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Our Sky por Namishawol

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Baekhyun sabía que su hora final estaba llegando, su pequeño cuerpo se sentía pesado y frío. Su visión estaba nublada y no podía ver muy bien, pero vio como alguien encima de él lloraba. Se oían sollozos y las lágrimas caían sobre el rostro de Baek, este sonrió tiernamente porque aunque su visión era mala en esos momentos esas orejas tan grandes y puntiagudas eran fácilmente reconocibles.

—No llores, Yeollie. —dijo con su voz delicada.

 

Un mes antes…

Yeol se había despertado más alegre de lo normal, con una sonrisa estúpida se miró al espejo y empezó a revolverse el pelo rojizo que parecía un nido de pájaros. Era un grandioso día, por fin después de cuatro años entrenando iba a conseguir su diploma como Ángel Guardián.

En aquél pequeño dormitorio había dos camas, en la segunda aún había alguien dormido hecho una bola entre varias capas de mantas esponjosas. Chanyeol sonrió malvadamente, seguidamente cogió carrerilla y se tiró en plancha sobre Lay. Haciendo que este emitiera un gemido algo gracioso y peculiar.  

—Buenos días,  ¿Te importaría no aplastarme? —dijo medio dormido.

Yeol empezó a reírse y le abrazó.

—Hoy es un día importante Lay. Por fin seremos oficialmente ángeles. Auténticos ángeles y no unos simples aprendices. —Chanyeol elevó demasiado la voz y eso ya despertó a Lay por completo.

Después de que Lay se preparara ambos fueron a la Escuela de los Ángeles.  

Era la mejor escuela de todo el cielo. Yeol iba tarareando por los pasillos con amplias zancadas, Lay siempre le observaba por el rabillo del ojo y sonreía. Él no estaba para nada preocupado, había conseguido las mejores calificaciones como ángel de todo el centro. Al contrario que Chanyeol, que era un ángel más bien de último rango.

 

—Buenos días chicas. ¿Habéis ido a limpiar? —preguntó  Yeol riendo muy exageradamente a cuatro ángeles que estaban en medio del pasillo.

Los cuatro ángeles eran de rostros muy semejantes pero con algo peculiar en sus alas, estas eran de muchos colores. Las cuatro chicas fruncieron el ceño a lo que dijo el más alto  y Elena saltó enfadada.

—No sé cómo le pueden dar el título a un ángel amorfo.

Yeol no se sintió mal por el comentario de las Red Velvet, en el fondo tenían razón. Él había nacido con un ala más grande que la otra. Pero él no se consideraba “amorfo”. Él era un ángel especial.

Lay les sonrió amablemente para calmar el ambiente tenso que se respiraba entre Chanyeol y las cuatro chicas.

—¡Vamos! —le insistió en tono alegre, haciendo que siguiera caminando el más alto, alejándose de ellas.

Cuando ambos estaban frente a las puertas de los Juzgados Celestiales Yeol se sintió terriblemente nervioso, con ganas de largarse corriendo. Pero Lay sin decir nada le colocó una mano sobre el hombro y sonrió, calmando a Chanyeol. Este le devolvió la sonrisa con una cara estúpida y graciosa.

Las puertas se abrieron. La sala era un semicírculo enorme, con amplias gradas. Todas repletas de ángeles encapuchados con alas negras. Yeol tragó saliva y apretó los puños con fuerza. Antes de entrar miró a Yixing, que le gritó con todas sus fuerzas: ¡FIGHTING!

Eso le dio muchos ánimos a Chanyeol, que se decía a sí mismo

<< Tranquilízate, Yeol. Has trabajado durante años para esto, no lo puedes echar a perder >>

Se paró en seco delante de las gradas. Todos los encapuchados empezaron a observarle, la sala se llenó de altos susurros entre aquellos ángeles de miradas frías y severas.

De repente se escuchó una voz más alta que las demás en medio de los incesantes murmullos.

