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El viaje por PandoraBoxx

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Notas del fanfic:

Bueno, antes que nada quiero aclarar que cualquier, cualquier parecido conla realidad es mera coincidencia, despues, ya saben los personajes usados en este escrito son propiedad de Oda-sensei...

Notas del capitulo:

El primer episodio de tres, está pequeño...

 

 

—Es una locura Sanji, ¡Recapacita!

Zeff en muy pocas ocasiones se mostraba desesperado y justo en ese momento, ese sentimiento estaba tan expuesto como sangre en una herida profunda.

Siguiendo a su hijo a menos de tres pasos de distancia, le insistía con lo mismo en un tono que mostraba la ira y furia retenidas.

—Sanji, ¡Te prohíbo que hagas este absurdo viaje!

El rubio se giró estando justo en la puerta, sosteniendo su casco. Lo miró tranquilamente y encendió un cigarrillo. Oscilando el llavero con una única llave—La de su motocicleta— comenzó con sus argumentos.

—Viejo — Suspiró —Tengo que hacer este viaje y sabes que lo haré, necesito hacerlo… ya tomé mi decisión.

Su ojo azul reflejaba la serenidad y paz interna con la que actuaba, este no era un viaje de un chico rebelde con moto nueva, no, era el viaje de su vida, ese que ya tenía demasiado bien planeado.

Sin embargo Zeff no daba su brazo a torcer.

— ¡No debes y no te apoyaré! No te daré nada de dinero para esta tontería… ¡Es un disparate!

—No tienes que hacerlo viejo, tengo todos los ahorros listos para esto, la gastronomía puede esperar.

La incertidumbre obligó a Zeff a cerrar sus ojos fuertemente, la decisión de Sanji era plena  y no lo haría cambiar de parecer con nada. Su hijo estaba por marcharse y él sólo podía ver.

Sanji se giró y saliendo con la última maleta en mano, reajustó las pequeñas bolsas de cuero a los costados de la hermosa Harley Davidson de edición limitada que justo se había comprado al vender la mayoría de sus cosas de valor, entre ellas móvil, laptop, escritorio, en fin, su cuarto al final de sus ventas quedó con nada mas que posters medio despegados en la pared y con unas cuantas sabanas en el piso junto con unos cojines.

— ¡Yo!

Esa voz lo obligó a virar y observar, se trataba de Shanks —Conocido íntimo de su padre y por ende, suyo — Nunca habría podido conseguir semejante belleza de no ser por él o más bien por el novio del mismo, un hombre de mirada muy fría que le cumplía hasta el menor de sus caprichos, siendo uno de ellos una fiesta en la que el rubio cocinara, Mihawk le pagó lo suficiente para que completara el pago por la misma.

Suspirando, le extendía la mano con un móvil nuevo y esperaba que terminara sus preparativos para despedirse.

—Ten cuidado con los tráileres niño, y por favor, trata de responder a tiempo el móvil. Aprovecha los paraderos para recargarlo, tienes suficiente crédito en él para cualquier cosa.

Ese hombre de carmín cabellera lo apreciaba como su hijo y eso lo demostraba agitando su cabellera, despeinándolo y sonriéndole como siempre.

Sanji asentía con la cabeza inclinada, no sabía que más decirle o hacer.

—Disfruta tu viaje, ¿Si?

—Lo haré, gracias. —Mencionó alzando la cabeza y mirándolo justo como a su padre, le tomó la mano indicándole que dejara en paz su cabello. —Me voy. —Agregó y montó en la motocicleta.

Shanks miraba de reojo a Zeff, ese hombre orgulloso nunca le habría retenido, sin embargo, las circunstancias “especiales” de su hijo causaban que el viejo gruñón insistiera en no dejarlo partir y menos en tan tonto viaje.

¿Por qué como era siquiera posible pensar que Sanji se iría en tan largo y cansado viaje tan solo para conocer a personas que únicamente veía a través de una pantalla de computadora? Así era, Sanji estaba por empezar un viaje que le haría recorrer la mitad el país para pasar tiempo de verdad con varias personas allegadas a él que conoció por medio de las redes sociales.

A los primeros que iría a ver sería a los hermanos D. Luffy y Ace, serían 22 horas de largo recorrido, hasta una de las ciudades mas concurridas del país, pero no le importaba, en verdad quería pasar tiempo con Luffy.

Se ajustó el casco y desde dentro miró a su padre, esperaba algo para pronunciar, pero no hubo nada que decir o hacer, Zeff estaba molesto por lo que no le dijo nada, Sanji aceleró y comenzó así el recorrido con ese viaje, Shanks se quedó con Zeff.

—Vamos, dale algo de confianza, ten —Extendió su mano entregándole un pedazo de papel. —El numero del móvil, lleva el suficiente crédito para llamadas y demás, estaré al pendiente para que continúe comunicado.

