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Azota paredes. por Shawolx3

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Notas del fanfic:

He vuelto con otra adaptación  "El azota paredes" 

 

Notas del capitulo:

He vuelto jjqjsuklsiwjw -nadie se emociona- :( xD 

Leí éstelibro hace bastante tiempo y desde esa estoy por adaptarlo al JongKey por qué.....¿por qué no? XD 

Bueno, subí éste capítulo como "prueba" a ver si les gusta la idea que va formando y me den sus opiniones si me dicen que si les gusto púessigo subiendo los capítulos.

A leer ~.

—¡Oh, Dios!

Pum.

—Oh, Dios.

Pum, pum.

¿Qué diablos…?

—¡Oh, Dios, se siente tan bien!

Me desperté súbitamente, confundido, mientras miraba alrededor de la extraña habitación. Cajas en el suelo. Fotos apoyadas contra la pared.

Mi nueva habitación, en mi nuevo apartamento, me recordé a mí mismo, colocando ambas manos en el edredón, concientizándome del lujoso número de hilos. Incluso media dormido, me sentía consciente del conteo de hilos.

—Mmm… Sí, cariño. Justo ahí. Justo así… ¡No te detengas, no te detengas!

Oh, no…

Me senté, froté mis ojos, y me di vuelta para mirar la pared detrás de mí, comenzando a entender lo que me despertó. Mis manos todavía acariciaban distraídamente el edredón, atrayendo la atención de Clive, mi maravilloso gato. 

Colocando su cabeza bajo mi mano, Clive exigió que lo acariciara. Lo hice mientras miraba alrededor y me orientaba.

Me mudé previamente ese día. Era un apartamento magnífico: habitaciones espaciosas, pisos de madera, puertas arqueadas; ¡Incluso tenía una chimenea! No tenía idea de cómo hacer fuego, pero eso no importaba. Moría por poner cosas sobre la repisa de la chimenea. Al ser diseñador de interiores, tenía el hábito de colocar cosas mentalmente en casi todos los espacios, tanto si me pertenecían a mí como si no. Eso a veces enloquecía un poco a mis amigos: el que estuviese constantemente reubicando sus chucherías.

Pasé el día mudándome, y después de sumergirme en la increíble y profunda bañera con patas estilo garras hasta quedar como una pasa, me acomodé en la cama y disfruté de los crujidos y chirridos de mi nuevo hogar: las luces del tráfico afuera, un poco de música suave y el reconfortante clic-clic de Clive explorando. El clic-clic venía de su cutícula, verán…

Mi nuevo hogar, pensé con satisfacción mientras volvía sentir soñolencia, y por eso me sorprendí bastante al estar despierto a las… vamos a ver… dos treinta y siete de la mañana.

Me encontré mirando estúpidamente hacia el techo, tratando de volver a dormir, pero fui sorprendido de nuevo cuando mi cabecera se movió, se golpeó, contra la pared, mejor dicho.

¿Me estás tomando el pelo? Luego escuché, muy claramente:

—Oh, Jonghyun, ¡se siente tan bien! Mmm…

Oh, cielos.

Parpadeando, me sentí más despierto ahora y un poco fascinado por lo que claramente pasaba al otro lado. Miré a Clive, él me miró a mí, y si no fuera porque me sentía demasiado cansado, habría jurado que me guiñó un ojo. Supongo que alguien debía estar teniendo buena acción.

Me encontraba en un pequeño período de sequía. Uno muy largo. Un espantoso y rápido sexo de una noche en un inoportuno momento se robó mi orgasmo. Llevaba seis meses de vacaciones hasta ahora. Seis largos meses.

Mi mano estaba adolorida de intentar desesperadamente de encontrar una liberación. Pero O se hallaba en lo que parecía ser una interrupción permanente. Y no me refería a Oprah.

Aparté los pensamientos de mi O perdido y me acurruqué de costado. Todo parecía tranquilo ahora, por lo que comencé a dormirme de nuevo con Clive ronroneando alegremente a mi lado. Entonces, el infierno se desató.

