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Cinco motivos. por MitcheKiller117

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Notas del fanfic:

Disclaimer: No formo parte de la SM. No soy LuHan. No soy SeHun. No soy ninguno de los personajes aquí mencionados. Yo soy solo una soñadora dispuesta a narrar, en su mayoría, locas historias de amor.

Notas del capitulo:

Aclaraciones:

—Diálogos.

"Pensamientos".

Puntos a remarcar, notas escritas, etc.

Mitche está aquí para felicitar a SeHun-ee en su día ♥ Felicidades bebé, que no va a leer esto jamás c: ¡Happy Yehet day!

 

No puedo decir que estuve esperando por ti
Así que escribo y luego borro.

Esperaré por ti, ti, ti, ti.

-

 

 

 

 

Con exasperación, un ruidoso muchacho de cabello castaño arrojó un enorme libro sobre la superficie de madera de una de las tantas mesas en la biblioteca.

Su Hyung, y también mejor amigo, le dedicó una mirada amenazante y LuHan bufó, recorriendo la silla para tomar asiento junto al que pese a ser mayor, era mucho más bajo.

—No entiendo por qué tengo que estudiar química, de verdad.

Estresado, el de mejillas regordetas le miró por el rabillo del ojo, no dejando de prestarle atención al enorme libro que el cuidadosamente había puesto sobre la mesita.

—Porque el plan de estudios lo marca, ya te lo he dicho, Lu-Ge, deja de quejarte.

Frustrado, el menor de los dos, se sujetó el cabello con ambas manos. — ¡Sí, ya lo sé! ¡Pero de todas formas me voy a olvidar de la química cuando vaya a estudiar música a la Universidad!

Un fuerte shhhh resonó por todo el salón, y ahora la mirada asesina de Minseok no era la única que LuHan tenía encima.

Con una sonrisa hipócrita, el de bonitos ojos hizo una inclinación a la bibliotecaria sentada a la distancia a modo de disculpa. Luego se volvió para susurrar —¿Qué me van a importar a mí las sales cuando esté practicando notas altas, uh? Te lo digo enserio, Min-ee, nos sacan canas verdes para nada.

El mayor se frotó la cara, evidentemente malhumorado por la insistente actitud del que, en ocasiones no sabía si para su mala suerte, era su mejor amigo.

—Lu-Ge, lo mejor será que nos pongamos a hacer la tarea.

El aludido pareció rendirse con el tono de voz que el otro usó y se encogió de hombros, abriendo su cuaderno descuidadamente.

No le gustaba mucho ir a la biblioteca pero en ocasiones como esa, no le quedaba más opción. La horrible profesora que les impartía la materia más odiosa del universo, les había dejado investigar algo que bien podía haberles explicado en clase, aunque seguramente él no le hubiese prestado ni la más mínima atención.

LuHan siempre pensaba que había cosas más importantes en las que ocupar su tiempo que ir a la biblioteca, como acosar a su amor platónico, por ejemplo. De todos modos, la prueba para la Universidad de la que se moría por formar parte consistía más en habilidades que en conocimientos, y él estaba muriéndose por ir a cantarles y dejarlos atónitos con su hermosa voz, no con una lección de cuál era la maldita diferencia entre las sales y los hidruros, ¿se llamaban así? Quién sabe.

Y ¿dónde estaría ese amorcito suyo, de todos modos? Con aire distraído, el ojos de ciervo se recargó con aura de ensueño sobre una de sus manos.

No había tenido la oportunidad de verlo en la cafetería esa mañana, y eso no había hecho más que provocarle un terrible dolor de cabeza.

En días malos, como ese, LuHan se ponía mucho más fastidioso de lo normal. O eso era lo que Minseok, sentado a su lado y mirándolo con cara de eres un idiota, pensaba.

Así que no perdió más el tiempo y lo codeó discretamente para obtener su atención. — Oye, no quiero que te sobresaltes pero… ¿Ya viste quién está ahí?

