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El vídeo de la discordia por Kaoru Himura

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Notas del capitulo:

Portada

Naruto y sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto, yo los cojo prestados para contar esta historia.

Un estridente sonido se escuchaba en una habitación completamente a oscuras. Un gruñido de protesta se pudo apreciar camuflado en el ruido a la vez que un brazo salía de entre unas sábanas para alcanzar el causante de ese irritante pitido y silenciarlo.

 

El dueño de ese brazo, se destapó dejando ver una cabellera oscura despeinada que ocultaba un rostro níveo y juvenil perteneciente a Sasuke Uchiha, un adolescente de dieciséis años, hijo menor de Fugaku y Mikoto Uchiha y hermano pequeño de Itachi Uchiha.

 

Sasuke se levantó de la cama bostezando tras apagar el despertador. Comenzaba otro día para él con la misma rutina de siempre. Se metió en el baño para vaciar su vejiga y darse una ducha de agua caliente.

 

Al salir, se secó y se vistió con el uniforme de su instituto que constaba de una camisa blanca con el escudo de la institución en el bolsillo izquierdo, pantalones largos de color gris oscuro, una chaqueta del mismo color y una corbata azul oscura con rayas grises de un tono más claro. También tenía un jersey de color negro con el mismo emblema que la camisa, pero solamente se lo ponía en los días que hacía más frío. Cuando terminó, se dirigió de nuevo al cuarto de baño para arreglarse el pelo, usando mucha gomina para dejar toda la parte trasera en punta y los dos mechones largos lisos enmarcando su rostro.

 

Una vez creyó que había logrado que su pelo estuviese perfectamente peinado, se lavó las manos para eliminar todo resto del gel fijador y salió de su dormitorio en dirección a la cocina que se hallaba en la planta inferior.

 

Al llegar, vio a su familia sentada alrededor de la mesa disfrutando de su desayuno. Su padre estaba leyendo el periódico mientras se bebía una taza de café solo, como cada día le esperaba un día duro en la oficina. Su hermano mayor, sentado al lado de su progenitor, estaba mordiendo una tostada acompañada con una taza de café con leche mientras que su madre estaba terminando de prepararse su té.

 

 - Buenos días, cielo – le saludó su madre al verle entrar por la puerta.

 - Buenos días – le devolvió el saludo.

 

Sasuke se sentó enfrente de su hermano, cogió un vaso y se sirvió un poco de café. Le dio un sorbo mientras le intentó robar una tostada a Itachi pero éste le pellizcó la mano antes de que llegase a su destino.

 

 - ¡Ouch! Imbécil – se quejó Sasuke acariciándose la parte afectada.

 - Sasuke, ese lenguaje – le reprendió su padre sin apartar la vista del periódico.

 - Perdón, padre – se disculpó mientras fulminaba a su hermano con la mirada.

 

Itachi le dedicó una sonrisa mientras mordía su trozo de pan de forma triunfadora. Mikoto colocó enfrente de Sasuke otro plato con unas tostadas recién hechas.

 

 - Toma, cariño – dijo con voz suave.

 - Gracias, mamá – le agradeció el gesto.

 

Sasuke le dio un mordisco a una de ellas para después beber otro sorbo de su taza.

 

 - ¿No crees que eres muy joven para empezar a engancharte a la cafeína, hermanito? - le molestó Itachi.

 - ¿No crees que con veinte años ya vas siendo mayor para seguir viviendo con tus padres? - le contestó mordaz.

 - ¿Y no crees que ya es hora de que te tires a alguien para que se te quite esa cara de amargado? - le dijo Itachi siguiéndole el juego.

 - Chicos, ya basta – les regañó Mikoto de forma severa.

 

Ambos se callaron al instante pero siguieron lanzándose miradas, Itachi con diversión y Sasuke con molestia. Fugaku dobló el periódico por la mitad, lo dejó sobre la mesa y terminó de beberse su café. Al acabar, se levantó de su silla para dejar su taza sucia en el fregadero y se acercó a su mujer para darle un beso en la boca.

 

 - Me voy a trabajar – le informó – es posible que hoy llegue un poco tarde a cenar.

 - Está bien, no te preocupes, hoy tengo turno de noche en el hospital – comentó Mikoto.

 

Fugaku Uchiha era un prestigioso abogado que poseía su propia firma y Mikoto, por su parte, era una estupenda enfermera que trabajaba en el hospital de la ciudad. Ambos eran personas muy ocupadas pero hacían todo lo posible para sacar tiempo libre y estar con su familia.

 

El padre de familia asintió con la cabeza, volvió a besar a su esposa y salió de la cocina deseando un buen día a los presentes. Itachi terminó de desayunar también, recogió lo que había ensuciado y lo llevó al fregadero.

 

 - Tonto hermanito, si quieres que te acerque al instituto más te vale ir acabando de comer – avisó Itachi a Sasuke.

