Era una tarde de lluvia de viernes, en la oficina no había mucho para hacer y estaba llegando la hora de salir. Pablo trabajaba allí hacía más de un año, comenzó como pasantía para la universidad, y luego lo tomaron como empleado definitivo de la empresa. No era una de las más importantes, pero era una mini-empresa con una buena demanda, llamada "Diseño G3" ubicada en el centro de la capital.
No era alguien antisocial, pero le gustaba hacer salidas solitarias de vez en cuando, sus compañeros lo habían invitado a salir a tomar unas cervezas cuando salieran, pero se negó, no tenía ganas de andar hasta tarde por ahí con lluvia y terminar borracho y empezar el sábado con resaca y tal vez algo resfriado. Esa mañana antes de llegar a la gráfica pasó frente una cafetería que se había inaugurado hacía una semana según le habían contado unas compañeras del trabajo, pensó que sería buena idea ir a tomar un café y comer algo dulce (adora todo lo que tenga azúcar, mientras más dulce mejor).
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Una puerta de vidrio de dos aperturas, daba entrada a un salón amplio, con paredes de color crema junto a columnas y detalles en chocolate. El piso de madera, su barra con asientos unitarios y mesas del mismo material.
En la barra atendiendo a un cliente se encontraba Ariel, un joven de cabello castaño, ojos miel, de mediana estatura y rasgos algo infantiles. De lunes a viernes por la mañana asistía a un curso de pastelería y a la tarde iba a trabajar a la cafetería, que era de su tío.
Hasta las 20 horas el local quedaba abierto, y aun faltaban dos horas para cerrar. Estaba limpiando una de las mesas, cuando otro cliente entró y lo recibió con una sonrisa encantadora. Era Pablo, el muchacho de la gráfica que quedaba a dos cuadras, todavía lo recordaba ya que él fue a retirar los pedidos de publicidad allí. Claro el muchacho de la gráfica era demasiado despistado, pero cuando leyó el nombre se dio cuenta que la empresa de ellos había hecho la publicidad de la cafetería "El Artesano", donde él se encontraba en esos momentos. Se acercó a la barra esperando a que el joven lo atendiera.
-¿Eres Pablo, verdad? -preguntó candente el joven de ojos miel.
-Sí... -pensó un segundo y continuó- ¿Tú fuiste a retirar las publicidades de aquí hace un tiempo? -exactamente 3 meses atrás, un milagro que lo recordara- Lamento no haberte prestado tanta atención, es que estaba atareado -se disculpó al recordar la forma en que lo había tratado.
-Acepto tus disculpas -le sonrió nuevamente- De cualquier forma no tenías por qué hacerlo.
FLASHBACK
-Buenas tardes -entró animadamente Ariel a la gráfica.
-Eh... si, buenas -le contestó Pablo que era el único que se encontraba allí, pero estaba buscando unos papeles de un pedido que no encontraba por ningún lado y ya se estaba empezando a poner nervioso.
-Vine a retirar unos panfletos de la cafetería "El Artesano", me dijeron que ya estarían para esta fecha -se apoyó en la mesada que los separaba.
-Dame un minuto -seguía removiendo cosas de todos lados hasta que desapareció, se fue a una oficina que estaba en el fondo del local- Aquí están –luego de unos minutos, los dejó, por no decir que los tiró, arriba de la mesa.
-¿Cuánto sería? -seguía apoyado, pero ahora con una mano en su mentón mirando como se movía de un lado a otro ese muchacho alto y bien parecido.
-En la faja que está envolviendo el paquete lo dice -dijo secamente desde el piso, estaba buscando debajo de la mesada en esos momentos.
-Te dejo la plata aquí arriba, ¿te parece? -sacó de su bolsillo la plata y la apoyó bajó una pisapapeles que se encontraba cerca
-Sí, sí. Como quieras -descuidado de su parte, tal vez no le dejaría nada, pero ya le habían aceptado el pedido, tenían su dirección, de cualquier forma sabrían donde encontrarlos.
