¿Tu sonrisa? Todo un pecado por RinneRaccoon

Una broma, una sonrisa, dedos entrelazándose entre sí y respiraciones que chocan. Todo tan simple y armonioso como un balde de agua en reposo, sin ninguna perturbación que los interrumpa. Sin embargo, el agua fluye, se mueve, circula y se escapa por donde menos lo esperas, así como los sentimientos lo hacen.
Una nueva mirada que lo atrapa, lo obliga a perderse en esos castaños y rasgados ojos, una sonrisa encantadora que lo invita a conocerle y tan rápido como una ráfaga de viento desaparece de su campo de visión. Parpadea confundido y mira, recuperando el aliento, por dónde se ha ido ese chico de sonrisa gatuna. Suspira y cierra los ojos, inconscientemente en sus labios color cereza, suaves y esponjosos, tan apetecibles sin ni si quiera probarlos, aparece una leve, pero inocente e ilusionada sonrisa; mientras su mente recrea el perfecto y sinuoso rostro de aquel individuo que tan solo, durante unos segundos, le había arrancado el aliento de una mirada.
¿Creía en el amor a primera vista? Hace dos años hubiese dicho que no sin dudarlo, sin embargo, cierta persona hizo que se tragase sus palabras. Fue entonces, cuando notó una leve presión en su mano derecha y unos labios rozaron su pequeña oreja, que recordó que había conocido el amor a primera vista gracias a la persona que tenía al lado y no gracias a aquella que ya era tan solo una sombra desdibujada en el campus.
—¿En qué piensas, baozi?
—En el amor a primera vista —comentó ahogando un gemido en su garganta mientras un escalofrío lo recorría de forma lenta y sensual, casi como una pequeña invitación al placer.
—En mí, ¿no? —preguntó el chico de finas facciones y largas pestañas, dulce mirada y sonrisa risueña. Era como un pequeño cervatillo juguetón en un prado lleno de flores en plena estación de juegos, la frondosa primavera.
—Hmmm…—gesticula el otro muchacho de labios finos mientras no puede evitar sonreír ampliamente haciendo que su labio superior se hiciese incluso más fino de lo que ya era y mostrase su rosácea encía, algo que no acababa por gustarle, pero que no podía evitar ya que formaba parte de su esencia.
Cerró los ojos y a la vez acudió a su mente, de una forma muy rastrera y sucia, los ojos y sonrisa felina de aquel chico desconocido, adormecido apoyó la cabeza en el hombro del otro y se dejó atrapar por los deliciosos brazos de Morfeo. Y en otra cruel jugada de su subconsciente apareció en sus sueños un hermoso gato gris que le sonreía de una forma burlesca y seductora, irónica e irresistible. Toda una tentación. Esa sonrisa debería ser considerada un pecado. Y, desde luego, él sería el primero y único en catarla y clasificarla como tal. Esa sonrisa definitivamente sería su condena y perdición como más adelante descubriría. Quizás no necesitaba meses, semanas o días para comprobarlo, sino unas simples horas.
El tiempo corría al igual que los sentimientos y el agua, nada permanece quieto, todo fluye naturalmente. Unos hilos rojos del destino se desligan y otros se unen, los pájaros vuelan por el cielo y cantan a las hembras intentando conquistarlas. El mundo gira y las personas sonríen día a día, cambian, rompen con sus parejas, se juntan con otras en una continua danza sin fin. Todo esto en un amplio círculo sin fin que da vueltas y vueltas continuamente sin parar en ningún momento y, si lo hace, tan solo es para cambiar de sentido y girar más rápido, casi en una desenfrenada carrera hacia el tesoro del Dorado.
Quizás MinSeok sufriese en ese momento eso que llaman destino o amor a primera vista, quizás tan solo se llevaba por la adrenalina al sentir una pequeña variación en su rutina o simplemente ese chico realmente lo encandiló con su sonrisa, pero una cosa era casi segura: había encontrado a su Dorado en una sonrisa pecadora.