LuHan giró la cabeza primero a la izquierda y luego a la derecha como si se tratase de la niña poseía por el mismísimo demonio en la clásica película de terror llamada El exorcista. Luego, al no encontrar nada interesante, giró también el trasero sobre la silla para revisar a sus espaldas, casi cayéndose en el intento y volviendo a recibir un merecido shhh por parte de los estudiantes que, al contrario de él, sí estaban ahí para estudiar.

Minseok hundió la cabeza en su libro, muerto de vergüenza y luego se precipitó a negar, señalando con un dedo la mesa frente a la de ellos.

El menor de los dos levantó la mirada y encontró mucho más cerca de lo que esperó, aquello que tanto había estado anhelando ver la mañana entera.

Oh SeHun.

El estudiante más serio del instituto.

El siempre puntual, el que entrega sus trabajos en perfecto estado, el que se marcha pronto a casa y, seguramente, va a la iglesia con sus padres cada domingo a confesar sus inexistentes pecados.

¿Podía haber ser más perfecto que ese?

LuHan estaba completamente seguro de que no.

El chico en cuestión ahora mantenía la mirada fija en un libro de texto que por lo que alcanzaba a ver, era de Matemáticas II. Y LuHan no tenía idea de qué hacía un niñito de primer año con un libro de la materia que él había arrastrado consigo durante dos semestres, pero, tratándose de él, pronto llegó a la conclusión de que había adelantado por ser algo así como un genio.

—Oh por dios… — murmuró, sintiendo su sistema calentarse.

SeHun usaba el uniforme tan apropiadamente como un maniquí de escaparate en una tienda de uniformes. Cada uno de los botones estaba en su lugar, hasta el que encerraba su cuello. La corbata azul con gris estaba perfectamente alineada, el saco una tonalidad más oscura, entreabierto para poder lucir. No podía verle las piernas, por desgracia, pero LuHan estaba seguro de que llevaba los pantalones grises ajustados también, resaltando el redondo y bonito trasero sobre el que estaba sentado.

—¡Es tan hermoso! Minn-ee — tiró de la manga de su mejor amigo, emocionado. — ¿por qué no puede ser mío? — espetó con un adorable puchero en los labios.

El mayor suspiró, decidiendo que tal vez no haberle dicho que el Oh estaba ahí, hubiese sido una mejor idea.

—Lu-Ge, vamos a hacer tarea…

Pero el chino, que se había mudado ahí tres años atrás, no le estaba prestando mucha atención en realidad. Se había perdido en las bonitas facciones de su platónico, hundiéndose en suspiros y transformándose en mejillas sonrojadas.

SeHun se había convertido en su platónico dos años atrás, un día de verano cuando Minseok había decidido abandonarlo para tener una cita con un tal Max ChangMin, que por cierto, era ardiente como el mismísimo sol.

LuHan todavía recuerda haber maldecido su mala suerte cuando salió tarde del Instituto, por aquellos entonces cursaba primer grado, era nuevo en la ciudad y no tan precavido como para guardar un paraguas en el interior de su casillero.

El verano había traído consigo el calor, así como las esponjosas nubes grisáceas y las primeras lluvias. Así que, parado en las escaleras de la entrada al Instituto, LuHan se resignó a esperar que la lluvia parara para así poder irse a casa.

No conocía a muchas personas, incluso si se había esforzado muchísimo en perfeccionar su coreano. Minseok había sido el único en ofrecerle su tan valiosa amistad y para el resto de sus compañeros, todavía era el raro problemático que venía de china con el que daba un poco de miedo hablar.

Y los minutos que planeó esperar se transformaron en horas, trayendo consigo la noche. Ni la actitud positiva que lo caracterizaba, pudo evitar que las lágrimas se acumulasen en el borde de los ojos de LuHan.

Era triste no tener una larga lista de personas a quienes recurrir en su lista de contactos.

No quería molestar a Minseok en su primera cita, sobre todo cuando sabía que se moría por ya mencionado chico. Y el resto de sus contactos estaban seguramente muy cómodos en su casa, en china.