—¡Sí! ¡Sí! Oh, Dios… ¡Oh, Dios!

Una pintura que se encontraba apoyada en la repisa sobre mi cama se cayó y me golpeó de lleno en la cabeza. Eso me enseñaría a vivir en Seúl, y a asegurarme de que todo estuviese bien montado.

Hablando de montado…

Frotándome la cabeza y maldiciendo lo suficiente como para hacer que Clive se sonrojara —si los gatos pudieran sonrojarse— miré de nuevo la pared detrás de mí. Mi cabecera golpeaba literalmente contra ella mientras el escándalo continuaba al lado.

—Mmm… ¡sí, cariño, sí, sí, sí! —gritó la escandalosa… y concluyó con un suspiro de satisfacción.

 

Luego escuché, por el amor a todo lo que es sagrado, nalgadas. No puedes interpretar mal el sonido de una buena nalgada, y alguien estaba recibiendo una allado.

—Oh, Dios, Jonghyun. Sí. He sido una chica mala. ¡Sí, sí!

Increíble… Más nalgadas, y luego el sonido inconfundible de una voz masculina, gimiendo y suspirando.

Me levanté, moví la cama a unos cuantos centímetros de distancia de la pared, y resoplé. Me dormí después de un gemido. O una nalgada.

Bienvenido al vecindario.

 

A la mañana siguiente, mi primera mañana oficial en mi nueva casa, me encontré tomando una taza de café y comiendo una dona que sobró de la mudanza de ayer. 

No me sentía tan despierto como esperaba para comenzar la fiesta de “nunca acabaré de desempacar”, y silenciosamente maldije las payasadas que sucedieron anoche al lado. La chica fue follada, nalgueada, se vino y se durmió. Al igual que Jonghyun. Asumí que su nombre era Jonghyun, ya que la chica a la que le gustaba ser nalgueada seguía llamándolo así. Y en serio, si se inventó el nombre, existían nombres más calientes que Jonghyun para ser gritados en tal momento de agonía.

Agonía… Dios, extrañaba la agonía.

—¿Aún nada, O? —suspiré, bajando la mirada. Durante el cuarto mes del O 

Perdido, comencé a hablarle a mi O como si fuera una entidad real. Se sentía lo suficientemente real cuando volvía mi mundo patas arriba, pero desgraciadamente ahora que me abandonó, no sabía si lo reconocería si lo viera de nuevo. Es un día bastante triste cuando un chico ni siquiera reconoce a su propio orgasmo, pensé, mirando con nostalgia la silueta de Seúl a través de la ventana.

Descrucé las piernas y caminé hacia el fregadero para enjuagar la taza de café. Poniéndola a un lado para que se secase, arregle mis mechones  platinados detras de mi oreja y  contemplé el caos que me rodeaba. No importaba cuán bien lo hubiese planeado, no importaba qué tan bien hubiese etiquetado esas cajas, no importaba cuántas veces le dijese al idiota de la mudanza que si decía r13;cocinar14; no pertenecía alr13;bañor14;, todavía era un desastre.

—¿Qué te parece, Clive? ¿Deberíamos comenzar aquí o en la sala de estar? 

—Se encontraba acurrucado en una de las ventanas. Ciertamente, cuando buscaba nuevos lugares para vivir, siempre miraba las ventanas. A Clive le gustaba mirar el mundo, y era agradable verlo esperándome cuando llegaba a casa.

Me miró, y luego pareció asentir hacia la sala de estar.

 

—Está bien, la sala de estar será —dije, dándome cuenta de que sólo había hablado tres veces desde que desperté esta mañana, y cada palabra pronunciada fue dirigida a un gatito. Ejem…

Cerca de veinte minutos más tarde, Clive comenzó a mirar fijamente a una paloma y me hallaba clasificando las películas cuando escuché voces en el pasillo. 

¡Mis ruidosos vecinos! Corrí hacia la puerta, casi tropezando con una caja, y presioné un ojo contra la mirilla sólo para ver la puerta de enfrente. Sinceramente, qué pervertido soy. Pero no hice ningún intento por dejar de ver.

