1. Alucinación
-¡JOVEN CIEL PHANTOMHIVE NO SE DUERMA EN CLASE! Escuche el grito histérico de mi profesor de Sociales, la verdad no me estaba durmiendo (típica mentira de todos los alumnos)
-Sólo descansaba los ojos, sólo eso.
-No me crea idiota Joven Phantomhive, usted estaba durmiendo, y no quiero escuchar más de su voz, ya le voy a firmar la nota para que tenga una pequeña cita con la directora.
Dijo para luego mostrar su asquerosa risa burlona que tanto odiaba, la verdad odiaba todo de el, sus dientes afilados, su cabello rojo pasado de moda y su horrible vestimenta del mismo color ¿Acaso los profesores no tienen uniforme así como nosotros? Deberían prohibir de que los profesores trajeran ropa de salir y nosotros un tonto uniforme con los mismos colores blanco y azul marino, pero bueno así lo dijo la directora más temida por todos, ella siempre apoyaba al profesor Grell (El extraño vestido de rojo) ya que a ella también le encantaba el color rojo, todos los estudiantes le habían apodado "Madame Red". Ellos siempre pasaban juntos, hasta se decía que salían pero, el profesor Grell tiene pinta de ser homosexual, eso es lo que da a entender cuando más de una vez se le ha lanzado al Rector William o al Bibliotecario que le han puesto de apodo "Undertaker" la verdad no se porque ya que este es recién mi segundo año en este colegio, y cuento TODOS los días para poder salir de esta prisión.
-¡SEÑOR PHANTOMHIVE RECIÉN TÉRMINO DE LLAMARLE LA ATENCIÓN POR DORMIRSE Y YA LO ESTA HACIENDO DE NUEVO!
Otra vez esa voz chillona retumbando en mi cabeza ¿Hasta cuándo tendré que estar aquí?
-Mis disculpas profesor Grell. Dije resignado, total ya tenía una nota que mostrarle a la directora, dos ya serían suficientes para un castigo que tendría que cumplir después de clases, aunque no me importaba mucho ya que en mi casa no había nadie que me esperara, mi mamá pasaba mucho tiempo trabajando y mi papá pasaba más en aviones y otros países que en su casa, la única vez que todos nos reuníamos era para cumpleaños o Navidad, de hay el resto del año sólo podría verlos dos horas por semana si estaba con suerte, a veces sólo era una aunque ya estaba acostumbrado a este estilo de vida.
Las clases pasaron tan lentas y el día era tan corto, pase dos clases enteras en la sala de dirección siendo regañado por la temible "Madame Red"
Eran apenas las 3 de la tarde, lo que más quería era ir a mi casa, Hecharme en la cama y dormir, no quería hacer nada más que eso.
Después de caminar tanto, ya que el expreso me había dejado por salir tarde, llegue a casa, me cambie de ropa, tome las pastillas para dormir que siempre tomaba y me tire a la cama, cerré los ojos fuertemente, podía sentir como las lágrimas querían salir y una sola pregunta me pasaba por la cabeza ¿Porque no puedo ser feliz como otros chicos? Lágrimas empezaron a salir de mis ojos rodando por mis mejillas, lágrimas de rabia, dolor, tristeza, lágrimas de cansancio... Las limpie con la manga de mi suéter, apreté los ojos fuertemente forzándome a dormir todo estaba oscuro, y estaba solo, bueno eso creía hasta que sentí la presencia de alguien.
Asustado levanté la cabeza hechando una mirada por toda mi habitación, normal como siempre.
-Deben ser las pastillas.
Dije en voz baja cerrando otra vez los ojos, más calmado podía sentir mis párpados más pesados que antes, como si fueran ladrillos pegándose con cemento.
-No eres el único infeliz aquí...
Escuche susurrar esas palabras en mi oído, rápidamente abrí mis ojos como platos levantandome de mi cama y mirando todo a mi alrededor, no había nada.
-Deben ser las pastillas.
Me dije otra vez para tranquilizarme, me volví a acostar en mi cama y cerré los ojos nuevamente, mi corazón latía a mil por los nervios y el miedo que sentía.
-Despierta...
