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Aquellos recuerdos por ShiroKuro02

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Notas del fanfic:

Espero que les guste. Pueden dar sus opiniones y/o críticas en los comentarios ^^

Notas del capitulo:

Este es el primer capítulo. Espero no tardar mucho para el siguiente. Espero que les agrade :D

Lo teníamos todo planeado y las cosas estaban saliendo idénticas al plan. Faltaba poco para cantar victoria, pero no podíamos hacerlo tan pronto. Aún quedaban cosas por hacer.

Jamás había visto tanta determinación en el rostro de Hakuryuu. Realmente me gusta esa expresión. Por desgracia, durante la batalla, comencé a pensar cosas que no eran ni el momento ni el lugar de pensar. Cosas como el qué sería de mi elegido después de toda esta guerra, que si alguna vez volvería a ser ese chico dulce que tanto me gustaba, y más cosas por el estilo.

Pensar esto me hizo darme cuenta de que la concentración en una batalla es muy importante para ganar, pues fue precisamente por hacer esto por lo que no pudimos celebrar que ganamos.

Visualicé como un miembro de la organización rompía mi borg y, tan rápido como para que no me diera cuenta, me lanzó un ataque que me dejó inconsciente.

Al despertar, Hakuryuu estaba conmigo en una zona donde estábamos totalmente a salvo de cualquier otra persona. Él tomaba mi mano. A continuación me dijo: «Han incrustado una piedra anti-magia en tu cuello, es decir, eres incapaz de usar tu magia. Después de que te desmayaras, el mismo sacerdote que te atacó y te la introdujo antes de que yo pudiera evitarlo, me dijo que esa piedra queda por dentro de tu carne sin posibilidad de sacarla. También me dijo que, ahora que no puedes usar tu poder, como Magi eres innecesario, así que van a intentar matarte para que nazca un nuevo Magi más poderoso».


Entendía lo que Hakuryuu trataba de decirme perfectamente, pero todo estaba muy confuso para mí, quien todavía no estaba consciente del todo. Él continuó:
«Ellos van a rastrearte mediante tu rukh. Sin él, no pueden saber tu paradero. Así que, con mi poder de Belial, te voy a ayudar a cambiar tu rukh. Si elimino tus recuerdos, tu maldición por tu destino desaparecería, por consiguiente, tu rukh cambiaría a blanco y no podrían localizarte. Lo he pensado mucho y pienso que es lo mejor».


Me negué a eso, pero aquel chico de ojos azules estaba convencido de que era lo único que podíamos hacer. Así que, lo último que vi con estos recuerdos, fue a Hakuryuu gritando unas palabras en árabe para ejecutar su ataque mientras yo le rogaba que no lo hiciera, ya que no sabría qué sería de mí más tarde. Después de eso, ya no sé nada más.



* * *



Abrí los ojos. ¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado? Más importante aún, ¿quién era? No sabía nada de lo que una persona normal debe saber. Intenté recordar haciendo un esfuerzo inútil, pues no era como si todo estuviese confuso, sino que realmente no me acordaba de nada, todo estaba en blanco.

Me fijé en el lugar donde estaba. Me encontraba cerca de una orilla del mar. Se divisaban casas no muy lejos, y en la cima de lo que parecía un volcán repleto de más edificios, había uno enorme. Parecía un palacio o algo así.

No sabía qué hacer. Preguntar en uno de esos hogares era una opción para que me ayudaran a crear una vida y comenzar a vivir. La cosa que más me extrañaba era el hecho de ser consciente de haber olvidado, que tiempo atrás hice algo, pues era un sentimiento de anhelo cuando pensaba sobre mí. Otra cosa que me dejaba atónito era que, a pesar de haber olvidado toda mi vida, sabía cosas básicas como hablar, sobre lo que era una costa, un edificio, las personas, los estamentos en las sociedades... ¿A qué se debía esto? Todo era realmente extraño para mí.

A todo esto, supuse que tenía que vivir en aquel lugar, ya que si estaba allí es que tenía que haberme ocurrido algo en aquella costa y que perdí mis memorias en ese mismo sitio. De ser así, alguien tendría que saber quién era yo. No todo tenía que ser tan difícil, quizás lo estaba viendo de una forma negativa, así que mi manera de ver las cosas cambiaría. ¡Optimismo ante todo!

Observé a un individuo rodeado de personas. Al parecer todos le conocían y él conocía a la mayoría de aquella masa de gente. Decidí acercarme. Con un poco de suerte a mí también me conocería y a lo mejor empezaría a recordar.

Mis pasos eran rápidos, pero parecía que nunca fuera a llegar. Mientras me acercaba a él me di cuenta de que parecía el gobernador, o al menos un noble, pues estaba rodeado de joyas y además era popular. Intenté colarme entre la multitud sin molestarles. Cuando conseguí llegar hasta esa persona de largos cabellos morados, alcé mi brazo para agarrar el suyo. En ese momento me miró y se apartó en un sobresalto.



