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Con tus alas de papel / KaiSoo por Lesly

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Notas del fanfic:

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Notas del capitulo:

Pueden leer un drabble inspirado en esto aquí: x

 

Su vida entera flota sobre una nube inestable de colores, sabores, sonidos y olores prolongados. La perspectiva que tiene sobre el mundo es relativamente opuesta a cualquier otra; la sinestesia le permite persivir las maravillas que la vida tiene para ofrecerle haciendo uso de sus sentidos con una forma muy peculiar.

Mientras que en el día unos miran el cielo de color azul claro con nubes blancas que se recortan sobre él, KyungSoo lo saborea dulce y esponjoso, quizá con una pizca de picor agradable en sus labios. Cuando otros escuchan la voz ronca de Bon Jovi en sus canciones, por ejemplo, él la nota de un color caqui. Así ha sido desde siempre y jamás tuvo problemas al momento de expresar lo que sucedía en su entorno; debido a eso sufrió burlas de otros niños en su infancia, incluso ahora; pero a KyungSoo no le importa cuando lo que otros ven como un defecto, un problema o un fallo en la funcionalidad de su mente, él siente como su mejor cualidad.

Durante el lapso de escritura, KyungSoo se deja influenciar por la sinestesia. Concede a sus dedos el poder de plasmar en papel los matices de las personalidades y sentimientos de los personajes o situaciones de sus historias, basándose en lo que podría sentir él mismo en un momento así. Escribir es lo que más le gusta hacer; introducirse en el ámbito profesional, publicando sus libros, es uno de sus sueños más grandes; podría decir que el principal, el motor con el cual maneja su vida en la actualidad. Desea en un futuro ser reconocido por su trabajo.

Debajo de la cama individual situada en medio de su habitación, en medio de cajas de cartón y madera —cuyo contenido abarca desde zapatos, hasta gorros, bufandas, abrigos y demás prendas para invierno— apiladas en una perfecta línea, guarda una más pequeña. Deja caer con suavidad sus rodillas y palmas en la alfombra y espia bajo el rodapie de tela verde; baja el torso un poco más y mete su cuerpo hasta el pecho para alcanzar su objetivo; cuando la hubo sujetado, se desliza de nuevo hacia afuera y se levanta, sacudiendo con una mano la pelusa impregnada a sus pantalones.

Sentándose al límite de la cama, sitúa la caja encima de su regazo. A continuación levanta la tapa y una marea de limpios recuerdos se precipitan sobre él entre partículas de polvo que lo obligan a toser cuando son respiradas. Ahí dentro se aglomeran, en su mayoría, papeles. Hay cartas metidas en sus sobres ya algo viejos y estriados, unidas por una liga amarilla; hay también dibujos que coloreó en el jardín de niños y cuentos cortos que escribió durante sus años de escuela elemental y primaria. Las fotos se hallan en el fondo, exceptuando una, cuya orilla sobresale junto a las cartas. La toma con las puntas de sus dedos y hala de ella con cuidado; la rozadura entre el papel liso con el otro rugoso produce un sonido crujiente. Con la fotografía entre sus manos, da la vuelta y lee lo que señala a tinta negra:

«Dos valientes aventureros, verano del año 2006.»

En la foto se le observa frente a la fachada de la casa donde se crió, con su abuelo pasándole el brazo fuerte y bronceado por los hombros. Él tiene puestos unos pantalones cortos que le llegan por debajo de las rodillas marcadas por cicatrices propias de un chiquillo de esa edad; una playera blanca demasiado floja y una sonrisa abierta se traza en su boca, dejando ver un destello del sol en su ortodoncia metálica. A su lado, el hombre mayor de cabellos ligeramente blancos viste un oberól amarillo y sandalias. Recuerda a la perfección el día en que fue tomada la foto; poco después de sacarla habían ido al lago a nadar, como casi todas las tardes, cuando el sol reposaba en su punto más altos y sus rayos cálidos y dulces caían sobre ellos como miel.