Volví a escuchar esa voz, era la de un hombre. Abrí los ojos rápidamente, ya no estaba en mi cuarto.
Me encontraba en un bosque, grandes árboles por todos lados tapaban la tarde que había en el lugar en donde estaba, me levanté con un horrible dolor de cabeza y comencé a caminar hacia algún lado del enorme bosque
-Te he estado esperando... Ciel.
Escuche susurrar eso de nuevo, desesperado corrí hacia dónde había escuchado esa voz ¿Qué clase de sueño extraño era este?.
-¿Quien eres? ¿En dónde estoy?
Grite mirando hacia todos lados, arriba, a los lados, por los árboles pero nada, no veía nada, estaba completamente sólo en ese lugar tan grande que en mi vida había visitado, cansado de ser ignorado por aquella voz grite nuevamente.
-¿QUIEN ERES?
-Soy una de tus peores pesadillas.
Otra vez esa voz tan perturbadora y masculina, por alguna razón me hacia estremecer, respire hondo y apreté en puños mis manos, tenía que ser fuerte y no mostrar ni un poco todo el miedo que sentía.
-Tsk... ¿A esto le llamas una pesadilla? Debe ser una broma.
-Paciencia querido, que esto recién empieza
Fue un susurro en mi oído, una de sus manos sostenía mi cara, sus dedos ubicados en mis mejillas, casi no podía respirar por la repente aparición de aquella persona atrás mío, con mis ojos trate de mirar hacia los lados averiguando si podía ver su cara, pero lo único que alcancé a ver fueron unas enormes alas color negro muy emplumadas.
-Que es lo que quieres de mi, será mejor que me sueltes en este instante si no quieres terminar mal.
Trate de sonar lo más amenazador posible, pero fue en vano ya que lo que escuche de el fue una pequeña risa... Maldito.
-Los humanos son tan divertidos
Dijo, para luego volver a reír, sus largas uñas negras dolian, apretaban más a mi cara con cada risa de el. Un pequeño gemido de dolor salió de mis labios, lleve una de mis manos hasta la suya que estaba en mi rostro diciéndole no con palabras que me soltara, el entendió y aflojó el incómodo agarre, caí al suelo de rodillas, mi cara ardía por lo sucedido, al verme caído volvió a reír.
-Pero que mala educación la mía, mis disculpas, mi nombre es Sebastian Michaelis, pero tu me puedes llamar Su Real Majestad.
Dijo con un tono de burla, me levanté del suelo con un poco de dificultad y lo encaré lleno de furia, pero con mi típica mirada de que nada me importaba y fui yo el que río esta vez, gran primer error.
-Serás idiota, ni creas que yo te llamare así, es un nombre para alguien importante no para un poca cosa como tu.
-Respóndeme algo, Ciel.
-¿Que?
-¿Te gusta tu cabello verdad?
-Claro ¿Porque me preguntas eso?
Retrocedí un paso al ver que se acercaba, aunque quería parecer valiente mi mirada me delataba, tenía miedo de el.
-Entonces cuida tus palabras porque puedo hacer que tu hermoso cabello se haga rojo con sólo tronar mis dedos, y no sólo en este sueño si no en tu vida diaria.
Trague en seco, debe estar jugando conmigo porque este es sólo una pesadilla más causada por las pastillas de dormir.
-Esta bien, pero no te me acerques tanto, me das asco.
Segundo gran error Ciel... Lo último que vi de el fue su sonrisa, por alguna razón sentí una punzada en el pecho, después de eso desapareció frente a mis ojos comencé a recorrer la mirada a mi alrededor y nada, me había dejado.
El aire comenzó a irse de mis pulmones haciéndome caer de rodillas, trate de respirar pero era imposible, mi mirada se tornaba borrosa, otra vez pude ver a lo lejos esas enormes alas y esa alta figura caminar hacia mi, que estará tramando ese tipo.
-Te dije que cuidaras tus palabras...
Y no pude escuchar más, mis ojos se cerraron de repente entrandome en un profundo sueño, aunque al comienzo fue una horrible pesadilla por fin se había terminado, gran tercer error, porque esto recién empezaba...
Sólo quisiera volver a verlo y preguntarle ¿Que clase de sueño extraño era este? Sebastian...