Después de que Hiroki salió del apartamento Nowaki no supo qué hacer, todo lo que llevaba planificando junto a Misaki por las últimas semanas ya no valía de nada pues ni Hiroki había dejado a Usami, ni él quería ya estar con el castaño.
Las palabras del profesor aun sonaban claras en su mente, y cada vez que las escuchaba entendía más lo que Hiroki le había dicho. Era cierto, su amor por el profesor ya no estaba allí, solo estaba el anhelo de volver con él… no el amor en sí.
Se quedó cabizbajo, justo en el mismo lugar en el piso donde Hiroki lo había dejado y fue así que una hora después lo encontró Misaki.
− ¿Nowaki? - entró al departamento - ¡Nowaki! - gritó cuando lo encontró, con la mirada baja y sin expresión alguna - Por dios ¿qué te hicieron?
− Nada… es solo que… ahora me doy cuenta de todo - al decirlo volteó a verlo, sus ojos hace rato que ya no derramaban lágrimas y ahora tenían un brillo al mirar al castaño - al fin me di cuenta de las cosas… Misaki - susurró su nombre con cariño haciendo sonrojar al menor.
− N-Nowaki tú… - no quería hacerse ilusiones, no quería pensar en que era posible que el pelinegro sintiera lo mismo que él.
En lugar de moverlo, solo se paró frente a él, en el mismo lugar en que Hiroki había estado cuando se despidió de Nowaki. El pelinegro no le quitaba su vista de encima y eso lo hizo sonrojar aún más, lentamente tomo una de sus manos e hizo el amago de jalarlo para sentarse en el sofá, sin romper el contacto visual con esas orbes azules que lo miraban tan atentamente con un remolino de sentimientos que hacían saltar su corazón; Nowaki sin embargo lo jaló hacia sí y envolvió sus brazos alrededor del delgado cuerpo de Misaki, este sin saber bien qué hacer lo abrazó de la cintura tímidamente.
− ¿Nowa…ki? - pregunto cuando sintió que el otro lo estrecho aun más contra sí, como si no quisiera dejarlo ir.
− Misaki… creo que… te quiero - confesó entre susurros, no sabía cómo se lo tomaría el menor, menos aun cuando no hacía ni un día que él seguía proclamando amor por el profesor.
− Yo… - se tensó al escucharlo, pero más que nada por los nervios - yo… creo que siento lo mismo por ti… te quiero Nowa-kun - lo dijo venciendo su vergüenza, esta vez no se quedaría sin decir lo que sentía.
− Misaki… Saki-kun - lo apodó al momento de separarse un poco para mirar la sonrojada cara del otro - eso me hace muy feliz - aseguró con una hermosa sonrisa, la cual fue correspondida por el castaño.
− Nowa-kun… tú… podrías… ¿besarme? - pidió tímido y escondiendo la cara en el pecho del mayor.
Por respuesta solo sintió las cálidas manos de Nowaki tomándolo de las mejillas, lo miró y noto que ahora sus brillantes ojos solo mostraban amor, cuando sintió rozar sus labios cerró los ojos y se dejó invadir por la cálida sensación de la boca de Nowaki sobre la suya, moviéndose lentamente, acariciando y reconociendo los labios del otro. Poco después lamio el labio inferior pidiendo permiso para invadir por completo su boca y Misaki se lo permitió iniciando así un jugueteo que termino debido a la falta de aire. Se miraron con las mejillas rojas, los labios hinchados y los ojos brillantes, sonrieron una vez más y se abrazaron.
Sabían que ese “creo” ya estaba confirmado desde el primer momento en que unieron sus bocas, en el mismo instante que sus alientos se juntaron y que aquellas mariposas en el estómago se volvieron locas dejándoles a ambos las piernas como gelatina. Al fin había ocurrido, al fin eran amados sin que una sombra del pasado interfiriera… al fin se habían encontrado.