Do MinWoo, su abuelo, fue parte esencial de su educación y crianza, y ante todo fue la persona a la que atribuía su forma actual de pensar. Estaban juntos siempre, paseando; cantando; nadando; escribiendo. Él decía que lo que tenía era un don, un regalo dado por la vida y que debía ser disfrutado sin limitaciones. También decía que debería estar orgulloso; por esa razón, KyungSoo nunca dejó que las palabras que ´retendían ser hirientes influyeran en su habitual entusiasmo.

Frente a todos, Do MinWoo se mostraba como el hombre fuerte y duro como roca que su aspecto hacía pensar, pero KyungSoo era quien lo conocía de forma más íntima. Posiblemente era la única persona que había visto facetas de él que estaban siempre guardadas en su interior; él lo había visto ser dulce, risueño, juguetón. Su abuelo era la persona más cálida que llegó a conocer. Y cuando murió debido a un derrame cerebral, KyungSoo vivió los momentos más duros y taciturnos. Una parte importante de él se había quedado perdida en el pasado, pero quedaba guardada en su memoria.

Una gota cae en la fotografía y la humedad se expande sobre la imagen. KyungSoo limpia la lágrima que salió sin consentimiento antes de que los colores puedan sufrir daños y enjuga el agua que se acumula en las orillas de sus ojos. El papel vuelve a desaparecer dentro de la caja antes de depositarla en su lugar.

Ve que el reloj marca las siete treinta y dos de la mañana y pensando en que el tiempo pasa veloz y probablemente llegue tarde a clases, sale apresurado de la habitación. La mochila ya está lista en el sillón que hay junto a la puerta, con su dinero y llaves dentro, así que la cuelga en sus hombros y deja la casa después de apagar el foco del jardín. Afuera, apoyada contra las paredes de ladrillo pintado de verde, está su bicicleta; el vehículo que lo lleva todos los días. Sube en ella y pedaleando se pone en camino hacia la universidad, pasando a un lado de los rosales.

Las ruedas crujen con suavidad al pasar por el duro asfalto, rodando interminablemente entre mares de sensaciones opacas, espesas. Los rugidos que proyectan autos y camiones vibran punzantemente dentro de sus oídos con esos tonos grisáceos que gradualmente se trocan en ocres que lo hacen marear. Una cúmulo de siluetas carecientes de sentido se trazan explayadas bajo su mirada cansada; cansada de todo ese ruido ensordecedor se sabores amargos. Intenta concentrarse un poco más en la suave y tibia brisa mañanera —y atestada de contaminación, si le permiten agregar— que le sacude el cabello desordenadamente y le menea la ropa, sintiendo un color más semejante al lila y relajante.

Apenas despega un pie del pedal y lo pone sobre el piso cuando un par de chicos se colocan a su lado. Ambos le sonríen amablemente. Él les devuelve el gesto y asegura su bicicleta al anclaje con un candado; luego se vuelve y los mira.

—¿Es tarde? —KyungSoo pregunta. Uno de ellos responde meneando la cabeza. El otro, más alto que cualquiera de los dos, saca su teléfono y le muestra la pantalla.

—Nos quedan diez minutos todavía —Asegura.

—Podemos pasear, hablar o lo que quieran hacer antes de entrar a clases —Añade el mayor del grupo.

—Lo que yo quiero hacer es regresar a casa y dormir todo el día —Expresa el alto alargando la letra «o» al decir «todo». KyungSoo ríe con él.

—Puedes hacer lo que quieras, ChanYeol. Solo que después no quiero que me llames para pedir mis apuntes, ¿bien?

—Dios, JunMyeon, eres un aburrido. Por eso estás tan feo —Se burla ChanYeol, contagiando de nuevo a KyungSoo con su risa.

—Eso no tiene nada qué ver —Dice JunMyeon en su defensa. Empieza a caminar, KyungSoo es el primero en seguirlo, entrando al efidicio tras él.