Fue precisamente cuando ya había abandonado toda esperanza y se había puesto a llorar sobre sus piernas como un niño, que sus zapatos dejaron de ser mojados por la lluvia.

Y es que era tan dramático, que había pensado en no cubrirse los pies para dar un poco de lastima, aunque lo cierto era que no le había provocado nada a nadie en absoluto.

Hasta el momento en que levantó la cabeza y se encontró con una mirada tan fría como el agua que ahora caía sobre sus hombros.

Tenía el cabello negro, tan negro como sus ojos y la piel pálida. LuHan podía jurar que no había visto ser más alvino en toda su vida. Y estaba extendiéndole su paraguas con una larga mano, aunque el chino tardo muchísimo más de lo previsto en captar la idea.

—Tómalo… — Había susurrado.

Así que LuHan se apresuró a hacerlo. Solo entonces, el muchacho se incorporó, todavía mojándose.

Era alto, pero todavía lucía como un pequeño y, por el logo impreso en su camiseta, se dio cuenta de que era mucho menor que él, pero eso no impidió en absoluto el latido acelerado de su corazón.

El hecho, sin embargo, fue que cuando se tardó más de lo previsto en tomar sus cosas y levantarse, el chico ya no estaba ahí.

Durante unos segundos, LuHan creyó que todo había sido su imaginación y sin embargo, el paraguas que sostenía una de sus manos probaba lo contrario. En la lejanía, sus ojos pudieron ver al chiquillo cruzar la calle con las bolsas de compra en cada una de sus manos, empapándose.

Y justo en el momento en que logró cruzar la calle, LuHan decidió que se había enamorado por primera vez.

Días fueron suficientes para que averiguase su nombre.

Oh SeHun, quinto grado. Para cuando él estuviese en tercero, SeHun apenas estaría cursando primero. Y decidió, muy seguro de sí mismo, que cuando ese momento llegara, él estaría esperando para conquistarlo.

Pero lo cierto fue que cuando, meses atrás, LuHan se había armado de valor para pararse frente a él y decirle una pizca de cómo se sentía… SeHun había bajado la indiferente mirada en su dirección y con una ceja arqueada, había dicho.

—Dame cinco motivos por los cuales debería salir contigo y lo consideraré.

Al principio, el chino se había sentido terriblemente ofendido por la actitud carente de respeto de su adorable dongsaeng. Pero con el paso de los minutos en que el Oh se dio la vuelta y lo dejó parado en medio del pasillo, Xi LuHan sacó un papelito de su mochila y se puso a escribir sobre la superficie del casillero ajeno.

  1. Te he esperado por dos años
  2. Soy guapo.
  3. Me enamoré de ti cuando eras un niño idiota que probablemente pescó un resfriado.
  4. Soy tu Hyung.
  5. Porque sí.

Satisfecho, LuHan estuvo a punto de meter la lista tan impecable que acababa de hacer por la rendija del casillero del pequeño. Afortunadamente para él, Minseok llegó a tiempo para detenerlo, confiscando la lista en que él había puesto el empeño de cinco minutos… ¿o habían sido segundos? Quién sabe.

—¿Estás completamente loco? — Su mejor amigo había espetado, señalando primero el número uno — Esto sonará patético, — luego el número dos — esto no es un motivo, LuHan.

El aludido abrió la boca para protestar.

XiuMin se le adelantó. —Por lo menos no uno convincente. — Después fue por el número tres — esto suena más agresivo que regalar rosas amarillas. — Y el número cuatro — ¿¡Esto qué, LuHan!?

El aludido volvió a abrir la boca pero al no encontrar nada qué decir, la cerró.

Minseok le devolvió la hoja, presionándola contra su pecho. —Del cinco no quiero ni hablar. Deja de apresurarte… ¿por qué no lo piensas un poco?

Por supuesto que el chino omitió de sus recuerdos el hecho de que su mejor amigo lo había sermoneado y sacado una infinita lista de razones por las cuales debía dejar de amar a Sehun. El hecho de que le hubiese pedido motivos por los cuales debía salir con él como encabezado, es un cínico, como subtítulo.