 - Pero si aún hay tiempo hasta que empiecen las clases – le replicó el menor.

 - ¿Has mirado la hora? No queda tanto como crees – le informó – Si no te entretuvieses delante del espejo para conseguir ese peinado, te sobraría más tiempo para desayunar tranquilamente – le picó mientras salía de la estancia.

 

El moreno iba a protestar cuando vio la hora en el reloj de la cocina. Su hermano mayor tenía razón, quedaba muy poco para que empezasen las clases. Sasuke terminó su desayuno rápidamente, salió disparado a su cuarto de baño para lavarse los dientes, después entró a su cuarto para coger su mochila y bajar a la entrada de la casa para calzarse unas deportivas. Cuando estuvo listo, se despidió de su madre y salió de casa junto a su hermano para llegar al coche de éste.

 

Mientras se metían en el vehículo, vieron que su vecino de enfrente salía a toda velocidad subido a su bicicleta, con el uniforme desaliñado, la mochila cargada en el hombro izquierdo y un bollo en la boca.

 

 - Parece que se le han pegado las sábanas – habló el mayor – quizás debería preguntarle si quiere que lo acerquemos a clase.

 - No – contestó rápidamente y con enojo el menor.

 

Itachi miró cansado a su hermano y resopló.

 

 - Por lo que veo aún seguís enfadados. No sé cuál fue el motivo por el que os peleasteis pero deberíais reconciliaros, con lo inseparables que erais de pequeños – dijo Itachi.

 - Tsk, no pienso arreglar nada, si alguien tiene que pedir perdón es él – gruñó el moreno.

 

El mayor rodó los ojos y puso en marcha el coche, conduciendo hasta el instituto donde estudiaba su hermano pequeño.

 

 

Esa misma mañana, en otra casa, un adulto rubio de ojos azules tocaba la puerta del dormitorio de su hijo.

 

 - Naruto, levántate o vas a llegar tarde a clase – le habló desde el otro lado de la puerta.

 

El mayor no escuchó ningún ruido que indicase que su primogénito le hubiese escuchado. Suspiró cansado y abrió la puerta adentrándose en el oscuro cuarto. Caminó por la habitación , esquivando todo el desorden que había dentro hasta llegar a una de las ventanas y abrirlas de par en par.

 

Un quejido se escuchó desde la cama cuando los rayos de sol golpearon el rostro moreno de un joven de dieciséis años de cabello rubio. El muchacho abrió lentamente sus ojos azules para observar con cara de enfado a su padre y taparse con las sábanas.

 

 - Papá, ¿es que quieres dejarme ciego? - le reclamó.

 - Para nada, Naruto, sólo quiero que te prepares para ir al instituto y no vuelvas a llegar tarde – le respondió Minato.

 - ¿Y mamá? ¿Está en casa? - le preguntó mientras se desperezaba.

 - No, tuvo que salir a una emergencia en la madrugada – le informó.

 

Minato Namikaze era el padre de Naruto Uzumaki, un profesor de educación infantil adorado por todos sus pequeños alumnos que trabajaba en una guardería cercana a su casa mientras que Kushina Uzumaki, su esposa y madre de Naruto, era una espléndida cirujana pediátrica que trabajaba en el hospital público de la ciudad. La profesión de Minato le había permitido cuidar de su hijo en el trabajo mientras su esposa realizaba la residencia en el hospital. Ser cirujana tenía el inconveniente de tener un horario de locura donde la podían llamar a cualquier hora por alguna emergencia, pero aún así pasaba cada minuto libre con su adorado hijo.

 

 - Pensaba que no estaba de guardia – le dijo Naruto.

 - No lo estaba, pero era la única disponible en ese momento, por lo que no tuvo más remedio que acudir – le comunicó su padre – venga, ve a la ducha mientras termino de preparar el desayuno.

 

Dicho esto, Minato salió de allí dejando al rubio menor solo en la habitación. Naruto se levantó de la cama estirando todo su cuerpo y se dirigió fuera de su dormitorio hacia el cuarto de baño. Una vez dentro, abrió el grifo del agua caliente dejando que saliese mientras se quitaba la ropa que usaba para dormir. Cuando terminó, se introdujo dentro de la bañera cerrando la mampara y colocándose debajo del chorro de agua.

 

El calor y la presión del líquido que caía sobre su fuerte y tonificado cuerpo le ayudaron a relajar cada uno de sus músculos. Cogió el bote de champú para abrirlo y verter parte de su contenido sobre su cabello. El rubio masajeó su cabeza creando espuma que la cubría por completo, después repitió el proceso pero con el bote de gel y se lo extendió por todo su cuerpo. Al terminar, se enjuagó todo rastro de los productos de aseo y se quedó debajo de la cascada de agua disfrutando de ella. No sabía cuánto tiempo llevaba ahí encerrado pero unos golpes en la puerta le hicieron salir de su sopor.