—Aun así no lo has negado —ChanYeol continúa, molestándolo. KyungSoo sabe que si eso sigue, la siemple e inofensiva discución puede desembocar en una pelea seria, por eso decide intervenir a tiempo.

—Más tarde quiero ir al centro comercial a surtir víveres para el mes, ¿me acompañan? —La voz de KyungSoo se mezcla entre murmullos que van y vienen por el pasillo. Algunas miradas se posan en él pero ni siquiera pretende notarlas—. Podemos comprar comics también.

—Le pediré permiso a mi mamá, puede que tenga planes de esclavizarme durante todo el día —Escupe ChanYeol, repentinamente serio.

JunMyeon suelta una risa; KyungSoo parece perdido en su propio mundo, en el paso no está permitido para niguno de los dos.

—¿No has pensado en independizarte? ¿Qué tan difícil puede ser?

—Muy difícil —Asegura—. No lo entenderías, tu vida es perfecta. ¿Crees que no lo he pensado? Lo he pensado muchas veces, pero por más que le doy vueltas sigo sintiendo que sería mal hijo si lo hago. No quiero dejarla.

—Primero, mi vida no es perfecta —Aclara—. Y segundo, vivir solo no implica abandonarla. Puedes visitarla todos los días si quieres.

—No, de ninguna manera. Es un rotundo no. No puedo hacerlo, ese idiota creerá que está sola y se aprovechará —El silencio empieza a cer sobre ellos con su aplastante incomodidad tras esas palabras; más que nada por cómo fueron pronunciadas. Raramente se podía ver ese semblante triste en ChanYeol, quien era siempre alegre, y cuando ocurría contagiaba a las personas a su alrededor.

JunMyeon reposa la mano en el hombro de ChanYeol, mosntrándole su apoyo y comprensión. —¿Por qué no le pides que lo deje? Nadie merece ser tratado así, menos una mujer.

Una risa ácida escapa de su garganta, desapareciendo entre sus labios que pugnan por comenzar a temblar. —Lo he hecho un centenar de veces, pero no importa, ella insiste en amarlo. No es tan fácil hablar de eso con tu madre cuando estás seguro de que en cualquier momento lo eligirá a él sobre ti.

KyungSoo, quien se había mantenido al mergen en todo ese rato, vuelve a hablar.

—¿Y tú? No me dejes ir solo.

—Yo iré. Después de clases, ¿no?

—Sí, gracias.

—También voy —ChanYeol interrumpe, la sonrisa se forma en su boca otra vez. JunMyeon y KyungSoo palmean su espalda, sintiendo alegría de ver a su amigo intentando estar bien. En su marcha a través del pasillo, un grupo de chicos y chicas se gira para mirar al trío, específicamente a KyungSoo.

—¡Fenómeno! —Grita uno de ellos, riendo y chocando palmas con los que lo acompañaban. ChanYeol les lanza miradas cargadas de odio.

—Ahí viene el transtornado —Se escucha la voz de una chica. La mirada de KyungSoo no pierde su camino en ningún momento. Simplemente mantiene la sonrisa en su boca y atraviesa aquella jauría de perros rabiosos; siempre con la frente en alto. Sabe que con esa clase de gente, la única y más fuerte arma con la que cuenta es la indiferencia. JunMyeon lo mira preocupado pero él niega.

A esa hora los tres tienen diferentes clases, antes de que cada uno de marche hacia su propio salón, JunMyeon rodea el brazó de KyungSoo y le hace detenerse.

—¿Cómo puedes soportar cada día esas burlas y ofensas hacia ti?

—Es fácil, cuando no tienes una razón para sentirse mal contigo mismo, esas cosas son irrelevantes. Ellos no entienden a alguien que es diferente, solo porque son todos iguales, tan cerrados de mente y egocéntricos. Además los tengo a ustedes.

—Lo sé, pero no entiendo cómo le ves el lado bueno a cada situación —ChanYeol añade entonces, uniéndose a la conversación—. Como si no hubiera nada malo, o como si no sintieras.