—Tiene mi confianza akagami, pero es una tontería lo que está haciendo ¡Y lo sabes! —Zeff estaba muy molesto y su tono de voz lo delataba.

—No es un niño Kuroashi, es un joven capaz de cuidarse solo con 20 años de edad. Déjalo que vea y que conozca.

—Tú sabes que no lo hago por eso, sabes bien que le pasará.

El tono molesto repentinamente se torció trescientos sesenta grados cambiando en todo lo opuesto.

—Lo sé bien, pero no te queda de otra, déjalo ser.

Shanks se quedó mirando fijamente a la distancia, observando como la motocicleta se perdía entre los coches.

—Buena suerte. —Pronunció observando la carretera en la que Sanji se había perdido.

Sanji por otra parte, aún se cuestionaba si el ir a ver a los hermanos era la mejor decisión, uno de ellos seguramente estaría encantado de verlo, como se lo repetía hasta el cansancio en las llamadas, mensajes y video llamadas, pero Ace era un punto y aparte.

Para un hombre solitario como él, conocer a las personas a fondo nunca es atractivo, a menos que en verdad algo le llame la atención de esa persona en particular, y con Ace, así fue. Muy a pesar de que Luffy era quién más hablaba con él, Sanji pronto comenzó a ansiar que Ace llegara y que comenzaran con la plática diaria, esa que repentinamente se veía completada por Law, el primo de los hermanos y Zoro, ese joven perdedizo que incluso ahí —En las redes sociales— Exponía su pésimo sentido de orientación.

 Por cierta ocasión en la que Zoro hablaba con Luffy y terminó conectándose con los otros cuatro, pronto todos se hicieron grandes amigos, y Zoro se relacionó con el rubio de un modo un tanto peculiar, eran los únicos dos del grupo que peleaban por cualquier mínima cosa, sin embargo cuando Sanji por “x” motivo duraba sin conectarse por días, era él quién marcaba para cuando menos, saber qué estaba bien.

Pero Sanji quería recibir esas atenciones del pecoso, ¿Por qué? Simple, Sanji se había enamorado de Ace por las pláticas y atenciones que el joven le brindaba. Para un corazón solitario y dolido como el del joven rubio, la más mínima consideración única que presentará otra persona, le colmaba de sentimentalismos, que en esa ocasión terminaron enamorándolo a distancia.

Las llamadas de Ace a su casa se hicieron frecuentes inclusive para Zeff, paquetes que llegaban con distintas cosas dentro entre ellas recados escritos de puño y letra de Ace que Sanji atesoraba como si del Santo Grial se tratara y todos los detalles virtuales que el pecoso tenía para él terminaron flechándolo, el gran error de Sanji fue pensar o creer siquiera que sólo a él lo trataba de ese modo, cuando en realidad Ace era persona sociable y considerado con todos.

Sanji no era un chico que gustara de otros, pero en Ace, él encontró sentimientos que nunca pensó tener y  para Zoro ese comportamiento que lo alejaba de su lado, no era normal, por lo que decidió darle su espacio, si hablaban de cosas mucho más mundanas, entre ellas el viaje que el rubio planeaba.

Para Luffy, Ace no mostraba cambios aparentes ya que así como Sanji anhelaba hablar con el pecoso, el último, ansiaba hablar y hablar con Law, su primo con el cuál mostraba un comportamiento mucho más cándido y afectuoso que a los demás.

Claro que ese comportamiento tampoco pasó de largo para Zoro y pronto entendió que así como Sanji tenía cierto apego por el hermano mayor de Luffy, Ace tenía apego, prohibido dicho sea de paso, por su primo y eso gradualmente causaría el rompimiento de tan grandioso y unido grupo.

Todo inició con la declaración de Sanji, esa declaración que tomó por sorpresa al hermano mayor D. Primero se lo dijo por mensaje privado, a lo que Ace respondió “Márcame”.

Sanji obedeció y de nuevo se lo dijo, esa declaración no salió como él pensaba ya que Ace no reaccionó a ello de la mejor manera y pronto, casi de inmediato, se alejó de todos ellos.

Cuando los días transcurrieron, Sanji marcó a casa de los D. y fue Luffy quién atendió, después de hablar y hablar con él, preguntó por su hermano a lo que Luffy le respondió de lleno y de tajo: “No quiere hablar contigo”.

Sanji sonrió tristemente para responder. “Entiendo, pero dime ¿Cómo vas con la escuela?” y se tragó toda la tristeza y dolor para si mismo, Zoro, con su extraño don de ver los sentimientos de los demás, hablando con Sanji entendió a grandes rasgos lo que había ocurrido, Law por su parte, cuando Ace se marchó, él también se retiró un tiempo de la adicción al internet, dejando a Luffy y Zoro como únicos en ese grupo que antes era de cinco. Tiempo después reinició con charlas amenas con el rubio y pronto un cariño de hermanos se sintió entre ellos dos.

