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Pero. por Szitakota

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Notas del capitulo:

¡Bonitas noches!
En esta ocasión he querido traerles este pequeño trabajo de una de mis OTP más queridas del fandom de DMMD.

Ha quedado bastante cursi. Pero lo merecían. ESpero que les guste, traeré muchas más entregas de estos dos en el futuro cercano.

Este fanfic se lo dedico a una amiga que, espero, encuentre ánimo en él. Luu, ojala pueda aliviar tu ánimo del demonio con mi regalo, que era para tu cumpleaños, pero ya haré algo mejor.

Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertence, todos son propiedad de Nitro+Chiral al igual que la saga de DMMD. Yo solo los uso para fines recreativos y creativos.

Toue había caído.

Tras la destrucción de la torre, el mundo entero supo de Toue y sus experimentos. El Rhyme fue perseguido con mayor rigor que antes. Aoba y todos sus amigos estaban vivos, heridos, pero vivos; se veían felices. Y es que al fin todo había terminado, pero…

Siempre había un “pero”

Su “pero” particularmente era grande, un enorme obstáculo a su felicidad. Escuchaba voces de aliento, múltiples palabras que intentaban arreglar su ánimo retorcido en la tristeza, la desesperación y lo incierto de la situación.

Toue  había caído, muy cierto, lo agradecía. Aoba y los demás estaban a salvo, Mizuki se recuperaba rápidamente en el hospital bajo los cuidados de Clear, su amigo peliblanco. Estaba feliz por todos, ellos habían encontrado felicidad y consuelo, sus heridas sanaban de a poco…Todo estaría bien si solo Sei despertara.

El rescate había sido un caos; sus amigos habían planeado por días ese momento, estaban nerviosos, aterrados, preocupados y decididos. Muchas cosas pasaron en ese tiempo, todos maduraron muchísimo planeando el ataque, ante la posibilidad de morir en el evento, prefirieron irse sin culpas al otro mundo.

Aoba y Mink, un hombre alto, fornido, moreno y amable, ahora estaban juntos; de ese “juntos” que te llena el estómago de bichos bonitos.  El más viejo de ellos había caído en un irremediable sentimiento por su amo que, con intensa felicidad, correspondía al hombre que hoy lo adoraba con vehemencia. Su situación sentimental había avanzado mucho, llevaban meses tratando de aprender sobre el otro; Mink era muy reservado, casi negaba la alegría en su cuerpo, pero Aoba destruyó esa coraza de hombre duro e irrompible, demostrando que era duro, pero necesitado de mucho más amor y consuelo que unas simples palabras de aliento; y el altísimo hombre había ayudado a cerrar las heridas del pasado incierto de su amo, cosa que iba a agradecerle hasta su muerte. Con los días las cosas entre esos dos se hicieron tan evidentes que sus amigos, generalmente discretos, hicieron miles de esfuerzos por juntarlos; esfuerzos que, obviamente, dieron sus frutos.

Pero el celestino no le disparó solo a su amo, atacó a cada uno de sus amigos. Incluso a Noiz, con quien ahora tenía una amistad fuerte y sincera, pues pasaban horas juntos en configuraciones que el alemán le hacía con la idea de mejorarlo y hacerlo apto para la terrible misión suicida en la que iban a embarcarse. Fueron esas horas juntos las que, sin saberlo, desataron sentimientos negativos en su contra de parte del mejor amigo de su amo, líder de Benshigure, peluquero y don Juan consagrado; su amigo Koujaku. Noiz le había mencionado que el “anciano” era importante para él, porque no le miraba como a un bicho raro, ni juzgaba sus acciones, ni preguntaba por su pasado…solo lo detestaba por ser él.  Recordaba esa charla. Noiz sonriendo con plena sinceridad mientras trabajaba en su estómago, abierto y enseñando cables, hablando de un hombre que lo estaba viendo desde la puerta de su taller con los ojos muy abiertos y su rostro encendido por la vergüenza, Noiz ignoraba la presencia de Koujaku en el lugar o sencillamente era su manera de decir una verdad muy penosa para tratarla en soledad.

Espero que algún día se dé cuenta que de cuanto puede esconder un insulto, al menos en mi caso.” Recordaba esa frase; Noiz la había pronunciado con tanto sentimiento que, por un momento, pensó que no era él.  Tenía una sonrisa amarga, casi parecía que iba a llorar, cerró su sistema alegando que su trabajo había terminado y no pudo evitar el arrebato de abrazar a su rubio amigo. El contacto duró lo que Koujaku tardó en separarlos de un fuerte empujón a su persona, tomando al alemán en sus brazos con un fuerte “¡No se te ocurra tocarlo de nuevo maldito allmate pulgoso! ¡El mocoso de mierda debe decirme que me ama como se debe!”. Dos días después tenían una nueva pareja establecida en el “cuartel”, Aoba rió horas alegando que era obvio desde el inicio, los demás, aunque no lo dijeron tal cual, sí que se rieron.