XiuMin incluso escribió todos los motivos en Word y se lo imprimió. LuHan había guardado el libreto sin leer bajo su colchón.

Volviendo al presente, Minseok tuvo que golpear a su amigo en la espalda para que dejase de suspirar y LuHan volvió en sí, alcanzando a observar como el pelinegro frente a sus ojos comenzaba a guardar sus cosas.

Había pasado más o menos un mes desde su confesión y él todavía no tenía una lista de motivos.

Siempre hacía una.

Pero al final, terminaba tachando cada una de sus razones.

Ninguna era lo suficientemente clara o convincente. Minseok casi siempre estaba de acuerdo y cuando no, únicamente meneaba la cabeza y se marchaba. Dejándolo solo.

LuHan le sacaba la lengua mientras lo veía irse. Él no tenía la culpa de haberse enamorado de un chiquillo como SeHun y no del gran Max ChangMin, aunque con él tiempo, no pudo evitar sentirse afortunado al respecto.

—… Entonces, ¿crees que debería decir qué sí?

Esta vez, fue el turno del chino de sacudir la cabeza. SeHun había terminado de acomodar los libros que había necesitado en la estantería continua a dónde se encontraba sentado.

—¿Decir que sí a qué, baôzi?

El aludido se golpeó la cabeza contra el grueso libro que llevaba consigo, por octava vez consecutiva en el día.

—Te dije que JongDae me invitó a salir… ¡Nunca me escuchas, Lu-Ge!

Todo lo contrario a lo que él solía a ser, Minseok había exclamado en voz increíblemente baja. Una sonrisa surcó los labios del chino castaño, que se apresuró a asentir. — Sí, por supuesto que deberías decir que sí, baôzi.

—Pero…

—¡Nada de peros, Min-ee! ¡Han pasado casi seis meses de lo de Max! Tienes que darte una oportunidad y volver a vivir, ¿sí?

El de mejillas regordetas lo meditó un segundo y después asintió con energía. LuHan podía ser un idiota, un desastre en las materias para las que aplicaba y un tonto enamorado de un niño sin vergüenza, pero Minseok sabía que había acertado en el momento en que decidió prestarle su goma de borrar, mismo pacto que causó que comenzaran a hablarse.

—Tienes razón, Lu-Ge, creo que iré a buscarlo, ¿te molesta?

LuHan sonrió y negó con la cabeza, observando instantes después como el otro desaparecía por la entrada de la biblioteca.

Cuando volvió la vista al frente, se dio cuenta de que seguramente SeHun se había marchado muchos minutos antes y suspiró, arrancando una hoja de papel de su cuaderno para volver a comenzar…

  1. He esperado por ti dos años.
  2. Quiero estar contigo.
  3. No te arrepentirás de estar conmigo.
  4. Soy guapo.
  5. Soy tu Hyung

Tan pronto como escribió eso último, dobló la nota y tomó sus cosas. Decidido a dejarla esta vez en el casillero del pelinegro.

Aunque por supuesto las cosas no fueron de ese modo. LuHan se paró durante más de diez minutos frente al casillero del Oh y terminó girándose con el papel en la mano, tirándolo al bote de basura más cercano y después marchándose.

Nunca se dio cuenta, como siempre, del par de ojos negros que lo miraban fijamente y las níveas manos que se acercaron a la cesta para tomar el papel que él acababa de tirar.

 

 

- - -

 

 

—… Después de eso me compró un helado e invitó un pastel de queso con arándanos. Yo me contuve de gritarle algo como ¿dónde has estado toda mi maldita vida?

“En tus narices”.

LuHan mentiría si dijese que no estaba ridículamente feliz por su mejor amigo. Lo estaba. Y muchísimo. Era solo que no podía evitar sentirse un poco decepcionado de su vida amorosa cuando la comparaba con la del de mejillas regordetas.