Zoro era un cantar mucho muy distinto porque, mientras los demás rompían contacto entre ellos, el joven de cabellera verde nunca dejó de hablar y hablar con Sanji y entre platicas, muchas platicas Sanji se sinceró con el joven y le contó de todo lo que había ocurrido. Zoro quien no tomaba partido a ningún favor le hizo ver su error, pero también le abrió los ojos a la situacion de que no se privara de querer, que se diera otra oportunidad.

Sanji y Zoro comenzaron a pasar todo su tiempo, juntos —En modo virtual— que la cercanía entre ellos, de poderse reducir a algo simple, lo haría a tres pasos de distancia. Sanji siempre con el móvil en la mano, riéndose estúpidamente de los mensajes que le llagaban al grado de que sus carcajadas atraían las vistas curiosas de todos los que lo rodeaban.

Zoro por su parte se encontraba en la misma situacion, se reía abierta y felizmente que su novia Kuina un día le dijo algo que lo hizo dudar: “Sanji de nuevo, hasta parece que lo amas más a él que a mí”, con ese comentario el joven de cabellera verde expandiendo su mente analizó a fondo esa “relación” con el rubio y checando mensajes y llamadas, pronto se dio cuenta que ya tenían casi un año de ser camaradas, mejores amigos, conociéndose tan a fondo que sabía muy bien que el rubio se lograba defender de sujetos armados, pero que si veía una araña, de inmediato gritaba y corría por ayuda.

El joven de cabellera verde no mencionó nada de eso y se quedó con sus pensamientos para si mismo, su padre le mandaba dinero para que culminara sus estudios en ese estado, era el único estado con la academia que él necesitaba para obtener su titulo, a Kuina su chica, la conoció dentro del ámbito escolar y de ahí que juntos compartieran la pasión por el mismo campo didáctico, el padre de Zoro era el novio del pelirrojo que ayudó a Sanji a comprar su motocicleta, pero eso nadie fuera de ellos dos lo sabía, ¿Por qué? Sencillo, al joven orgulloso no le gustaba que se supiera que su padre tenia fuerte influencia política y mucho menos les convenía que se supiera públicamente que tenia una relación amorosa gay, no por el momento, claro está.

Al año y medio de que Sanji y Zoro se comenzaron a hacer cercanos, el rubio noto como ahora, todas las añoranzas y esperanzas que sentía cuando hablaba y hablaba con Ace las presentaba con Zoro sintiéndose frustrado aún inicio y pronto, confundido.

¡El amor no es un juego! Se repetía hasta el cansancio y cierto día, el joven de cabellos verdes le dio una noticia que cambio su rumbo de vida: “He terminado con mi novia, se puso celosa de que siempre hablara de ti, quizás tenga razón y me gustes mucho, Jajajaja ok no...”.

Ese mensaje zarandeo el interior de Sanji al grado de hacerlo llorar, pero serenamente continuó brindándole apoyo emocional a Zoro y pronto, él también hizo una confesión que disipó dudas comenzando con una simple pregunta: “¿Crees que el amor pueda transferirse a otra persona?” A lo que el joven de cabellera verde respondió: “Claro que sí, el amor es como la energía, no se crea ni se destruye, sólo se transforma y cambia…”

Sanji continuaba con las dudas, ¿Cómo era posible que hacia apenas un año y medio estuviese dando de tumbos por un hombre, sin ser gay, y ahora estuviese sintiéndose mucho mas atraído por otro chico?  ¡Eso estaba mal! Simplemente no podía ser.

Asustado de sus propios sentimientos, Sanji se alejó  de todo pensando en nunca regresar, sin embargo el joven de cabellera verde no compartía sus pensamientos y al ver que no respondía mensajes, llamó hasta que Zeff harto de que su hijo no respondiera, contestó el celular y pasó el aparato al rubio, quien para no dar explicaciones, optó por responder.

Zoro comenzó a regañarlo por la ausencia, también le hizo ver que Sanji no era un hipócrita indeciso que no sabía ni lo que sentía, por que así se consideraba el rubio, diciéndole que el amor no respeta de razas ni sexos, que cuando se deja sentir, lastima pero que al mismo tiempo te demuestra que una persona es capaz de amar a quien se lo merece.

El rubio  entendió todo lo que ese chico arisco le mencionaba en llamadas frecuentes y apenas pasaron seis meses después de ese exilio, cuando él le confesó querer a otra persona, pero también le remarcó el miedo a lo que Zoro le respondió: “Déjame ayudarte, déjame  sanarte, para cuando te declares, esa persona sea feliz contigo y tú con ella, ¿dime quién es, quién se ganó tu corazón?”.

