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La idea salvaje por PureHeroine

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Notas del capitulo:

¡Buenas noches! Este es un fic que lleva rondando mi cabeza varios días, y que al final me decidí por escribirlo. Este capítulo servirá como una pequeña introducción a ese mundo de fantasía donde nos sumergiremos en la historia. Espero que os guste!

La profunda y agradable brisa marina me inundó las fosas nasales. Miré a mí alrededor, observando como las olas mecían suavemente mi barco, animadas por las leves corrientes de aire de la mañana.

Suspiré varias veces al notar como mis piernas pedían a gritos pisar tierra firme. ¿Cuánto tiempo llevaba embarcada? ¿Tres semanas? ¿Un mes? ¿Quizá dos? No lo sé. Pero mi cuerpo comenzaba a entumecerse ante la estrechez de la cubierta principal. Y sobre todo, de mi camarote.

-          ¿Tú también quieres llegar a tierra, verdad Kira? – Acaricié el lomo de mi Husky siberiano y recibí un cariñoso lametón sobre mi muñeca. - ¿Crees que estoy loca por haberme embarcado en esta aventura? – La perra me miró, emitiendo un gruñido que se asemejó a un ronroneo. Elevó su lomo y paseó majestuosamente por la cubierta. Apoyó las patas delanteras en la baranda que rodeaba la proa y comenzó a ladrar moviendo la cola graciosamente. - ¿Qué pasa? – Alcé mi cuello para divisar el horizonte, pues tenía las piernas tan dormidas que no podía levantarme. - ¡Tierra, Kira, tierra! – Entonces intenté reincorporarme, haciendo caso omiso a la pérdida de sensibilidad que justo estaba experimentando. Al final me puse en pie, sí. Pero mis rodillas fallaron y tuve que apoyarme bruscamente sobre una de las paredes del barco. - ¿Es esa, Kira? ¿Es esa la Isla que tanto llevamos buscando? – Kira movió aún con más ferocidad su cola, ladrando y enredándose entre mis piernas. Alcancé el mapa con algo de dificultad y lo abrí. Definitivamente esa era la isla que tanto llevábamos buscando: La Isla Kumungu.

 

Había oído muchísimas historias sobre esta isla. Desde las historias más fantásticas y mágicas, hasta las más crueles y despiadadas. Desde pequeña había soñado con encontrarla… no había noche que no me fuese a dormir tras los relatos que mi abuela me contaba sobre la isla. Provocando en mí, cada vez, un mayor deseo en encontrarla. Aún me acuerdo de los regaños de mi madre: tanto a mi abuela como a mí. A ella, por contármelas y a mí, por creerlas. Mi padre, en cambio, que había escuchado desde su niñez las mismas historias, siempre me decía que hasta que no la viese, no iba a creer en su existencia. Pero lo que no sabía, es que para poder verlo, primero tenías que creer en ello.

Arrugué el papel entre mis manos, como si estuviese tocando mi sueño con las yemas de los dedos, y sonreí inconscientemente. Me había costado mucho realizar el mapa, basándome en todos los escritos que había encontrado ocultos en los últimos cajones de la Biblioteca abandonada que se encontraba en las afueras del pueblo de mis abuelos. Justo dentro de la categoría: “Leyendas y mitología”. Si mis abuelos estuviesen vivos… les podría haber ayudado a realizar su sueño de juventud: encontrar la Isla de Kumungu. Y para ello, se embarcaron en mí ahora barco, que había heredado tras la muerte de ambos.

Muchas de esas historias contaban que allí habitaban seres únicos: todo tipo de animales y plantas, tanto herbívoras como carnívoras. Seres que solo podían estar en las mentes de aquellas personas con la más descabellada imaginación: pájaros con cabeza de hombre, mujeres con colas de pez, leones con colas de serpiente. ¡Incluso unicornios con alas de dragón! Mi sueño era conocer a cada uno de esos seres y plasmarlos en mi cuaderno de dibujo. Además de estudiarlos profundamente: sus hábitos, sus costumbres, la manera en la que dormían, en la que sentían… Todo esto me excitaba tanto que comencé a sudar. ¡Estaba todo ahí, al alcance de mi mano!

La isla aún se veía en la lejanía. Nos quedarían un par de horas para llegar, pero ni a Kira ni a mí se nos quitaron aquellas pequeñas mariposillas que se instalan en el estómago cuando vas a conseguir algo que llevas persiguiendo mucho tiempo. Sabíamos con certeza que íbamos a poner nuestros pues en aquella tierra mágica. Y era lo único que nos importaba.

