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¿CALAMBRE...? por Harcet

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Notas del fanfic:

Hola♥

Bueno, he aquí Harcet intentando variar un poco y trayéndoles este extraño y vergonzoso one-shot. Espero lo disfruten y muchas gracias les doy desde ya. ¡Nos leemos!

Notas del capitulo:

Hola otra vez, aquí les dejo este pequeño relato antes de que me vuelva a dar otro loco ataque de arrepentimiento > < Me da un poco de pena ya que es la primera vez que hago algo así, pero eso no me quitó las ganas de intentarlo y a ver que tal les parece:)

Le dedico este one a Taiga-chan. Sé que fue tu pareja favorita en nuestro pleno conocimiento sobre el "yaoi" y por eso espero te guste tanto como a mí. Ya me darás tu opinión mañana, acepto almohadazos no te preocupes.

Espero disfruten la lectura, ¡nos leemos abajo!

Algunas Advertencias: Si bien lo clasifiqué como Lemon, creo que en realidad sería un Lime, pues no llego al acto explícito (aunque haya tenido que cubrirme el rostro de todas formas).

Dolor y placer, ¿vienen del mismo lugar?

 

Jadeos, gruñidos, maldiciones.

—Hazlo rápido, perro…

—Cállate Mello, ¿crees que es fácil?

Una ligera capa de sudor cubría la piel de ambos rostros, colorados.

—Estírate un poco más, ya — gruñó el rubio, sintiendo a su vez como sus piernas flaqueaban cada vez más debido al molesto peso que era el tener a Matt sobre él. Empezaba a desesperarse. El pelirrojo se tambaleó ante aquella orden.

—Si sigues así, buscaré un bozal —soltó el rojizo, jadeando ligeramente ante el repentino dolor que sintió debido al esfuerzo. Desvió la mirada mientras susurraba—, ya casi… — pero una vez más (y para su desgracia) perdió el equilibrio. Llevó una de sus manos a la cabeza del rubio, aquella que tenía entre las piernas y hacía presión contra su vientre. Éste gruñó al sentir de pronto como unos fuertes y largos dedos se enredaban en su cabellera con brusquedad.

—¡Idiota! ¡Me duele! —se quejó. El pelirrojo se movió una vez más y estiró un poco los brazos con la intención de coger la enorme caja que yacía sobre la repisa de aquel trastero. Hacia más de diez minutos que se encontraban así, tambaleándose sin lograr su objetivo. Y Mello no soportaría ni un minuto más el tener a Matt sobre los hombros.

—¿A quién carajos se le ocurre colocar las viejas y costosas vajillas de su abuela en el último nivel de este estúpido estante? Solo a ti, Mello.

—Cállate y estírate de una buena vez, se me entumecen los hombros por tu jodido peso.

—¿Me estás llamando gordo?

—Sí. Ahora cierra el maldito pico y apresúrate.

El pelirrojo rodó los ojos y, con mucho cuidado esta vez, estiró ambos brazos, intentando por sobre todas las cosas, mantener el equilibrio. Sus dedos rozaron el viejo y empolvado cartón, lo que le hizo pensar que, aunque no pudiera visualizarla con claridad, no estaría muy lejos de poder sujetarla. En un rápido movimiento, Matt llevó ambas manos a los lados de aquella caja, aferrándose a ella con toda su alma.

—La tengo.

Pero de pronto, una ardiente y feroz punzada le atacó los músculos de la pierna sin piedad, endureciéndola increíblemente y haciéndole soltar un terrible gruñido.

“¿Qué demon…?”

El horrible dolor que sintió en la zona de su pantorrilla pareció llevarlo sin previo aviso a una terrible lucha por calmar aquella sensación tan malditamente espantosa. Deseaba gritar, de hecho, no faltaba mucho para que empezara a soltar toda esa sarta de groserías que diariamente prefería reservar… para momentos como ese, tal vez.

“¡Mierda…!”

Un calambre.

Todo su cuerpo se tensó ante aquel repentino espasmo muscular, provocando que ambas manos empolvadas se sujetaran firmemente de una mandíbula, ensuciándola y sobre todo, arañándola.

—¡Argh, mierda! ¡Matt!

—Me-Mello…. Un c-calamb…

El rubio jadeó al sentir como las manos de Matt halaban sus cabellos de una manera tan brusca que hasta ganas le dieron de lanzar su cuerpo por la ventana, tan solo para librarse de él. Enterró las uñas en las piernas de Matt, aquellas que descansaban sobre sus hombros y las estrujó como respuesta al dolor que sentía en ese momento. Ambos se tambalearon ante el  intento inútil por estabilizarse. Hasta que no pudieron más.