No podía ver muy claramente, pero podía escuchar su conversación; la baja y suave voz del hombre seguida por el inconfundible suspiro de su compañía.

—Mmm, Jonghyun, lo de anoche fue fantástico.

—Creí que lo de esta mañana fue fantástico también —le dijo, dándole lo que sonaba como un ardiente beso.

¿Eh? Debieron haber estado en otra habitación esta mañana, ya que no escuché nada. Presioné el ojo en la mirilla de nuevo. Sucio pervertido.

—Sí, lo fue. ¿Me llamas pronto? —le preguntó, inclinándose por otro beso.

—Por supuesto, te llamaré cuando esté de vuelta en la ciudad —le prometió, dándole una palmada en el trasero mientras ella se reía de nuevo y se daba la vuelta parecía que era pequeña. Adiós, Azotada. El ángulo no era el perfecto para poder ver al tal Jonghyun, y él volvió su apartamento antes de que pudiera verlo. 

Interesante. Entonces esta chica no vive con él.

No escuché ningún “te amo” cuando se fue, pero parecían bastante cómodos. Tendrían que estarlo, con lo de las nalgadas y todo.

Apartando los pensamientos de nalgadas y Jonghyun de mi mente, regresé con las películas. Nalgueando a Jonghyun. Gran nombre para una banda… Seguí con las haches. 

Una hora más tarde, me encontraba poniendo El Mago de Oz después de Willy Wonka cuando escuché un golpe en la puerta. Se oía como si hubiera una pelea en el pasillo mientras me acercaba a la puerta, y tuve que suprimir una sonrisa.

—No lo dejes caer, idiota —reprendió una sensual voz.

—Oh, cállate. No seas tan mandona —espetó otra.

Rodando los ojos, abrí la puerta para encontrar a mis dos mejores amigos, Woohyun y Taemin, sosteniendo una gran caja.

—Sin pelear, señoritos. Los dos son bonitos. —Me reí, arqueándoles una ceja a ambos.

—Ja-ja. Gracioso —respondió Taemin, entrando tambaleantemente.

—¿Qué demonios es eso? ¡No puedo creer que cargaran eso por cuatro tramos de escalera! —Mis chicos no hacían trabajo físico cuando podían conseguir que alguien más lo hiciera.

—Créeme, esperamos afuera en un taxi a que alguien pasara por allí, pero no tuvimos suerte. Así que lo trajimos nosotros. ¡Feliz inauguración! —dijo Woohyun. 

Pusieron la caja en el suelo, y luego se sentó en el sillón junto a la chimenea.

—Sí, deja de mudarte tanto. Estamos cansados de comprarte cosas. —Taemin se río, tumbándose en el sofá y poniendo los brazos sobre su rostro dramáticamente.

Toqué la caja con el dedo de mi pie y pregunté—: Así que, ¿qué es? Y nunca dije que tenían que comprarme algo. El exprimidor de jugos Jack LaLanne no era necesario el año pasado, en serio.

—No seas ingrato. Sólo ábrelo —instruyó Woohyun, señalando la caja con su dedo del medio, el cual puso luego en posición vertical, enseñándomelo.

Suspiré y me senté en el suelo frente a la caja. Sabía que era de la tienda Williams Sonoma, ya que tenía la cinta con la pequeña piña atada a ella. La caja era pesada, fuera lo que fuera.

—Oh, no. ¿Qué hicieron? —pregunté, viéndolos guiñarse el una al otro. 

Tirando de la cinta y abriendo la caja, me sentí demasiado complacido con lo que encontré—. ¡Chicos, esto es demasiado!

—Sabemos cuánto extrañas la que tenías antes —se rió Taemin, sonriéndome.

Hace años, me dieron una vieja batidora marca KitchenAid de una tía abuela que murió. Tenía casi cuarenta años, pero todavía funcionaba de maravilla. 

