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SUBASTA HUMANA PARTE II por HakudiNN

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Notas del fanfic:

Hola familia cibernética deliciosa!!

Bueeenooo en vista de un comentario que me motivó mucho y me ayudó para tomar la decisión de publicar este fanfic...pues aquí estoy. Gracias Stefy22!!

Bueno, bueno, ahora a lo que venimos: este fanfic es la segunda parte de mi primer fanfic yaoi "Subasta Humana". Espero no arruinar la historia y el buen recuerdo que tienen de él, así como no decepcionarl@s.

Prometo terminar mis fanfics pendientes en esta y las otras páginas.

Disclaimer: Death Note no me pertenece así como ninguno de sus personajes, escribo de él con el fin de entretener y sin el ánimo de lucro.

Solamente me pertenece el argumento de este fanfic.

Notas del capitulo:

Bueno, el inicio...¿les cuento un secreto? Este capítulo lo escribí al día siguiente de terminar la primera parte!!

Tomatazos bienvenidos, comentarios y sugerencias!!!

Espero les guste :D

La música hacía cimbrar los muros sin detenerse, retumbando contra las cuatro paredes hasta convertir la habitación en una burbuja de aturdidor ruido constante.

Algunas sabanas regadas por el suelo, ropa interior esparcida sobre los muebles, alguna sobre la lámpara del techo…

Y la música seguía sonando del reproductor, que a esta altura de su trabaja comenzaba a sobre calentarse y expulsar un olor parecido a cables quemados. El reloj digital de la cómoda marcaba la una de la tarde.

Expulsó el humo por sus labios, limpiando su sistema de esa calada al tabaco. Se hundió en los cojines acomodados estratégicamente sobre la alfombra, al pie de la cama. Alcanzó a mover el cigarro para que la ceniza no quemara la delicada tela, sin mucho éxito debido a los enormes almohadones que lo rodeaban.

Dio otra calada y tomó el control remoto del estéreo, lo dirigió al frente y con una sola pulsación “#that POWER” dejó de reproducirse.

Por un segundo el lugar se sumió en un silencio que durante la noche pareció inalcanzable.

“Beim ersten mal tut´s immer weh” retumbó por la habitación.

Sonrió de lado.

Se calzó los  botines militares sin amarrar, dejando dentro el pantalón oscuro, cuyo borde dejaba a la vista el resorte del bóxer negro.  Solo llevaba eso puesto.

--Hora de comer—se dijo poniéndose en pie, ignorando a su acompañante que aun yacía sobre el colchón.

Caminó hasta la cocina del espacioso departamento, cuya arquitectura carecía de muros de separación, solo pilares que sostuvieran los techos…perfecto diseño para solteros o recién casados.

Untó un poco de dulce sobre un panecillo, sin querer derramó sobre su abdomen, resbalando hasta su firme vientre; hizo una mueca y se dispuso a limpiarlo con los dedos para luego lamerlos.

Dio media vuelta y regresó con su bocadillo en boca hasta la cama,  sin apartar la mirada inocente llevó la mano hasta la cabeza de castaños cabellos. Apartó la melena de la jovencita, descubriendo una extensión negra entre los mechones, la aferró y tiró de ella.

La hoja de metal se deslizó por los cabellos hasta quedar libre.

Limpió el arma sobre el delicado camisón del cadáver, luego, como si nada, introdujo con cuidado el cuchillo a su pantalón. Se comió de golpe el bocadillo dulce y se dispuso a buscar su chaqueta.

Miró a su alrededor, cuando al fin la halló se la pasó por los hombros,  no subió todo el cierre, dejó al aire su firme pecho y, con capucha sobre la cabeza se echo  a andar pausadamente hasta la puerta.

Extrajo del bolsillo un encendedor portátil, encendió el mecanismo y lo arrojó hasta las cortinas más cercanas al lecho.

Sin mirar una sola vez cruzó el umbral.