-Creo que me tendrías que dar una factura -entendía que estuviera algo ocupado buscando alguna cosa, pero al menos que atienda bien lo de ese momento porque sino, tendría que preocuparse de algo más.
-Está bien, disculpa -de mala gana pero al fin dejo de pasearse por todos lados, y preparó la factura para que el joven la llevase y todos contentos- Aquí tienes. Buenas tardes.
-Igualmente. Ojalá encuentres rápido lo que sea que estás buscando -y sin más salió del lugar.
-Lo encontré, aquí está... -se levantó buscando al chico, pero ya se había ido.
FIN DEL FLASHBACK
-Apenas saliste de la tienda encontré el papel que estaba buscando.
-Me alegro que haya sido así.
-Una cosa, ¿cómo sabes mi nombre? -le cuestionó, porque no recuerda haberle dicho su nombre en ningún momento.
-Le pregunté a una de tus compañeras que vino aquí el otro día.
-Ah, sí. Ellas me dijeron que venga que había una torta que tiene cuatro tipos de chocolate -se iluminaron sus ojos.
-Sí, especialidad de la casa. Y no lo digo porque lo hago yo -hizo una pequeña mueca con los labios parecido a una sonrisa- ¿la quieres con café o alguna otra cosa?
-Con café estará bien -ansioso por probar esa exquisita torta siguió los movimientos del joven, era armonioso en su andar, nada que ver con él que era bastante tosco que hasta se llevaba las cosas por delante de vez en cuando.
Aunque parezca increíble el chico de la gráfica se quedó casi dos horas allí, aunque solo comió la torta de chocolate y el café ese que le había pedido. Pero pasaron hablando todo el rato, aunque entrecortadamente porque seguía entrando gente. Pablo le contó que jugaba al basquet de forma amateur, que vivía solo en un departamento a unas cuantas manzanas de allí, pero que iba caminando ya que le gustaba hacerlo, pasaba el suficiente tiempo sentado en el trabajo como para tomarse algún medio de transporte para seguir sentado. Los fines de semana si no jugaba algún partido de basquet, iba a visitar a sus padres que vivían lejos del centro, en una ciudad al sur donde había bastante verde, en colectivo y tren llegaba en hora y media.
Por su parte Ariel le contaba que era malísimo en el deporte, aunque cuando era más chico había ido a jugar a la pelota en un club de su barrio y de vez en cuando se juntaba con amigos a hacer algún partidito. Le contó que le quedaba un año más para recibirse de pastelero profesional. Que vivía en un departamento hacía más de 2 años, sólo. Que había trabajado de miles de cosas, desde repartidor de una rotisería hasta empleado de un depósito de gaseosas. Pero que al fin, logró empezar a estudiar y su tío le ofreció atender el local con horarios flexibles para que pueda estudiar tranquilo y no tenga que estar a las corridas.
Así pasaron las dos horas charlando de la vida, hasta que Pablo se despidió y se retiró a su casa a ver alguna película, ya que al otro día tenía partido y era muy dedicado con eso, aunque no sea profesionalmente que lo hacía. Por su parte, el joven Ariel, estaba deseoso que volviera al local, Pablo le resultaba muy simpático y además le gustaba, había sido algo así como "amor a primera vista". Aunque no lo haya tratado de la mejor forma esa primera vez que lo vio, le resultó atractivo, lo que más le había gustado fueron sus ojos negro azabache tan profundos y solo lo había mirado una vez a los ojos.
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Ya había llegado a su departamento, era pequeño, tenía living-comedor y cocina (todo en uno prácticamente), un baño y habitación con cama de dos plazas. Se sentó en el sillón del living frente a la tele y la prendió. Buscó alguna película algo interesante para ver y fue a calentarse en el microondas una tarta que tenía en la heladera. Le había caído muy bien el chico que había conocido y todavía se sentía avergonzado de haberlo atendido tan mal en el local, pero en fin, lo hecho, hecho está. Sin dudas volvería a comer alguna otra torta de ese lugar, le había gustado mucho lo que había probado y además, le resultó fácil entablar conversación con Ariel, así que en la semana iría de nuevo.