Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Recuerdo por Amok Scarlet

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Es tedioso, a mí parecer muy lindo, claro yo lo escribi, espero les guste.

Los personajes de Naruto son de Masashi Kishimoto

Esa foto en la pared, la tengo grabada en la piel, fue accidental lo sé pero, fui feliz por ello, ¿Por qué?... Porque tu saliste en ella, y cuando la vi… mi mundo solo giro alrededor de ti, sabía muy poco de ti, por no decir nada, ese día solo te vi reír, con quien sea que lo estabas haciendo, el sonido de tu voz, y como te veías, te empecé a buscar, por donde iba miraba hasta debajo de las piedras, varias semanas pasaron, pero nada, no aparecías, me desanime, tanto que deje de comer como hacía, deje de brincar por ahí como un loco, deje de salir con mis amigos que me hicieron un interrogativo muy largo y solo respondía con negativas, cosa que no era cierto, lo sabían, por lo que me tuvieron vigilado todo el tiempo, siempre había alguien metido en casa y acompañándome a donde fuera procurando que comiera, que saliera de mi casa de vez en cuando, hasta de que me bañara, pero yo me sentía vacío, ¿Por qué me sentía así, si yo no sabía nada de ti?


Ya dándome por vencido un día salí de casa, arreglado, con la intención de divertirme, pasar un rato con mis amigos como antes, volver a lo que hacía, pase por aquel lugar de la foto, y te vi, no lo podía creer, el día se hizo más bonito, juraría que los pajarillos cantaban, las personas que pasaban desbordaban alegría, el sol brillaba, el viento me empujaba a hablarte, empecé a caminar hacia ti, me entro miedo, me detuve, y el mundo volvió a la normalidad, pero la imagen que me regalabas era sorprendente, pero yo me sentí triste, muy triste, quería morir, me hubiera aventado a la calle y esperar a que el auto que pasaba veloz me llevara con él, no pude, al mismo tiempo sentí mucha ternura y felicidad, ahí estabas, sonriéndole a una muchacha de cabellos rosas, sus ojos jade, piel blanca y con un bebé en brazos del mismo color que tus cabellos, al igual que los ojos, negros, tomaste al bebé con tus manos y lo alzaste, el pequeño te regalo una sonrisa, armoniosa, tomo con sus manitas tu rostro y divertido palmeaba tus mejillas, lo acomodaste en tus brazos, y la chica te daba las cosas del bebé que cargaste en tu hombro derecho, se despidió de ti con un beso en la mejilla y desapareció al cruzar la calle, tú y el bebé se metieron en la cafetería a espaldas tuya, me quede ahí, parado, viendo toda esa escena, en ese momento lo que pensaba era “el bebé de él y la peli-rosa” no había otra explicación, me di la media vuelta y camine de regreso a mi casa.


Pasado unos días, volví a mi rutina diaria, no me sentía del todo bien, pero ya estaba consiente, al menos, de que lo que yo quería no podía ser, por dos cosas la primera que tu tenías un bebé y la segunda que eras hombre, aunque eso no importaba mucho y por el momento era suficiente excusa para dejar de pensar en ti, lo que hacía lo hacía porque debía hacerlo, no por otra cosa, hasta que te volví a ver, el tiempo se detuvo, solo existías tú, a mi alrededor solo había un mundo en blanco y negro y con tu caminar se teñía de color, ¿Por qué pasaba esto, si apenas y te conocía? No lo sabía y me dejo de importar desde el principio, pero la pregunta seguía ahí, me tendiste la mano, diciéndome tu nombre, te di la mía y mi nombre, sonreíste, y te fuiste de ahí diciendo que esperabas trabajar conmigo codo a codo, yo acepte gustoso, mi humor cambio drásticamente, volví a ser el de antes o mejor de lo que era, nos hicimos amigos muy pronto, salíamos a menudo, junto con todo el equipo de trabajo, era muy entretenido andar con todos, me sentía bien solo con tenerte como amigo, ya no me importo que estuvieras con otra persona, solo deseaba que fueras feliz.


