Ahora era una persona, ahora era rey. Aragorn que tomaba dulcemente la mano de su futura reina entre sus brazos era encantador, no había duda, la amaba.
-Queridos amigos no tenéis porque arrodillarse- aseguro ahora el rey quien se arrodillo ante los hobbits lentamente seguido de Arwen, ahora su Arwen, antes de que el bajara por completo la cabeza diviso a Legolas quien le miraba de una manera que el mismo Aragorn no pudo deducir, ¿Tristeza, Resentimiento, Decepción? Pero fue el elfo que agacho su mirada primero para completar la reverencia, hubo algo en aquella mirada que lo dejo intranquilo eh intento dejarlo pasar una vez que su mirada se fijó en el suelo.
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-¡Caballeros, no tenéis porque tener miedo, seguidme y los guiare por el camino de la valentía y la victoria!- Aragorn levanto en alto su espada, seguido de varios gritos de aliento los suficiente como para afirmar que estaban más que dispuestos a pelear a lado de su rey.
-¡Hey elfo, quien acabe primero con una fila de esos orcos sobrantes, debe cumplir con lo que el ganador desea!- grito el enano Gimli hacia Legolas que ya había sacado su hacha.
-Te respondería que un “no” mi buen amigo, pero me parece un trato justo, ¡acepto tu propuesta enano!- Legolas ya había echado a correr tras Aragorn por lo cual el enano no perdió más tiempo y salió disparado hacia las enormes filas de orcos.
-¡50!- grito el enano mientras degollaba a un orco que se aventó hacia el repentinamente. -¡51!-
-No te eh de mentir- El elfo lanzo una flecha aterrizando en el pecho del orco que había intentado acercársele- ¡51!-
-¡Que!- grito furioso mientras esquivaba el ataque de uno y le clavaba el hacha con toda potencia en su cráneo -¡52!- en ese momento el cuerpo de un orco callo en los pies del enano que levanto la cabeza al ver el cuchillo del elfo clavado en el cuello del enemigo.
-52- susurro Legolas levantando las pestañas.
-Aragorn necesitamos que sepas cual es el verdadero ganador- justamente, el rey se agacho para esquivar el espadazo de un orco, la punta de esta llego a cortar los pelos de la barba de Gimli que se hallaba detrás, cuando Aragorn se incorporó clavo la suya en el pecho del asqueroso orco.
-Lo hare, si ustedes dejan de perder el tiempo en esta batalla- pronuncio frustrado, y enseguida ambos amigos siguieron en la lucha, el sonido de acero chocando con el acero era interminable, solo hasta que el ultimo orco callo entre el montón de cuerpos y el grito por parte del reino se elevó con espadas en mano.
-¡Uff! Estoy agotado- agrego Gimli dejando caer la pesada hacha a un lado - ¡Dime Aragorn, quien ha ganado ahora!- El rey coloco su sonrisa divertida mientras miraba a ambos que le suplicaban que digiera el puntaje.
-“Al momento de no estar en la guerra, se comportan como niños”- pensó divertido el rey – Amigos míos, seguramente no me creerán si les aclaro que no hubo tal ganador- Las expresiones de elfo y enano cambiaron a unas sorprendidas.
-¿No lo hay?- aclaro Gimli – ¿Fue un empate?- nuevamente esperaron respuesta alguna de él.
-Soy sincero, pues no andaré distraído por sus estúpidos juegos de niños- y tras este regaño, los tres amigos rieron, dando alegría a los que se hallaban alrededor, las muertes fue mínima en esa batalla, por lo cual lamentaron pero agradecieron por sus vidas aquella misma noche de fiesta.
El sonido de la gente que hacían al reírse, cantar, bailar o hablar era significado de una prosperidad al fin realizado. El olor a vino y cerveza inundaban el lugar.
-Rey, te damos gracias por pelear con nosotros- aclaro uno de los amigos de Aragorn.
-¡Oh, por favor no me llamen rey!, estamos entre amigos- y le dio un leve golpe en la espalda a su amigo y este respondió con un asqueroso eructo.
-Cielos amigo-
-¡Asco!- rieron los que abundaban la mesa y entre ellos Legolas se ponía de pie.
-¿A dónde has de ir Legolas?- dijo Aragorn con una enorme sonrisa que Legolas miro un momento.
-A ninguna parte en realidad- y salió golpeando algo brusco con el hombro del rey.
-¿Dónde va el elfo?- Aragorn giro la mirada con una sonrisa.
-Realmente no lo sé- miro su tarro y dijo- Cielos, la bebida se me ha acabado, discúlpenme iré a por mas y volveré enseguida- los hombres asintieron para luego seguir en su plática.
