Un Martes de Enero
Ese día había sido difícil. La batería del despertador se había agotado, el agua de la ducha nunca salió caliente, el desayuno se quemó, y como si todo no hubiera sido suficientemente malo, la puerta se trabó y no hubo caso de hacerla abrir. Cuando vio la hora y se dio cuenta que iba extremadamente tarde a su trabajo, entró en caos y comenzó a meterle alambres a la chapa, a darle golpes para que se pudiera abrir, pero todo fue en vano. Finalmente, y exhausto de darle patadas se sentó y suspiró derrotado.
Genial, tenía que llamar al cerrajero.
Ese fatídico martes llegó dos horas tarde a la oficina, el arquitecto jefe tenía una importante visita ese día por parte de la inmobiliaria para la cual trabajaban habitualmente. El día de ayer, le había encargado a Kyungsoo preparar la presentación y el video del diseño para el edificio por el que habían trabajado tanto los dos meses anteriores.
—Este retraso será descontado de tu sueldo— Jungsoo daba miedo esa mañana, y le daría más miedo a continuación, porque Kyungsoo estaba que se orinaba en los pantalones debido a que presentía se le había olvidado algo muy importante en casa. — Ahora, pásame el pendrive con la presentación, el presidente de B&H llega en cinco minutos.
Kyungsoo sintió que se quería desmayar cuando recordó que dejó el pendrive sobre la mesa.
Y, aunque el cerrajero pudo abrir la puerta, Kyungsoo tuvo que volver a cerrarla por miedo a los ladrones, y difícilmente pudiera abrirla con facilidad nuevamente. Permanecería así hasta que a SuHo se le diera la gana. Así eran las cosas.
Como resultado, su jefe lo quería matar, el presidente de B&H, muy disgustado comunicó que volvería otro día y toda la oficina estaba muy avergonzada por lo sucedido.
—¡Conociendo la competencia que hay por vender diseños a inmobiliarias! ¡Te das el lujo de arruinar nuestra imagen!— Jungsoo le gritó peor que esa vez en que había derramado café en el computador donde guardaban importante cantidad de archivos valiosos. Por supuesto, aquella vez no pudo defenderse y decirle que había sido culpa de KangIn, quien le odiaba y ahora mismo estaba riéndose en un rincón. Kangin era el genius loci de la oficina, idolatraba al arquitecto jefe de tal forma que podía llamarse enamoramiento. El día del accidente del café, KangIn se enfadó con Kyungsoo porque éste estaba imitando las caras de JungSoo tras la pantalla, donde su jefe no lo podía ver mientras le hablaba a su espalda, y acto seguido ¡Paf! El café se derrama sobre el teclado, alcanzando la CPU, logrando finalmente que la pantalla se apagara y el computador hiciera corte en toda la oficina, obviamente KangIn reía. Dios, todos le arruinaban la vida.
—No volverá a pasar JungSoo-ssi, se lo aseguro—Jungsoo no le respondió y dio media vuelta suspirando. Enseguida se sentó tras su laptop personal y Kangin fue junto a él, como siempre.
Tras ver esta escena a Kyungsoo se le pasó un poco el odio por los genius loci que lo atormentaban y casi sintió empatía por ellos. Kangin nunca podrá sentir ni siquiera la mirada de JungSoo… y eso era demasiado triste para alguien que sentía amor, pensó.
“Si el jefe pudiera ver a KangIn como una persona de carne y hueso ¿Estarían destinados a permanecer juntos tal y como lo hacen ahora?” “Es más crual mi vida atormentada por éstos entes o la suya por ser eternamente ignorados?” Todos esos pensamientos confusos daban vueltas por la cabeza de Kyungsoo, pero no reparó demasiado en ello. De todos modos él siempre era perjudicado y los Genios no habían traído nada bueno a su vida, por lo tanto no era momento de compadecerles ¡No señor! Kyungsoo estaba cansado, cansadísimo de ellos harto de su situación.
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Al llegar a su casa todo era tan sombrío que Kyugsoo se sintió abrumado. Lo primero que vio al abrí la puerta fue la silueta de SuHo, quien se encontraba sumido en penumbras dándole la espalda, mirando el paisaje nocturno de la ciudad tras el ventanal. El más bajo sabía que el motivo de su enojo era porque la noche antes pasada tuvo la genial idea de llevar un chico a casa después de una fiesta algo (bastante) loca. No recuerda muy bien pero “por algún motivo” despertó desnudo en el sillón. También, Kyungsoo sabía muy bien que en realidad, a SuHo no le molestaba precisamente lo qué sucedió en el sillón de la sala, pero Dios, Kyungsoo sabía que él estaba allí mismo, y aun así…
—Estaba muy ebrio SuHo, perdón.