Así estuvimos por unos cuantos meses, hasta que un día de lluvia llegaste a mi casa, te deje pasar, estabas empapado, note que llorabas, corrí al baño por una toalla, seguías a lado de la puerta, te pase la toalla por la cabeza y te jale a la sala, te senté en el sillón no importándome que lo mojaras, te secaba los cabellos, no hablabas y no quise romper el silencio pero me preocupaba que te enfermaras por lo que te sugerí darte una ducha, cosa que aceptaste con un asentimiento de cabeza, te lleve hasta el baño y te deje ahí, tome algo de mi ropa, regrese al baño diciéndote que te dejaba una muda, y salí de ahí, prepare algo de té para cuando salieras, seque el sillón y me senté a esperarte


— Lo siento — dijiste con la cabeza gacha al llegar a la sala, logre ver tus ojos hinchados


— No te preocupes — te conteste  y poniéndome de pie — ¿Quieres algo de té?


— Por favor — te note más tranquilo pero en cuanto te sentaste empezaste a temblar, me sentí mal, no sabía que hacer o que decirte en ese momento, por algo habías venido a mi casa, por lo que pregunte


— ¿Qué ha pasado? — lo dije con voz muy suave y con temor a que me reprocharas que no debía de importarme, guardaste silencio y yo estaba de pie algo inquieto


— Mi hermano — susurraste, no abrí la boca esperando que continuaras — él ha muerto — me deje caer en el sillón, era la primera vez que hablabas de ti y de tu familia, por lo que enterarme fue un golpe, tu felicidad era lo que yo cuidaba o decía cuidar, pero que ciego, que egoísta, realmente no me preocupaba por ti, en ese momento me di cuenta, no te pregunte nada sobre ti, solo espere a que algún día me contaras algo, yo no sabía nada de ti


— Lo siento — te abrace, lo hice muy fuerte, tu temblabas, tomaste mi playera con tus manos, sentí un odio hacia mí, por no poder hacer más, te deje llorar, todo el tiempo que quisiste, que pudiste hasta que caíste dormido, te subí a mi habitación, te recosté en la cama y te arrope.


La mañana llego, yo había dormido en el sillón, por lo que al caerme de este a una hora temprana, fui a la cocina y prepare lo que sería el desayuno, escuche pasos de las escaleras, lentamente bajabas cada escalón, ¿qué podía yo hacer por ti?


— Perdón, mi intención no era… — dijiste al verme en la cocina y yo te interrumpí


— No te preocupes por esas cosas, siéntate, no soy muy buen cocinero, espero te guste — te dije señalando mis sencillos platillos que había colocado en la mesa antes de que llegaras, te sentaste, comimos sumidos en un silencio largo, muy largo a mi parecer, no soportaba verte así, a pesar de las diferencias que teníamos, yo seguí amándote, amor, sí, no podía ser otra cosas más que eso; terminamos el desayuno y me levante para lavar los trastos, estuve en ello, mientras tú seguías sentado mirando a la nada, yo había acabado, ya no podía soportar el silencio por lo que en una imprudencia, en mi bajada de cordura te abrace de lado poniendo mi cabeza sobre la tuya, ¿qué más podía hacer más que esto?, pasaste tus manos a mis brazos que atravesaban tu cuello y apoyándote en mi pecho


— Gracias — susurraste, sin querer yo empecé a llorar en silencio, hasta que mi cuerpo empezó a dar brinquitos por la falta de aire al aguantar mi llanto — ¿estás llorando?


— Lo siento — dije entre sollozos — pero…


— Tranquilo, entiendo — acariciaste mis brazos y soltándote de ellos te levantaste de la silla y me abrazaste apoyando tu cabeza en mi hombro, recostándola y dejándome apoyarme en el tuyo, acariciaste mi espalda mientras yo seguía llorando, sentí que algo humedecía mi playera, estabas llorando de nuevo, me sentí culpable por hacerte llorar de nuevo — gracias — susurraste cerca de mi oído, me abrasaste más fuerte — por estar cuando te necesito — mi llanto que se había calmado se volvió más fuerte apachurrándote entre mis brazos — tranquilo — dijiste riendo y llorando


— Yo… yo lo siento


— Lo siento yo, me hace feliz que te preocupes por mí, no creí que fueras el tipo de persona que…


— No lo soy — lo interrumpí, nuestro abrazo se deshizo, nos miramos a la cara — soy una persona egoísta, solo pienso en mí — tú no me entendiste — perdón — me disculpe por mi comportamiento aunque no lo entendieras, había cerrado mis ojos y los abrí sorprendido al sentir tus manos en mi rostro y tus labios sobre los míos, duro solo unos segundos, iba a decir algo pero posaste un dedo en mis labios indicándome que callara