He dejado atrás a familiares, a amigos… a una pareja con la que no llegaba a ningún sitio. No me completaba como persona, no me satisfacía en lo más mínimo. Ni si quiera soportaba estar bajo el mismo techo durante más de una hora. Era una relación totalmente vacía, solo sustentada por el engaño y por las apariencias. Era hora de olvidarme de todo aquello, de mirar hacia atrás. Solamente importaba la belleza que había ante mis ojos. Pero no podía olvidar aquella sensación que nacía de mis entrañas, tenía un sentimiento de miedo muy dentro de mí. Como si algo malo fuese a pasar en aquella isla. Por muchas leyendas que hubiesen de gente que ha llegado a la isla pero que nunca ha regresado a contar lo que allí habitaba. No significaba que… fuese a pasarme a mí… ¿Verdad?

 

Sacudí mi cabeza tan fuerte para sacar todas aquellas ideas de mi cabeza que me provoqué a mí misma un pequeño dolor en las cervicales. Y por consiguiente, un pequeño mareo. A veces era demasiado estúpida. Subí hacia el pequeño segundo piso que se encontraba justo encima de mi camarote y me senté en un pequeño taburete que había estado allí durante años. No era para nada cómodo, incluso se veían algunas astillitas sobresalir por lo que era antes una madera bien limada y pulida. Pero tampoco había otra cosa. Así que me limité a mirar hacia aquella tierra cada vez más cercana y a acariciar a Kira, que se había posicionado justo bajo mis piernas. Al principio me opuse a traerla al viaje, pues podría ser muy peligroso y nunca me perdonaría si le pasase algo por mi culpa… pero la perra gruñó con tanto énfasis y era tan tozuda que al final se coló en el barco. Algo que agradecí enormemente.

 Apoyé mis brazos en la barandilla, poniendo mi mentón sobre éstos e intentando que el sueño no me venza. Pues había dormido tan mal los últimos días a causa de las tantas tormentas que habían acontecido, que el peso de mis párpados venció al peso que ejercía mi fuerza de voluntad.

 

 

 

 

-          ¿Q-qué pasa? – Me desperté sobresaltada, al notar un tremendo golpe en la cubierta del barco. Me levanté apresuradamente y Kira comenzó a ladrar, pues ella también se había despertado tras el enorme golpe. El barco había chocado bruscamente contra las numerosas rocas afiladas de la costa, abriendo un gran boquete por el cual se introducían litros y litros de agua hundiendo el barco lentamente. – Joder, ¡Soy gilipollas! ¿Por qué me habré quedado dormida? – Agarré la gran ancla que descansaba sobre la escotilla, levantándola con algo de dificultad, pesaba mil demonios. Bajé a tierra firme y con la ayuda de Kira, la cual me ayudaba con su fuerte mandíbula, colocamos el ancla entre unas grandes y firmes rocas que servían de sustento para que el barco no se hundiese. Arranqué el motor, moviéndolo unos cuantos metros hasta acomodarlo justo encima de la arena, evitando así que el barco se hundiese en las profundidades y quedando encajado entre la arena de la playa. Sonreí satisfecha y sacudí con mi brazo las gotitas de sudor que corrían por mi rostro. Me levanté del suelo, intentando recomponerme del esfuerzo que había realizado y sacudí la arena de mi trasero. Estaba anocheciendo, y la altura de la vegetación tapaba prácticamente los últimos rayos del sol.

-          Kira, ¡Mira! ¡La isla! – Grité efusiva y mi perra comenzó a revolotear a mí alrededor. Levanté la vista y anduve unos cuantos pasos. Las plantas de la Isla eran kilométricas, apuesto que en algunos puntos de no se vería ni la luz del sol, ahora escasa, adornadas con flores de numerosos tamaños, colores y tipos. Di un paso hacia adelante, justo donde la arena se separaba del húmedo suelo y de la vegetación.

Entonces noté como si una fuerte ráfaga de viento me atravesara todo el cuerpo. Miré a mi alrededor expectante. Las hojas de los árboles permanecían completamente quietas. No había ni una leve brisa. ¿Qué había pasado? Mi abuela me comentó muchas veces que la isla estaba rodeada por una aura mágica, que poseía a cada visitante. Y que si no eras lo suficiente fuerte, o eras demasiado escéptico. Acababa por matarte.