Sanji rompió en llanto y respondió: “No hay nada que sanar, porque, ya me sanaste lo más que has podido”. Zoro de inmediato marcó al móvil de Sanji para decirle que en verdad le gustaba y que hablaba en serio cuando decía quererlo, Sanji creyó cada palabra y su mundo ahora giraba en dirección del joven de cabello verde, ese joven que en secreto observó toda la situación.

 Zoro sufría al saber que Sanji en verdad estaba rompiéndose de a poco, porque el despistado verde estaba enamorado desde mucho antes de siquiera saberlo, todos los gestos de Sanji le atraían, su voz, su semblante, ese jodido cigarrillo que siempre y obligadamente aparecía en cada video chat, ¿Él era estúpido por enamorarse de alguien que ni siquiera ha conocido, ni sentido en la cercanía? ¡Lo era! Y así lo aceptó, guardó silencio únicamente escuchando y leyendo a Sanji y mientras por dentro se lamentaba por no poder consolarlo, por fuera le brindaba todo el apoyo emocional que podía.

Nunca rompió el contacto con Law y Luffy, al contrario, la relación con los chicos morenos se hizo fuerte, sin embargo, nunca mencionaron nada con respecto a Ace y ahora, a escasas dos horas de llegar a la estación en donde Luffy esperaría por él, el nerviosismo de Sanji le jugaba chueco.

Casi ni creía como se habían pasado tan rápido las horas con el afán de que se acercaba cada vez más a Zoro, respetando el trato y obedeciendo las instrucciones de Shanks, Sanji se mantuvo en contacto con el pelirrojo y con su padre, quien después de las primeras seis horas, le marcaba cada cuatro para saber en dónde y cómo estaba.

Los paraderos fueron la clave para el rubio, en ellos descansaba y se duchaba además de que comía y recargaba tanto gasolina como batería para el móvil, pero únicamente Luffy sabía del viaje, con Law y Zoro se mantenía en contacto “normal” en internet.

Con eso en mente llegó a la estación y justo a como Luffy prometió, lo esperaba ansioso y mirando en todas direcciones, buscándolo.

Luffy se cubría del sol con la mochila, obvio apenas salía de la escuela. Paró la motocicleta en frente y al quitarse el casco, el grito de Luffy no se hizo esperar.

—¡¡Sanjiiiiii!! ¡Llegaste como lo prometiste!

El moreno se colgó del cuello de Sanji aun montado en la moto, las personas que estaban ahí únicamente atinaban en reírse y observarlos, pero el tráfico obligó al rubio a moverse de lugar, estacionándose en lo permitido, se bajó de la moto y así, iniciaron con los diálogos cordiales y amistosos.

—Te dije que sí vendría… ¿Por qué dudaste capitán? —Preguntó mirando como Luffy no perdía detalle de su persona. — ¡¿Qué demonios miras?! ¡Soy yo!

A Lo que Luffy respondió con una sonrisa y plena carcajada. — ¡Shi, shi, shi! Lo siento, la falta de costumbre creo, es distinto verte aquí a verte en una pantalla.

—Si lo sé, pero bueno, ya estoy aquí, ¿Qué quieres hacer?

— ¡Una fiesta! Y tú prometiste cocinar, así que, ¡Vamos por lo que necesitamos!

—No seas idiota, ¿A quienes vamos a invitar?

—Estarán papá, mamá, Ace y ya veremos… anda vamos a casa ¿si?

—Claro.

Con tanto barullo en tan concurrida ciudad, Sanji no alcanzó a entender bien todo lo que el moreno decía, sin embargo el optimismo y la felicidad del mismo era en extremo contagiosa, por lo que montó a la motocicleta y luego,  después de indicarle como trepar, juntos partieron a la casa del moreno.

Tremenda sorpresa se llevo el rubio al ver la mansión de los D. Portón eléctrico que al apretar un botón en el control remoto que Luffy traía se abrió brindándoles el paso, el enorme jardín frontal con rosales de distintos colores adornándolo y moteándolo con rojos, rosas y blancos y  a un costado de la puerta principal, un enrome y frondoso árbol les bridaba sombra a la enorme propiedad con tres pisos de alto y un sin fin de habitaciones o cuando menos, desde afuera así se veía.

Debajo del árbol una bella mujer de cabello largo dorado ondeando por la suave brisa, que leía apaciblemente se levanto para darles la bienvenida.

Sanji no creía la cadencia con la que se movía esa bella persona, su vestido blanco ondeaba al compás de su cabellera, perdiéndose en ese bello espejismo, pensó que se trataba de un hermoso ángel que iba por él, creyendo en eso de su boca escapó una oración que atrajo la atención del moreno: “Un poco más por favor.”

— ¿Qué? —Preguntó curioso.

