orilla del mar todos los días, hasta que un día me acerqué a hablarle y bueno... Nos hicimos amigos ¡pero ella era muy linda para ser mi amiga! - exclamó, a lo que me reí por su expresión catastrófica. 




- ¿Más linda que Sakura? - casi interrogué, ya que si esa chica le parecía más linda que Sakura, el dobe estaba perdidamente enamorado. 




- ¡Más linda que Sakura! - si, lo había perdido.  




- ¿Entonces?  




El rubio suspiró. 




- Seguimos viéndonos, pero no ocurrió nada - comentó decepcionado, pero luego agregó con una pequeña sonrisa zorruna - aunque, tuve la suerte de que ella iba a mudarse aquí en Tokyo ¡va a ingresar a nuestra escuela, Sasuke! - gritó como si la esperanza le volviera al cuerpo, levantándose de la cama y tomándome de los hombros emocionado. 




Durante todo el tiempo que conocí a Naruto, jamás lo había visto así. 




Solo me reservé a calmarlo y estar feliz por él.  




En lo que quedó de la tarde estuvimos hablando de cosas varias y jugando a mis juegos, pasar tiempo con Naruto me calmaba. Con él, sentía que estaba en casa. No mi casa actual, sino lo que realmente debería implicar: comodidad, relajación y bienestar. Aquí sencillamente no sentía más que soledad, hasta estando con mi hermano. 




Eran las ocho de la noche y mi amigo ya se había ido hace dos horas. Ahora mismo estaba en la comodidad de mi  con mi gata sobre mis piernas cruzadas, cuando el sonido de la puerta me distrajo de la televisión. Y un gritito me hizo resoplar. 




- ¡Hermanito querido! ¡Ya estoy en casa! - gritó a todo pulmón y con una alegría enorme Itachi. Kitty se acercó a recibirlo. 




- Lo noté - dije con sarcasmo ¿Cómo no notar su presencia cuando entra a la casa gritando?  




Escuché unos pasos rápidos a mi espalda y me moví, pero llegó a atraparme. 




- Te extrañé tanto - decía mi hermano mientras refregaba su mejilla contra la mía - ¿cómo estuvo tu primer día? - preguntó mientras se dirigía a la cocina. 




- Bien - respondí con sencillez. 




- ¿Vino Naruto a casa? - preguntó con una fingida curiosidad, sabía la respuesta. Me voltee a mirarlo mal, mi mirada respondió por si sola - ¡quería saludar a Naruto-kun! - se lamentó. 




Lo cierto es, que mi hermano siente una rara "obsesión" por mi mejor amigo. Siempre que viene a mi casa aprovecha y no para de molestarlo, y el inocente de Naruto no hace nada para quitárselo de encima. Es un dobe. 




En lo poco que quedó del día no ocurrió nada interesante. Ya me encontraba en la comodidad de mi cama con mi estufa personal sobre el pecho (véase, Kitty duerme conmigo) ronroneando suavemente. Sus ojos verdes brillaban en la oscuridad. 




Pero yo me sentía algo inquieto. 




Iba a ingresar la nueva "amiga" de Naruto a la escuela.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).