—No lo hago, soy humano, no un robot ni un extraterrestre —Se burla de su propia broma—. Hay días en los que me siento enojado o triste, como cualquier persona. Todo se torna marrón, gris y púrpura. Todo se seca. Cuando ocurre eso, despejo mi mente y comienzo a hacer cualquier cosa que me anime. Escucho música, canto, escribo, lo que sea que cambie el día de color, ¿comprenden? Así es como yo funciono; si puedo cambiarlo, lo hago. Por eso no hay nada malo en lo que tengo, puedo cambiar las cosas a mi favor siempre que desee.

ChanYeol y JunMyeon lo miran con interés, sintiendo curiosidad por lo que dice y queriendo saber más.

—Eres admirable.

—Sí que lo eres —Concuerda ChanYeol.

—No me digan esas cosas, hacen que me sienta nervioso.

Luego de eso cada uno se dirige hacia su propia clase. A KyungSoo le toca álgebra a esa hora; la profesora lo perdona por llegar tarde y lo deja pasar directamente a su asiento. Los números, colores y texturas explotan en sensaciones animadas que lo rodean, sonríe al saber que ees el único que lo puede sentir; seguramente esa materia es aburrida para los otros, mas no para él.

Ese día no tiene programadas más que tres clases, de modo que, al terminar, espera a que JunMyeon y ChanYeol salgan de su clase restante. Se reúne con ellos en la puerta y luego salien juntos. KyungSoo pide a uno de sus compañeros que lleve su bicicleta y le promete que pasará a buscarla al siguiente día.

—¿Puedes contarnos más sobre la sinestesia? —ChanYeol pregunta cuando ya van a la mitad del camino. Hasta ese momento habían estado hablando sobre cosas de la escuela y no tenía valor para preguntar, temiendo incomodarlo—. ¿Qué se siente?

Piensa en ello por unos segundos, ¿cómo explicarle los colores a un ciego? Es prácticamente imposible. No hay importancia en las palabras que empleara para describir las sensaciones, si de todas formas no podría sentirlo por él mismo. Tiene un rayo fugaz de pena por ellos.

—Es... —Comienza, sin saber cómo continuar. Da un breve vistazo a su entorno. Observa los colores, sintiéndolos en sus pupilas gustativas—. Como si los colores tuvieran un sabor y un aroma, pero las personas no pueden saborearlos ni olfatearlos, ¿entienden? —Recibe una negación de parte de los dos.

—Sé más explícito.

Medita sobre cómo armar las frases que dirá, poniendo énfasis en los sonidos que logra percibir; en la textura de la ropa sobre su piel.

—Puedes ver el color de los sonidos. Por ejemplo, si un gato maúlla lindamente, veo el rosa y siento algo terso y suave a pesar de no tocar nada. Las letras y los números también tienen colores y a veces texturas. —ChanYeol luce concentrado, intentando porcesar la información y frustrado por no sentir lo mismo—. ¡Mi favorito es el número cinco, porque es turquesa! —Agrega exultante. Camina con torpesa, como si a su alrededor no hubiese más que lo que está sintiendo—. Es como mágico. ¡Sí, mágico! Esa es la palabra que lo describe mejor. Cuando canto, hay colores volando por todas partes. Ahí están, pero nadie puede verlos y eso es lo que lo hace más especial.

Pese a que a ninguno les queda completamente claro, ambos asienten y fingen que sí.

Aunque nunca lo demuestra, a veces KyungSoo tiene sentimientos de soledad.

Piensa que sería bueno encontrar a alguien a quien no fuera necesario explicar tan detalladamente para que pudiera entenderlo.

Llegan a la plaza unos quince minutos después. La primera parada es en el súper mercado. KyungSoo echa dentro del carrito todo lo que necesitaba y unas cuantas cosas extras. Luego de salir, se dirigen a la tienda de malteadas. Buscan una mesa en el fondo y los tres piden sus sabores de chocolate.