Se cruzó con algún vecino en el pasillo, le miraron de mala forma, lo entendía, debía apestar a licor y tabaco…

Cuando llegó al recibidor logró escuchar los gritos de los inquilinos, las carreras alocadas para pedir ayuda, la alarma contra incendios que comenzó a sonar.

Salió del edificio y sin echarle una mirada al piso de arriba, ignorando el humo que salía por la ventana, las llamas que lamían los muros…se encaminó entre la gente.

 

**

Se debatió contra las cobijas para descubrir la cabeza apenas chilló el reloj despertador.

--Maldición—masculló contra las almohadas. Lo sobresaltó la alarma—Ya escuché—dijo de mala gana, sabiendo lo tonto que se veía al hablarle a un objeto inanimado.

Se incorporó sobre los codos y esperó a que su cabeza dejara de irse contra el colchón.

Estaba prácticamente muerto aún, solamente hubo dormido un par de horas antes de volverse a incorporar, seguir el trabajo y después, de nuevo a la cama para descansar un poco más.

Tiró de las sábanas para cubrirse la cabeza de nuevo, enredándose por completo; esperó durante un instante a que las mantas le fueran arrancadas de las manos para irse al lado opuesto de la cama, sin embargo, no ocurrió.

Por una milésima de segundo al despertar olvidó su realidad, dio por sentado que él estaba en el lado contrario de la cama, peleando inconsciente por las mantas. Pero no era así.

No había nadie del otro lado de la cama. Mello no había dormido en esa cama con él. Hacía mucho que su calor no tocaba ese lecho.

Matt aspiró hondo encogiéndose entre las cobijas.

--Mello—musitó. Era ese el inicio de su ritual al despertar a la realidad: decir su nombre, quedarse mirando la nada durante minutos enteros mientras pensaba en el color de sus ojos. Luego, aspirar hondo y comenzar la jornada.

 

Tras darse un baño y vestirse, Matt decidió salir de la habitación para cruzar el salón, solitario.

Se balanceó sobre sus pies fijando los ojos en la extensión de la casa: Mello no estaba allí.

--¿Y qué esperabas?—se preguntó. Hacía semanas que el rubio se había ido.

Se dirigió hacia la pequeña cocina, buscando en las alacenas algo que comer, tuvo que mover las barras de chocolate para encontrar la caja de cereal.

--¿Matt?—oyó la robotizada voz a través de su máquina contestadora.

--Elle, buenos días—replicó--¿En serio no puedes esperar a que responda cada vez que llamas? Eso hace la gente normal—dijo de paso, vertiendo las hojuelas dentro de un tazón.

--Existen algunas circunstancias en las que es necesaria la inmediata comunicación—repuso la máquina contestadora.

--Dime---suspiró resignado, dejándose caer sobre una silla.

--Suspende la investigación de la corporación Yotsuba.

Soltó de golpe la cuchara.

--¡Elle!--se quejó—Me tomó una semana entera entrar a su sistema.

--Mi informante interno ha enviado la información que necesitaba. Por favor, deberías descansar.

--¿Significa que no tengo que ir al “cuartel de operaciones”?—el sobrenombre a la excéntrica oficina de L era un chiste privado que aun le divertía.

--No.

Y ello significaba que no vería a Mello allí.

--De acuerdo.

La comunicación se cortó.

Grandioso ahora no tendría pretexto para acercarse al rubio y tratar, por enésima vez, que lo escuchara.

Lo extrañaba. Por supuesto que así era, le dolía su indiferencia y peor…le dolía lo que ocurría. Todavía miraba los ojos azules del muchacho y la forma lastimera con la que lo miraron antes de que lo mandara al diablo y se fuera de su casa.

Se llevó un poco de cereal a la boca, manteniendo el bocado dentro un momento. No reconocía el sabor de la comida desde que se había ido.

“Por mi culpa”.

El timbre de su móvil le sobresaltó, tras un momento de respiro lo alcanzó para mirar: un mensaje de texto de Linda.

Matt suspiró hondo nuevamente, olvidaba la fecha que era y a decir verdad no tenía mucho ánimo para cumplir su promesa, es más, tenía pensado volver a la cama a rumiar su desgracia ahora que Elle le arrancó su única ancla directa a la distracción.