—¡M-Mello, voy a…!

.

.

.

 

¡¿CATAPLUM…?!

 

.

.

.

 

El sonido de miles de trastes, objetos metálicos y algunas herramientas impactando contra el suelo por poco y ensordece a los dos muchachos que se encontraban completamente desparramados sobre el suelo de aquel pequeño almacén. Mihael se llevó una mano a la cabeza con pesar, susurrando lo que parecían ser groserías en ese idioma que Matt calificaba como interesante y a la vez desconocía completamente. Éste, por su parte, no cesaba de gruñir ante el terrible dolor que amenazaba con devorarle nuevamente la pierna.

La caída, a pesar de haber resultado graciosa, les había sellado uno que otro rasguño en la piel descubierta.

—Maldición… —susurró el rubio mientras intentaba incorporarse, buscando con la mirada la maldita caja, suspirando aliviado (y a la vez fastidiado) al notar que aún se encontraba sobre aquella repisa, intacta. No habían logrado bajarla de aquel lugar y eso solo incrementó su fastidio. Volvió a fijar la vista en Matt, quien en ese momento solo se preocupaba en calmar el dolor que no parecía dejarlo tranquilo—, por tu culpa hemos caído, perro.

Matt hizo caso omiso a sus palabras, quejándose inmediatamente del terrible dolor que sintió en el cuello al incorporarse, y no solo eso; el trasero le dolía horrores.

—E-Es… un m-maldito calambre…

Mello le observó por unos segundos, percatándose de algo que jamás pensó podría llegar a contemplar en su miserable vida. Un Matt… ¿vulnerable? ¿Es que acaso se trataba de algún tipo de alucinación? Frunció el ceño al notar como su amigo jadeaba ante el dolor, contemplando como sus cabellos se pegaban a su frente debido al sudor y le ondeaba ligeramente las puntas rojizas. Sus mejillas teñidas de rosa le daban un aspecto único al muchacho; se veía adorable. Mello jamás creyó en la oportunidad de poder observarlo de esa manera. Y reaccionó.

—Déjame ver.

El rubio arrastró las rodillas sobre el suelo hasta quedar frente a su amigo. Llevó ambas manos a la altura de su adolorida pantorrilla para así poder terminar de una vez con ese maldito problema el cual empezaba a irritarle. Presionó suavemente aquella zona con los pulgares y el pelirrojo se tensó aún más.

—Es solo un calambre, no exageres —articuló Mello, de mala gana, por supuesto. Rápidamente tomó la pierna del pelirrojo y empezó a masajearla con firmeza, intentando calmar el dolor lo más pronto que le fuera posible. Los vaqueros de Matt impedían la intensificación del contacto, por lo que Mello decidió enrollar el dobladillo mientras que el rojizo, algo nervioso, recostaba la espalda sobre el estante que se encontraba detrás suyo e intentaba relajarse ante las caricias que su mejor amigo le brindaba.

Los dedos de Mello recorrieron cada parte de su pierna con increíble delicadeza, en ocasiones haciendo presión con los pulgares en la zona adolorida, haciéndole soltar uno que otro quejido. Una sonrisa ladina se formó en las finas facciones de Mihael, sorprendiendo a Matt.

Te hace gracia mi sufrimiento

—Sufrimiento… —repitió un divertido Mello, mientras hacia presión cada vez más sobre la pálida piel, desviándose repentinamente hacia los muslos y masajeando también dicha zona. Sus manos, fuertes y a la vez tan suaves provocaban que Mail olvidara cada vez más rápido el dolor que al principio pensó lo mataría. Mello realmente era muy bueno en ello, ¿dónde había aprendido a dar tan buenos masajes? Tal vez podría fingir calambres en un futuro…

Y de pronto, ambas miradas se encontraron, profundas, fijas... Los dedos de Mello se desviaron juguetonamente, subiendo y bajando, presionando, acariciando, jugando… Matt soltó un largo suspiro.

—Sácate los calcetines.

"¿Qué...?"

El pelirrojo abrió la boca con la intención de preguntar lo común, pero en menos de un segundo el rubio ya tenía entre sus manos el talón del chico, descubierto y totalmente expuesto. Matt se tensó, ¿qué planeaba hacerle? Porque Mello no ignoraba el hecho de que a su mejor amigo le afectaran terriblemente las cosquillas, ¿o sí?

Unos dedos expertos masajearon con suma delicadeza la zona de su tobillo, subiendo por su pantorrilla, bajando nuevamente hasta llegar a su planta. Y entonces, una agradable sensación sintió en ella cuando Mello empezó a masajearla lentamente, intensificando el nivel de las caricias. A propósito.