—¿Qué tal vas con tu novela? —Pregunta JunMyeon bastante interesado, comenzando a beber de su malteada. ChanYeol sopla por el popote y ríe cuando un cúmulo de burbujas surge en la bebida. «Tan infantil», piensa KyungSoo.

—Basntante bien, en realidad. No he avanzado mucho, pero creo que lo que he escrito es bueno, tiene potencial —Admite, enderezándose en su asiento. Tiene la leve impresión de que hay alguien mirándolo desde atrás, sin embargo es demasiado tímido para girarse y descubrirlo.

—¿Podemos leerla cuando la termines? Que sea gratis, no deseo gastar mi dinero en comprarla cuando sea publicada —Bromea ChanYeol, sorbiendo ruidosamente. KyungSoo pone las palmas abiertas en la mesa.

—No sé si será o no publicada. Quiero hacerlo, por Dios, ¡lo deseo tanto! Sin embargo las posibilidades son muy bajas. —Aún puede sentir esa mirada, es demasiado intensa y no es capaz de ignorarla. Tímidamente, sus ojos vagan, recorriendo el sitio y buscando al dueño o dueña del par de armas. Mas allá de las mesas, frente a la barra, está un muchacho que le parece apuesto a primera vista. Le observa más detalladamente; el cabello negro le escurre sobre la frente y le cae con ligereza arriba de las cejas. Su mandíbula es pronunciada y sus hombros anchos. El siguiente pensamiento que se dispara es que sus gruesos labios curvados son bonitos. Sus ojos color chocolate se rasgan hacia abajo ligeramente acompañando a su encantadora sonrisa.

Apenado, aleja sus ojos de la figura y se vuelve hacia sus amigos.

—Eres muy bueno, estoy seguro de que será el primero de muchos libros que publiques —JunMyeon le anima. Había notado ya que su amigo miraba en otra dirección; fruncie su ceño cuando ve sus cachetes sonrojados y labios tensos.

—¿A quién estabas mirando? —Se gira, buscando el objeto de atención del menor. KyungSoo se queja por lo bajo.

—¿Es ese chico guapo de sudadera azul que no te quita la mirada de encima y no para de sonreírte? —ChanYeol se entromete, apuntando al muchacho, quien ríe sabiendo que es de él de quien hablan.

KyungSoo golpea el hombro de ChanYeol y trata inútilmente de ocultarse en su silla. Quiere desaparecer.

—Es muy guapo y parece interesado en ti —Menciona ChanYeol, levantando sus cejas sugerentemente.

—Ahora estoy muy avergonzado, te agradecería que pares, ¿sí? —Suplica. ChanYeol accede riendo, JunMyeon permanece en silencio.

Más tarde vuelve a asomar la cabeza sobre el hombro de JunMyeon. El muchacho ya no lo miraba a él, pero, como si supiera que está siendo observado, voltea su rostro en ese instante. Esta vez KyungSoo le sonríe.

—¿Creen que sea gay? —Hay un silencio que no dura más de diez segundos. ChanYeol se ovilla sobre sí mismo bajo la mirada reclamatoria del mayor—. ¿Qué? Solo preguntaba...

—Está claro que lo es, de otra forma ¿por qué miraría tanto a KyungSoo? Además míralo, sonriendo se esa forma.

Mira a los ojos del desconocido, notando cómo una chispa de anhelo brilla en sus pupilas. U suspiro se le escapa. El contacto visual se rompe cuando ChanYeol vuelve a hablar.

—Deberías hablarle —Le dice, dando el último sorbo a su malteada. JunMyeon termina después; KyungSoo ni siquiera ha bebido la mitad.

—Quiero hacerlo, pero no sé cómo.

—¿No es él quien debería hablarte? —Repone JunMyeon de pronto. Es evidente que no está de acuerdo con ellos.

KyungSoo enarca una ceja. —Genial. Gracias. Te recuerdo que soy hombre también, no importa quién se acerque primero.

—Lo lamento, no sé acerca de temas gay —Se defiende. ChanYeol chasquea la lengua y menea la cabeza, como quien calla algún secreto.

