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Jong Dae se sentía destrozado. Todo iba tan bien hasta que decidió abrir su maldita boca y confesar lo que sentía. Ni pensar que hacía una semana atrás estaba tan feliz porque se entero que el chico que le gustaba era gay.
¡Qué idiota había sido al creer que tendría alguna posibilidad!
El tipo era gay, si, pero Chen no era lo suficientemente bueno para él. Y haberlo escuchado de su boca, dolía. Su amor de hacía años se le había reído en la cara como si sus sentimientos fueran motivo de burla.
“¿Estás de broma? Jamás saldría contigo, eres un imbécil.”
“Con esa personalidad que tienes ¿realmente creías que tenías una posibilidad?”
“No salía contigo porque me gustaras, salía contigo para poder acercarme a tu mejor amigo.”
“Me gusta Kim Min Seok, no tu.”
“El si es mi tipo, lindo, sincero y adorable. Todo un tierno.”
“Tú solo eres una aventura de una noche.”
“Nadie jamás te tomaría en serio, eres un chiste.”
“Min Seok es inteligente y tu no.”
“Deberías considerar trabajar en un burdel”
“Hasta podrías ir a la zona roja, seguro más de un papi va a querer de tus servicios.”
“No me hagas reír ¿realmente creías que tenías una posibilidad?”
“Aunque debo agradecerte. Gracias ti pude acercarme a Min Seok.”
Escuchar que a su amor de casi toda una vida le gustaba su mejor amigo, era un bocado duro de digerir. No iba a culpar a Xiu Min, no es como si el chico tuviera la culpa de ser tan lindo y el ideal de cualquier chico gay que tuviera dos dedos en la frente. Pero aún así eso no evitaba que, al saberlo, el rechazo le doliera menos.
¿Y qué tenía de malo su personalidad? Le gustaba divertirse, hacer reír a los demás, jugar algunas bromas inofensivas ¿qué había de malo en ello? No lo entendía. Y no creía que se merecía ser rechazado de ese modo. Con un “no, lo siento, yo no siento lo mismo” era suficiente. Lo demás se lo podría haber ahorrado. Solo alguien cruel haría algo así con los sentimientos de otro. Pisotearlos como si valieran menos, como si fueran un chicle pegado en la suela de un zapato.
Al instante de ser rechazado, había llamado a Min Seok. Y ese era un motivo más por el cual no podía desquitársela con el chico. Ni bien le había dicho que había sido rechazado, Xiu Min ya estaba en la entrada de su casa listo para consolarlo y escucharlo.
No, sin duda no podía odiar a Kim Min Seok.
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Min Seok se sentía molesto a rabiar ¿cómo se atrevía el imbécil a rechazar a su amigo así? Si que había gente patética en el mundo. Se había pasado hasta casi entrada la madrugada consolando a un herido Jong Dae.
Decir que estaba impactado era poco, nunca había visto a Chen tan destrozado y eso que lo conocía de años. Era consciente de lo mucho que Jong Dae se había ilusionado con ese chico. Pero nunca se imaginó que era para tanto.
Min Seok se tragó toda la rabia que sentía. Nadie, absolutamente nadie podía herir así a otra persona y menos si el afectado era Kim Jong Dae.
El maldito que lo rechazó ¿quién se creía que era? ¡Joder! Hasta el mismo había pensando que Chen tenía una oportunidad por el modo en que el tipo lo trataba ¿por qué le había dado falsas esperanzas? ¿Por qué ilusionarlo? ¿Le producía algún morbo herir los sentimientos ajenos? ¡Que el puto se quemara en las llamas del infierno! Y si por un segundo creía que le iba a dar bola ¡pues que lo pensara dos veces! ¡Ni aunque le faltaran tuercas en su cabeza! Xiu Min jamás saldría con ese imbécil.
Min Seok, perdido en unos pensamientos bastante homicidas, ingresó a la escuela a paso lento, dirigiéndose primero al aula de Jong Dae para saber si estaba bien, en el caso que se hubiera decidido a aparecer por la escuela.
Se encontró con la sorpresa de que había varios chicos del salón de su amigo atrincherados en la puerta y todos parecían estar en shock ¿qué estaba pasando?
Acercándose a una de las ventanas, Min Seok se asomó a ver qué era lo que estaba pasando… y el alma se le cayó a los pies.
No… ese no podía ser Jong Dae…
Pero si era él, sentado en su banco de siempre, mirando hacia la ventana que daba al exterior… Usando anteojos, cabello cuidadamente peinado, uniforme en regla… y no había asomo de esa sonrisa gatuna en su rostro.
Jong Dae tendría que estar sentado sobre la mesa, haciendo morisquetas y con un grupo de chicos riendo con él.
No así como estaba ahora, definitivamente no así.
— ¿Chen?— llamó, dudoso.
Jong Dae desvió su mirada de la ventana para enfocarla en su amigo… y Xiu Min jadeó horrorizado. Esa mirada era la más vacía que había visto en su vida.
Habían destruido a Kim Jong Dae por completo. Y Kim Min Seok no sabía qué iba a hacer al respecto.
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