— No importa — estaba demasiado sorprendido — solo déjame estar así un rato — te recargaste en mi pecho y me abrazaste mis manos empezaron a acariciar tu espalda y tus cabellos, era relajante estar de esa manera, aun me pregunto si tu sentías esa tranquilidad que sentí en ese momento, estuvimos así un buen rato, te separaste — gracias, ya                 estoy mejor — nos soltamos completamente, me dijiste que tenías que irte, que seguro te estaban buscando, yo entendí, te cambiaste por tu ropa que yo había lavado antes, te despediste, me quede pensando en si estaba bien dejarte ir así, me contuve en correr atrás de ti, me senté en el sillón, me quede viendo el televisor apagado, hasta que me entro sueño y me recosté en el sillón.


Al día siguiente, al llegar a la oficina me entere de que habías pedido la semana, supuse el por qué, me sentí abatido y extrañado al recordar el beso que me diste, “¿qué habrá sido eso?” pensaba en ello cada que tenía la mente desocupada y tocándome los labios, recordando el tacto del momento, en eso se me fue la semana, para cuando regresaste mi mente se aclaró, llegue a la solución de que lo habías hecho para calmarme, estúpida solución, pero no encontré otra por más que quisiera repudiando la respuesta de “lo hizo porque siente algo por mí” negándolo con “ya que tienes un hijo eso es imposible” me sentí estúpido por ello, al llegar me saludaste, lo hiciste tan tiernamente que mi mente se nublo y volví a pensar “de verdad siente algo por mí” pero me golpeaba mentalmente al recordar que eras padre y así pasaron otros días donde tú me demostrabas una mirada de “amor” y yo negándome a esa posibilidad, ya que no podía resistir tu mirada empecé a alejarme de ti, todo comenzó terminando el proyecto que teníamos juntos, decidí tomar proyectos que no tuvieran que ver con tu equipo, negándome a las salidas después del trabajo y a tus invitaciones personales de salir juntos por un trago, no quería ver la mirada de tristeza que ponías cuando yo visiblemente estaba alejándome especialmente de ti, todos lo habían notado, mis amigos empezaron a abordarme, con la clara intención de que yo les dijera la razón de mi acciones, no pudiéndome sacar nada hasta que el más inteligente de todos se acercó con el objetivo de acabar con esto


— Naruto — llego a mi casa, yo lo deje pasar, él no es el tipo de persona que se mete en asuntos personales, pero esta vez fue la excepción — sabes a que he venido


— No tengo intención de hablar de ello — hable con voz grave, ya estaba harto de que insistieran tanto en esto


— Escucha — pero él me podía doblegar, como un hermano mayor o hasta un padre, me hacía entrar en razón, se había sentado en el sillón y yo me senté en el sillón de a lado — me vale lo que esté pasando entre ustedes — hablo con voz grave y mi voluntad calló al piso, la persona enfrente de mis ojos daba miedo cuando hablaba en ese tono de voz — y más te vale decirme que está sucediendo antes de que mi paciencia llegue al punto donde tú vas a pagar los platos rotos — al decir “tú” me había señalado y mirado con ojos amenazadores — ¿entendiste? — yo solo asentí fervientemente con la cabeza, no debía de enojarlo más o podría tener un pie en el otro mundo, explique todo, como me sentía, lo que creía respecto a ti, lo que sabía de ti, el solo escucho en silencio y de vez en cuando asintiendo con la cabeza y luego termino diciendo — que problemáticos — su frase favorita a mi parecer — escucha, habla con él y dile lo que me has dicho a mí


— Pero…


— Tú dile — me calló — si no le preguntas no vas a saber si es cierto o no, y si resulta ser cierto al menos estarás más tranquilo, y podrán entablar una relación estable aunque terminen siendo solo amigos, ¿entiendes? — asentí con la cabeza, después de la “platica” se retiró, dejándome solo y hundido en mis pensamientos, no estaba seguro pero lo haría, todo lo que había dicho era cierto, si no le preguntaba viviría con esa duda de por vida y si fuese cierto al menos me daría por vencido de por vida y podría continuar mi vida con ese peso.