—Ay por Dios, ay por Dios —De pronto ChanYeol se queda callado; mira directamente algún punto. KyungSoo sigue a línea que trazan sus ojos, solo para darse cuenta de que el muchacho ya no está en su sitio, sino que se aproxima a su mesa.

—Viene para acá —ChanYeol no espera a que llegue para tomar fuertemente el brazo del mayor y arrastrarlo fuera del asiento—. Te esperamos afuera, diviértete y consigue su número como mínimo —Le guiña un ojo antes de salir.

Él se queda ahí sentado; sus extremidades tienen temblores incontrolables. Cuando siente la presencia a su lado, levanta la cabeza y trata de sonreír.

—Hola, ¿cómo estás? —Saluda el chico. De cerca luce mucho mejor.

—Bien, gracias.

—¿Me puedo sentar? —Hasta entonces KyungSoo reacciona.

—Sí, siéntate.

El desconocido se desliza en la silla frente a KyungSoo, la misma que JunMyeon había ocupado antes. Sin dejar que el silencio se prolongue, dice:

—Me llamo Kim JongIn, ¿cuál es tu nombre?

—Do KyungSoo.

—Espero no haber sido una molestia para ti y tus amigos —Expresa, dando una mirada al ventanal junto a la entrada. ChanYeol y JunMyeon los espían desde ahí.

—No importa, no lo has sido.

—Escucha, voy a ser directo. Cuando te ci creí que eras verdaderamente lindo y quiero invitarte a salir, pero ya es tarde, ¿qué opinas de tener una cita conmigo uno de estos días? ¿Qué dices? —Sonríe, deslumbrando con sus dientes perfectamente blancos. KyungSoo nota un color esmeralda en el tono de su voz.

—Claro, me gustaría.

—Genial, dame tu número y así te llamo para ponernos de acuerdo.

—Ah, sí —KyungSoo saca una libreta y un lápiz de su mochila. Anota su número y le entrega la hoja a JongIn, quien inmediatamente escribió algo en su teléfono. Segundos después, su propio celular sonó.

—Ya está, te envié un texto, tenía que asegurarme de que no me estabas engañando —Bromea—. Guarda mi npumero en tus contactos y ten por seguro que te llamaré.

—Sí, esperaré tu llamada. Hasta entonces, JongIn. Me encantó conocerte.

—Soy yo el que debe decir eso, sin duda no fue un error venir a hablarte. Nos vemos, cuídate —JongIn se despide y se marcha. Cuando desaparece por fin, ChanYeol y JunMyeon vuelven a entrar.

—Cuéntame todo —Pide ChanYeol retomando su lugar.

—Intercambiamos números, saldremos luego —Respondie él, utilizando un tono demasiado vivaz.

—¿Qué te dijo?

—Dijo que creía que era lindo y que quería salir conmigo.

—¿Hace cupanto tiempo no sales a una cita?

—¿Un año? No lo sé, ChanYeol, creo que desde que estoy consciente de mi orientación sexual.

—Entonces aprovecha, se nota que le atraes y no en cualquier sitio encuentras a un chico alto y guapo. Bueno, yo soy alto y guapo, pero somos amigos y me gustan las mujeres y...

—Ya cállate, jamás me fijaría en ti —Hace una mueca de asco—. Ew, sabes a huevo podrido y hueles como popó de bebé.

—Deja de usar como excusa tu sinestesia para insultarme.

Minutos después se hallan caminando hacia la parada del autobús. JunMyeon y ChanYeol hablando sobre comics y sobre qué vengador es mejor. KyungSoo sacando su móvil y encontrándose con la alerta de mensaje no leído.


Recibido a las 7:12pm:

“Esperaré con ansias el día en que te vuelva a ver. Estaba molesto con mis hermanas por enviarme a la plaza, pero creo que después de todo no resultó ser tan malo, hasta tendré que agradecerles.
Por cierto, tu voz es cálida y tiene un tinte lavanda, me gusta.”

 

 

Notas finales:

Espero sus reviews. C: 


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