Y sí, había estado fuera del fuego durante seis meses luego de su ruptura con Max ChangMin, el chico tan caliente como el sol, que además tenía una increíble voz y había sido seleccionado por un cazatalentos de una empresa musicalmente reconocida. Pero finalmente había caído en los brazos en los que, según él, siempre debió estar.

Los brazos de Kim JongDae, el idiota que había estado babeando por él desde que los conoció.

Y LuHan, bueno, LuHan seguía ahí sentado, con un papel en blanco sobre su pupitre.

Minseok se recargó sobre el suyo y le dedicó una mirada triste. Aunque, si hubiese sido otra persona, el chino habría apostado que era lástima y no tristeza.

—¿Sigues con esa lista?

El menor suspiró, asintiendo. — Mis motivos nunca son lo suficientemente buenos.

El mayor rodó los ojos y le quitó el papel, rompiéndolo en tiritas pequeñas frente a los suyos. — Si el chico fuese lo suficientemente inteligente como cree que es, no necesitaría motivos, Lu-Ge, bastaría con mirarte.

 

 

- - -

 

 

Una semana más transcurrió.

Llovía y LuHan llevaba consigo el viejo paraguas que tanto significaba para él. Ya había oscurecido cuando recordó que tenía que hacer las compras, así que le tomó dos estaciones en bus llegar al supermercado y cuando salió, se dio cuenta de que había perdido el último bus de regreso a casa.

De modo que no le quedó más remedio que caminar, y lo hizo tranquilamente. Eso hasta que las calles comenzaron a volverse más y más oscuras conforme avanzaba.

Tres años en Seúl no eran lo suficiente como para evitar que se perdiera, al parecer.

En determinado punto, se dio cuenta de que debía pasar por un concurrido bar y no le gustó demasiado la idea, de modo que cruzó  la calle para poder evitarlo, no habiendo pensado mucho en las personas sentadas sobre la acera.

—¿Por qué tan solo, nene?

Una voz escalofriante hizo que todos los vellos se le erizaran. LuHan aceleró el paso.

Detestaba a los viejos estúpidos y borrachos. Pero más detestaba tener una apariencia tan frágil y volverse un manojo de nervios cuando tenía miedo.

Los pasos no se hicieron esperar tras su silueta y se revisó los bolsillos.

“Joder, joder…”

Había dejado el móvil en casa.

No tenía ni idea de qué tan lejos se encontraba de su casa, estaba jodidamente perdido.

Un par de pasos más se unieron a los que ya lo seguían y todo su cuerpo se enfrió, pero eso fue nada cuando un brazo lo rodeó por el cuello, atrayéndolo a un lado para que recargara su cabeza en su pecho.

—Bebé, no te enojes, ¿sí? Perdóname.

Se hizo el silencio.

LuHan empujó al tipo por el pecho, dispuesto a darle una patada en los bajos si era necesario, pero cuando levantó la cabeza en un intento fallido por apartarse, se encontró con la helada mirada de Oh SeHun.

—¿Se le perdió algo? Él está conmigo.

Girando un poco más el rostro, LuHan observó a un par de hombres un poco más allá de sus figuras. De aspecto brutal y sucio, mismos que se dieron la vuelta soltando un par de tonterías que él no alcanzó a escuchar.

Lo cierto era que había tenido tanto miedo, que no se dio cuenta de cuándo exactamente las lágrimas comenzaron a brotarle de los ojos.

SeHun apartó sus manos de su cuerpo lentamente y se agachó un poco, ladeando la cabeza para mirarlo frente a frente.

Y el chino esperó cualquier cosa, una burla, que se marchara o que simplemente le diese la espalda. Cualquier cosa, menos las blancas manos del menor acariciando su rostro, delineando el camino de sus lágrimas y limpiándoselas dulcemente en el origen.

—Está bien, no pasó nada…

Un suspiro entre placentero y aliviado se le escapó al mayor de los labios. SeHun se apartó un poco nuevamente y después lo rodeó con sus brazos, como para hacerle saber que estaba todo bien pero únicamente hizo que el corazón de LuHan latiese deprisa y se sintiese totalmente a salvo.