 

 - Naruto, sal de ahí ya. Quedan menos de diez minutos para que empiecen las clases – le comunicó su padre a través de la puerta cerrada.

 - Mierda – murmuró.

 

Había perdido la noción del tiempo y ahora tenía que darse prisa en terminar de prepararse. Cerró el grifo y salió velozmente de la ducha cogiendo una toalla para ponérsela alrededor de la cintura y otra para secarse la cabeza. Abrió la puerta del cuarto de baño dejando salir todo el vaho que se había formado dentro y se encaminó hacia su dormitorio. Allí se vistió de forma apresurada con su uniforme quedando desordenado, cogió su mochila y salió para bajar a la cocina y coger algo que pudiera comer por el camino, porque ya no le daba tiempo a desayunar tranquilamente.

 

Se puso sus deportivas con gran velocidad, se despidió de su padre gritando desde la entrada y se dirigió al exterior cogiendo su bicicleta y montándose en ella. Al salir, observó cómo sus vecinos le miraban mientras se subían en su coche, Naruto los ignoró y pedaleó con todas sus fuerzas para llegar a tiempo al instituto.

 

 

Gracias a su hermano, Sasuke había llegado cinco minutos antes de que sonase el timbre del inicio de clases. Se acercó tranquilamente a su pupitre colocando su mochila a un lado de éste y se sentó en su silla. En cuanto lo hizo, algunos de sus compañeros se acercaron a él para saludarle.

 

 - Buenos días, Sasuke-kun – le habló una chica con el pelo rosa llamada Sakura.

 

El moreno la observó durante un segundo y pasó olímpicamente de ella. Un brazo se posó sobre sus hombros alegremente provocando que una vena apareciese sobre su frente y se girase molesto hacia su dueño.

 

 - Suigetsu, no te he dado permiso para que me toques – le dijo irritado mientras apartaba el brazo de sus hombros.

 - Tan alegre y simpático como siempre, Sasu-chan – le contestó un chico con el pelo blanco, ojos violetas y sonrisa afilada.

 - No me llames de ese modo - le advirtió el moreno de forma amenazadora.

 - Caaalma, caaalma, sólo bromeaba – levantó las manos en son de paz mientras daba un par de pasos hacia atrás.

 

El moreno pensó que sus compañeros debían gastarse mucho dinero tintándose el pelo con esos colores tan llamativos.

 

 - Saasuukee – oyó que le llamaban de forma sensual muy cerca de su oído.

 

Un cuerpo femenino de una compañera de cabello rojo y ojos del mismo color con gafas negras se había pegado al suyo abrazándolo por el cuello.

 

 - ¡Deja en paz a Sasuke-kun! - gritó Sakura señalándola con el dedo.

 - ¿Y quién me lo va a impedir? - la picó pegándose aún más a Sasuke.

 

La chica de cabello rosa ardió de la rabia y se aproximó a la pelirroja para apartarla del moreno pero antes de que pudiese hacerlo, el susodicho ya había alejado a su compañera.

 

 - Karin, deja de hacer lo mismo todas las mañanas – le dijo malhumorado.

 

Sakura le dedicó una mirada de victoria a la otra chica y ambas se miraron con odio. La pelea de miradas se vio interrumpida con la llegada de su profesor.

 

 - Buenos días, chicos – saludó un hombre de unos treinta años con el pelo castaño recogido en una coleta y una cicatriz cruzando su nariz horizontalmente.

 - Buenos días, Iruka-sensei – gritaron los alumnos mientras cada uno volvía a su pupitre correspondiente tomando asiento.

 - Bien. Hoy comenzaremos con la lección siete, abrid vuestros libros por la página...

 

Pero no pudo terminar la oración, porque se vio interrumpido por la aparición de un joven rubio que entraba por la puerta jadeando.

 

 - Siento llegar tarde, Iruka-sensei – se disculpó el muchacho.

 - Está bien, Naruto. Por esta vez te lo dejaré pasar porque acabo de llegar – le dijo de forma seria – ve a tu sitio.

 - Gracias – le agradeció.

 

Naruto se dirigió al final del aula aún con la respiración agitada pasando al lado de una chica de cabello rubio largo recogido en una coleta alta y flequillo largo cubriendo uno de sus ojos azules. El muchacho le guiñó un ojo cuando estaba cerca de ella provocando que se ruborizara ligeramente y le dedicara una sonrisa.

 

El rubio llegó hasta su mesa, dejando sus cosas al lado de la misma tirando al suelo la mochila de la persona que se sentaba en el pupitre próximo al suyo.

 

 - Uzumaki, ten más cuidado – se quejó Sasuke.

 - No ocupes todo el espacio, Uchiha – le respondió mientras se sentaba.

 

Ambos chicos se miraron con odio comenzando así otro día más en sus monótonas vidas.

 

 


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