Jugueteó con su celular mirando la hora, pasaban de las ocho de la noche…¿Y si…?

Con un hondo respiro tecleó una vez al contacto directo, se lo llevó al oído y esperó…esperó…esperó…

Entró el buzón de voz.

Matt dejó caer la frente contra la mesa.

--Me odio.

**

No reconocía la música que se escuchaba varios metros antes de entrar en la periferia del bar.  Nunca había sido especialmente dado a ese tipo de sitios llenos de personas, golpeándose unas a otras sin control aparente.

No era como si el caos le molestara aunque en realidad imaginaba que aquella manada de seres que mal gastaban sus oídos con la irritante música de tan solo dos acordes, apreciara lo que era en realidad la belleza en la locura que llevaba al desorden y de allí al completo caos.

Bajó del auto oscuro, cubriéndose la cabeza con la capucha de la sudadera y se echó a andar hacia la larga fila que esperaban la entrada al bar, pasó por debajo de las delgadas cadenas que flaqueaban la entrada, metió un par de billetes dentro del bolsillo frontal del saco del enorme cadenero y siguió su camino directo a la nebulosa oscuridad artificial del Death Note.

Anduvo sin mucha preocupación a través de los apretujados cuerpos que se movían de lado a lado, girando sobre sí mismos en espirales al ritmo de la estruendosa música. Las luces de neón iban y venían de lado a otro, confundiéndose con la neblina ligera que jugueteaba a través de las piernas de los clientes.

La negrura pedía su enfoque conforme los reflectores  parpadeaban sobre los cuerpos, creando combinaciones curiosas contra las ropas.

Se removió entre las espaldas de dos muchachas, pasándolas sin mucha atención hasta cruzar la atiborrada pista de baile, directo al bar.

 

**

--¡MATT!—gorgojó la mucha de castaño cabello atado en lo alto por dos listones en cada cien.

El muchacho pelirrojo sonrió tímidamente ante la efusividad y cruzó el umbral de la puerta.

--Hola, Linda—saludó.

--¿Dónde has estado, pelirrojo?—quiso saber, poniéndose en pie para invitarlo a sentarse del otro lado del escritorio.

--Trabajando…estudiando—se encogió de hombros. Ella le miro astuta.

--¿Y el rubio loco?—enarcó una ceja.

--¿Mello?

--¿Quién más?—torció la mirada.

--Supongo que nadie—murmuró por lo bajo. La muchacha le miro atentamente, iba a abrir la boca cuando la puerta se abrió de golpe.

--¡Jefa! Se supone que deberías estar en…--Ryuoga, metido en solo un pantalón militar, se interrumpió--¡Hey, Matt!—saludó con ganas al chico.

--Hola, Ryouga.

--¡Ya sabía que no podías faltar a la celebración de nuestra jefa!—caminó hasta Linda, sentándose a medias sobre una  de los soporta brazos de la silla.

--Por supuesto que no—atinó el pelirrojo, recobrando la sonrisa.

--¿Y bueno? ¿Vas a bajar o qué?—empujó a la chica por un hombro. Ella le devolvió el gesto y asintió.

Se puso en pie justo cuando el pelirrojo lo hizo, quitándose el abrigo para poder alisarse el vestido negro brillante en el que estaba metida.

Taconeó hasta la posición de Matt y le sonrió.

--No te desaparezcas, pelirrojo.

--Feliz cumpleaños, Linda-exclamó tranquilamente, esbozando una sonrisa leve.

Ella negó con la cabeza con resignación y se dispuso a bajar las escaleras transparentes, siendo seguida por sus guardias de seguridad. Escalón a escalón descendieron, sumergiéndose en un mar de penumbras rotas apenas por los fugaces destellos de las luces de neón que permitían mirar por milésimas de segundos a los concurrentes.

“Tsunami”

Al llegar a la primer planta se hundieron en una vorágine de cuerpos bailando, sudando; un maremoto de bebidas y diversión, la música retumbaba desde el placo del DJ, quien, con una mano arriba seguía el ritmo al controlar la máquina con la otra.