—¿Qué hacías caminando por las calles tan tarde? Si haces esa clase de cosas es normal que te enfrentes a idiotas como esos.

La voz del menor sonaba realmente preocupada, así que cuando lo apartó, los labios del castaño se mantuvieron entre abiertos y por poco se le cae la sombrilla.

SeHun estaba un poco mojado y  la lluvia había provocado que la elegante camiseta negra se le adhiriese a la piel. Los pantalones medio rotos de noche y el leve olor a cigarrillo, fueron lo que hizo que LuHan respondiese con otra pregunta.

—¿Qué estás haciendo tú aquí?

El pequeño le dedicó una sonrisa ladina y apuntó al bar por el que había pasado con una cabezada.

Enfocando la vista bajo las gotas de lluvia, el chino reconoció a Kim JongIn en la entrada del bar, con un pequeño KyungSoo a salvo bajo su brazo.

—Vinimos a bailar.

—¿B-Bailar?

Y debió haber abierto muchísimo los ojos, porque SeHun levantó una ceja. — ¿Creías que lo mejor que hacía un sábado era quedarme en casa viendo la televisión con mis padres?

LuHan se mordió la lengua.

“¡Por supuesto que sí!”

—Te diré algo, Hyung… Hay una pequeña línea entre ser serio y ser callado.

El corazón de LuHan recibió un par de catastróficos golpes y luego palpitó emocionado.

Ahí bajo el paraguas que tanto significaba para él, en una calle oscura pero ruidosa, y después de haberle salvado la vida, SeHun no solo lo había abrazado por primera vez, ni se había abierto un poco a él…

SeHun lo había llamado Hyung.

 

 

- - -

 

 

En la parte trasera del libro de matemáticas II, que todavía se veía en la penosa necesidad de cursar, LuHan había escrito el montón de cosas que creía saber sobre Oh SeHun.

Y después de aquel sábado, se vio en la penosa necesidad de tachar algunas:

Se queda en casa mirando televisión con sus padres los sábados.

03. Asiste a misa los domingos.

08. Está tan tieso que ni en sueños podría bailar.

22. No puede sonreír, es una ley.

27. Nunca ha cometido un pecado.

35. Nunca ha tenido sexo.

58. Es, probablemente, asexual.

Y añadir algunas otras en su lugar:

03. Tal vez no vaya a misa todos los domingos.

08. Sale a bailar los sábados con sus amigos.

22. Sus sonrisas son tan especiales que solo las mostrará en ocasiones igualmente especiales.

27. Debe tener una larga lista de pecados cometidos.  

35. Quizá ya tuvo sexo (¿Quién no? ¡Con ese cuerpazo!).

58. Es, probablemente, tan homosexual como yo.

Y aunque la última también era una deducción, LuHan estaba prácticamente seguro de ello. En el que había estado era un bar gay, después de todo.

—¿Dices que te salvó de un par de tipos borrachos?

El Xi asintió rápidamente. Minseok se lanzó sobre su cuello, sujetándolo con fuerza. — ¡¿Eres un tonto?! ¿¡Qué te he dicho de salir tan tarde sin conocer tan bien Seúl!? ¿¡Por qué no me llamaste!?

LuHan rodó los ojos, su amigo en ocasiones era peor que su mismísima madre, quien se había puesto a saltar con él cuando la llamó para decirle que el chico de sus sueños lo había salvado de morir.

—Lo siento, Min-ee, pero no llevaba mi móvil y bueno, estaba ocupado a punto de echarme a correr.

El mayor suspiró, soltándolo de una buena vez. — ¿Sabes qué? No importa, lo bueno es que estás a salvo.

LuHan sonrió resplandecientemente y se sacó un papel del bolsillo. — Esta vez, tengo la lista.

Minseok miró fijamente el papelillo que mantenía las enumeradas razones fuera de su vista y luego a su amigo. — ¿Sigues con eso? Creí que tal vez ahora querrías conocerlo mejor, o algo.