Su tarro estaba aún lleno pero lo dejo en una mesa que con la fuerza salpico donde otro grupo platicaba pero pareció no haberse dado cuenta pues aquellos hombres ya estaban ebrios. Salió del lugar, antes de caminar busco a Legolas con la mirada. Lo vio, cerca del rio donde acampaban, la luna hacia brillar su cabello y el viento agitaba sus ropas.
-Mi señor elfo, ¿sabe usted que se ve más hermoso a la luz de la luna?- El rey le había abrazado por la cintura a Legolas pero este no pareció tener expresión alguna. –¿Sucede algo?-
-Ahí adentro huele espantoso, ¿Cómo soporta usted, mi señor, estar adentro con todo esos olores?- El hombre sonrió y lo acerco más a su cuerpo, el elfo seguía sin tener expresión.
-Rey de los elfos silvanos, os aseguro que no me ah de agradar aquel olor, pero convivir con mi gente es importante como para soportar esto- al no obtener otra respuesta por parte de Legolas continuo –Te repetiré, que te ves aún más hermoso a la luz de la luna- Aragorn coloco su rostro entre el hombro y cara del elfo, aspiro su aroma.
-Mi rey me gustaría ser el único a quien le digas esas cosas- el hombre dejo de oler su cuello y lo miro pero Legolas no le miraba.
-Mi bello elfo, te ruego a que no te refieras a Arwen, bella y dulce mujer, no merece mi trato- Sin saber en qué momento Legolas ya no se hallaba entre sus brazos.
-Aragorn, acepte vivir contigo este pecado, pero sin embargo, lamento decirte que no eh de seguir más- El castaño le miro asombrado –Arwen, bella y dulce mujer lo sé, no me arrepiento de nada en entregártela a ti para que tu felicidad habría de vivir, pero seguirte desde el comienzo fue y será una mala idea, encantado me uní a ustedes para acabar con el mal que quería destruir nuestro hogar, pero Elrond lo dijo y lo vio- Legolas por fin le miro pero no de la manera en que Aragorn deseaba, los ojos azulados del elfo estaban cristalizados seguramente por las lágrimas que amenazaban por caer. –Tú y Arwen tendrán vida, su vida, ¿Qué tendremos nosotros?, lo retiro, más bien ¿Qué obtendré yo estando contigo?, no le rompas el corazón mi señor, ella te ama y te necesita…..-
-No- interrumpió el rey al ver que una lágrima llena de dolor caía por la suave mejilla del elfo, al intentar acercar su mano al rostro del bello rey de los elfos, este retrocedió.
-No mi querido rey- dijo apartando su mano de un golpe, -No- susurro dejándose caer de rodillas y bajando la mirada, el cabello dorado y trenzado cubrió los lados de su rostro pero aun así sus sollozos se hacían escuchar.
-Legolas, oh mi bello elfo, por favor- los ojos de Aragorn ya se había cristalizado- Sabes, te eh dicho varias veces que no podría dejar a Arwen, sin embargo mi cabeza me lo dice, quiero estar contigo, los amo a los dos de verdad, no hay diferencias y si te preocupa tu recompensa por estar conmigo, aquí esta, seré yo tu recompensa aunque valga muy poco.-
Legolas se había quedado callado, demasiado tiempo para inquietar al rey.
-Por favor mi señor, ¿me permites concederme algunos días para decidir?-
Responder a eso era un reto para el rey, y sin importar que él también quisiera pensarlo, no tuvo de otra que permitirle “algunos días” aunque no sabía a cuantos se había referido exactamente pero mejor decidió que el elfo decidiera cuando estaba listo para responder.
-¿Prometes que lo pensaras?-
-Con toda mi sabiduría se lo eh de prometer, ahora por favor disfrutad de esta fiesta en seña de nuestra victoria que con todo el esmero fue hecha- antes de que el rey pudiera decir otra cosa Legolas se alejó del lugar dejando a Aragorn un poco preocupado.
-Si alguien a de preguntar por mí, decirles que me eh ido a descansar- confirmo el hombre a unos soldados que vigilaban afuera y que solo asintieron, seguido de esto fue a su tienda correspondida y se tendió cansado en la cama, los ojos se le cerraron al instante.
Fue el nombre de Legolas que lo hicieron despertar de inmediato, la luz de la mañana hacia brillar las cortinas a su alrededor, y fue un guardián quien irrumpió dentro de la tienda para gritar a toda voz.
-¡Legolas no está, ha desaparecido!-