—Nada. —Respondió de golpe Sanji.

— ¡Mamá! —Gritó Luffy al correr a la bella dama y prendérsele por la cintura.

—Bienvenido, ¿Qué tal tu día?

—Todo bien, mira mamá como lo prometió, el es Sanji y viene del norte.

—Mucho gusto Sanji, tremendo viaje que has echó, anda pasa a descansar.

Sanji dudó por un instante, sin embargo la bella señora saco la llave de la motocicleta y entregándosela en la mano, lo motivó a entrar.

Dentro de la amplia mansión el clima se sentí aun tanto frío, Sanji se quedó parado justo en el recibidor en lo que Luffy y su madre caminaban en dirección de la sala, el rubio no perdía tiempo y analizaba el panorama, lo que mas le llamó la atención fue el amplio candelero de cristal que oscilaba en el techo, y cuando más concentrado estaba viéndolo, un portazo a su cabeza, lo obligó de un modo doloroso a ver a quien entraba.

Tomó aire pero no lo dejó salir, lo sostuvo y miró atento como Ace entraba o cuando menos, eso intentaba, el pecoso dejó caer su mochila y se plantó viendo el azul del ojo de Sanji. Luffy corrió hasta ellos y después de recoger la mochila de su hermano:

— ¿Ves? ¡Te dije que si vendría!

La incomodidad en el rubio le permitió únicamente asentir levemente, para luego ser arrastrado por el menor hasta la sala.

—Anda ven… no pasa nada, papá quiere hablar contigo.

“¿Papá?” Pensó el rubio siguiéndolo de cerca, juntos dejaron a Ace con la sorpresa completamente tatuada en su rostro, Sanji estaba en su casa, ¡Imposible!

—Bienvenido seas Sanji, descansa todo el tiempo que necesites y claro que puedes sentirte como en casa, te prepararemos una habitación.

El padre de Luffy, un hombre imponente con la mayoría de su rostro tatuado, tenía una voz de mando muy conocida para el rubio por lo que no contradijo nada más que en una única cosa.

—Si no le importa señor, me gustaría dormir en el hermoso jardín que tiene en frente, planeo partir mañana por la mañana, mi viaje apenas esta comenzando.

—Comprendo, bueno si aceptas nuestra cortesía, podemos ponerte cuando menos una tienda de campaña para que descanses bajo techo, ¿Te parece?

Declaraba ese hombre con cierto tono artimañista que no preguntaba ni dejaba aperturas a contras, ese tono detrás de bambalinas te ordenaba y punto.

—Si señor, acepto la oferta.

—Papá, Sanji cocina delicioso y ha ganado premios nacionales, ¿Podemos hacer un fiesta en su bienvenida?

—Y ¿Él cocinara? ¿No crees que sea descortés? —Preguntó con dulce tono la madre de los D.

—Claro que no mí bella dama, será un placer, además he dado mi palabra y debo cumplir.

—Que así sea, llama a Usopp y Tony, en cuanto Ace se recupere de la tremenda sorpresa que llame a Marco.

El padre de Luffy mencionó a propósito eso para sacar del trance al pecoso, quien al ver a Sanji se quedó boquiabierto, parado en la puerta, mirando como en verdad Sanji estaba ahí.

¡Tenia que ser una broma! ¡¿Qué demonios hacia ese sujeto ahí?!  Todas esas preguntas invadieron el sistema de Ace poniéndolo de inmediato de mal humor.

Sanji notó ese comportamiento y cuando pensaba en confrontarlo, su móvil, mostró un mensaje que de inmediato le cambió el semblante, marcó y disculpándose, salió de la enorme mansión para sentarse un momento bajo el árbol.

—No, estoy en el parque, vine a trotar un momento, pero en eso llegó tu mensaje, no, todo esta bien te lo aseguro, estoy un tanto ocupado, ¿hablamos mas tarde o mañana? Claro, descansa, si, yo también.

Ace no se quedó con la duda por lo que salió detrás de él iniciando una confrontación de frente.

— ¿Qué se supone que haces aquí?

—Vine de visita, vine a ver a Luffy.

— ¿A Luffy?

—Por supuesto, escucha Ace, tú y yo no tenemos nada de que hablar, y no quiero tener nada que hablar contigo, lo único que diré es: ¡Lo siento mucho por lo que dije!

Sanji se inclinó reverenciándolo.

—Sin embargo, soy hombre de palabra y cuando nos despedimos me pediste que fuera feliz y justo como lo prometí, así lo soy ahora, gracias por tus deseos.

Un escalofrió recorrió el cuerpo del pecoso, ese chico era justo como en sus conversaciones, directo y con la mayoría de sus emociones ocultas, Sanji, además, era atractivo a la vista, ¿Por qué antes no lo vio? ¿Por qué dejó pasar a ese hombre que en verdad habría cumplido la promesa de ir a verle?