El día del ataque llegó con la novedad de que Clear no iba a irse sin Mizuki de la torre pues, tiempo antes de que Toue le hiciera lo que fuera que le hizo,  ellos habían decidido estar juntos para siempre. Todos se sorprendieron, él mismo abrió los ojos ampliamente, pero prometió que la torre no iba a caer hasta que todos y cada uno de ellos saliera de ella.

Y entraron.

Cada quien a su manera. Noiz canceló cada cámara, sistema de seguridad y radio en toda la isla. No quería interrupciones. Todo Benshigure y Ruff Rabbit estaba ahí, siguiendo a sus líderes que, tomados de la mano, se daban en muda confidencia todo el apoyo que necesitaban. Los hombres de Mink estaban listos. Clear estaba ajustando algunas cosas y Aoba estaba a su lado. Con dificultad iba a olvidar las últimas palabras que compartieron ese día antes del pandemonio que iniciaron:

“Ve por mi hermano Ren.”

Y es que todos sabían de Sei. No por investigarlo, ni por datos encontrados, ni mensajes, ni señales…sino por todos y cada uno de los encuentros que él, un allmate obsoleto y Sei habían tenido en esa extraña playa durante los meses que duró su preparación. Se conocieron sin creer que fuera más que un sueño, hasta el tercer encuentro que tuvieron, donde hablaron de la vida de cada uno, descubriendo el parentesco que tenían su amo y el ser más hermoso de la tierra. Había llorado cada una de las desgracias que Sei vivió en esos años encerrado, sufrió cada experimento durante el triste relato, consoló a un dolido Sei que no paraba de contarle como deseaba volver a ver a su hermanito… lo había abrazado jurando que lo sacaría de ese lugar y cumpliría su deseo…

… a costa de su propia vida.

Porque sus sentidos se activaron en cuanto supo su nombre, su sistema se revolucionó al ver sus ojos y deseó por primera vez ser un humano para merecer estar a su lado, deseó hacerlo feliz. Bastaron meses de encuentros donde le contó historias, cuentos; donde cantó para su precioso pelinegro y aprendieron juntos a bailar algunas cosas en esa playa que vio su felicidad. Bastaron meses para que un allmate como él se enamorara de ese ser divino, etéreo, maravilloso y dulce que representaba Sei.

Su ángel.

 Lo había besado, Dulce cielo ¡Y como lo disfrutó! Saber que Sei podía amarlo ya era demasiado, saber que Sei quería salir ahora no solo por su hermano sino por él… era mucho más que demasiado. Saber qué sino atacaban la torre pronto el pequeño cuerpo de Sei no iba a soportarlo más… fue lo que rompió su límite. Iba a sacarlo, como fuera, iba a hacerlo e iba a darle la vida que quería al lado de su hermano. Si él moría, no le importaba, porque sus amigos iban a estar bien y Sei…

Sería feliz.

Entraron a la torre, se separaron. Mink y Aoba fueron por Toue, Noiz y Koujaku fueron por el maldito tatuador, Clear se encargaba de los demás robots y buscaba desesperadamente a Mizuki y él… él fue por su princesa en la torre más alta.

Acabó con tantos robots que no podría dar un número. Corrió como alma que lleva el diablo por pasillos, escaleras y pasadizos, pasó dos allmates  enormes, una serpiente y un león muy bien entrenados que dejaron su cuerpo online en pésimas condiciones. Pero llegó a su destino… la torre más alta. Cruzó un laboratorio aterrador, donde casi pudo ver a su adoración sufriendo, hasta llegar a un portón rojo enorme…

Ahí estaba él.

En una extraña sala llena de juguetes. Rodeado de muchas cosas infantiles. Acostado en una cama inmensa y con los signos vitales débiles… su dulce Sei estaba ahí, sonriéndole, muriendo lentamente.

Lo invadió tanto dolor que, de ser humano, habría muerto. Se acercó a la cama y besó sus manos con insistencia, le dijo que iba a sacarlo, que todo estaría bien, que podían lograrlo, y Sei creyó en sus palabras. Lo tomó en sus brazos y cubrió su pálido cuerpo con una cobija.

Y corrió.

Corrió sin parar, corrió sin ver si sus amigos estaban bien, sin atender a nada ni a nadie que no fuera el cuerpo agonizante en sus brazos. Corrió y, mientras lo hacía, la enorme torre caía en pedazos. No se detuvo hasta ver la puerta donde Aoba lloraba desesperado por no verle regresar. No se detuvo hasta que Sei estuvo afuera.

Ren.

 Su batería terminó en cuanto puso el débil cuerpo en los brazos de sus amigos. Su sistema lo alertó de las fallas debido a daños graves, su vista se nubló, la voz de Sei lo llamaba, pero él no iba a poder volver por su cuenta. O eso pensó hasta que despertó, casi dos semanas después, en el taller de Noiz.