—¡Me niego a que un ángel como él sea el Ángel Guardián de cualquier humano!

Chanyeol alzó la mirada, en la quinta fila a la derecha uno de los encapuchados se puso en pie y le señaló con dureza. La sala se llenó de nuevo de susurros. Yeol se sentía observado por muchos ojos y notó una presión en su pecho, que le hacía más difícil respirar y sus ojos empezaron a nublarse un poco. Pero a pesar de todo ello se mantuvo firme, apretando los puños. Entonces escuchó algo que hizo que sus nervios llegaran a la cima de su cabeza.

Escuchó una voz proveniente de las gradas que decía de manera despectiva: ‘’Es un ángel amorfo’’.

Y la ira de Park Chanyeol estalló…

 

—¡¿Y vosotros os consideráis ángeles?! Se supone que los ángeles debemos ayudar a las personas, a que los humanos cambien antes de que se les conceda el juicio final y en vez de ello, me discrimináis por mi curiosa forma. ¡Vosotros sois como demonios! —gritó Chanyeol enfurecido.

Después de soltar todo eso supo que había cometido un grave error. Miró al frente asustado y nervioso, esperando por las reacciones de los encapuchados, de pronto el  mismo que se había negado a concederle el título de Guardián se puso en pie y le observó, pero esta vez con una mirada llena de interés.

—Está bien, Park Chanyeol. Te concederemos el título de Ángel de la Guarda. —los ojos de Chanyeol brillaron de emoción pero antes de celebrarlo el hombre siguió hablando. —Pero solo te concederemos 30 días, serás un Ángel Sustituto. —terminó de decir con voz grave e impotente.

A Yeol se le abrió la boca sorprendido.

 

—¿Sustituto? ¡Qué significa todo esto! —volvió a gritar alterado y molesto. Aunque con la voz más temblorosa.

—Creemos que no estás capacitado para ser un perfecto Guardián de humanos. Así que si superas está prueba de treinta días te concederemos el verdadero título como Ángel Guardián.

Chanyeol se interesó por lo que decía el encapuchado, aunque seguía pensando que todo era bastante injusto para él.

—Está bien —accedió al final — Ganaré esta prueba, conseguiré mi título de ángel y cuando eso ocurra todos os tendréis que arrodillar ante mí. —terminó diciendo lleno de seguridad señalándose así mismo, mostrando una dentadura blanca y perfecta.

 

Sus palabras crearon caos en las gradas. Muchos de los encapuchados se sintieron ofendidos y poco respetados por un simple ángel como Chanyeol. Sin embargo había uno que estalló en carcajadas, el hombre de la quinta fila parecía haber tomado el comentario de Chanyeol de buena forma.

—En nombre de toda la sala acepto tu petición. Este será tu primer humano, solo tienes treinta días. Si consigues que cambie su forma de vida antes de su juicio final cumpliremos nuestro trato y toda la sala se arrodillara ante ti. —accedió— Pero en caso de que esto no sé cumpla no obtendrás tu título de Ángel Guardián y además serás expulsado de esta academia.

El encapuchado permaneció firme y atento a la respuesta de Yeol. Este rio para sus adentros y señalándole de manera descortés, con uno de sus largos dedo, le respondió de manera sonriente.

—¡Ten asegurado que no perderé!

Chanyeol se sentía lleno de confianza, treinta días eran más que suficientes para que un humano cambiará su mal estilo de vida, la situación no podía ser muy difícil.

 

De pronto una puerta apareció en medio de la sala, rodeada de niebla. Era una enorme puerta de mármol en la que había esculpidos muchos niños con forma de ángeles, con miradas frías observaban a Chanyeol. Este dio un paso hacia atrás un poco intimidado.