Esas cosas fueron hechas para durar, por Dios, y esa duró hasta hace unos cuantos meses atrás, cuando finalmente pasó a una gran vida. Comenzó a soltar humo, descomponiéndose una tarde mientras mezclaba un poco de pan de calabacín, y por más que lo odiaba, la boté.

Ahora, mirando dentro de la caja, una brillante y nueva batidora KitchenAid de acero inoxidable me devolvía la mirada, visiones de galletas y pasteles comenzaron a danzar en mi cabeza.

—Chicos, es hermosa —suspiré, mirando con deleite mi nuevo bebé. La levanté suavemente para admirarla. Pasando las manos sobre ella y extendiendo los dedos para sentir las suaves líneas, me deleité al sentir el frío metal contra mi piel. Suspiré suavemente y, sí, la abracé.

—¿Quieren tener un momento a solas? —preguntó Woohyun.

—No, está bien. Quiero que estén aquí para que sean testigos de nuestro amor. Además, este es el único instrumento mecánico que probablemente me traerá algún placer en un futuro cercano. Gracias, chicos. Es demasiado costosa, pero de verdad se los agradezco —les dije.

Clive se acercó, olfateó la batidora, y rápidamente saltó a la caja vacía.

—Sólo promete hacernos deliciosas sorpresas, y valdrá la pena, cariño. —Taemin se reacomodó, mirándome expectante. 

—¿Qué? —le pregunté con cautela.

—Kibum, ¿puedo comenzar con tus cajones ahora? —tartamudeó, dirigiéndose hacia el dormitorio.

—¿Puedes comenzar haciendo qué en mis cajones? —respondí, apretando un poco más el cordón en mi cintura.

—¡Tu cocina! ¡Estoy muriendo por empezar a acomodar todo! —exclamó, corriendo.

—Oh, diablos, sí. ¡Hazlo! Feliz navidad, rarito —grité mientras Taemin corría triunfalmente hacia la otra habitación.

Taemin era un organizador profesional. Nos volvía locos cuando vivíamos juntos en Hongdae con sus tendencias de trastorno obsesivo-compulsivo y la demente atención que le ponía a los detalles. Un día, Woohyun le sugirió que se convirtiera en un organizador profesional, y después de la graduación, fue lo que hizo. Ahora trabajaba en toda el área de la Bahía, ayudando a las familias a resolver sus problemas. La firma de diseño en la que trabajaba pedía su ayuda a veces, e incluso había aparecido en unos cuantos programas grabados en la ciudad del canal HGTV. El trabajo le calzaba a la perfección.

Así que sólo dejé a Tae hacer lo suyo, sabiendo que mis cosas estarían tan perfectamente organizadas que me asombraría. Woohyun y yo continuamos tonteando en la sala de estar, riéndonos de las películas que habíamos visto con el paso de los años. Nos detuvimos en todas y cada una de las películas con pandillas de mocosos de los ochentas debatiendo si Bender terminó con Claire una vez que todos volvieron a la escuela el lunes. Dije que no, y aposté a que Claire nunca recuperó su arete de nuevo…

* * *

Más tarde esa noche, después de que mis amigos se fueran, me senté en el sofá con Clive para ver las repeticiones del programa de cocina The Barefoot Contessa en el canal de comida. Mientras soñaba con las creaciones que prepararía con mi nueva batidora, y como algún día quería una cocina como la de Ina Garten, la anfitriona del programa, escuché pasos en el pasillo fuera de mi puerta, junto a dos voces. Le entrecerré los ojos a Clive. Azotada debía haber vuelto.

 

Levantándome del sofá con un salto, presioné el ojo contra la mirilla una vez más, tratando de conseguir un vistazo de mi vecino. Me lo perdí de nuevo; sólo vi su espalda cuando entró a su apartamento detrás de una mujer bastante alta y con largo cabello castaño.

Interesante. Dos mujeres diferentes en dos días. Prostituto. 

Vi la puerta cerrarse y sentí a Clive acurrucarse alrededor de mis piernas, ronroneando.