Fin de semana, era sábado, no sabía dónde vivías por lo que pedí la dirección en la oficina, cosa que me dieron con cierta condición, llegue a tu casa eran como las 4 y cacho de la tarde, me quede un rato enfrente de la puerta dudando de tocar, escuche una risita, y voltee, era la chica de la cafetería, me saludo y yo nervioso y confirmando mis sospechas, la saludé, diciéndole que era tú compañero de trabajo, tomo la manita del bebé y hablando con vocecita


— Hola — como si el bebé me saludara con su propia voz, el bebé rió, era pequeñito, me daba mucha ternura ver una criatura tan feliz, decidí irme y no arruinar el día en familia, pero antes de eso la chica abrió la puerta invitándome a pasar, entre a la sala y me indico me sentara, ella subió las escaleras diciéndome que iría por ti, bajaste y sorprendido me saludaste, preguntándome las razones de mi visita


— Yo venía a hablar contigo — voltee a ver a la chica que se veía en la cocina con el bebé sentado en sus piernas — pero veo que estas ocupado, será mejor que me valla y…


— Espera — no me dejaste terminar y vi que te dirigiste a la chica, ella asintió con la cabeza y desde donde estaba grito que tuviera un buen día, le desee lo mismo, me levante del sillón pensando que me habías despedido de ella para que no se levantara, regresaste donde estaba y caminamos a la puerta, saliste conmigo y cerraste la puerta, no entendí tus acciones en el momento hasta que — vamos — caminaste delante de mí y yo te seguí hasta un parque donde nos sentamos en un lugar alejado de las demás personas — ahora sí, dime ¿De que querías hablar conmigo?


— Yo… — tome aire, me sentía nervioso — ¿ella… es tu esposa? — me viste sorprendido por un momento y empezaste a reír


— ¿Ella mi esposa? — Dijiste entre risas, yo no le encontré lo gracioso — ¿Cómo pensaste eso? — Te veías muy divertido con mi pregunta — No, no, ¿Cómo crees? — Tu risa se calmó — ¡Es la esposa de mi hermano! — mi cara se sentía arder, me dio mucha vergüenza y mucha felicidad el haberme equivocado, baje la mirada


— Lo siento, yo me equivoque


— ¿Pero cómo supusiste eso?


— Es que ella tiene un bebé que se parece mucho a ti y pensé que era tuyo


— Bueno, se parece a mí porque es hijo de mi hermano, pero no, esa chica es la viuda de mi hermano, ¿era eso lo que querías hablar conmigo? — me preguntaste con una ceja arqueada


— Sí, digo no, bueno… en parte — lo dije algo confuso


— ¿La conocías?


— No, ni sabía quién era, yo solo… — respire hondo, dejando salir el aire despacio, tú solo me miraste, esperando que continuara — lo que pasa es que yo… — te mire a los ojos y… — Te amo — tu cara era de sorpresa y en ese instante yo quería salir corriendo de ahí, pero no lo hice, cerré los ojos esperando que me gritaras un montón de barbaridades sobre que eso era imposible, pero… nunca llegaron, abrí los ojos al sentir tus labios, te mire sorprendido cuando te separaste


— Yo también te amo — sonreíste y me sentí bastante afortunado al saberme correspondido, una sonrisa salió de mis labios, nos miramos por un momento y acercando nuestros rostros nos volvimos a besar, primero un simple rose, luego saboreando tus labios, con mi lengua, te hice abrir los tuyos, metí mi lengua en tu boca, explorando y disfrutando del sabor que me brindabas, tu lengua empezó a bailar con la mía, nuestro ritmo era dulce y fuerte, el aire empezó a faltar y nos separamos, mirándonos a los ojos nuevamente, las palabras sobraban y repetimos aquel beso, el segundo de nuestra vida juntos.