—Supongo que habrás oído hablar de la grandiosa puerta. Es ni más ni menos que la puerta de los Juicios Divinos, por ella solo pueden pasar ángeles para ser conducidos a la tierra o al infierno. Todos estos ángeles grabados en la puerta son aquellos que cayeron en la batalla contra los demonios. —el que hablaba hizo una pausa para observar la puerta— Son ángeles que juzgan y registran la entrada de todos los que pasan por sus enormes arcos. En treinta días volverás a pasar por debajo de sus magníficos escritos y serás juzgado bajo sus atentas miradas.

 

Chanyeol tenía los ojos muy abiertos y tragó saliva varias veces nervioso. Empezó a sudar de forma considerable. Pero se calmó, respirando tranquilamente un par de veces y dio un paso hacia delante mientras hablaba.

—Una vez que afirmó que haré algo nunca me retiro. —miró en todo momento a las gradas. No hubo respuesta.

La puerta se abrió y entonces los ojos de las estatuas de los ángeles se tornaron blancos y pálidos. Chanyeol cerró los ojos asustado y pasó al otro lado de la puerta sin pensarlo mucho.  

***

Al otro lado Chanyeol abrió lentamente los ojos. Había leído miles de libros acerca del mundo humano pero esta iba a ser su primera experiencia en él.

—¡¡¿PERO QUÉ…?!!

En medio de bocinazos de coches Chanyeol se tiró hacia un lado de la carretera, casi siendo atropellado por coches. Se puso de pie y esquivó otro coche de reojo mientras el conductor simplemente le insultó a gritos.

—No sabía que iba a haber tantos humanos groseros. —se dijo a sí mismo mientras sacudía su ropa.

Observó a su alrededor y de pronto notó algo extraño. Varias chicas pasaban por la calle y susurraban al verle. Yeol se puso nervioso, las miró y les sonrió haciendo un gesto de victoria con los dedos. Estas simplemente se rieron de él y Chanyeol dio un largo suspiro.

—¿Cómo se supone que voy a encontrar a la persona a la que tengo que cuidar entre tantas personas? —se cuestionó en voz alta.

Nuevamente miro a su alrededor y tuvo una extraña sensación en su cuerpo así que se dio la vuelta y vio a un chico alto, bastante sexy debe admitir, que le observaba con una sonrisa pícara.

—Tsk, tsk… ¿Qué tenemos por aquí un nuevo ángel en la ciudad?

Esas palabras desconcertaron a Chanyeol que dio un paso largo hacia atrás y el chico empezó a reírse.

—¿Es la primera vez que ves a un demonio? —le preguntó en todo burlesco. Se acercó mucho a él y le susurró su nombre en el oído. Chanyeol le dio un empujón.

—Hun d-de-demonio, o lo qué seas, n-no quiero que te acerques a mí. —dijo tartamudeando.

—Es Sehun, idiota… Te veo un poco perdido. No es que me guste ayudar a ángeles estúpidos como tú, pero hoy estoy de buen humor. —Chanyeol lo miró en silencio. — Si te concentras bien deberías poder ver un hilo rojo en tu dedo meñique. —dijo el demonio llamado Sehun mientras se echaba su pelo castaño hacia atrás sensualmente.

Yeol no tuvo más remedio que confiar en él aunque sabía que los demonios eran seres despreciables y mentirosos. Bajó la mirada a sus largos dedos y concentrando su mirada en su dedo meñique pudo ver un fino hilo rojo carmesí atado a él y que continuaba por la calle.

—Ese es el hilo que te une al humano por el que debes guardar. —habló Sehun mientras se acercaba. Reaccionó algo sorprendido al ver el hilo más detenidamente. Sus labios se abrieron mostrando una sonrisa traviesa y emocionada. —Al parecer te ha tocado una persona interesante. El grosor del hilo es tan fino que ahora mismo lo podría partir con solo tocarlo y ese humano iría directo al Juicio Final.

Chanyeol dio un paso atrás recogiendo todo el hilo que podía del suelo y alejándolo del demonio que reía al ver la reacción sorprendida del ángel.