Se encaminaron directamente hasta la barra, Ryouga subió de una sola vez hasta la placa de metal, el bartender sonrió, haciéndose un lado para permitirle movimiento. El chico extendió una mano a la castaña y la ayudó a subir.

Las pantallas sobre la barra parpadearon una a una hasta  mostrar el nombre de la chica. Ella, en silencio se limitó a moverse de lado a otro sobre la barra, captando la mirada de los expectantes asistentes.

El momento de las subastas era la mejor parte de la noche.

Retorció su cuerpo en torno a ella misma, iluminada apenas por las parpadeantes luces…

Matt no pudo evitar sonreír, aquella imagen le recordaba bastante sus días en ese trabajo…todo lo ocurrido con Light Yagami…como conoció a Mello…

--Mello—susurró en medio de un suspiro ¿alguna vez iba a permitir que le explicara las cosas?
Alzó los ojos levemente hasta la barra en cuanto Ryouga le empujó un hombro para animarlo a subir.

El muchacho se negó en silencio.

--Esta noche…--habló Linda por medio del micrófono, por encima del tronar de la música—celebramos el mejor día del mundo: mi nacimiento.

Hubo gritos al instante. Ella rio.

--¡Es el Death Note!—gritó siendo secundada por vasos al aire—¡y exijo mi presente!—señaló en medio de la oscuridad hacia un costado. Los reflectores iluminaron al quieto pelirrojo. Éste negó con ganas.

El público ovacionaba en una espera que rayaba en la desesperación. Matt realmente no quería subir allí, sus días sobre la barra habían terminado en medio de un episodio no muy alentador. Linda le miró con suspicacia, los abucheos comenzaron a escucharse por sobre la música.

Por fin, el pelirrojo suspiró; si subía probablemente en algún punto de la noche lograra divertirse hasta olvidar por completo los ojos de Mello, que de un tiempo para esa noche, solo le mostraban reticencia.

De un solo salto llegó hasta la placa de metal, Linda le atrajo con una mano y siguió moviéndose al ritmo de la atronadora música. El chico lentamente se dejó llevar, hasta que, casi sin darse cuenta la playera la tenía mucho más arriba del pecho, sujeta detrás de la nuca para mantener descubierto su delgado torso.

La dueña del Death Note´s bar, taconeaba en espirales sobre sí misma, en movimientos de olas de arriba hacia abajo.

Las cantidades comenzaron a volar, los vasos en alto…Y Matt, por un segundo sonrió genuinamente.

 

Se acercó lentamente hasta la parte trasera de la barra, allí donde el pasadizo conectaba directamente con la bodega del bar. No había sido difícil precisamente: allí los guardias de seguridad le seguían conociendo, y a decir verdad, ninguno iba a ponerse complicado para dejarse pasar.

En realidad no tenía tantos ánimos de estar allí, sin embargo, las indirectas que había tenido que escuchar acerca de ser buen amigo y asistir a una estúpida celebración, en un lugar donde el alcohol y la música nunca se detenían, tampoco fueron alentadoras.

Así que allí estaba, hastiado y con solo su dulce para mantener el control: ver allí a Matt, sobre la barra, moviéndose de esa forma que le causaba estremecimientos, no ayudaba mucho.

 Mello sopesó la idea de solo largarse y ya.

“Screams and shots”

Además, Linda ni siquiera estaba disponible para decirle un par de palabras y salir de allí, complacido de haber cumplido con su “obligación” como “amigo”.

--Mierda—murmuró. Como si fuesen los grandes colegas.

Mordió su dulce al darse vuelta y retirarse de una buena maldita vez, sus ojos se encontraron con el rostro confundido de Ryouga.

--¡Mello!—gritó con reconocimiento, extendiéndole la palma para saludarlo. El rubio miró el gesto y luego alzó de nuevo la mirada. Le saludó con un movimiento de mentón y se dispuso a rodearlo--¡Hace tiempo que no venías!—pareció inmune a la poca amabilidad del otro.