Me quedé estática en mi sitio, mirando minuciosamente a cada lado, intentando percibir algún tipo de movimiento que me explicase lo que me había pasado. Desvié la mirada hacia mi perra, que estaba justo a mi lado con las orejas agachadas y la cola entre las piernas. Estaba asustada. Y yo al verla, aún más.

-          Eh, tranquila… - Me puse en cuclillas, poniendo mi mano sobre su cabeza y acariciándola con mis uñas. – No nos va a pasar nada, ¿Vale? – Pero ni si quiera yo estaba segura de mis palabras, lo que ella notó y se escondió entre mis piernas. Habíamos llegado demasiado lejos como para echarnos atrás. Y por si fuera poco, nuestro barco se había quedado en condiciones nefastas.

Nos adentramos en la isla, esquivando todas las espinas de las grandes plantas que recubrían el lugar y apartando las enormes hojas que nos impedían el camino. Llegamos a un pequeño riachuelo, que cruzaba y dividía la isla en dos, nacido de una gran cascada que estaba en las profundidades de la isla.

-          Es totalmente potable, Kira. Podemos beber tranquilas. – Metí la mano en forma de cuchara y me acerqué el agua helada a los labios, sorbiéndola como si fuese gloria. - ¿Está buena, eh? – Acaricié su lomo y miré al frente. Teniendo la extraña sensación de que nos observaban. – Venga, vamos Kira. – Me adelanté y cruzamos el riachuelo por un sitio poco profundo. Pero lo que yo nunca me hubiese imaginado, es que tras aquellos frondosos árboles, hubiese una caída de varios metros. Tropecé con una gran raíz, que me hizo caer por aquel desprendimiento, rozando con mis brazos y espalda todas aquellas piedras y toda aquella piedra que lo formaban.

-          Joder… - Gemí de dolor, sobre todo al notar algo de sangre resbalar por mis brazos y seguramente, unas grandes rozaduras en mi espalda. – Kira, ¡No te muevas, que subo! – La perra ladró, acatando mis órdenes y ocultándose tras unas grandes hojas. – Alcé la mirada y suspiré. Era imposible escalarlos con mis propias manos. Así que me resigné a buscar un nuevo camino que me ayudase a volver a subir.

Me di la vuelta, en esta parte de la isla, todo era más grande, más frondoso y más siniestro. Sobre todo ahora, que estaba de noche. Anduve durante unos cuantos minutos con el miedo dentro del cuerpo, abriéndome paso por toda aquella vegetación, y algunos cuantos animales minúsculos: hormigas, escarabajos… nada fuera de lo normal. Me llamó la atención el sonido de la cada vez más cerca cascada. Y como si de una hipnosis se tratase, me acerqué allí.  Aparté unos cuántos obstáculos con mis manos y ahí a lo lejos lo vi.

Un puma, de color negro como la noche, grande y con los músculos marcados. Bebía tranquilamente del agua de la cascada. Adelanté un paso, el cual maldecí. Pues hice crujir una rama que llamó la atención del feroz felino. Levantando su cabeza y mirándome directamente a los ojos. Un par de ojos amarillos y atigrados, me miraban expectantes. Parecía que me fuese a saltar a la yugular en cualquier momento. Se acercó a mí, clavando sus enormes zarpas en el suelo y dejando grandes huellas sobre la húmeda tierra.

Tragué saliva notoriamente, y estoy segura que el ruido de mi garganta resonó en toda la Isla. El felino se relamió y se acercó tanto a mí que pude notar como mi cabello se mecía ante su respiración. El animal me mostró sus dientes, como sonriendo. Seguidamente, se giró sobre sí mismo, realizando un gesto que me pareció bastante femenino y soltando una risa, que definitivamente recordaba a una chica joven. Dio un gruñido al aire y se alejó corriendo.

Suspiré notando como mi vista se nublaba. Esa experiencia sobrenatural había sido demasiado fuerte para una simple humana como yo. Comencé a hiperventilar y a tener un sudor frío.

 

Lo último que recuerdo de aquello, es que caí al suelo desmayada.

Notas finales:

¡Espero que os haya gustado! Si tenéis alguna pregunta no dudéis en decirmela, porque el fic al principio podrá ser un poco lioso!

¿Qué pensáis de ese felino y de su actitud femenina? ¿Qué creéis que podrá pasar? ¡Os espero!


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