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Del odio al amor hay un paso por gorgobina

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Notas del fanfic:

Los personajes de esta historia no me pertenecen a mí si no a la serie Saint Seiya y al maestro Masami Kurumada. 

Notas del capitulo:

Bueno, yo como siempre tan ansiosa. Pensé que tardaría más en escribir el primer capítulo de esta historia pero me puse a escribir y escribir... y aquí está xD.

Como dije en el último fic que escribí, tengo varias sorpresitas. La primera, es este fic, que voy a subir a la vez que otro. Realmente, la gran sorpresa es el otro, para los que ya lleven un tiempo leyéndome, e intentaré subirlo en esta semana también porque ya tengo comenzado el primer capítulo, así que no os extrañe que mañana o pasado ya esté subido, como soy una ansiosa xD

Bueno, sin más dejo de enrollarme y espero que disfrutéis la lectura :D. 

Escorpio y Acuario. Dos signos que desde tiempos mitológicos han mantenido una noble amistad. ¿Amistad...? Bueno, puede que incluso quizá algo más, algo más fuerte. Parece increíble que durante todos esos siglos, ese profundo sentimiento haya permanecido en ellos. Es como si la esencia de estos signos se reencarnara caballero tras caballero en cada nueva era.

Antes que ellos, fueron Kardia y Dégel, dos valientes guerreros que lo arriesgaron todo por salvar a su diosa Athena y al mundo de las tenebrosas garras del dios Hades, rey del inframundo. Ellos combatieron sin tregua hasta el final, y a pesar de que sabían que iban a morir, mantuvieron sus fuerzas hasta el fin. ¿De dónde sacaron sus fuerzas? ¿Dónde reside el verdadero poder? Obvio, en el amor, el sentimiento más fuerte de todos, capaz de arrasar con todo lo que se le ponga por delante. ¿Amor por quién? Amor por su diosa, amor por el mundo que les acoge, por sus compañeros, en especial con el que combatían... Kardia y Dégel no fueron la excepción de Escorpio y Acuario, se amaron hasta el final y dejaron su legado para los próximos caballeros de la siguiente generación.

¿Pero y si la nueva generación fuera la excepción? Porque... Por lo que saben los caballeros del Santuario a día de hoy, Milo y Camus no se llevan exactamente bien por no decir que se odian... a muerte.

 

~~

 

Grecia, el Santuario, diez en punto de la mañana

El sol ya pegaba fuerte a esas horas dado que era pleno verano. Como cada día, los caballeros entrenaban en la arena del coliseo para no perder el ritmo y mantener la forma, pero con ese sol y el calor que hacía, cualquiera era fácil de dejarse irritar. Las parejas de entreno ya estaban formadas, y cada uno combatía junto a su compañero.

Milo y Aioria, mejores amigos del alma desde siempre, entrenaban juntos todas las mañanas. Siempre medían fuerzas para ver quién era el más fuerte de entre los dos, pero aunque a veces ganara uno o el otro, ya les había quedado bastante claro que poseían una fortaleza similar.

- ¡Vamos Aioria! ¡Ésta mañana combates más lento! ¿Es que te fallan las fuerzas? - le preguntó Milo con una sonrisilla mientras esquivaba uno de sus golpes agachándose y le propinaba un puñetazo en el estómago

- No es eso, es que he pasado una mala noche y no estoy muy descansado

- Bueno, si es necesario que te despierte... - dijo el escorpión a la vez que intentaba propinarle una patada en la cara pero el león la esquivó arqueando su espalda hacia atrás - Bien, parece que ya comienzas a recuperar tus reflejos

- Ja, no te será tan fácil ganarme bicho, recuerda que todavía hay que ver quién es el más fuerte de los dos

- Creo que ya doy esa batalla por perdida amigo, poseemos fuerzas similares

- ¿Ah sí? ¡Ahora verás! - exclamó Aioria, intentando propinarle un puñetazo, que Milo bloqueó con la palma de su mano y la cerró alrededor del puño de Aioria. Pasó exactamente lo mismo con la otra mano y los dos se vieron en un combate de fuerzas para ver quién era capaz de hacer retroceder al otro

Sin embargo, gracias a sus reflejos, Milo se apartó de Aioria arqueando su espalda cuando vio que una flecha iba directamente hacia él, y de no haberse apartado, le hubiera atravesado la cabeza de lleno, ya que pasó casi rozando su nariz.

- ¿Qué diablos ha sido eso? - preguntó cabreado y mirando hacia todos lados - ¿Es que queréis matarme?

- ¡Lo siento mucho Milo! - se disculpó Aioros desde el otro lado del coliseo, llevaba un arco en sus manos y una bolsa con flechas colgando de su hombro - ¡Estaba intentando enseñar a Saga a utilizar el arco y no ha apuntado bien con la flecha!

