Taemin abrió los ojos muy temprano aquella mañana. Miró a su alrededor, notando que era tan temprano que el sol ni siquiera se había levantado, su cuarto se hallaba en completa obscuridad por lo que debían de ser las cuatro a lo mucho. ¿Por qué despertó? Sí, era una persona de sueño ligero y podía despertarse hasta con el más mínimo ruido pero es este caso, dudara que fuera por eso. No había nadie más en el dormitorio aparte de su novio, Minho.
El último álbum de SHINee había salido hace unos pocos meses y el manager, con permiso de SM, les concedió un mes de descanso como recompensa, amenazando con que al volver, el trabajo sería bastante pesado. Key y Jonghyun estaban bastante entusiasmados hasta que Key reveló la idea que tenía en mente para ese mes: era hora de hablar con sus respectivas familias acerca de su relación que llevaba más de dos años. Key insistió hasta que el vocalista principal aceptó, sintiéndose bastante nervioso por el hecho de que su familia era un poco, muy, conservadora. Sin embargo, dijo que lo hacía con tal de probarle lo mucho que lo amaba. Onew partió en un viaje en crucero con sus padres y Joon Lee, su novio, hacia Japón. Sus padres, quienes conocían su relación, estuvieron encantados de poder pasar más tiempo con su hijo.
Él y Minho habían decidido quedarse, los padres de Taemin estaban ocupados con su hermano y la hija de este, mientras que los de Minho se encontraban de vacaciones. Aunque Taemin se sintió decepcionado de no poder ver a su familia, sintió que esto sería una buena oportunidad de afianzar la relación con Minho sin que los demás estuvieran, sentía que de alguna manera terminarían más unidos.
Bostezó y se talló los ojos para empezar a moverse—. Será mejor revisar el dormitorio —susurró, levantándose de la cama y sonriendo al darse cuenta de que Minho ni siquiera se había inmutado.
Abrió la puerta con cuidado y caminó hasta la cocina, donde se sirvió un vaso de leche. Con vaso en manos, revisó el baño, las habitaciones de los otros, la entrada y el resto del lugar, en busca de algo fuera de lo común pero no encontrando nada. Preguntándose de nuevo la razón por la que había despertado, caminó de vuelta hacia su cuarto, notando que Minho se había dado la vuelta y ahora le daba la espalda. Frunció el ceño, ¿cómo se suponía que volvería a dormir si no lo abrazaba?
—Minho hyung* —murmuró, subiendo a la cama de nuevo—. Tengo frío… —le picó la espalda, haciendo que este se estremeciera muy levemente—. ¡Minho hyung!
—T-Tae…min —sonrió, por lo menos había conseguido que dijera su nombre.
Sabiendo que Minho le reclamaría si lo despertaba tan temprano en vacaciones, se recostó y acomodó, lo mejor que pudo, en la espalda del rapero. Había algo que se sentía extraño en su interior, algo que no le gustaba pero no atinaba a decir qué era. Dejándolo de lado y pensando que había sido su falta de leche antes de dormir, cerró los ojos, consiguiendo que el sueño lo alcanzara dentro de poco.
Sus ojos se abrieron de nuevo cuando la luz entró de lleno en ellos. Gruñendo levemente, se giró para bloquearlo, sintiendo de inmediato un par de brazos abrazarlo desde atrás—. Así que has despertado al fin, Minho hyung.
—Buenos días, Tae —susurró en su oído, apretándolo contra su cuerpo—. Olvidaste cerrar las ventanas y me estaba quemando los ojos.
—Lo siento, estaba demasiado cansado —contestó, sonriéndole—. ¿Qué haremos hoy?
Le respondió un ronquido.
—¡Yah!** ¡Minho hyung! —Le estaba hablando, ¿cómo se había dormido de nuevo?— ¡Estaba hablándote!
—Lo siento, lo siento. Quiero dormir un poco más. —Bostezó.
—Son las diez de la mañana —Taemin brincó cuando vio la hora, no la había notado—. Tenemos que levantarnos o nos perderemos el día.
—¿Qué planeaste Taeminnie? –Preguntó, dejándolo levantarse y cerrando los ojos.
—Habrá un recital en el parque, en la tarde, pensé que sería bueno ir —sonrió, desacomodándose su cabello plateado—. ¡Hyung! —Gritó cuando notó que Minho se estaba quedando dormido de nuevo.
—¿¡Qué?! Ah sí, sí, suena bien —rio, esquivando la almohada que le aventó—. Suena como un plan así que vamos.
Taemin suspiró, caminando hasta la cama de nuevo y jalando del brazo al mayor para sacarlo de la habitación, sabía que si lo dejaba, terminaría por quedarse en la habitación todo el día. lo dejó parado en medio de la sala, tallándose los ojos y bostezando, tras asegurarse de que no se caería al suelo, caminó hacia la cocina.
—La comida de umma*** se está terminando —murmuró, sacando dos platos con huevos revueltos del refrigerados—. Tendremos que comprar o preparar algo por nosotros mismos.
—Yo haré algo, no quiero morir con las cosas que tu cocinas —Minho caminó hasta la pequeña mesa y se dejó caer en la silla.
—Eres tan malo —Taemin hizo un puchero mientras ponía los platos en el horno de microondas.
—Vamos, sabes que no puedes continuar —rio, pero Taemin continuó en su misma posición—. Minnie… ¿Estás enojado conmigo? —probó, levantándose y caminando hasta él para abrazarlo y recargar su barbilla sobre su hombro.
—Eres malo, ¿sabes? —Cortó, cambiando un plato por el otro y dejando el caliente sobre la mesa.
—Si me odias, iré a llorar al cuarto y terminaré colgándome del techo con una sábana.
—¡Ni siquiera lo pienses! —Le gritó, girándose para quedar frente a él—. Sabes que no me gusta que digas esas cosas.
—Lo siento —sonrió, depositando un beso suave en sus labios y abrazándolo—. Te amo, Taemin.
—Yo a ti, hyung malo —rio de nuevo antes su gruñido.
Minho volvió a bésalo, metiendo sus dedos entre su cabello en un beso un tanto más pasional para tenerlo más cerca. Amaba demasiado a su pequeño maknae. ****
Fue un toquido en la puerta el responsable de la separación de aquel beso que tenía grandes posibilidades de terminar de vuelta en la habitación.
—Yo iré —Taemin dijo, dejando el otro plato en la mesa y caminando hacia la puerta.
Mientras sus pies se movían hacia allá, la sensación que había tenido en la mañana, apareció de nuevo. Se sentía como una aguja clavándosele en la piel y le molestaba, empezaba a hacerlo sentir con miedo, incluso. Pensó en no abrir la puerta y decirle a Minho que no era nada pero, al mismo tiempo, en una extraña combinación, algo le decía que debía de abrir.
Tomó la perilla y la abrió, encontrando a un hombre de expresión apesadumbrada, cargando a una niña pequeña de cabello café y ojos llorosos de color negro.
—¿Es usted el señor Lee Taemin? —Preguntó.
—S-Sí, soy yo. ¿En qué puedo ayudarlo? —Taemin miró a la niña, había un alto grado de familiaridad en su rostro pero su cerebro no alcanzaba a decirle de dónde la conocía.
—Me temo que no tengo buenas noticias para usted.
Un momento, él conocía a esa niña, ahora recordaba de donde—. ¿H-Ha Neul?
Aquella niña era su sobrina.