Sábado, 28 de julio.
Tan solo habían transcurrido dos semanas y ya Baekhyun sentía que iba a perder la cabeza. ¿Cómo no extrañarlo? La mayor parte del curso lo había hecho. Era el delegado por decisión unánime del salón y, como era un chico listo y particularmente alegre, su ausencia durante el festival de fin de curso se hizo notoria. Pero para él era especialmente su mejor amigo, aquel que prometió escucharlo cantar en su presentación para el último día de escuela y había faltado. Park Chanyeol nunca lo defraudaría y eso precisamente era lo que más le incomodó de todo. Sobre todo, su mejor amigo nunca había estado alejado de él tanto tiempo desde que se conocieron al comenzar el instituto. Baekhyun quería creer, en ese momento, que si algo malo hubiese ocurrido alguien le habría avisado inmediatamente porque para nadie era un secreto lo cercano que eran ambos.
Chanyeol no vivía lejos de él. Un par de calles más arriba que su propia casa y se había planteado aparecerse ahí, como por pura casualidad, cosa que hizo después de tres infinitos días de verificar su móvil cada dos minutos, pero nadie había contestado el llamado del timbre. No fue hasta que, como última opción, acudió a una vecina que le indicó algo que le cayó como un balde de agua fría sobre los hombros, tan inesperado como desagradable: el más joven de los Park había sido llevado al hospital dos días atrás a causa de una anemia.
Baekhyun no recordaba exactamente que su amigo diera señales de encontrarse particularmente anémico, aunque si se ponía a hacer algo de memoria podía recordar dos episodios que le preocuparon poco cuando ocurrieron. Chanyeol sufrió un par de mareos de corta duración pero todos dieron por hecho que se trataba únicamente del estrés que los exámenes finales le estaban ocasionando. Lo segundo sucedió en la clase de educación física, cuando nuevamente se debilitó mientras hacía los ejercicios. El propio Baekhyun se había encargado de acompañar a un muy pálido, pero aun así sonriente, Chanyeol hasta la enfermería de la escuela que no paraba de asegurarle que se encontraba bien. Baekhyun no imaginaba que una anemia pudiese ser lo suficientemente seria como para requerir una hospitalización.
Después de pedirle, o más bien rogarle, a la pobre mujer que le dijera dónde estaban los Park, sin pensar en la cercanía o lejanía del sitio, echó a correr con toda la velocidad que sus piernas le permitieron. No se dio cuenta que estaba cansado de andar hasta que el aire se ausentó de sus pulmones y se permitió apoyar las manos en sus rodillas, respirando pesadamente. Solo le tomó un minuto recobrar su ritmo para continuar hacia su destino.
El letrero que rezaba “Hospital Central de Seúl”, resaltado en un azul oscuro tétrico, fue el aviso para detenerse nuevamente frente a la puerta, sintiéndose intranquilo. Echaba de menos a Chanyeol, ¿pero qué tal si él no lo hacía y por eso no le respondía ningún mensaje?
De cualquier forma quería comprobar él mismo que todo se encontraba bien. Si Chanyeol estaba enfadado, serviría para aclarar las cosas, pero no se esperó a Park Yura, la hermana mayor de su mejor amigo, impidiéndole el ingreso al recinto. En medio del proceso de recuperar su aire, no había notado la presencia de la chica en la entrada que ahora lo miraba con una expresión indescifrable. En su mano libre, Baekhyun observó, sostenía el móvil de su hermano.
—Baekhyun. Qué sorpresa verte por aquí — Saludó ella, con una leve sonrisa que no le alcanzó los ojos — Chanyeollie ahora mismo no puede recibir visitas, si a eso ibas.
—¿Está bien? — Articuló con un poco de dificultad por el esfuerzo al correr — Chanyeol, ¿cómo está?
Yura soltó una risita que distaba mucho de ser feliz. Entonces miró fijamente a Baekhyun, lentamente borrando la sonrisa de su delgado rostro. Una sensación inquietante se alojó en su pecho, estrujándole el corazón solo un poco.
—No está bien gracias a ti, Baekhyun. Es tu culpa, completamente, que ahora mismo él esté internado en este lugar.