—Mello… me haces cosquillas.

Mello le ignoró y siguió con lo suyo. La piel de Matt era tan suave que parecía incluso incitarle a tocar más y más de él, el delicioso olor a jabón inundaba sus fosas nasales y una mezcla entre perfume y ropa limpia que apenas se había colocado hace unas horas, después de tomar un baño, parecía estar dispuesta a enloquecerle. ¿Qué estaba pensando Mihael Keehl? Definitivamente la locura lo había consumido en su totalidad.

El muchacho de goggles, completamente desconcertado por lo que sus ojos apreciaban en ese momento, se ruborizó salvajemente al sentir como los labios de su mejor amigo rozaban parte de su tobillo, elevándolo sin ninguna pena con ambas manos para así poder acariciarle la piel blanca con la suavidad de su respiración. Oh Dios, ¿qué estaba…?

—Ngh…

Matt dejó que un sonido ronco escapara de sus labios al sentir la suavidad de una lengua recorrerle la piel, unos dientes mordisqueando suavemente y unas manos subiendo y bajando a lo largo de su pierna. Sintió un escalofrío recorrerle la espina dorsal y el pequeño dolor que empezaba a sentir debajo de los pantalones empezó a incomodarle.

—Eres un pervertido, perro —susurró Mello, observando su entrepierna con una encantadora sonrisa en los labios. Lo estaba disfrutando, y vaya que lo hacía. ¿Quién diría que él pudiera despertar algo así en Matt? La extraña sensación de satisfacción que sintió el rubio se reflejaba claramente en su rostro, en su sonrisa y en su mirada. Deseaba ver más, deseaba conocer hasta dónde era capaz de llegar.

Matt solo se dejaba hacer, ¿cuánto tiempo espero por ese momento? ¿meses? ¿años? ¿toda su vida, tal vez? Ya no le importaba, no más que el hecho de tener a Mello allí, “entre sus piernas”.

Los músculos del pelirrojo se tensaron nuevamente al sentir la calidez de unos labios y la excitante sensación de unos dientes aprisionarle la piel, atreviéndose incluso a dejar una que otra marca en ella. Mihael contempló cada una de sus reacciones, divirtiéndose, percatándose de lo peligroso que empezaba a tornarse aquel juego. ¿Debía parar? Porque algo muy dentro suyo le impedía hacerlo realmente. Sonrió con malicia mientras acariciaba la piel desnuda de su mejor amigo.

¿Qué hacer? ¿Cómo aguantar las ganas que tenía Matt de tocarlo, besarlo e incluso de poseerlo allí mismo y sin más? Y aquella mirada, ese deseo manifestado en acciones aparentemente “inocentes” no ayudaban mucho que digamos. Cerró los ojos mientras volvía a apoyar la cabeza sobre el estante. No lo soportaría ni un segundo más. Aquello debía parar o podría llegar a desconocerse.

Inclinó ligeramente la cabeza, contemplando como los cabellos rubios llegaban a cubrir parte del rostro de su amigo. Llevó una mano hacia él y decidió apartar con ternura algunos mechones que le ocultaban los ojos azules. Acarició su mejilla con delicadeza y le miró fijamente, totalmente ajeno a lo que se venía a continuación.

—Si sigues así, yo…

Unos labios suaves y carnosos se estamparon contra los suyos antes de que pudiera siquiera respirar. Unas manos firmes se aferraron al cuerpo ajeno, atrayéndolo con desesperación, recorriendo cada parte de su perfecta anatomía.

Suspiros, jadeos, roces…

Las manos de Matt no desperdiciaron ni un segundo más, ambas se aferraron con firmeza a la cintura de Mello, apegándolo a su cuerpo caliente, acariciando descaradamente aquel perfecto y redondo trasero sobre la tela del pantalón. Lo acomodó sobre su regazo son desesperación y el rubio jadeó ante el contacto, mordiendo ligeramente el labio de Matt a la vez que fruncía el ceño. El pelirrojo elevó un poco el mentón para así poder alcanzar los deliciosos labios de Mihael, los cuales capturó con deseo antes de que pudiera reaccionar.

Se detuvieron.

Sus miradas se encontraron nuevamente. Unos orbes azules contemplaron cada parte del rostro ajeno, agitado, jadeante… Notando entonces la situación en la cual se encontraban, percatándose de lo que había provocado con un simple masaje, o aquello que aparentaba ser en un principio. Pero ya no había marcha atrás. De todas formas, Matt no estaba dispuesto a perder tampoco.