El alemán lo había abrazado, Koujaku lo había abrazado, Mink tocó su hombro con afecto, Clear y Aoba por poco y lo asesinan. Y es que Noiz y Clear habían descargado el último proyecto de Toue: “Convertir a un allmate en un ser humano”. Por dos semanas habían trabajado sin pausa para lograrlo con su sistema.  Día y noche consiguiendo partes, transfusiones y rogando al cielo por su regreso dieron frutos. Ahora él era humano.

Podía estar con Sei.

Pero las cosas no fueron nada felices. Tras despertar desesperado por no entender nada, sus amigos le cuidaron una semana más, hasta que estuvo listo para escuchar las noticias: Lo habían logrado. Todo había terminado.

Al preguntar por Sei, Aoba solo pudo abrazarlo, mientras le agradecía salvar a su hermano, pero…

Oh no… todo menos un pero.

Sei no despertaba. Estaba vivo, sin duda, pero no despertaba. Los médicos lo habían estabilizado en su debilidad, hicieron de todo por salvarlo, pero no despertaba. No aseguraban que fuera a hacerlo. Su Sei, su ángel, su princesa de la torre más alta, estaba dormido, y no quería despertar.

Sei no despertaba.

Cada día fue a verlo. Sin falta, llevando flores y miles de libros para entretenerlo. Le contó la historia de cada uno de sus amigos. Decoró su habitación con miles de cosas que debían ser lindas, Clear solo compraba cosas lindas. Tomó su mano con todo el amor del mundo cada día, esperando su regreso. Quería verlo, quería que le diera una sonrisa, quería verlo feliz, disfrutando de cada una de las cosas que se perdió; quería amarlo, quería ser amado por él. Quería mimarlo, protegerlo, contarle historias, cocinar para Sei… quería ser mimado, protegido, escuchar sus historias y ver a Sei cocinar para él.

-Despierta por favor. Hoy…hoy es un gran día Sei. –pidió llorando, como casi todos los días de la última semana. Ya iba un mes y medio y no dejaba de sufrir. Quería decirle que lo amaba y ver su reacción. Pero nada pasaba, Sei no despertaba. – Sei… sé que me escuchas. Yo quiero que veas todo lo que deseas ver, quiero que pruebes comida extraña, quiero verte feliz… despierta, quédate a mi lado…-

Pero Sei no…

Se mueve.

Sei movía sus dedos…estaba abriendo sus ojos

-¡Sei! –Gritó con fuerza. Angustiado, aterrado, nervioso y… feliz. Tocó el timbre de las enfermeras hasta que lo rompió. Y nada pudo importar menos. Nada más importaba. Su mirada oscura brillaba de nuevo frente a sus orbes doradas… cómo  había extrañado esa mirada.

Sei había despertado.

Se acercó a su rostro y tomó su mano entrelazando sus dedos con los delgados y pálidos de Sei, que, con su poca fuerza, se enredaron en los suyos. Juntó sus frentes y se entregó al llanto. Pero no el mismo llanto amargo que lo atormentaba días atrás, este llanto era de pura felicidad. Estaba dichoso, feliz, estaba tan enamorado… lleno de mariposas, libélulas, aves y demás seres voladores y  bonitos en su ser.

-Oh Sei… yo…oh Dios.- Apenas pudo hablar, estaba demente en su dicha, atinó a besar la frente ajena, rodeada de mucho cabello, que había crecido con los días. – Sei… soy muy… feliz. Volviste, no me dejes Sei. Yo…-Su voz rota y queda era un canto para Sei, que sonreía levemente, pudo ver lágrimas rodar por su fino rostro. –Yo te amo.-

Y sus penas se liberaron con esa expresión. Todo el dolor y la angustia se fueron, toda su tristeza se fue. Su corazón latió rápido, sonrió ampliamente y besó a su dulce ángel, dándole la bienvenida a su nueva vida. Se separaron no por aire, sino por la llegada de las enfermeras y doctores que entraron aterrados al recibir la llamada.

Lo separaron de Sei, pero él no dejaba de llorar y de sonreír como idiota, viendo esos preciosos ojos negros. Bajó a sus labios, sabía que no podría hablar en un tiempo, pero leyó perfectamente la expresión que esa dulce y blanca boca dramatizó en perfecta mímica justo antes de que lograran sacarlo de la habitación blanca e iluminada donde su adoración lo miraba intensamente.

“Ren, te amo.”

 

 

Toue había caído.

Tras la destrucción de la torre, el mundo entero supo de Toue y sus experimentos, y repudiaron cada uno de ellos. El Rhyme fue perseguido con mayor rigor que antes. Aoba y todos sus amigos estaban vivos y felices. Y es que al fin todo había terminado bien. Sus amigos y él mismo estaban felices, viviendo plenos con las personas que amaban.

Y está vez… no había un pero.

Notas finales:

Bueno, espero y la experiencia fuera agradable, me divertí mucho escribiendo este pasaje.

Si tienen dudas, sugerencias, comentarios, mensajes o peticiones mi buzón va a estar abierto. Saben que voy a responder a sus comentarios.

¡Muchas gracias por leer hasta el final!

¡Hasta la próxima!

Marí fuera.


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