—Eso  no me importa, no te quiero ver.

La confusión era más que notoria en Ace, pero ese hecho no le correspondía y con un hermano como Luffy, que escuchaba todo, no habría modo de que Sanji simplemente se marchara.

—Si no lo quieres ver, vete a tu cuarto, nosotros haremos fiesta e invitaremos a los que quieran venir, incluso tú.

Ace tragó saliva y en un modo muy molesto de dirigió al interior de la casa. Sanji era lo que menos quería, causar ese tipo de problemas.

—Quizás sea mejor que me vaya Luffy, después de todo ya te vine a ver.

—Pero Sanji y ¿La fiesta?

— ¿Y si preparo la cena para tu familia? ¿Qué dices?

— ¡Claro!

Y Luffy con su cotidiano modo de ser, entró a la casa corriendo tirando del brazo del rubio quien a largas zancadas lo seguía de cerca. Luffy le mostró la mayoría de la casa entre todo, la cocina que era lo que mas le interesaba al rubio, ya estando en semejante cocina, Sanji dio rienda suelta a su arte culinario, Rouge no creía la habilidad y talento del joven rubio, tan joven y ya poseía semejante experiencia, los chefs habituales de la familia D. apreciaron la mayoría de los trucos y recomendaciones que Sanji les brindaba, unos momentos más tarde la señora de casa fue llamada por su hijo menor y sus empleados ya no estaban, de ese modo Sanji  quedó a solas en la cocina, Ace bajó de su recamara y se paró en la puerta a observar.

El rubio sacó un cigarrillo y sin encenderlo lo colocó en su boca.

—No creo que encendido sepa bien.

—No, pero, ¿Esta mal si lo enciendo aquí dentro, no?

—Claro que no, papá usa pipa así que no hay problema.

—Gracias.

Después de encender el vicio, Sanji continuó con las preparaciones de la cena, sin embargo las miradas de Ace lo irritaban.

— ¡¿Qué demonios quieres?!

—Escucha, yo… lo que pasó en ese tiempo, no supe que hacer o como reaccionar —Ace marcó una pausa en lo que el reloj del horno daba su aviso de terminó. —Sólo quiero que las cosas sean como antes.

Ace se mostró sincero y muy, muy arrepentido por todo el tiempo que dejó de hablar con Sanji. Suspirando el rubio se acercó hasta él y lo abrazó tiernamente, jugó unos momentos con su azabache melena para luego susurrarle:

—No puede ser como antes porque yo amo a otra persona, lo siento.

Ace se sujetó fuertemente al cuerpo de Sanji y hablándole en el mismo tono le respondió:

—No me importa mientras vuelvas a ser quien eras.

—Eso tampoco puede ser, porque al serlo, te lastimaría con esos sentimientos, podemos ser conocidos, ¿si eso esta bien para ti?

— ¿Conocidos?

Ace se separó del rubio sin soltarlo, sujetándolo por la pequeña cintura lo mantenía unido a él.

—Camaradas, ¿Te parece? —Sugirió el mayor de los D.

—Claro, nunca lo hemos dejado de ser.

Nunca la culpa había golpeado al pecoso como en ese momento, Sanji nunca dejó de atesorarlo como su amigo, su hermano, y él, comportándose como un niño berrinchudo se alejó mandando todo al infierno y sobre todo causando corazones dolidos en varios de sus allegados.

La cena transcurrió justo como era de esperarse: amena entre todos con leves interrupciones por parte del móvil del rubio que le llegaban mensajes y llamadas a por doquier. Luego de limpiar y demás, el trio desastroso salió de la mansión y observaron donde el rubio pasaría la noche, Luffy insistía en que durmiera con él en su alcoba, pero Sanji no quería ser molestia por lo que rechazó la oferta objetando que le gustaba la naturaleza del lugar.

Ya en la madrugada, cuando la mayoría de las luces de la mansión se apagaron, Sanji —Quien en verdad estaba cansado— se recostó dentro de la tienda de campaña, dedicándose a disfrutar de la ligera frialdad del césped, incluso los grillos le deleitaban con su canto nocturno, hasta que unas pisadas lo pusieron en estado de alarma, aunque sabiendo en donde estaba, seguro Luffy quería sobras de carne mechada en salsa de champiñones.

—Luffy, mañana antes de irme te preparo un desayuno que te gustara más, pero déjame dormir un poco por favor, ¿Si?

Sin embargo no había respuesta alguna, al contrario, el cierre de la tienda fue deslizado hasta que Ace apareció del otro lado de la carpa.

— ¿Ace?

—Lo siento, no quise despertarte, no te alarmes, no hare nada malo.

—No te preocupes, pero es verdad que necesito dormir un poco, ¿Qué necesitas?

