Un leve quejido fue capturado por la almohada provocado por el incesante cantar de las aves desde afuera de la habitación, ¿Cómo un simple sonido le pareció tan irritante? Ahora en su situación comprendió que en ciertas ocasiones (por no querer decir todas las mañanas) hubiese sido mejor cerrar el pico para dejar descansar a su dueño cuando este lo encendía de forma inconsciente y la única manera de llamar su atención (además de una serie de preguntas matutinas) era su cantar.
"Le debo una disculpa a Koujaku." pensó para sus adentros mientras restregaba mas su rostro en la suavidad de la almohada como si de esta manera quisiera invocar de nueva cuenta su sueño, mas lo único obtenido fue otro quejido, uno mas audible al no poderse mover con libertad ya que cierto agarre en su anatomía se lo impidió.
El pelirrojo se tomó su tiempo para observar a su acompañante a la par que se deshacía del agarre alrededor de su pecho. Aún no era hora la despertar para ambos y lo que menos quería era que el de rosáceos cabellos dejara el mundo de morfeo por su culpa.
–Idiota –Bramó en forma baja al percibir la incomodidad en su zona baja al momento de quedar boca bajo sobre la cama. Con ello le quedó mas que claro la intensa noche que paso en aquella cama... También contra la pared, y ni que decir en la ducha
–¿Pequeño? –la voz de su amante lo sacó de sus pensamientos mas no de su reciente sonrojo (producto de dichos recuerdos nada inocentes).
El mayor acarició toda la extensión de la espalda desnuda del oji rojo hasta descansar dicha mano en el inicio de su trasero el cual todavía seguía cubierto por la delgada sabana.
–Duerme –musitó el menor alzando las comisuras de su boca por el contacto.
–Seis de la mañana, pequeño– dio un rápido vistazo al despertador –¿Qué te despertó?– Después de pasar tantas noches con el menor no fue problema darse cuenta de la facilidad que este tenia al dormir y que la mayoría de las veces tenia que despertarlo, No; pensándolo mejor fue la primera vez que no tuvo que despertar al pelirrojo.
–Las aves. –arrugó el entrecejo sin dar mas explicaciones para que el de rosa por su propio oído se diese cuenta de su cantar.
–Son cantos mínimos, que recuerde tu cantabas con mas fuerza– reprimió una sonrisa fallando en el proceso
–No mientas pajarraco, en primera tu nunca me escuchaste y en segunda mi tono no era tan molesto si lo comparas con esas aves.– A pesar de haber sido un AllMate su comportamiento se asemejaba al de un gorrión y como tal su cantar no debía de faltar en el hogar su compañero y dueño, siendo el único lugar en el que se daba el lujo de hacerlo era imposible que la ex cacatúa lo hubiera escuchado.
–Te he dicho que en veces me escapaba de Mink para poder verte.– ¿Cuantas veces mas tendría que repetirlo?
–Desde entonces eras un acosador ¿eh?– fingió indignación
–Ese no es el punto.
–¿Y cuál es?
–Que cantabas hermoso.– descansó el peso de su cabeza sobre su mano al flexionar su brazo.
–Cállate– odiaba la forma petulante del mayor, esa seguridad que emanaba de si en todas direcciones, esa maldita arrogancia cada que sonreía y que a la vez se mezclaba con un toque de sensualidad, siendo mas potente al divisar el brillo en su mirada que le alertaba un sinfín de problemas.
–Cállame– su recién adquirida sonrisa se amplio
–¿Ni eso puedes hacer solo?– suspiró en molestia cerrando sus orbes, entre menos viera esa sonrisa su estupidez no saldría a flote por ella
–Puedo hacerlo si me apetece pero es mejor que tu lo hagas solo como tú sabes hacerlo– el movimiento de su diestra se reactivó en la espalda baja de su amante volviendo a acariciar toda su extensión
–Ni lo pienses.– justó después de amenazarlo su trasero fue estrujado por la mano del ex AllMate –¡Tori!