Mello torció los ojos con fastidio, si no había ido era porque tenía cosas importantes (y mejores) que hacer, cualquiera con un poco de sentido común daría con ello; lo cual, implicaba sin duda que si eran importantes no cualquiera estaría al corriente, de forma tal que no iba a contárselas tampoco ahora.

Antes de que pudiese replicar al respecto, Linda bajó de un grácil salto.

--¡El diablo hizo un espacio en su agenda!—exclamó con sorna.

--No molestes—respondió a gritos, esperando que lo escuchase entre el tronadero de música.

Ella le indicó con la cabeza que le siguiera. Mello, le echó una última mirada a Matt y a la forma con la que elevaba el dinero, y la siguió hasta su oficina.

--¿Qué?—preguntó una vez adentro.

--Vaya tu genio—ella se inclinó detrás del escritorio, irguiéndose luego con una botella en manos--¡Mi regalo de cumpleaños!

--Los presentes se otorgan de una persona a otra, Linda. Qué patética—sonrió con malicia.

--Calma tu amargura, rubio—ella le ignoró y se acercó de nuevo—Vamos abajo por Matt para brindar.

--Me voy—anunció de golpe.

La muchacha lo miró atentamente. ¿Mello, el rubio loco, el empedernido y violento enamorado de Matt, se iba ante la mención de alcohol…o el pelirrojo?

--Mello…--sondeó ella--¿está todo bien…entre ustedes, rubio?

El chico se volvió de golpe.

--¡No te metas en lo que no te incumbe!—ordenó, cruzando la oficina para salir.

No era que ella se inmiscuyera en algo que en realidad no tenía relación con ella, no era que tratase de meterse en sus vidas en el primer segundo de verse luego de meses. No.

La causa de esa repentina furia era la plena realidad, el hecho de que inclusive ella, con verlos por minutos, se diera cuenta de algo como lo que ocurría, era frustrante, era molesto, fastidioso…lastimero.

Mello se echó a andar escaleras abajo, empujando a los guardias de seguridad, maldiciendo mil veces haber decidido ir, escuchar a Linda, la música molesta…los tipejos que se interponían en su camino…y a Matt.

También a Matt…mil veces a ese pelirrojo animoso y molesto que había logrado lo que nadie hasta ese instante: lastimarlo.

 

Se condujo a través de la apretujada masa de concurrencia, deslizándose casi gatunamente entre los cuerpos ansiosos, dejándose mojar por las gotas salpicadas de los vasos. Un empujón aquí y otro allá.

Siguió andando.

Una mujer subió a la barra, anunció que era la dueña…que era su cumpleaños.

Dejó de escuchar.

Y subió un muchacho pelirrojo.  Su atención aterrizó de nuevo.

Allí estaba.

Sacó desde el bolsillo de su chamarra una fotografía: sin duda, era él.

--Mail Jeevas…--susurró en medio de las estrambóticas luces.

Y volvió a andar.

Cada vez más rápido, logró llegar hasta la primera fila, espectador primigenio del show. Atento a la forma como el muchacho de la barra se movía.

 

Matt seguía sumergido en la música, casi terminaba. Ni idea de la suma que alcanzó.

No importaba, durante esos efímeros tres minutos, el mundo completo se esfumó…por solo un momento.

 

Linda llamó a Mello desde el marco de la puerta de su oficina, pero el rubio no la escuchó y si lo hizo, poco le importó. Siguió de largo por las escaleras de cristal.

--¡Rubio!

Ryouga le tomo un hombro a la chica.

 

Se acercó un poco más, contemplando la delgada pero elegante tira de terciopelo negro que separaba considerablemente la barra del enardecido público. Los cuerpos al bailar lo mecieron conforme miraba.

Algo brillante y filoso refulgió desde su mano.

Alzó la cabeza cubierta por la capucha de la playera negra.

 

Mello, furioso, llegó hasta la pista decidió a cruzar el sitio para largarse.