- ¡De veras que lo siento Milo! - escuchó disculparse ésta vez a Saga

- ¡Bueno, si es eso no pasa nada, pero intentad no matar a nadie! - exclamó el escorpión, mostrándoles su amigable sonrisa para que vieran que ya no estaba enfadado, todo había sido un accidente

- ¡Se intentará! - dijo Aioros, y vio como el sagitariano daba unas palmaditas cariñosas en la cabeza de Saga para reñirle

- Bueno, ahora que has podido descansar podemos seguir, ¿no? - preguntó Aioria con una sonrisilla

- Aquí el único que necesita descansar eres tú... ¡En guardia!

Mientras tanto, no muy lejos de allí, Shura y Camus conversaban mientras tomaban un descanso después del arduo combate que acababan de tener. El español estaba sentado en el suelo mientras que el francés estaba frente a él de pie.

- Qué mala suerte, si tan solo la flecha de Aioros hubiera dado en el blanco... - masculló Camus

- Camus... No le desees algo así a alguien. Por mucho que no te caiga bien

- ¿Que no me cae bien? Yo diría más que eso. ¡Le odio! - exclamó el acuariano con los ojos llenos de ira - Le odio tanto que disfrutaría si ahora mismo otra flecha le atravesara de lleno la cabeza

- Camus... Te repito que no le desees a alguien lo que no te gustaría que te hicieran a ti

- ¿Por qué? Estoy seguro de que él desea de igual forma que a mí me atravesase una flecha, o que me pasara cualquier otra cosa con tal de librarse de mí

- ¿Por qué le odias tanto? ¿Qué te ha hecho?

- Le odio porque...

No pudo terminar su frase ya que había notado como un peso recaía sobre su espalda y casi cae de boca al suelo. Cuando se giró vio a Milo en el suelo.

- ¡Maldito infeliz! ¡¿Qué crees que estás haciendo?!

- Cálmate franchute, ha sido sin querer - dijo Milo levantándose - Estaba luchando contra Aioria y he chocado contra ti por accidente. ¿Crees que acaso gusto de haberte tocado?

- ¡Idiota! ¡Yo tampoco gusto de que me hayas empujado! ¡Qué asco! ¡No vuelvas a tocarme! ¿Me oyes? ¡Así que mira por donde andas, payaso! - exclamó Camus furioso

- ¿A quién llamas payaso? ¡Vuelve a decírmelo si te atreves que te parto la cara! - dijo Milo encarándosele

- ¡Ja! ¿Tu partiéndome la cara? Nunca verás ese día. Pero si tanto quieres que te llame payaso te lo diré todas las veces que necesites para que te quede claro que lo eres - dijo acercándose hacia él - Payaso, payaso, payaso

- ¡Ahora sí que te vas a enterar!

El escorpión, furioso, le propinó un puñetazo en toda la mejilla que le otro no pudo esquivar. Camus también se encabronó y le pegó otro en el estómago.

- Ey, ey, ey - dijo Aioria, cogiendo a Milo por los brazos para separarlos, Shura hizo lo mismo con Camus

- ¡Suéltame Aioria, déjame partirle la cara a este creído de mierda! - gritó Milo intentando zafarse del agarre de su amigo

- ¿Yo creído? - preguntó Camus sin poder creérselo - Y lo dice el más engreído del Santuario. Siempre tenemos que escuchar día tras día todas tus aventuras con no sé cuántas personas. ¡Aburres!

- ¡Eso lo dices porque me tienes envidia! *¡Malfollado! ¡Eres un recatado que lo que te pasa es que todavía no te han dado bien!

Camus estaba tan furioso ante las palabras de Milo que apretaba fuertemente sus dientes y parecía que podría fulminar a cualquiera con su mirada.

- ¡Eres un grosero y un vulgar Milo de Escorpio! ¡Voy a matarte!

El acuariano intentó zafarse de Shura también pero el español no se lo permitió. Estaba claro que si le dejaba uno de los dos acabaría verdaderamente malherido por no decir los dos directamente. Enseguida hizo su aparición Dohko para poner un poco de orden.

- ¿Pero qué es esto? ¡No me ha gustado nada de lo que he escuchado! ¿Qué es eso de insultarse de esa manera?

- ¡Díselo aquí al señorito que es un grosero y no sabe medir sus palabras! - exclamó Camus

- ¡Y tu eres un creído! ¡Que te crees que el más sabelotodo del Santuario y el más culto y el más refinado!

- ¡Basta, se acabó! - gritó Dohko haciéndolos callar a todos - ¡Ahora mismo os llevo con el Patriarca!

Los cogió a los dos por cada brazo y los comenzó a guiar hasta las doce casas para llegar a palacio. Milo y Camus intentaron pegarse por detrás de Dohko pero el chino los apretó más fuerte de los brazos para que lo miraran a él.

- Os juro que como intentéis pegaros otra vez voy a ser yo quien tome medidas aquí mismo antes que Shion. Y supongo que ya sabéis que mis medidas no son nada suaves, ¿queda entendido?

Los dos tragaron saliva y no dijeron nada más ni intentaron hacer nada.