Nunca hubo respuesta enunciada. Ace se abalanzó sobre el rubio abrazándolo y azotándolo contra la suave colchoneta se acorrucó en su pecho. Sanji  lo miraba de reojo.

—Lo siento tanto Sanji, no supe que hacer cuando me dijiste lo que sentías, pensé que era un mala broma, pensé que estabas jugando… —Las palabras del pecoso repicaban en los oídos del rubio, sin embargo lo que le pegaba fuerte era la declaración dolida de Ace. —Yo me asusté y cobardemente creí que cortando todo contacto contigo, sin decírtelo, las cosas cambiarían, pero lo hicieron para mal, porque con mi lejanía hacia ti, me aleje del amor que sentía por…

La pausa de Ace sirvió para que Sanji estirara el brazo, pasándolo por debajo de la cabeza del pecoso, dándole el resguardo para que terminara su desahogo.

— ¿Law, cierto? —Preguntó Sanji mirando al techo azul de la carpa.

—Si… así como tú te enamoraste de mí yo estúpidamente me enamore de mi primo, ¡Mi propio primo!

Ace rompió en llanto, uno que lastimaba al rubio en extremo, sin embargo mantuvo la cabeza fría y se dedico únicamente a consolar al pecoso, después de todo, su amistad había sido una muy fuerte, una que había superado la distancia en varias ocasiones y que ahora con ese suceso, los unía mucho más.

Sanji se quedó dormido, soñaba con un cuarto en blanco y voces muy lejanas, esos tonos de voz no eran conocidos para él, un leve tirón en su brazo lo despertó de súbito, Ace había dormido con él toda la noche y ahora, Luffy estaba afuera de la tienda gritándole.

—Oh maldición. —Gruñó al observar al pecoso que aún suspiraba y sollozaba. —Ya que, pasa Luffy.

El moreno menor asomó la cabeza y observó a su hermano acorrucado en Sanji. Este esperaba un escandalo sin embargo:

—Ah, ¿Con que aquí estabas? Bueno, ya no importa, ¡Sanjiiiiii quiero desayuno!

—Claro, deja, que… —Sanji señalaba a su acompañante con la vista.

—Aaa eso, ¡¡¡Aceeee!!!

El grito de Luffy estremeció al pecoso al grado de despertarlo de golpe.

—No, esa fruta no…

Las carcajadas de los chicos sonrojaron al pecoso, nunca una combinación se vio tan tierna como en ese momento, las pecas marrones rodeadas de rojo en su rostro, Sanji reía con ellos como antes en los video chats, aun así, el tenerlo cerca y sentirlo, percibirlo y, observarlo no se comparaba en nada a lo virtual.

Ese día fue de lo mejor para los tres, salieron al parque, le mostraron lo más novedoso de la ciudad, desde museos hasta el mercado para terminar en un centro comercial de lo más refinado en donde le obsequiaron un reloj de bolsillo. Sanji planeaba salir ese mismo día, sin embargo tanto como Rouge y Dragon, insistieron en que descansara ahí por esa noche cuando menos, aceptando la oferta, los tres chicos, después de un chapuzón en la piscina tomaron un baño para luego irse a dormir, pero ahí se presentó otro dilema, los dos hermanos querían dormir esa que sería la ultima noche con el rubio.

Suspirando Sanji aceptó dormir en la habitación del mayor con la condición de que Luffy también durmiera con ellos, pasada la media noche fue él quien rindió antes y en ese instante, las dudas atacaron al pecoso. Tenerlo  tan cerca le sacudía su ser completo, nunca pensó que Sanji fuese de esa manera, eran tan, pero tan, inexplicablemente placentero que sus instintos afloraron.

Deslizándose lentamente hasta el rostro del rubio, Ace lo ladeó un poco con la intención de besarlo, pero Luffy no lo permitió, iniciando una confrontación de cuchicheos.

— ¿Qué estas haciendo? —Susurró el menor.

—Nada malo

—Lo es

—No, quiero un beso, sólo eso.

—No puedes, no es justo… esta dormido. —Luffy le señalaba el rostro apacible de Sanji.

Pero el rostro triste de su hermano le quitó toda intención de continuar peleando, inflando las mejillas Luffy miró hacia los pies de Sanji en lo que acomodaba su cabeza en el pecho del rubio, abrazándolo por  la cintura. Ace miró un poco más al rubio para después y sin pensarlo, brindarle un dulce y tierno beso, uno que de inmediato despertó a Sanji.

La sorpresa quedó plasmada en su rostro, antes siquiera de poder pronunciar algo, Ace lo besó una vez más silenciándolo.