—No, no puedes irte, tontito —susurré, inclinándome y alzándolo. Froté su sedoso pelaje contra mi mejilla, sonriendo cuando se recostó en mis brazos. Clive era el prostituto por aquí. Se acostaría con cualquiera que le frotase el vientre.

Regresando al sofá, vi como Barefoot Contessa nos enseñaba todo sobre cómo organizar una fiesta en los Hamptons con simple elegancia, y una cuenta bancaria del tamaño de esa zona.

Unas horas más tarde, con la marca de la tela del cojín del sofá presionada firmemente en mi frente, me dirigí hacia la habitación para ir a dormir. Taemin organizó mi armario tan eficientemente que todo lo que quedaba por hacer era colgar cuadros y arreglar algunas cosillas. Deliberadamente, quité las fotos de la estantería sobre mi cama. No iba a correr riesgos esta noche. Me quedé de pie en el centro de la habitación, buscando sonidos al otro lado. Todo tranquilo en el frente occidental. Hasta ahora, todo bien. Tal vez lo de anoche fue cosa de una noche.

Mientras me alistaba para ir a la cama, miré las fotos enmarcadas de mi familia y mis amigos; mis padres y yo esquiando en Tahoe; mis chicos y yo en Coit Tower. Woohyun amaba tomar fotos al lado de cualquier cosa fálica. Tocaba el violonchelo con la Orquesta de Seúl, y aunque estuvo alrededor de instrumentos musicales toda su vida, nunca dejaba pasar una broma cuando veía una flauta. Era algo retorcido.

Ninguno de los tres salía con alguien en ese momento, algo raro. Por lo general, al menos uno de nosotros salía con alguien, pero desde que Woohyun  terminó con su última novia hace unos meses, todos nos encontrábamos en temporada de sequía. Por suerte para mis amigos, su sequía no era tan seca como la mía. Por lo que sabía, ellos aún se llevaban bien con sus O.

Recordé con un estremecimiento la noche cuando O y yo nos separamos. 

Tuve una serie de malas primeras citas y me sentía tan frustrado sexualmente que me permití ir al apartamento de un tipo que no tenía ninguna intención de volver a ver de nuevo. No es que me opusiera a lo de una aventura de una noche. Hice la caminata de la vergüenza muchas mañanas. ¿Pero este chico? Debí haberlo sabido Kim Junmyeon mejor. Junmyeon, bla, bla, bla. Su familia poseía una cadena de pizzerías a lo largo de la costa oeste. Suena genial escrito, ¿verdad? Sólo escrito. Era agradable, pero aburrido. Pero no había estado con un hombre en un tiempo, y después de varios martinis y unas palabras de ánimo en el auto de camino, cedí y dejé a Junmyeon“salirse con la suya”.

Ahora, hasta este momento de mi vida, compartía esta vieja teoría de que el sexo era como la pizza. Incluso cuando era malo, seguía siendo bastante bueno. 

Ahora odiaba la pizza. Por muchas razones.

Ese fue el peor tipo de sexo. Era del estilo ametralladora: rápido, rápido, rápido. Fueron, sesenta segundos en algo que se hallaba a unos centímetros de donde se suponía debía estar, y luego dentro. Y afuera. Y adentro. Y afuera. Y adentro.

Pero al menos se terminó rápido, ¿cierto? Diablos, no. Esa horribilidad se prolongó durante meses. Bueno, no. Pero por casi treinta minutos. De adentro. Y afuera. De adentro. Y afuera. Mi pobre culo se sentía como si hubiera sido limpiado con un chorro de arena.

Para el momento en que se terminó, y gritó—: ¡Qué bueno! —Antes de colapsar sobre mí, ya tenía organizada mentalmente todas mis especias y comenzaba con los productos de limpieza debajo del fregadero. Me vestí, lo cual no tomó mucho tiempo ya que aún me encontraba casi totalmente vestido, y me fui.

