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Crisel Y el dragón por Hirra

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Notas del fanfic:

Este trabajo es totalmente mio, si bien lo pongo a su disposicion para su lectura, te ruego respetes mi trabajo y no hagas plagio en esta u otras paginas.

No es precisamente yaoi, pero es una bella historia que se me ocurrio. 

Notas del capitulo:

Hola!!!

Algunos ya me conocen, otros no. Mi nombre es Hirra!!! 

Tengo varios fanfic (todos de disney) y esta es la primera vez que hago uno original de un sólo capitulo. 

Espero que lo disfrutes!!

 

 

TERCERA LLAMADA, TERCERA LLAMADA...COMENZAMOS!!! XD

El niño y el dragón

-Hirra Al Andalus-

 

Ojos lastimosos que observaban el mundo con tristeza y dolor. Susurros que eran llevados por el viento en un agonizante soplido. Nada queda, nada existe. Sólo el sufrimiento es lo único real. Crisel vaga sin sentido por las calles empedradas del pueblo que lo vio crecer y le dio calvario.

 

¿Cómo es posible que una criatura que ni siquiera es humana, sea más bondadosa y gentil que aquella especie “razonable”?

 

 

Hace mucho, mucho tiempo, en un lugar donde el sol no brilla, donde la oscuridad permanece durante cada estación del año; una criatura, un dulce ser de tan sólo seis años de edad, andaba a paso lento y descoordinado, tambaleante de un lado a otro sin ser visto. Sus cabellos grises y sus ojos platinos eran razón de su temprano abandono. Indeseado, marginado, discriminado, todas estas características eran las causantes de que aquel niño maldito anduviera sólo en la inmensidad del viejo pueblo; sólo, sin razón, sin motivo.

 

Sus bellas orbes grisáceas eran consideradas la marca de un amor prohibido entre un cura y una joven dama. Se decía que ese infante era un demonio; que un ser oscuro vivía en sus entrañas, que en cualquier momento despertaría y  mataría a mucha gente. Que gran mentira.

 

Sin protección de sus padres, Crisel luchaba a diario por su supervivencia. ¿Cuánto más tendría que sufrir para ser consumido por la muerte? ¿Cuántas veces seria golpeado y abusado por su apariencia? ¿Cuánto tiempo más estaría sólo?

 

Caminó a lo largo de las calles del pueblo hasta que finalmente se adentro al frondoso bosque; cada vez más profundo. Iba introduciéndose en la maleza hasta llegar a los límites del mundo; lugar donde todo era frio y sin vida. Un manto blanco se extendía por todo el terreno cubriendo así, todo color que en el pudiera crecer; una fina capa de hielo se formaba sobre el lago congelado, el cielo se tornaba cada vez más gris y denso.

 

Los harapos del niño apenas si cubrían su cuerpo, el frio le calaba hasta los huesos impidiéndole mover sus extremidades con facilidad. Lo sabía, sabía que ese paraíso congelado era el lugar perfecto para morir, para acabar con todo de una vez por todas. ¿Cuánto debe sufrir una criatura para desear su propia muerte a tan temprana edad?

 

En tersa pie blanca, pequeña escarcha se formaba. Su respiración era casi inexistente; se podía ver el humo saliendo de sus labios extrayéndole el último aliento.

 

Continuó avanzando a través del agua congelada, el hielo crujía bajo sus pies descalzos. Lentamente, la vida se le iba en un suspiro, sus sentidos comenzaban a aturdirse, su cuerpo pesaba y sus pasos eran lastimosos. Entonces lo vio. El “suelo” debajo de él comenzó a partirse formando grietas, una sombra oscura se movía por el agua, lo admiró pasar por debajo de su existencia; de pronto salió. Era una bestia, un monstro, un ser imponente y colosal, una criatura magnifica de majestuosa apariencia.

 

Un par de orbes azuladas sin pupila lo observaban. Crisel perdió el aliento y se quedó asombrado ante aquello que veían sus ojos. Un dragón. La piel de dicha criatura era blanca y cubierta de escamas, el azul del lago se le reflejaba proporcionándole una tonalidad azulina a su ser. Delgados témpanos de hielo lo cubrían, el agua resbalaba por sus músculos, y sus alas extendidas rodeaban todo lo que aquel niño veía. Tan hermoso.