–¿Qué?– No pudo negar el hecho de tener cierta fascinación por aquella parte de la anatomía del de rojos cabellos –Tenemos tiempo para una segunda ronda
–Tuvimos muchas segundas rondas anoche... –con un poco de suerte su recién adquirido sonrojo pasaría desapercibido.
–¿Y estas satisfecho? Porque yo no –alzó la comisuras de su boca
–Estoy cansado idiota, y... adolorido– ¿Cómo era capaz de querer otra ronda? Si hacia apenas cinco horas pararon sus actividades para poder dormir. Sus ojos volvieron a abrirse para mirar con desaprobación a Tori.
–Creo que me pase anoche– entrecerró sus orbes al notar la verdadera incomodidad del menor –pero en mi defensa fue una noche especial... No te veré en un tiempo –su expresión cambió
–Son solo dos semanas, se pasaran rápido.– trató de sonar optimista ante su próxima desgracia
–Dos semanas, 14 días, 336 horas, 20160 minutos...
–Tori~– le interrumpió antes que alargara hacia los segundos –Dos semanas, nada mas. No notaras mi ausencia
–Sabes que no podre dormir si no estas aquí– una mueca de disgusto se dibujo en su rostro –Me daré cuenta en cuanto salgas de esta casa.
–Yo tampoco podre hacerlo.– en su caso tendría la oportunidad de compartir cama con el líder de Beni Shigure para apaciguar el insomnio que apareció desde su cambio de cuerpo pero aún con ese apoyo se le haría imposible conciliar el sueño.
–Quédate– giró el cuerpo ajeno hasta que este quedara boca arriba y así posicionarse encima de el
–Ya lo hablamos anoche –se dedicó a acariciar la larga melena rosa del mayor
–¿Si? No lo recuerdo
–¡No te hagas el que no sabe! Si fue el motivo de nuestra pelea– hizo un imperceptible puchero (imposible de escaparse para Tori)
–La única pelea que tuvimos fue en la cama, y como siempre yo fui el vencedor –se mofó con total orgullo
–Eres un idiota– con una mezcla de indignación y diversión
–Pero soy tu idiota. –comenzó a repartir besos por toda la extensión de su cuello
–...No hay diferencia, sigues siendo un idiota.
–Hay diferencia~, TU idiota– recalcó susurrando cerca de su oído
–Tori... –un poco más y terminaría perdiendo medio día sobre esa cama –me voy hoy
–Con mas razón no te dejaré ir
–No me refiero a eso; hoy tomó el avión y..., bueno, estaré sentado por lo menos cinco horas y no podre hacerlo si... ya sabes.– su rostro comenzó a tornarse del mismo color de su cabello ante su comentario
–¿Es enserio? –sin poder evitarlo soltó una larga risotada al imaginarse a su novio utilizando un cojín en pleno vuelo para poder sentarse
–¡Tu, maldito zopilote!– forcejeó al saber los pensamientos del peli rosa. Ya era demasiado vergonzoso hacerle saber aquello al mayor como para que este se burlara de su desgracia, desgracia que él provocaba.
–¿No te das cuenta de la situación, pequeño?– con total facilidad tomó las muñecas del menor para posicionarlas sobre su cabeza, una buena forma para que dejara de moverse.
–¡Tori!– el carmín de sus mejillas aún no desaparecía y no lo haría en esos momentos, mas al notar la intensa mirada que él le estaba dedicando. –...¿Qué situación?– calmó un segundo su enfado al captar la pregunta
–Que no te iras de aquí sin darme una noche como la de anoche...
Y ahí estaba de nuevo; esa estúpida sonrisa que siempre terminaba por causarle un deseo descomunal. Debió darse cuenta del momento en el que Tori empezó a utilizarla para hacerlo flaquear, aunque no pudiese reprocharle nada ya que el mismo ex gorrión tenía sus tácticas para hacerlo perder el hilo de sus pensamientos.
–¡Eres injusto!
Fue inevitable
La habitación pronto se impregnó de olor a sexo, nuevos jadeos se ahogaron entre las sabanas, pasando por los labios del de cabello rosa que con devoción se encargaba de callarlos en cada espasmo de su amante. Un éxtasis que duraría horas.