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Lionhart por desire nemesis

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Notas del fanfic:

Los personajes principales no son de mi autoría los uso sin fines de lucro para divertirnos.

 Este es mi fic nùmero 60

genial no?

 

 

En un lugar alejado muchas personas trabajaban en unas ruinas al parecer del medio evo. Una gran losa fue desprovista de polvo por los trabajadores y un hombre que al parecer era el jefe se le acercó para estudiarla. El que iba con él le preguntó--¿Sabes qué es eso?—

 

No me imagino como esto pudo llegar hasta aquí—dijo el arqueólogo interesado en la reliquia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Días más tarde se da la ceremonia de inauguración del campeonato de duelos en Ciudad Batallas. Joey está tan ansioso como los demás de empezar.

 

¡Oye Yugi!—le grita al ver a su amigo.

 

¡Joey! ¿Qué tal estás? Desde que empezamos la universidad ya no nos vemos como antes—le dijo el más bajo.

 

Es cierto. Solo que… se me dificulta estudiar—dijo el rubio con cara alegre.

 

Siempre el mismo—le dijeron desde atrás y se volvió ante la voz conocida.

 

¡Tris!—le gritó al ir a su encuentro, su amigo se había mudado de la ciudad y estudiaba actuación en una academia después del trabajo. Los dos se abrazaron felices.

 

¡Oye, que no soy de goma!—gruñó el otro en broma feliz de ver a su gran amigo.

 

Tan fraternales como siempre. ¡Me dais envidia!—dijo una voz a un lado y al voltear todos dijeron--¡Tea!—

 

Estaban los cuatro juntos, como los mosqueteros.

 

Después de un rato de contarse como andaban Yugi le pidió a Tea--¿Por qué no ayudas a Joey con sus estudios, está medio perdido—

 

Lo raro sería que al perro le fuera bien usando la cabeza—fueron las frías palabras del CEO de KAIBA CORP que apareció de repente.

 

El melado se puso de mal humor—Tu solo estás así porque no eres el rey de los duelos. ¿Cuántas palizas te ha dado Yugi, a ver?—

 

No vine a hablar con las pulgas sino con el dueño del circo—le contestó Seto cortante y se dirigió al tricolor—Tu y yo vamos a encontrarnos enano y ahora no habrá espíritu que te salve—

 

Yugi no necesita ser salvado. El mismo venció al faraón una vez, tú eres el único pelagatos aquí que cree que puede vencerlo—le contestó Wheeler.

 

No es el único que lo cree—dijo una voz algo conocida y cuando todos se volvieron a ver quien había hablado se encontraron con Duke Devlin.

 

Por lo menos aceptas que eres un pelagatos—se rió el rubio.

 

Ya no reirás cuando te disfrace como la última vez—dijo el enojado pelinegro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Siempre será mi princesa--dijo el castaño arrodillado frente a él y Joseph se preguntó "¿Que diablos dice Kaiba?"

 

¿De qué hablas?--preguntó.

 

¿Princesa? ¿Le sucede algo?--preguntó el hombre con la cara de Kaiba levantándose pero no tenía los modales ni la rigidez de Kaiba para tratarle aunque si tenía cierta dificultad para tratarle con familiaridad.

 

Entonces entendió que todo eso debía ser un sueño. Y sonrió.

 

Lo siento--dijo con toda la intención de seguir el juego porque le parecía divertido que el ojos azules estuviera bajo él en la escala social para variar mientras se tapaba la boca como había visto que hacían en las películas antiguas.

 

¡Damas!--llamó la atención Kaiba de las mujeres que aparentemente eran sirvientas de él.

 

¡Marqués!--dijo inclinándose una.

 

Así que Marqués, hasta en los sueños este estirado disfruta de la buena vida, se dijo Joey.

 

Su alteza se ve confundida. ¡Llamad al médico real!--les ordenó.

 

Eso no será necesario, Marqués...--dijo la joven princesa y luego actuó como si no pudiera recordar su nombre--¿Cuál era su nombre?--le divirtió tanto la sorpresa en sus ojos.

 

De Tolmes, su alteza. Es el Marqués de Tolmes--le indicó una doncella horrorizada de que ella no le recordara.

 

Gracias--le dijo Joey que de inmediato se percató de la presencia de una belleza en esa habitación que lo miraba con interés. Todos miraron en su dirección y las criadas que estaban ahí se apartaron para dejarle ver que la susodicha no era otra que su reflejo en el espejo.

 

Tengo buenas boobyes--dijo para si alegre.

 

Partamos al jardín, su padre el rey nos espera--dijo el Marqués y le tendió su mano. Le tomó un momento al rubio darse cuenta que era para que él colocara en ella la propia, cuando lo hizo el otro tomó la conducción del trayecto y los criados siguieron a la aparente pareja.

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

espero les guste


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