En un rápido movimiento, Mail cogió a su amigo del cuello y lo guió nuevamente hacia sus labios, estremeciéndose al explorar con su lengua aquella cavidad tan exquisita, embriagándose con aquel dulce y delicioso sabor a chocolate que conocía a la perfección, pero que sabía mejor de esos perfectos labios. Ahora sería presa de una nueva adicción, pensó.

Ambos volvieron de golpe a la desesperación. Mello sintió como las manos del rojizo acariciaban su piel por debajo de la camiseta, explorando su abdomen y terminando en la piel de su espalda. Presa del increíble placer que le otorgaban y sin poder evitarlo, el rubio echó la cabeza hacia atrás, dejando la piel de su cuello totalmente expuesta ante los labios hambrientos de Matt quien no dudó ni un segundo en empezar a devorar con lujuria.

El sonido de algunas cosas cayendo a su lado no lograron siquiera interrumpir aquella escena que poco a poco subía de nivel con cada caricia, con cada roce. El placer era increíble, podía cegarte de todo, absolutamente.

¿Qué había de la amistad? ¿Podrían continuar con ella después de aquel apetito desenfrenado e ilimitado por sentirse el uno al otro?

—Mello…

Gruñó Matt ante el desesperado intento por desabrochar sus pantalones. El rubio colocó ambos brazos alrededor del cuello de su amigo y sin dejar de mordisquearle los labios, empezó a mover sus caderas lentamente, enloqueciéndolo. La sensación de profunda intimidad al acariciar cada parte de su cuerpo mientras que Mello se movía sobre su regazo hizo que una oleada de anhelo todavía más profunda se apoderara completamente de él. Lo deseaba, deseaba tenerlo allí mismo, deseaba marcarlo como suyo de una vez por todas y sin importar nada. Tal y como había soñado secretamente desde que lo conoció.

Al parecer el calambre ya no sería problema.

Sin dejar a un lado el fogoso deseo por devorar los labios ajenos, el pelirrojo se deshizo de la camiseta negra que cubría aquel perfecto y bien formado cuerpo. Se relamió los labios y estiró un poco el cuello, capturando nuevamente los labios de Mello a la vez que estrechaba aquella hermosa figura entre sus brazos, disfrutando la suavidad de su piel ligeramente bronceada.

—Mail.

Unas manos sujetando el borde de su camiseta bastaron para llevarlo nuevamente al borde de aquel precipicio llamado locura. Eso y el escuchar su nombre escapar de aquellos labios culpables de su nueva adicción provocó cierto cosquilleo en su estómago. Dios…

Matt simplemente sonrió mientras se libraba de aquella prenda, lanzándola a quién sabe dónde. Cogió a Mello de la cintura y no pudo más, en un ágil movimiento lo aprisionó contra el suelo de aquel lugar, quedando sobre él en un abrir y cerrar de ojos.

¿Dónde había quedado el dolor?

—¿Qué h…?

—Maldito provocador…

Susurró contra la oreja del oji azul para luego morderla tentativamente. Éste esbozó una sonrisa mientras cerraba los ojos, disfrutando de los labios de Matt apresando la piel de su cuello. Soltó un gruñido. El pelirrojo lamió sus clavículas, y, asegurándose de no dejar ni un solo centímetro de piel, bajó hasta su pecho y mordió lentamente un pezón. Mihael arqueó la espalda, gruñendo cosas sin sentido al sentir como Matt acariciaba cada parte de su cuerpo con sus labios. Su entrepierna empezaba a doler. Y mucho.

Casi da un grito al cielo en el momento en que Mail lamió y mordisqueó su vientre, masajeando la zona de su entrepierna por sobre la ropa. Mello no pudo evitar morderse los labios con fuerza, su cuerpo ardía. El rojizo delineó el ombligo de su mejor amigo con la lengua y sin dejar de lado todas aquellas caricias, intentó desabrocharle los pantalones.

—No.

Matt no supo en qué momento las manos de Mello aprisionaron las suyas contra el frío suelo de la habitación, impidiéndole cualquier tipo de movilización. Tal y como sucedió en un principio, Mihael tomó las riendas de la situación y se sentó a horcajadas sobre su amigo, restregándole en la cara su lado dominante.

El pelirrojo forcejeó por un instante y, con una débil sonrisa al no lograr su cometido, elevó un poco las caderas hacia Mello, rozando ambas intimidades por sobre la ropa. El rubio se estremeció de pies a cabeza. Se acercó al rostro del pelirrojo y contempló su semblante.