- Bien, por fin algo en lo que os ponéis de acuerdo

Durante el resto del camino, los dos caballeros hicieron caso a Dohko y no intentaron pegarse, pero eso no quitó que no se pasaran todo el camino lanzándose miradas asesinas y desafiándose. Cuando llegaron a palacio, Dohko los soltó ante el Patriarca para que se arrodillaran.

- ¿Qué ha pasado, Dohko? - le preguntó Shion preocupado

- Estos dos, que han tenido una pelea esta mañana en el coliseo y se han dicho de todo. Creo que de no ser por sus compañeros que les frenaron hubieran llegado a matarse. Así que merecen un castigo adecuado por su comportamiento

- ¿Otra vez, Milo, Camus? - preguntó el Patriarca suspirando, con cara de cansancio

Sí. Esa no era la primera vez que Camus y Milo se peleaban, de hecho, llevaban toda la vida haciéndolo, aunque a medida que crecían, las riñas adquirían mayor gravedad.

- ¿De verdad nunca llegaréis a llevaros bien? - preguntó el Patriarca desesperado - ¿Qué ha pasado ésta vez? ¿Alguno de los dos quiere explicármelo?

Los dos rivales se echaron una mirada desafiante, pero finalmente fue Milo quien decidió relatar su historia.

- Estaba entrenando con Aioria como cada mañana, y en un momento dado, sin querer he chocado contra él - dijo señalando a Camus - Ya que como estaba luchando contra Aioria no podía mirar hacia atrás para ver si me chocaba con alguien. Después este se ha puesto como toda una perra rabiosa a insultarme solo porque me había chocado contra él sin pararse a pensar siquiera que solo había sido un accidente

- ¡Porque ya te he dicho que no quiero que me toques! - le gritó Camus - ¡No pongas tus sucias manos encima de mí!

- Camus... Calma - le pidió Shion

- ¡Pero es que mira cómo me habla! ¡No ha parado de decirme cosas groseras en todo el rato!

- ¡Pero has sido tú quién ha empezado a insultarme!

- ¡Yo solo te he dicho las verdades, si no quieres oírlas es tu problema!

- ¡Yo también te digo lo que eres! ¡Malfollado!

- ¡Grosero! ¡Basto!

- ¡Sabelotodo!

- Ya está bien chicos - dijo el Patriarca todavía manteniendo su calma - Lo vuestro no es normal. No alcanzo a comprender por qué os odiáis tanto pero está claro que debo tomar medidas si no quiero que ésta situación vaya a peor. Reflexionaré sobre ello pero de momento volved a vuestros templos. Y recordad, por ahora os dejo ir pero tan solo porque he de pensar un castigo apropiado para vosotros, no os vais a librar de ésta

- De acuerdo Patriarca - dijo Camus

- Como usted ordene - le siguió Milo

- Guardias, acompañadles a sus templos

Dos guardias que habían en la sala cogieron a cada uno por un brazo y los sacaron fuera de palacio. El Patriarca se dejó caer en el respaldo de su trono, abatido.

- ¿Qué voy a hacer con estos chicos, Dohko? - preguntó desesperado - Esta guerra permanente entre ellos nunca acabará, por más que los castigo una y otra vez vuelven a pelearse. Ya no sé qué hacer con este gran problema

- Ésta claro que ésta vez has de ser más severo - dictaminó Dohko - Un castigo que realmente les haga recapacitar

- Cierto... Pero... ¿De verdad existe algo que yo pueda hacer para que recapaciten?

- No lo sé... Reflexionaremos sobre ello

Shion se quedó mirando a un punto fijo del suelo de la sala, pensativo y con el semblante triste.

- ¿Por qué se odiaran tanto Milo y Camus? No lo entiendo, por más que lo intento mi cabeza no consigue comprenderlo. Si Acuario y Escorpio siempre se han llevado bien... Qué digo, siempre se han amado, no ha habido ningún caballero de Acuario que no se haya juntado con el de Escorpio o viceversa en ninguna de las generaciones. Mira Kardia y Dégel cuánto se amaban... ¿Qué habrá pasado en ésta era? ¿En qué parte de la historia ha habido un cambio, qué ha fallado para que todo salga del revés?

- Cariño - dijo Dohko posando una mano en su hombro - Deja de comerte tanto la cabeza y relájate un poco. Acabarás estresándote. Debemos pensar esto con más calma. Creo que sería acertado consultarlo con Athena, quizá ella pueda ayudarnos, al fin y al cabo son sus caballeros

- Tienes razón... Muchas gracias cariño - dijo Shion, a la vez que se levantaba para besar a su novio - Enseguida iré a hablar con ella

Notas finales:

Espero que os haya gustado, quería intentar hacer un fic diferente en el que Camus y Milo se odiaran ya que me parecía interesante ver esta postura entre ellos. Sin más, nos vemos en el próximo capítulo, besos y abrazos para todos :D!

*¡Ah! Y para los que no sepan, debo aclarar que cuando Milo le dice "malfollado" a Camus se refiere a que en realidad el acuariano no folla nada de nada. 


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