LuHan se precipitó a negar. — Nope, Min-ee, ¡es mucho mejor de lo que creí! — Exclamó y, de nuevo, ignorando las palabras que su mejor amigo le estaba comenzando a dedicar, se giró para conducirse por el pasillo hasta el casillero de Oh SeHun, donde se aseguró de introducir la nota esta vez.

Y sonriente, se marchó hacía su salón de clases, no pudiendo esperar a tener una respuesta convincente.

 

 

- - -

 

 

Lo único con lo que se encontró al abrir su casillero al día siguiente, sin embargo, fueron un montón de conocidos papeles entre arrugados y perfectamente extendidos abalanzándose sobre él.

Al principio, no pudo evitar contener el aliento en confusión y sin embargo, cuando el entrometido de mejillas regordetas tomó uno del centenar de papeles y lo leyó en voz alta, LuHan palideció.

—Uno, soy guapo. Dos, eres guapo. Tres, somos tal para cual. Cuatro, soy tu Hyung y cinco, me gustas desde hace dos años.

Rápidamente, el chino junto los papeles y los revisó uno a uno.

Minseok tomó otro y lo revisó mentalmente…

Esta es la última nota que escribiré.

Razones por las que Oh SeHun debería salir con Xi LuHan:

  1.         
  2.         
  3.         
  4.         
  5. Por favor.

LuHan se sintió desfallecer, encontrándose con el montón de notas que en el último vez había escrito y siempre terminaba tirando a la basura junto al casillero del Oh.

Eran hojas amarillentas. Hojas con los bordes rosados. Hojas decoradas con corazoncitos y maripositas.

Sí, no había duda de ello. ¡Eran las hojas que él había escrito! Y lo que terminaba de probarlo era la caligrafía garabateada en ellos.

¡Demonios!

Se golpeó la cabeza repetitivamente contra uno de los casilleros, sintiendo la sangre arder. Estaba bien que Oh no aceptase sus sentimientos. Que los encuentros de lo que ambos habían formado parte y que habían obligado al Xi a caer profundamente enamorado, no significasen nada para el menor. Que fuese un frio sin corazón. Estaba bien que SeHun no lo quisiera y nunca fuese a quererlo pero, ¿burlarse de él de ese modo? ¿¡Había incluso sacado cada papel de la basura para humillarlo!?

LuHan estaba temblado de rabia y las lágrimas se le acumularon rápidamente en los ojos.

—¡Ese pedazo de idiota! ¡No lo puedo creer! ¡Dos años de mi vida a la puta basura!

Minseok retrocedió un par de pasos a sus espaldas mientras él se dejaba caer al suelo, rodeado con su centenar de hojas que ahora no hacían más que hacerlo sentir ridículo.

—¡Maldito imbécil! ¡Burlarse así de mí! ¡Qué le den! ¡Qué le den por el culo y sin lubri-!

Un carraspeo lo interrumpió.

Los bonitos ojos de LuHan inundados en lágrimas se alzaron para encontrarse con el rostro inmutable de Oh SeHun, que estaba extendiéndole un colorido papelito color rosa.

Dejando las lágrimas escurrir por sus mejillas y sintiendo la última pizca de su orgullo irse al carajo, el chino tomó la nota y la sostuvo sobre su regazo.

El agua salada le nublaba la vista pero no impidió que leyera.

El encabezado estaba remarcado y logró hacer que un escalofrío recorriese su cuerpo desde el pelo hasta la punta de los pies.

Razones por las que Oh SeHun quiere salir con Xi LuHan;

  1. LuHan ha esperado dos años por un idiota como él.
  2. LuHan se enamoró de él cuando era un chiquillo patético y flacucho.
  3. LuHan es un buen Hyung, perseverante y con bonita voz.
  4. LuHan ha pensado tanto en SeHun como SeHun en él.
  5. LuHan es hermoso.

Oh, joder.

Cuando giró el rostro, se dio cuenta de que SeHun se había puesto en cuclillas y sus narices se rozaron. Había una sonrisa dibujada en sus pequeños labios, no era una ladina, ni tampoco era un vago intento.

Era una real.