Al regresar a tu casa, la chica se había retirado dejando una nota en el refrigerador, que leíste, tomaste de mi mano y jalándome hasta tu habitación, entramos entre besos y toqueteo, paseando nuestras manos en el cuerpo ajeno, deshaciéndonos de la ropa que empezaba a estorbar, entre pasos torpes llegamos hasta la cama, tú estabas debajo, nos miramos desafiantes, quien tomaría el control de la situación, no estaba dispuesto a dejarme ganar por lo que te saque los bóxer y paseé mis manos por tu trasero, apretujándolo y sacándote un gemido que me excitaba cada vez más, bese tu cuello con mis labios húmedos y lamiendo de vez en vez, mordiendo suavemente mientras escuchaba tus jadeos, mis manos se encargaban de acariciar tu cuerpo, aprendiéndome cada parte de él, delicadamente, tus piernas, caderas, abdomen, pecho, brazos, rostro, regresando al final a tu entre pierna donde me entretuve acariciando, tus testículos, tu pene, jugando con mis dedos alrededor de este, rozando el glande, jalando el prepucio, bese tu clavícula y succionando dejándote una marca, mi mano derecha viajo a tu boca donde metí tres dedos en el momento que jadeaste, los mordisqueaste y lamiste tan eróticamente que casi me vengo, tus manos acariciaban mi espalda, mis brazos, mis hombros, abriste lentamente la piernas dejando colocarme entre ellas, soltaste mi mano cuando apreté tu pene con la otra, dirigí la mano húmeda hasta tus glúteos, pase mi mano libre por tu muslo izquierdo, alzando tu pierna dejando ver tu trasero, acerque mi mano hasta el ano donde acaricie lentamente y metiendo un dedo, sentiste dolor


— ¿Cómo se siente? — tú me miraste con los ojos entrecerrados y la respiración agitada


— Sigue — pediste y recargaste la cabeza en una almohada, metí un segundo dedo moviéndolos lentamente, separándolos intentando dilatar ese entrada, un tercer dedo, gemiste, tu voz agitada, enviciada del placer y el dolor, saque mis dedos y acomodándome para poder meterme dentro de ti, lentamente, primero la punta, te incomode, me detuve y con mi mano izquierda te tocaba el pecho, paseando las yemas de mis dedos por tus pezones haciéndote olvidar el dolor por unos momentos, mientras seguía introduciendo mi pene en ese lugar, me incline hacia tu rostro, mordiendo tu barbilla, te aferraste a la cama cuando entre por completo, te mordiste el labio para callar el gemido, te bese, nos besamos, nuestras lenguas jugaban, tus manos en mi espalda, mi cuello y pasando tus dedos por mis cabellos, empezaste a mover las caderas, te acostumbraste a mí, empecé con envestidas lentas, te aferraste a mis hombros, nuestros gemidos y el movimiento de nuestros cuerpos eran lo único que se escuchaba, empecé a morder el lóbulo de tu oreja, acariciando tus glúteos, y tú jadeando en mi oído, te susurre “te amo”, sentí como tu cuerpo apretaba allá abajo, lo sentiste, el punto donde te estremecías, volví a dar en él, tu cuerpo apretaba cada vez más, estabas a punto y yo con la estimulación que me dabas también, apreté tu pene con mi mano, para que no te vinieras antes que yo, lo solté cuando yo también llegue, te viniste primero, manchando nuestros abdómenes y yo después dentro de ti, caí en tu pecho, mientras regulábamos nuestra respiración, me levante y salí lentamente de tu interior, me recosté a lado de ti


— Te amo — lo repetí una vez más mientras mi mano acariciaba tu rostro


— Yo también, te amo — nos acomodamos en la cama dándonos un abrazo y dormimos así, desnudos, sintiendo nuestros cuerpos, era todo el calor que necesitábamos.


Al despertar el cielo ya estaba oscureciendo, te vi todavía dormido, en ese momento no me importo que el mundo se destruyera, si estaba a tu lado, nada más importaba, acaricie tus cabellos, te removiste un poco y abriendo los ojos


— Hola — te salude con una sonrisa


— Hola — dijiste mirándome con los ojos entreabiertos — ¿qué hora es?


— No sé, pero ya está oscuro afuera — te dije mientras acaricie tu rostro


— Mmm, ¿tienes hambre?


— Sí, no he comido desde la mañana


— ¿Nos bañamos? — dijiste al sentarte y sentir el semen seco en tu cuerpo, te sonrojaste y evitando mi mirada intentaste levantarte, te atrape un brazo cuando casi caes


— ¿Te duele? — pregunte temeroso


— Solo un poco — me miraste


— ¿Te lastime?