Si la tristeza embargaba al pecoso desde antes, ahora lo colmaba por completo y es que, él único que besó fue él, Sanji no correspondió a la caricia de Ace y únicamente atinaba a mirar en dirección contraria, el rubio ya no tenía ese tipo de sentimientos hacia el pecoso.

Suspirando Ace se refugió en el espacio libre del pecho de Sanji y lo abrazó igual que a su hermano, con esa única caricia entendió que lo que fue no será y que para Sanji, Ace era únicamente su camarada, hermano de su más grande amigo en la vida Luffy.

Algo de arrepentimiento se alojó en su corazón de un modo muy profundo, uno que con el paso de esa madrugada,  se perdió en los confines del mismo trayendo con un  nuevo día a un pecoso de antaño, uno que era la viva imagen de la mejor compañía, ese era justo el que había enamorado a Sanji y verlo como antes fue un regocijo que el rubio conmemoró celosamente para si mismo.

Las despedidas son dolorosas y tristes y con ellos no fue la excepción, esa mañana después de preparar el desayuno y limpiar el desastre hecho en la cocina, Sanji preparó todo su equipaje, estaba  por partir.

En la entrada principal Luffy lloraba como niño pequeño inclusive el moco aparecía acompañando a las lágrimas, el rubio no lo creía tan inocente, con un pañuelo blanco bordado de una esquina ——“SK” — limpió las lagrimas del moreno menor.

—Basta, los hombres grandes no lloran.

—Sanjiiiiii… —Bramaba Luffy.

—Oye —Suspiró el rubio. —Cumplí con la promesa de venir, ¿No es así? Cumple tu palabra y no llores, prometiste ser feliz y estar contento en toda mi visita, ¿No?

Luffy alzó la vista y talló sus ojos para sonreír plenamente.

—Eso, así está mucho mejor.

Cuando Sanji estaba pensando que decir, su móvil timbró interrumpiendo ese momento. Con su índice pidió algo de tiempo y se alejó unos pasos de los hermanos.

— ¿Qué? No… si aquí los llevo. —Palmeo el bolsillo de su pantalón. —Claro que si, apenas voy a salir de la casa, si te marco al llegar.

Guardó su móvil y regresó a los hermanos.

—Lo siento chicos, pero tengo que irme, estoy retrasado un día. Por cierto, ni una palabra de esto a Zoro o Law, ¿De acuerdo? Después les platico por que.

Los chicos asintieron y sonrieron, Sanji se acercó al menor y abrazándolo con fuerza acarició su cabellera.

—Me dio mucho gusto haberte conocido en persona, eres muy especial para mí y por cierto, te dejé carne para que recalientes.

Con esa última oración a Luffy se le borró el mal presentimiento que tenía, algo en su interior le gritaba a pulmón abierto que esa despedida estaba mal, pero al mencionar la palabra “carne” se le olvidó por completo.

Salió corriendo al interior de la casa gritando su palabra favorita dejando a Ace solo con el rubio. Sanji  lo miró atento y extendió sus brazos, mas no avanzó.

Sin dudarlo siquiera, fue Ace quien se adentró en ese espacio completando a modo de rompecabezas esa pieza, su abrazo era tan fuerte que Sanji jadeó en un par de ocasiones hasta el mal humor se evidenció.

— ¡Basta pecoso! —Refunfuñó agriamente. —No me dejas respirar.

Ace lo liberó de su agarre para verlo sonreír en persona por última vez.

—Bueno Ace, me tengo que ir, en verdad me dio  mucho gusto que las cosas se arreglaran entre nosotros —Suspiró profundamente —Cuida del latoso, te escribo al llegar.

Ese suspiro era mucho más profuso de lo que parecía, pero, las despedidas son tristes sin importar cuan fuerte sea la persona termina siendo afectado, Ace bajó la mirada y observó el pañuelo que antes el rubio uso en Luffy, lo tomó y lo guardó con recelo en su bolsillo.

—Claro. —Dijo mirando como Sanji montaba la motocicleta y la encendía.

Al ponerse el casco la negación atacó al pecoso y moviendo la cabeza hacia los lados mostró su desacuerdo, sin embargo, nada pudo detener el andar de Sanji. El amplio portón que lo recibió así mismo le brindó la despedida y cerrándose detrás de él, atrapó a Ace dentro de la casa. Apretó los barrotes con gran ira mientras observaba como la motocicleta se alejaba más y más hasta perderse en la lejanía, adentrándose en ese camino negro colmado por autos, camiones y demás.

Sanji se había marchado dejándole un pañuelo blanco con sus iniciales bordadas y su amistad restaurada, era feliz de haberlo conocido en persona, y era mucho más feliz de saber que el rubio también se encontraba en ese estado de animo, asintiendo se dirigió al interior de la casa sin voltear atrás, sabiendo que las cosas cambiarían una vez más.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Bueno, no me odien, es lo que resulta después de noches de insomnio...


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