De esas que solo imaginó ver en sus sueños.

Una tan real que se estampó contra sus labios, logrando que se contagiara. Porque los labios del Oh eran tan suaves como había imaginado y su lengua caliente, juguetona.

Y LuHan no podía parar de llorar, pero sabía que era porque estaba feliz.

Así que cuando SeHun se apartó un poco y lo miró fijamente a los ojos como si para él no existiese nadie más, LuHan olvidó lo que estaba diciendo antes y le rodeó el cuello con los brazos, no permitiendo que se alejase más.

Todo su cuerpo temblaba. Su estómago se sentía lleno de mariposas.

—¿Por qué me pediste una lista de motivos?

SeHun acarició su mejilla con su nariz, absorbiendo todo el dulce aroma que su Hyung era, sosteniendo su cintura con sus brazos, por más incómoda que la posición fuera.

—Porque no quería que estuvieses enamorado del chico equivocado.

—¿Y lo estoy?

El menor le robó sorpresivamente un suave beso. — No lo sé, pero decidí que no importa porque vas a terminar enamorándote del verdadero yo de todos modos.

LuHan lo aferró más a sí, estampando un exigente beso contra los pequeños labios del otro, deslizando su juguetona lengua por la boca del otro e introduciéndose en él. Sintiendo como le correspondía y volviéndose un mar de suspiros de su nombre en voz baja.

Porque había esperado probarlo durante años y ahora simplemente no podía detenerse a pensar. Cada segundo que transcurría sin besarlo era uno perdido, y no estaba dispuesto a perder muchos ahora que lo tenía.

—Eres un vanidoso…

SeHun río quedamente sobre su boca. — Anótalo en tu lista.

El chino lo mordió levemente para que se callara. Acababa de aprender algo nuevo, y era que si lo callaba con un beso, el menor sonaba mucho menos idiota de lo que en realidad era.

Minseok observo la escena con una sonrisa, JongDae lo rodeó con sus brazos por la espalda. — Ya era hora, ¿no lo crees?

—¿Estás de broma? — Un moreno se les unió, llevando de la mano a KyungSoo, el intimidante chico más inteligente de la escuela que cursaba segundo años, ambos con una resplandeciente sonrisa. — Hace años que era hora, estos chicos son más lentos que cinco caracoles en una carrera.

Las personas que observaban en el pasillo rieron.

Y LuHan les levantó el dedo medio por la espalda, aferrándose al cuello de SeHun como si se le fuese la vida en ello.

Porque bueno, había esperado dos años y definitivamente, iba a hacer que valiesen la pena.

 

Notas finales:

¡No estoy muerta!

Hola(?

Tal vez muchos no lo sepan pero me ocurrió una desgracia(? :’c mi teléfono celular murió el otro día. Estoy totalmente incomunicada del mundo </3 Mi computado es incapaz de tener más de una ventana abierta (cuando las quiere abrir), no puedo hacer mi tarea porque ahí iban las fotos del libro donde tenía que sacarla y mis compañeros no me hacen el favor de pasármelas o algo (me estoy preparando mentalmente para reprobar o algo así(?). En fin. Me sentía taaaaaaaaaaan mal por no poder felicitar a SeHun a través de ninguna de mis redes sociales, (soy una exagerada, lo sé), que decidí escribir este fanfic aunque no tenía ideas. De modo que si resultó tedioso de leer o les perece sin sentido, tienen motivos para pensarlo(??

No soy de escribir muuuuuuucho HunHan, tampoco es mi OTP o así, pero me gusta mucho la pareja ;_; y ya que es el mes HunHan, pues que mejor que hacerles algo(? Espero que les haya gustado aunque sea un poquito.

Feliz cumpleaños, Hun-ee. Feliz cumpleaños adelantado, Lu-Ge. Feliz mes HunHan, mundo ♥.

Besitos gheis para todos.

Pd: ¿Les había mencionado que shippeo a XiuMin con todo el mundo? El ChenMin es especial para mí, ¡pero dios! ¡El ChangMin!(? –sangra por la nariz-


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