La siguiente noche, después de dejar que el Kibum de abajo se recuperara, decidí tratarlo con una buena y larga sesión de amor propio, acentuada con el amante de la fantasía favorita de todos, George Clooney, también conocido como Dr. Ross. Pero muy a pesar mío, O no se hallaba allí. Sólo me encogí los hombros, pensando que tal vez sólo necesitaba una noche, aún experimentando un poco de estrés postraumático por Junmyeon Pizzería. 

¿Pero la siguiente noche? Sin O. No tuve señales de él en una semana, o a la siguiente. Mientras las semanas se convertían en un mes, y los meses se extendían más y más, desarrollé un odio profundo por Kim Junmyeon. Ese Follador Ametralladora…

Negué con la cabeza, alejando los pensamientos de O mientras me metía en la cama. Clive esperó hasta que me situé antes de acurrucarse en el espacio detrás de mis rodillas. Dejó escapar un último ronroneo cuando apagué las luces.

—Buenas noches, señor Clive —susurré y caí dormido.

* * *

Pum.

—Oh, Dios.

Pum, pum.

—Oh, Dios.

 

Increíble…

Me desperté más rápido esta vez, porque sabía lo que escuchaba. Me senté en la cama, mirando detrás de mí. La cama aún se hallaba a una distancia segura de la pared, así que no sentí ningún movimiento, pero sabía con toda seguridad que algo se movía allí.

Luego escuché… ¿un siseo?

Miré a Clive, cuya cola lucía toda alborotada. Arqueó su espalda y se paseó de un lado al otro en el pie de la cama.

—Hola, señor. Todo está bien. Sólo tenemos un vecino ruidoso, eso es todo —lo tranquilicé, estirando la mano hacia él. Ahí fue cuando lo oí.

—Miau.

 

Incliné la cabeza hacia un lado, para escuchar más atentamente. Estudié a Clive, que me miró como diciendo: Ese no fui yo.

 

—¡Miau! Oh, Dios. ¡Miau! 

La chica de al lado maullaba. ¿Qué rayos le metía mi vecino para que eso sucediera?

En este punto, Clive lucía completamente loco, lanzándose contra la pared. 

Se encontraba literalmente fuera de control, tratando de alcanzar el lugar de donde provenía el ruido, y añadiendo sus propios maullidos al coro.

—Oooh, sí, justo así, Jonghyun… Mmmm… ¡miau, miau, miau!

Santo Dios, habían dos gatitos fuera de control en ambos lados de la pared esta noche. La mujer tenía acento, aunque no podía ubicar de qué lugar era. De seguro del Este de Europa. ¿Checa? ¿Polaca? ¿En serio me encontraba despierto a las, veamos, una dieciséis de la mañana, tratando de diferenciar el origen nacional de la mujer siendo follada al otro lado?

Traté de agarrar a Clive y calmarlo. Sin suerte. Estaba castrado, pero seguía siendo un chico, y quería lo que se hallaba al otro lado de esa pared. Siguió maullando como los gatos en celo, sus maullidos mezclándose con los de la chica hasta que todo lo que podía hacer tratar de no llorar por la ironía de este momento. Mi vida se había convertido en un absurdo teatro con un coro de gatos.

Recobré la compostura porque ahora podía oír los gemidos de Jonghyun. Su voz era baja y gruesa, y mientras la mujer y Clive continuaban llamándose el uno al otro, sólo lo escuchaba a él. Gimió y comenzó a golpear la pared. Terminando.

La mujer maulló más fuerte y más fuerte cuando, sin dudas, llegó al clímax. 

Sus maullidos se convirtieron en gritos sin sentido, y finalmente gritó—: ¡Da! ¡Da!

Ah. Era rusa. Por el amor de San Petersburgo.

Un último golpe, un último gemido, y un último maullido. Luego todo estuvo benditamente silencioso. Excepto por Clive, que siguió suspirando por su amor perdido hasta las benditas cuatro de la mañana.

La guerra fría volvió…

Notas finales:

Con mínimo 5 rws actualizo mas tarde hoy.. 

¿Qué tal, hasta ahora? ¿les gusto? ¿les pareció extraño?

Gracias por leer <3 <3


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