-¡Todos, pónganse detrás de mí! - gritó aquel hombre. Yo me quedé en shock, pues todos se protegían ante mi presencia y el sujeto al que yo le pediría ayuda desconfiaba de mí - ¡Ahora corran! ¡No lleva su varita en mano, les da tiempo de correr antes de que les ataque! ¡Ocúltense en sus casas hasta nuevo aviso!



Al ver como todos obedecían las órdenes de ese señor comprobé que, efectivamente, era el gobernador. Yo estaba asustado, tanto que me dieron ganas de llorar. Todos huían de mí, se asustaban y gritaban despavoridos. La frase 'antes de que les ataque' se me quedó grabada. ¿Por qué yo querría atacar a alguien? - ¿Qué ocurre? A qué viene esa reacción?-.



-¿Qué a qué viene? ¿Y me lo preguntas sabiendo lo que nos has hecho una vez tras otra? Vete a bromear a otra parte, Judar – dijo con verdadera rabia en su mirada y forma de hablar.



-Yo... Lo siento, supongo... -estaba realmente nervioso y asustado, su mirada daba miedo – necesito ayuda...



Aquel hombre se dio cuenta de que no mentía. Al parecer era bastante astuto – Judar, ¿qué ocurre? - se preocupó por mí.



-Eso ya lo has dicho antes. 'Judar', ¿es ese mi nombre? - pregunté algo menos asustado.



-En verdad te ocurre algo, eh... - cortó la distancia entre nosotros envolviéndome en un abrazo, lo que me desconcertó aún más, pues antes pareciera que me quería muerto – tranquilo, yo estoy contigo.



Era embarazoso. Di gracias de que todos se estuvieran escondidos en sus casas para que no vieran algo como un abrazo entre dos personas ¿enfrentadas? Sin embargo, el abrazo era cálido y me encontraba muy a gusto en sus fuertes brazos. Me sentí en paz, como si todas mis dudas no tuvieran importancia, que al estar con esa persona todo se solucionaría. Entonces lo entendí, a su lado encontraría las respuestas a mis actuales preguntas – gracias. ¿Puedo saber tu nombre?



-Sinbad, así me llamo – afirmó.



* * *



-¿Qué yo puedo usar magia? ¡Quiero probarlo! - dije como un niño fascinado.



-Si, pero supongo que al no llevar contigo tu varita no puedes hacer nada ahora mismo. Yamuraiha, déjale un báculo al muchacho – dijo Sinbad.



-No se debe a eso, su majestad – afirmó una joven maga de cabellos azul agua marina - desde que le he visto supe que había algo raro y, por fin lo he entendido. Tiene sellado su poder con un objeto mágico. Creo que lo tiene entre su cuello y su cintura, pero no sé en qué parte. Podría descubrirlo con magia, pero al usarla le dolerá la zona donde está. Le dolerá tanto como para que le den convulsiones y no quiero arriesgarme a eso. Lo siento, mi rey – se disculpo la joven mujer.





Después de aquel abrazo tan agradable, el señor Sinbad me guió hasta su palacio. Allí, ignorando miradas de odio y críticas de algunos guardias y generales, me contó quien era. Gracias a la señorita Yamu, supe que no puedo usar mi magia y que mi vida peligraría si expulso el objeto que lo impide de mi cuerpo. Sinceramente, al principio no daba crédito de todos los daños que había causado, ni de mi personalidad, ni de mi vida entera. No recuerdo nada todavía, pero ahora sé más o menos como vivía antes.

El señor Sinbad piensa que perdí la memoria al golpearme el cráneo en una batalla, ya que tengo varias heridas de guerra recientes, pero no han encontrado ninguna fractura en mi cabeza, lo cual es normal con tanto pelo. También dice que realmente no he cambiado tanto. Dice que ahora soy buena persona, educado y menos seguro de mi mismo, que soy más alegre y mi rukh es blanco (también me han explicado un poco acerca de esas avecillas), pero que me sigue gustando sobresalir y que soy igual de chistoso. Supongo que eso está bien. Además le he caído bien a todos y me han dado una oportunidad. A todos, menos al visir de Sindria, la mano derecha del señor Sinbad.

Me mira mal y dice que en cuanto lo recuerde todo los mataré sin dejar a ninguno vivo. Según él, es mejor que no recuerde nunca, que así sufrirá menos gente, incluyéndome. Al parecer soy alguien infeliz que maldijo su destino. Yo solo espero que cuando recupere mis recuerdos no odie a estas personas que me han ayudado. Incluso Ja'far, pues sé que en realidad lo hace por los demás y por mí. Es una gran persona que sabe lo que se siente porque al parecer él también tuvo un pasado un tanto difícil.



-Judar, tú y yo tuvimos nuestras diferencias también, pero espero que nos llevemos bien – me dijo un enano de nombre Aladdin mientras sonreía y me tendía la mano.



-¡Claro que sí! - le di la mano y le devolví la sonrisa.



-A mí también me gustaría que nos lleváramos bien – me dijo su amigo llamado Alibaba con una sonrisa un tanto nerviosa.