 

Se acercó lentamente buscando el contacto físico, lo alcanzó suavemente tocándolo apenas con un roce. Todo se nubló y cayó en la inconsciencia.

 

Despertó poco después cobijado por una áspera manta blanca. El ala fue retirada privándolo del calor que ésta, curiosamente, le proporcionaba. Crisel se levantó abruptamente resbalando por el hielo y cayendo de fauces contra el mismo. Alzó su vista presuroso, y nuevamente observó como el dragón lo miraba fijamente. La criatura era enorme, pero a la vez hermosa.

 

-¿Qué es lo que deseas? –se escuchó una voz retumbando por todo el espacio, era grave y sonora. El niño viró a todos lados tratando de localizar la fuente del llamado -¿Qué es lo que deseas?- resonó nuevamente. Crisel fijo su vista en el dragón al darse cuenta de este era el que hablaba, no obstante, los labios de dicho ser no se movían. -¿Qué es lo que deseas?

 

-Morir –respondió rápidamente y con la mirada seria –Es lo único que quiero.

 

-Curioso –exclamó la bestia mientras nadaba alrededor de la superficie circular donde el encontraba el menor –Muchas personas vienen a mí por diferentes motivos. Riqueza, amor puro, curar alguna enfermedad, cobrar venganza o simplemente para conseguir vida eterna…es la primera vez que alguien desea morir. ¿Qué es lo que te ha hecho pedir eso, niño?

 

-Por favor…-hablaba con dificultad –Tan sólo hazlo, acaba conmigo, con mi existencia, con mi vivir. Te lo ruego, ya…ya…no puedo seguir así, es demasiado. Mi presencia es indeseada, mi vida, no planeada. Todo lo que yo soy, todo lo que alguna vez fui, no debió de existir. Mátame –sentenció.

 

-Lo que me pides, es imposible –agregó firmemente –Yo no seria capaz de asesinar a una dulce criatura de tu semejante belleza, cuyos ojos cautivan almas y cabellos encadenan amores. No podría arrebatarle la vida a un infante cuya alas angelicales han sido arrancadas de la manera más cruel. Deshonraría mi gloria, sí a ti, mi pequeño príncipe celestial, arrancara la luz de tus orbes. Penaría mi existencia, sí fuera yo el que acabara con la tuya. Me es imposible lo que me pides, joven caballero, sin embargo, mi deber me manda cumplir cualquiera de tus suplicas, a excepción de la mencionada.

 

Crisel titubeó antes de hablar. Fragmentos de recuerdos se alojaban en mente provocando una presión en su pecho, pequeñas lágrimas comenzaron a inundarle sus platinadas orbes al ver en todas y cada una de esas imágenes borrosas, una sola cosa en común. Soledad. Todo a su alrededor se derrumbo reafirmando el sufrimiento de su vivir. Nada más quedaba que sólo eso. Extendió su vista hacia el ser blanquecino, quien lo observaba con cierta tristeza, sus labios tartamudearon, y un grito quedo ahogado en su garganta.

 

-Entonces –proliferó por fin –Quédate conmigo, sólo...hasta que me duerma.

 

Una lágrima resbaló suavemente por la piel escamosa del dragón, echo un vistazo al pequeño infante frente a él. Sus mejillas eran pálidas y mugrientas, sus ropas destrozadas y su cuerpo marcado; la apariencia de niño era lamentable. Lo supo, pero aun así permaneció a su lado. Lentamente, Crisel se recostó a la orilla del hielo cobijado por el suave manto del su protector. Una amena sonrisa apareció en sus labios al sentir el calor ajeno, cerró sus ojos con pesadez y se dejó llevar por aquella calma que lo invadía. Poco a poco, su respiración se iba alentando amenazando su final, cada vez más tardía, más pausada…hasta que por fin se detuvo.

 

El dragón se quedo a su lado, hasta el final. Esperó gentilmente hasta que el niño, dueño de su alma, cayera dormido en aquel profundo sueño del que nunca volvería. Sueño donde ninguna pena lo hostigaría, donde se resbalaría feliz entre las nubes, y descansaría ameno siempre bajo el cobijo del ala de su guardián.

 

 

 

Notas finales:

Les gusto? 

No es yaoi precisamente, pero es una linda historia ¿no creen?

En fin, es una historia triste y corta, espero que les haya gustado, lo hice con todo mi amor y locura

Dejen sus reviews 

Byeeeee

Hasta la proxima 


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