— No, esa… fue mi primera vez — casi me desangro al escucharte, te he robado tu virginidad — con un hombre — era lógico, lo sé, pero no pude evitar pensarlo


— La mía también — agregue algo sonrojado — vamos te ayudo


— NO, no, yo puedo — como siempre tan… orgulloso, todo queriéndolo hacer solo, pero casi te vuelves a caer, por lo que me importo poco que patalearas, me golpearas y maldijeras mientras te cargue hasta el baño, que después entre juegos disfrutamos, después de haberrnos vestido y prestarme algo de tu ropa, preparamos algo para comer, fue muy divertido, a punto de irme te invite a mi casa para el siguiente día, domingo, deseaba no irme, pero tenía trabajo que terminar, y poder pasar contigo todo el día siguiente, nos dimos un beso, y al caminar por las calles, pensaba en todo lo que me hubiera ahorrado si te hubiera preguntado desde un principio.


Una mañana hermosa, a pesar de que apenas y había dormido, ese día, apenas una hora y media que me acosté en la cama, cuando escuche el timbre, salí corriendo a abrirla, estabas tú, te cedi el paso, pasaste a la sala, te pregunte si habías desayunado, me dijiste que sí, yo ni me había cambiado, por lo que te pedí me esperaras, me duche rápidamente y me vestí torpemente de la misma forma, ya listo baje, tú veías la televisión, cambiando los canales, salimos, al parque que estaba ni cerca ni lejos de mi casa, paseamos un rato, fuimos a almorzar, cerca de una plaza, entramos a los videojuegos en los cuales perdí, parecíamos dos chiquillos, estaba muy feliz, termino nuestro día sin tener sexo, todavía te dolía, por lo que lo dejamos pasar, no sin antes amenazarme que esta vez a mí me dolería, con eso en mente nos separamos en la calle, cada quien yendo a su casa.


La semana que comenzaba nos apretaba los zapatos, como no colaboraba con tu equipo, tenía varios pendientes, temporada de cierre y otras cosas, por lo que casi no estuvimos juntos, recordé haber sido un idiota al comportarme así, pero al final llegue a ti; con esfuerzos logre terminar sin llegar a una cama de  hospital, ahora que recuerdo, después de aquello, llego mi primera vez, estábamos en mi casa y comíamos mi intento de cocina italiana, te quejabas de lo salado, del exceso de especias, me sentí mal, pero verte comerlo, dejando el plato vació me hizo muy feliz, te acercaste a mí y me lamiste la comisura de los labios, me había escurrido la salsa, me hiciste jadear al momento de pasar tu mano por mis pantalones y susurrándome al  oído


— Te voy hacer pedir por más — eso me excito de una manera que no te imaginas o tal vez sí, me mordí el labio, de alguna manera llegamos a la habitación, me habías despojado de mi ropa como yo de la tuya, no tengo idea en que momento del camino te habías puesto lubricante en tu mano, metiste un dedo en mí, me dolió, me masturbabas con la otra mano, estaba sentado en tus piernas, mientras las mías rodeaban tu cuerpo, un segundo dedo, estaba jadeando, aferrándome a tu espalda y cuando sentí un tercero, te apreté, yo estaba perdido, la sensación era… tan… no sé cómo explicarla, era dolor y un cosquilleo, me besabas las tetillas, las mordías, mientras una de tus manos me apretaba mi nalga, de un momento a otro ya te estabas colando en mí, de una forma tan rápida que me dolió, tomaste mis cabellos y me besaste, mientras me acostumbraba a tu intromisión, me masturbabas y mordías mi cuello, ¿qué hacía yo en ese lugar? ¿Por qué se sentía tan bien?, empezaste a moverte y yo contigo, era delicioso, recargue mi cabeza en tu hombro y empecé a moverme más rápido, sentía que no aguantaba más, entre jadeos te advertí


— Yo también — jadeabas sobre mi pecho, apretaste mis nalgas, y echando mi cabeza hacía atrás me vine entre nuestros abdómenes, te sentía palpitar dentro, y diste unas estocadas más y te viniste dentro mío, sentía escurrir tu semen por mi ano, manchando tu miembro, nos quedamos así un rato, abrazándonos, regulando nuestra respiración, me separe un poco, nos vimos a los ojos y nos besamos, levantándome saque tu pene de mi interior y echándome en la cama, tomaste un pañuelo y me limpiaste, me quede dormido en algún momento y cuando desperté tenía puesto un pijama y estaba bajo las sabanas, tu dormías a mi lado, no recuerdo ni lo que dije, durante el acto, pero se sentía muy bien, me preguntaba si tu sentías lo mismo cuando yo te lo hacía.

Notas finales:

La segunda parte es más dramatica y triste

Espero les allá gustado espero su opinión


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).