El joven se giró bajo los focos.
El brillante cabello brillo con el flash de la camara al tiempo que una mirada llena de expresiones que se reflejaban en su impresionante rostro.
—Eso es, Kyungsoo hora un gira un poco la cabeza. Es tu piel la queremos vender -dijo Wu Yifan que seguía los movimientos del joven al ritmo con el que se abría y cerraba el obturador de su cámara— Fantástico —exclamó tras levantarse del suelo, sobre el que estaba agachado-Ya basta por hoy
D.O. Kyungsoo se estiró y se relajó un poco.
— Menos mal, estaba agotado ahora, me voy a casa a darme un buen baño caliente.
—Sólo piensa en los millones de maquillaje que tu rostro va a vender, cielo.
Yifan apagó las luces. Su atención ya empezaba a vacilar.
—Asombroso.
—Mmm, así es —respondió él, de modo ausente
— Mañana tenemos la sesión del champú, así que asegúrate de que tienes el cabello en el perfecto estado en el que se encuentra habitualmente, casi se me había olvidado — añadió, entonces, se dio la vuelta para mirarlo directamente — Tengo una reunión de negocios por la mañana. Tendré que buscar a alguien para que me sustituya.
Kyungsoo sonrió con afectuosa indulgencia. Llevaba tres años trabajando como modelo y Yifan era su fotógrafo favorito. Trabajaban bien juntos y, como fotógrafo, él rubio era excepcional. Tenía un talento natural para los ángulos, el detalle y para captar el ambiente más adecuado para una fotografía.
Sin embargo, era muy desorganizado y distraído sobre todo lo que no tuviera que ver con su adorado equipo.
— ¿De qué reunión se trata? -preguntó Soo con paciencia, sabiendo muy bien lo fácilmente que Yifan confundía asuntos tan mundanos como las horas y los lugares cuando éstos no tenían que ver directamente con su cámara.
—Oh, es cierto. No te lo había dicho, ¿verdad? —preguntó.
Kyungsoo negó con la cabeza y esperó a que él continuara—.
Tengo que ver a Kim Jongin a las diez en punto.
— ¿A Kim Jongin? —replicó Kyungsoo completamente atónito—No sabía que el dueño de la revista Mode se reuniera con simples mortales. Creía que sólo lo hacía con miembros de la realeza y con los dioses de la moda.
—Bueno, pues a este plebeyo le ha concedido una audiencia — respondió Yifan muy secamente — De hecho, el secretario del señor Kim se puso en contacto conmigo y lo organizó todo. Me dijo que él quería hablar sobre un proyecto o algo por el estilo.
—Buena suerte. Por lo que he oído de Kim Jongin, es un hombre al que no se puede ignorar. Duro como el acero y acostumbrado a salirse con la suya.
—No estaría donde está hoy si fuera inocente como un niño —dijo Yifan defendiéndose frente al ausente señor Kim — Tal vez su padre consiguiera amasar una fortuna al inaugurar Mode, pero Kim Jongin ha agrandado la suya dos veces al expandirse y desarrollar otras revistas. Es un hombre de negocios con mucho éxito y un buen fotógrafo. No le asusta mancharse las manos.
— Tú sientes simpatía por cualquiera que sepa distinguir una Nikon de una Brownie -le dijo Kyungsoo con una sonrisa—, pero esa clase de hombre no tiene ningún atractivo para mí. Estoy seguro de que a mí me daría un susto de muerte.
— A ti nada te asusta, Kyungsoo —afirmó Yifan mientras observaba cómo el pequeño y hermoso chico recogía sus cosas y se dirigía hacia la puerta— Tendré a alguien para que tome esas fotografías aquí a las nueve y media de mañana.
Ya fuera del estudio, Kyungsoo tomó un taxi. Después de tres años en Nueva York, se había acostumbrado completamente a aquel gesto. Casi había dejado de pensar en el D.O. Kyungsoo procedente de una pequeña granja de Kansas para sentirse como en casa en la bulliciosa ciudad de Nueva York.
Tenía veintiún años cuando tomó la decisión de ir a Nueva York para tratar de abrirse paso en el mundo de la moda. Pasar de ser un muchacho de una pequeña ciudad para convertirse en modelo de la Gran Manzana había resultado difícil y en ocasiones aterrador, pero Kyungsoo se había negado a sentirse atemorizado por la dinámica y abrumadora ciudad y, con resolución había recorrido todas las agencias con su book.
Durante el primer año, los trabajos habían sido muy escasos, pero había aguantado. No quería rendirse para tener que regresar a casa completamente derrotado. Lentamente, se había ido construyendo una reputación y, poco a poco, se la había requerido con más frecuencia.
Cuando empezó a trabajar con Yifan recibió el espaldarazo necesario para lanzar su carrera. En la actualidad, su rostro aparecía casi constantemente en las portadas. Su vida se desarrollaba tal y como el había deseado.
El hecho de que su caché fuera el de un top-model había propiciado que pasara de vivir en un tercer piso sin ascensor a hacerlo en un cómodo apartamento cerca de Central Park.