Se miraron por unos segundos, analizándose silenciosa y encantadoramente, suspirando contra los labios del otro mientras una pequeña sonrisa traviesa adornaba sus rostros. No, definitivamente no había vuelta atrás. ¿Aquella era una opción realmente? Ambos sabían lo difícil que resultaría volver a la normalidad después de todo, así que, ¿por qué no terminar lo que habían empezado? Al fin y al cabo, ambos  lo deseaban con la misma intensidad, ¿o no?

Una última señal por parte del pelirrojo y ambos se fundieron en un largo y furioso beso, un beso que, a pesar de la increíble lujuria y excitación del momento, fue capaz de transmitir más que puro deseo, más allá del simple hecho de satisfacerse uno mismo; resultaba mucho más significativo. Y podría decirse que tanto Mello como Matt…

… Sí, ambos  eran conscientes de ello.

Las manos temblorosas del pelirrojo buscaron con increíble desesperación el inicio de ambos pantalones, desabrochándolos finalmente y con unas ganas intensas de sentir la exquisita piel ajena, caliente y húmeda, metió una mano dentro de aquella tela tan molesta, apartándola un poco para así poder deleitarse con lo que vería y sentiría cuando...

—Matt...

—Mhm…

—Oye, Matt…

—Mhmm Mello…

—¡Carajo, Matt!

—Mello, eres tan…

—¡¡¡MATT!!!

*

De un solo golpe el pelirrojo se removió en su lugar, agitado y adolorido por el repentino manotazo que recibió en la cabeza al no mostrar reacción alguna a los llamados de Mello. Miró hacia todos lados con los ojos bien abiertos, preguntándose qué diablos había ocurrido. Colocó ambos codos sobre el suelo e intentó incorporarse, pero un fuerte dolor se las arregló para atacarle ferozmente en la sien, impidiéndole mover un solo músculo. Completamente irritado, se llevó una mano a la cabeza, notando que debajo de ella se hallaba su camiseta.

—¿Mello, qué…?

—Te desmayaste, perro.

Matt giró el rostro hacia la puerta, algo confundido al notar una vieja caja sobre el suelo. Sin ningún rasguño.

—¿Me… desmayé?

—Sí, caíste después de aventarme la caja.

El pelirrojo suspiró, completamente  desilusionado, apenado y más que nada, ruborizado de pies a cabeza al recordar el hermoso sueño que lo había hecho tan feliz por unos minutos.

—¿Qué te pasa?

—No es nada, ayúdame a levantarme.

El rubio le tendió una mano a su amigo quien la tomó con la pura intensión de ponerse pie, hasta que…

—Argh…

—¿Qué?

—Es un… es un calambre.

Mello frunció el ceño al notar lo sorprendido que parecía estar Matt tras haber soltado aquellas palabras. ¿Qué le pasaba? Más que adolorido, el muchacho parecía haber quedado en shock. Guió los ojos hacia la pierna de éste e hizo una mueca.

—No te muevas.

Matt obedeció y contempló con intriga como cuerpo del rubio se acercaba lentamente hacia él, desviándose luego hacia sus manos ya posicionadas sobre la tela de sus pantalones. Sonrió divertido.

—¿Qué es tan gracioso?

—Nada.

Y en un ágil movimiento, las caderas de Mello se vieron atrapadas entre unos fuertes y pálidos brazos, acercándose cada vez más hacia un cuerpo desnudo.

—¿Me ayudarías a calmar el dolor, Mello?

Completamente asombrado, Mello observó como el rostro “inocente” del pelirrojo se acomodaba sobre su pecho y elevaba la vista hacia sus ojos azules, mirándolo cual cachorro. Una sonrisa se dibujó en los labios de Mihael  al percatarse de la verdadera intención de todo aquello. Inclinó la cabeza hacia abajo y simplemente susurró:

—Eres un maldito pervertido, perro…

.

.

.

 

¿Quién dice que los sueños no se hacen realidad?

 

Notas finales:

Bueeeeeno, el escribir desde un móvil no es muy bonito. Pero hace tiempo que deseaba escribir sobre este hermoso par. Y aquí está♥

Espero les haya gustado. La verdad, para ser la primera vez, creo que ha quedado bastante rígido, especialmente el final. Me he enfocado demasiado en las descripciones y no estoy segura de si realmente ha quedado bien. Espero me den sus opiniones ya sean buenas o malas y así darme cuenta en lo que debo mejorar. Se los agradezco demasiado♥ con todo mi corazón. Esta pequeña demonio les envía un gran apapacho y nos leemos muy pronto.

Adiós


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