Se detuvo un segundo a mirar a Matt…

Idiota.

 

Se acercó unos pasos, pasando de largo la cinta de terciopelo, cortándola de tajo en un segundo para poder pasar.

De un solo salto llegó hasta la barra, interponiéndose de frente en el camino del muchacho pelirrojo; sobrepasaba su altura.

El chico retrocedió por instinto buscando con la mirada como fue que aquello ocurrió; la horda de personas que se amontonaron contra la placa de metal, tiraba de sus pantalones y sus pies, le hicieron perder el equilibrio.

 

Mello abrió los ojos de golpe ¿Qué tipo de seguridad deficiente tenía Linda? ¡Tenían que sacar a Matt de allí!

--No es tu problema—se dijo, tratando de convencerse.

 

La muchacha parpadeó un par de veces.

--¿Quién es ése? ¡Lo quiero debajo de mi barra y fuera de mi bar!—ordenó, de inmediato sus guardias se movilizaron.

 

Apenas arriba, dio dos seguros pasos hacia el tambaleante muchacho que pateaba manos para mantenerse seguro sobre la superficie.

Y sin más, apoyó su palma en el pecho desnudo del chico, y lo empujó con fuerza.

Matt desapareció de la barra hacía el lado del bar, cayendo violentamente pasando a traer algunas botellas colgadas de la cantina.

Acto seguido el intruso extendió los brazos a los costados, alardeando hacia la aglomeración.

 El enardecido público, creyendo que se trataba del show, se agitó entorno a la placa de metal.

 

--¡Sáquenlo!—gritó Linda, enfurecida.

 

Mello seguía luchando contra los estorbos para llegar hasta donde Matt, y por supuesto, hasta el imbécil aquél. Le mandaría directo al infierno.

La ola de concurrentes era demasiado fuerte, no le permitían avanzar. Se vio en la necesidad de soltar uno que otro golpe, quitándoselos de en medio, comenzando una batalla campal.

 

El intruso giró el rostro suavemente clavando la mirada en el chico pelirrojo, quien luchaba por apartarse de las botellas rotas. Le dedicó una sonrisa autosuficiente y saltó entre los apretujados cuerpos.

Desapareció entre la multitud.

Los guardias de seguridad se enfocaron en parar la batalla, las botellas volando y los perjurios. No debía salirse de control ni un ápice más.

 

Lo último que vio el rubio, antes de tropezar, fue a Ryouga saltando la barra e inclinarse hasta donde debía estar Mail. Perdió el equilibrio contra las mesillas, fue infructuoso tratar de ponerse en pie. Algún cuerpo externo lo arrojó contra el mobiliario, otro más soltó un golpe torpe contra él.

Se defendió al levantarse.

Las furiosas pupilas azules captaron la espalda del intruso, al tratar de ir en su búsqueda se vio sumergido por una vorágine de cuerpos furiosos y ebrios.

 

--¿Cómo estás?—preguntó Ryouga, asiendo las manos hacía el pelirrojo. El chico le respondió con un monosílabo adolorido—Mierda—masculló al notar la mancha negruzca en su pierna.

--Debo sacarlo—jadeó Matt sujetando el trozo de vidrio encajado.

 

Linda daba vueltas sobre sus talones, yendo y viniendo sobre un solo escalón. El espectáculo de aquella batalla estaba por hacerla perder los estribos.

--Llama a la policía—soltó de pronto, dándose media vuelta para volver a su oficina. EL guardia de seguridad se volvió a ella dudando, si eso ocurría tendrían que dar explicaciones acerca de la seguridad dentro del bar, además de pagar algunas multas al respecto.

Notas finales:

Las canciones son:

“#that POWER”  (Justin Bieber feat Will I am)

“Beim ersten mal tut´s immer weh” (Oomph <3)

“Tsunami” (Dvbbs feat borgeous)

"Scream and shots" (Britney Spears feat Will I am)

Gracias por leer!!

rr???

Los quierooo

bshosss 

tronadhozzz

y

sensualezzzzzzzzzzzzz

 


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