—Ya, ¿Y qué se supone que es él? ¿Qué relación tienen?
—Pues nada, un amigo y ya— Mintió. Estaba molesto también, porque desde que había llegado a esa casa no obtenía más que reproches de su genio. Era tan irritante, pensaba en cambiarse nuevamente pero la ubicación era realmente buena. Quedaba a tres cuadras de la oficina, lo que implicaba que no tenía que tomar el tedioso transporte público mañanero.
Además, Sehun vivía en el edificio del frente. ¡Nada podía ser mejor que eso! Y ese era el verdadero motivo de rentar ese departamento con un alma de tan mal genio.
A Sehun lo había conocido en la Universidad, se graduaron juntos dos años atrás, pero KyungSoo no cayó perdido ante él hasta que Sehun le ganó un concurso de Arquitectura. Ese fue el maldito detonante de todas sus pasiones y desde esa misma noche, luego de la celebración que le organizaron sus amigos de la universidad, KyungSoo se le tiró encima así, literalmente. Desde ese día eran algo así como pareja sexual, aunque Kyungsoo siempre había evitado cualquier tipo de denominación a su pseudo relación. Se amaban si, se amaban en la cama y nada más. Muy conveniente, pensaba Kyungsoo. No obstante, una extraña paranoia creció dentro de él en el momento en que Sehun lo invitó a su casa y conoció a su precioso genius loci, Luhan. Al verlo por primera vez sonreír quedó impactado. ¿Cómo podía vivir con alguien tan bello? Sintió celos y auténticos deseos de tirar de su cabello y chillar como una mujer. Ok no, pero si sintió algo dolerle en el pecho cuando Sehun fue a darse una ducha y Luhan fue tras de él. Sin embargo, Kyungsoo lo ignoró en todo momento para que no se diera cuenta que podía verle y así no ganarse su odio en caso de estar enamorado de su dueño.
Porque si, un “detalle” sobre todo este rollo de los genius loci es que el propietario de la casa es, al mismo tiempo, su dueño. Y, a diferencia de Kyungsoo, Sehun era propietario y no un eterno arrendatario. Así, el alma de los hogares o genius loci llegaba a sentir una inmensa admiración por el propietario, quien se convertía en su dueño y al mismo tiempo alguien a quien brindaban calor, protección y cariño.
Kyungsoo miró a SuHo nuevamente, quizás él era de esa forma debido a la gran cantidad de dueños temporales que ha tenido, así se ha ido moldeando su personalidad a lo largo de su vida, y de seguro ha tenido que ver muchas cosas desagradables… KyungSoo pensó que él era un mal dueño.
Pero no tenía la culpa de poseer un alma errante.
-SuHo vamos, llevémonos bien durante el tiempo que vivamos juntos.
— ¡Tú no entiendes nada! Es algo doloroso tener cinco dueños diferente cada año, y además ninguno en casi diez años ha podido verme ¿sabes? Pero cuando llegaste tú pensé que por fin se cumplía mi sueño de toda la vida, que al fin tendría un dueño que me amara, que todo sería diferente. Debía serlo. Tú eres alguien especial y por lo tanto debíamos ser felices. ¡Debías comprar la casa y quedarte conmigo para siempre! ¡No con el puto del edificio del frente que no te quiere y nunca te querrá! —
De pronto, SuHo comenzó a llorar sin parar, Kyungsoo no se preocupó y decidió ignorarlo hasta que comenzó a formarse un pequeño riachuelo por los pasillos y sintió pánico porque eso le recordó a la película “Titanic”. La casa sufrió una inundación esa noche o más bien una “rotura de las cañerías principales”.
Todo el piso era una laguna y los vecinos comenzaron a quejarse, pero no se detuvo la inundación hasta que KyungSoo puso su cuerpo fuera del departamento. SuHo lo odiaba y Kyungsoo pensó que definitivamente debía irse de aquel lugar. Después de todo ya no soportaba ese ambiente depresivo. Era lo mejor sí, era lo mejor.