—Idiota, si fuera tan fácil matar humanos ya estarían todos muertos por demonios. —la mirada de Sehun se volvió fría y calculadora, con un tono de ojos ya no acaramelado sino rojizo oscuro.

—Gr-Gracias por la información. —le dijo sin mirarle.

Simplemente le agradeció porque no tenía otra opción.

Dejando de lado, y olvidado, al demonio llamado Sehun empezó a correr persiguiendo ese hilo rojo que le unía con su humano destinado. No podía perder ni un segundo, solo tenía treinta días.

Conforme iba corriendo el barrio de la ciudad iba cambiando, ya no eran edificios altos y tiendas de lujo como al principio. Chanyeol no se dio cuenta que estaba recorriendo barrios marginales, llenos de casas abandonadas, calles con olor a humo de tabaco y pandillas de humanos alejados de la mano de Dios.

El ángel sintió tensión en el ambiente y empezó a correr a más velocidad, no estaba preocupado por él más bien le preocupaba que su humano estuviera en problemas. De repente escuchó a alguien hablar.

—Ey, pequeñajo danos el dinero. —dos  chicos, tan altos como él, balanceaban a un chico por los aires. Lo tenían cogido de la camiseta.

Chanyeol se paró en seco y notó como su corazón daba un brinco cuando vio que su hilo acababa en la mano de aquél pequeño chico que era balanceado por los aires, como un saco de patatas. Yeol ya estaba dispuesto a intervenir para salvar a su humano cuando de pronto el pequeño elevó una pierna  en el aire y golpeó a quien le sujetaba. Tirándolo al suelo aturdido y herido.

—Te vas a enterar canijo. —le gritó el otro hombre remangándose  y cogiendo carrerilla.

El pequeñajo le miró con una mirada llena de desafío, elevó su delgada pierna de nuevo y le golpeó en el estómago, dejándole también tirado en el suelo. Chanyeol se quedó pasmado, completamente blanco ¿Cómo era posible que ese chiquitajo le hubiera dado una paliza a esos dos hombretones?

—Idiotas. —dijo su humano. — Deberían informarse antes de intentar amenazar a un profesional en Aikido. — el chico se sacudió el pantalón.

Llevaba un uniforme escolar, algo desaliñado. De repente elevó la mirada y se encontró a ese gigante delgado y con el pelo rojo delante de él.

—¿Qué pasa, tú también quieres mi dinero? —le desafió.

Chanyeol tragó saliva y apretó los puños acercándose decidido. El pequeño ya estaba en disposición de darle una buena patada al gigante desconocido.

—Por favor se mi amigo. —le pidió Chanyeol poniendo las manos sobre los hombros del pequeño. Este tuvo que mirar hacia arriba para verle la cara al ángel.

—¡Quita tus manos de encima, gigante! —gritó molesto, dando unos pasos hacia atrás algo aturdido por aquella situación un poco cómica e inesperada.

Miró más detenidamente al gigante que le sonreía estúpidamente aunque se le notaba ligeramente nervioso.

—Me llamo Chanyeol, pero puedes llamarme Yeollie. —dijo acercándose de nuevo al pequeño.

—¿Tenemos ya tanta confianza para que te llame por ese mote estúpido? — le preguntó sarcásticamente mientras le atravesaba con la mirada.

Chanyeol le seguía sonriendo, intentando demostrarle su amistad inmediatamente.

—Vamos, dime tu nombre. —insistió Yeol. Dándole codazos amistosos a su pequeño humano, que aún le observaba con indiferencia.

—¡Te diré mi nombre pero ya déjame en paz! —le gritó irritado y enfadado. —Me llamo Byun Baekhyun. Ahora esfúmate de mi vista gigante.   

Baekhyun miró a Yeol y este tenía aún una sonrisa, más estúpida que antes. Enseñando todos sus dientes y con un cierto brillo de emoción en los ojos.

Baek dio un suspiro dándose cuenta que este gigante iba a molestarle una temporada.


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