-Obviamente. Gracias a vosotros por aceptarme ahora. Son todos muy amables – les agradecí.



* * *



Era tarde y acabábamos de tomar la cena, así que le pedí al señor Sinbad que me mostrara mis aposentos. Él me acompañó sin poner ninguna queja.



-Aquí será donde dormirás – afirmó señalando una puerta – ábrela.



Eso hice, le obedecí. Lo hice lentamente y cuando estaba abierta me introduje en la habitación. Era bonita y la cama parecía cómoda.



-¿Puedo tumbarme, señor Sinbad? - le pregunté entusiasmado por probar la nueva cama donde dormiría esa noche, y las que le seguían.



-Llámame solo Sinbad. Señor Sinbad me hace ver más viejo y distante, sin embargo, tú y yo somos cercanos – sonrió – Y claro que sí. A propósito, en ese guardarropa tienes vestimentas que puedes usar cuando la tuya se ensucie.



-Gracias por todo, de verás. No sé como devolverte todo lo que haces por mí. Espero no ser una molestia.



-No lo eres para nada, y no hace falta que devuelvas ninguna cosa. Tu sola presencia es una forma de agradecer. Ahora ve a dormir, que es tarde – vi como desaparecería tras la puerta y procedí a cambiarme de ropa.



* * *



Sinbad salió de la habitación de aquel chico, cuando vio a su visir tras una pared observándole, como siempre.



-Sin, deberíamos echar a Judar de aquí. Él piensa que lo hago por él, pero es que, sinceramente, no me fío del todo. Quiero decir, ha desaparecido, supuestamente, ya que no recuerda nada, pero todavía no hay noticias de que el Imperio Kou le esté buscando – le confesó el albino a su rey.



-Puede que lo estén llevando en secreto para que ningún enemigo les ataque.



-Ya, pero no tiene ninguna fractura en la cabeza. No ha podido perder la memoria – replicó Ja'far.



-Yo sé que no miente, lo puedo sentir – respondió el mayor.



-Pero, al parecer, tiene un objeto mágico que drena su poder, ¿y si eso hiciera que pudiera mentir a la gente sin que estos lo notasen? ¿Y si mintiera acerca de no poder usar su poder?



-Ha sido Yamuraiha quien a llegado a esa conclusión, esto no es cosa de Judar.



-Vale, no puedo decir nada en contra, Sin. Pero ¿qué pasa si el Imperio Kou está detrás de todo esto y están usando a Judar? ¿Qué pasa si no es así pero luego, al recordar, nos traiciona? - Ja'far no perdía la compostura a pesar de lo que decía.



-¿Y no sería más sencillo traer un espía que borrarle la memoria, hacer que la recupere e interrogarle? Ja'far, lo que dices no tiene sentido.



-Mas ¿y si quieren hacer que pensemos eso y dejemos de preocuparnos?

Como siempre, Ja'far tenía una mente muy calculadora y una inteligencia sobrenatural. Pocas personas son así de listas. Hacía creer a cualquiera cualquier cosa, pero Sinbad confiaba en Judar. A demás, podía sacar provecho de todo esto.





* * *



Todo estaba en silencio, uno muy molesto. No podía ver nada, hasta que se encendió una luz. Luego dos más, y con estas, el doble; y el doble de estas; y así sucesivamente hasta llenar de bastante luz la sala.

Divisé unos hombres con abundante ropa, tapados con unos cubre-rostros blancos. Todos portaban un báculo y había avecillas negras alrededor de cada uno. ¿Eso era el rukh?

“Aquí viene la reina” gritó un. Más de cien hombres repitieron esas palabras al unísono. Todos estaban puestos en círculos. Círculos que iban cerrándose, y en el centro estaba yo.

Visualicé como una mujer se acercó a mí. Llevaba ropa imperial y portaba con látigos y herramientas de tortura. Sus ojos eran azules y tenía un lunar bajo su labio inferior, a la izquierda.

“Emperatriz Gyokuen, reina Arba, castigue a este ser inmundo que ha manchado la palabra de nuestro padre” repitieron a la vez todos esos hombres.

Me di cuenta de que estaba atado de manos y pies al suelo. No entendía nada. ¿Quiénes eran esos hombres y esa mujer? ¿Por qué estaba atado? ¿Por qué me estaban torturando a latigazos y clavando armas afiladas y puntiagudas hasta el punto de hacerme sangrar? ¿Qué había hecho yo para que me torturaran?



Abrí los ojos. Estaba llorando. Me sentía muy angustiado, un sentimiento horrible. Me dolía todo.

¿Qué clase de sueño era ese? ¿Por qué lo he sentido tan real? Sentía como si conociera a esa mujer... Dijeron Gyokuen... Me dispuse a preguntarle a Sinbad sobre esa mujer. Aunque quizás, no fuera más que una pesadilla.

Notas finales:

En este capítulo no hubo SinJu debido a que es una introducción, pero próximamente lo habrá. Gracias por leer :3


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