La brisa golpeaba mi rostro mientras bajaba del tren. Por fin había llegado a Seúl, no podía creerlo. Un chico de campo como yo por fin había conseguido ir a la gran ciudad. La verdad no es que no me gustara vivir en Daegu, de donde provengo, sino que para cumplir mi sueño de ser cantante debía desplazarme a la capital, ya que obviamente en un pueblo de escasos habitantes era casi imposible dedicarse a una profesión así y que te permitiera vivir de ello.
No solo lo hacia por mi, mis padres habían sido granjeros toda la vida, un trabajo muy digno, pero con el inconveniente de que la jubilación que les dejaba era muy escasa y yo quería compensar todo lo que ellos habían hecho por mi enviándoles una parte del dinero que consiguiera ganar para poder ofrecerles un retiro de mayor calidad.
Centrándonos en el presente cogí mi maleta y empecé a caminar por las calles atestadas de Seúl, las luces me dejaban embelesado, puesto que era tarde todos los carteles y farolas estaban encendidos, acostumbrado a la oscuridad del campo todo aquello me llamaba muchísimo la atención, iba caminando con una sonrisa en la cara pese al cansancio del viaje solo tenia ilusión en ese momento.
Cogí mi móvil para ver las indicaciones que apunté antes de partir, había reservado habitación en un pequeño hotel céntrico, no era para nada lujoso pero tenía lo necesario y estaba muy bien ubicado. En realidad quería aprovechar los días libres que tenía antes de empezar a trabajar sin descanso y por ello quería alojarme en un lugar donde todos los lugares turísticos de mayor importancia se encontraran a unos cuantos minutos caminando.
Me dolía un poco el brazo de arrastrar las maletas por la calle, pesaban muchísimo ya que prácticamente llevaba toda mi vida en ellas, que hubiese tanta gente en la calle tampoco ayudaba demasiado a que pudiese avanzar.
Estaba a punto de pararme en un banco a descansar un poco cuando un hombre se me acercó con una sonrisa amigable, era bastante alto, de unos 30 años, iba vestido con un traje negro bastante formal, parecía que acabara de salir del trabajo. – Hola pequeño, parece que necesitas ayuda con todo eso.- dijo mientras señalaba mi equipaje. – Pues no me vendría mal la verdad, aquí la gente no parece preocuparse demasiado por los demás, me llamo Kim Taehyung por cierto. - Comenté sonriente, era la primera persona que me dirigía la palabra en Seúl y estaba bastante emocionado de poder hablar con alguien ya que soy de naturaleza muy sociable y no disfruto el tiempo en soledad. – Puedes llamarme Choi – Dijo el hombre mientras cogía parte de mi equipaje para ayudarme a avanzar.
-Bueno y ¿Por qué vas tan cargado Taehyung? ¿Te vas de viaje a algún sitio?- Preguntó con curiosidad Choi. – No, me acabo de mudar a Seúl y llevo básicamente todas mis posesiones aquí- Le dije contestando a su pregunta. – Vaya, ¿Así que estás aquí completamente solo?- Dijo pensativo. – Sí, no conozco a nadie aún y mi familia se ha quedado en Daegu así que técnicamente estoy solo aquí, aunque bueno ahora te conozco a ti. – Contesté sonriendo mientras miraba al alto.
Tras un rato caminando en silencio me empezaron a rugir las tripas de forma escandalosa y no pude evitar sonrojarme y reír en voz baja. – Parece que tienes hambre pequeño, ¿Aún no has cenado?- Preguntó el mayor. – Pues no, verás entre todo el traslado, el viaje y las prisas por llegar al hotel no he comido nada desde esta mañana, no puedo negar que estoy hambriento ya lo has oído… - Dije mientras me rascaba la cabeza y miraba hacia abajo por la vergüenza. – Además tampoco es que conozca ningún sitio aquí donde ir a cenar- Seguí diciendo con algo de pena. – Oh, bueno no te preocupes yo conozco un restaurante que está aquí al lado, es muy barato y aunque es bastante tarde seguro que sigue abierto, podemos ir ahí si quieres y luego seguimos llevando tu equipaje hasta el hotel- Comentó el alto de forma amigable.
La verdad es que tenía mucha suerte de haber encontrado a alguien tan simpático en mi primer día, eso que dicen de que no te puedes fiar de la gente de ciudad parecía no ser del todo cierto. – Me parece genial, no aguanto más llevando estas maletas con el estómago vacío- Afirmé de forma cansada.
Unos minutos mas tarde llegamos al restaurante, era pequeño y acogedor, con un ambiente familiar y agradable, olía a comida y eso hacía que mis glándulas salivares se pusieran en marcha dejándome la boca totalmente inundada, de verdad tenía hambre… Choi saludó a la camarera, era una mujer mayor, de baja estatura y un tanto regordeta. – Anda Choi cuando tiempo sin verte por aquí, si que vienes cargado, poneos en la mesa del fondo y dejad aquí las maletas yo las guardaré hasta que os vayáis- Dijo la mujer mientras nos hacía un gesto con la mano para que pasásemos.
- ¿Quién es tu amigo el escuálido?- Añadió soltando una risita mientras yo miraba confundido a esa señora, de verdad parecía que tenía confianza con mi nuevo amigo. – Ah si perdona, es Taehyung y se acaba de mudar a la ciudad, discúlpala pequeño ella siempre ha sido así de descarada con la gente-. – Vaya vaya así que un niñito recién llegado, yo soy la señora Yon y trabajé de cocinera en la casa de este grandullón hasta que sus padres murieron- Comentó pensativa, parecía que estaba recordando aquellos tiempos en los que solía dedicarse a aquello. – Desde entonces Choi me visita de vez en cuando, parece que echa de menos mi cocina- Continuó la mujer mientras iba a guardar el equipaje.
Después de haber cenado y muy bien la verdad, todo lo que esa mujer tenía de insolente lo tenía de buena cocinera y era algo que debía admitir. El hecho de que dijera anteriormente que trabajó para Choi me hizo pensar en que este debía proceder de una familia adinerada, me fijé más en su vestimenta y la verdad es que sí que parecía tener bastante dinero. – Tomad chicos os invito a un té ya que habéis venido a entretenerme a estas horas de la noche- Habló la señora Yon sacándome de mis pensamientos. – Muchas gracias, pero primero tengo que ir al aseo si me disculpáis, vuelvo en seguida. – Cuando volví ambos estaban sentados y hablaban bastante animados. Me senté y me puse a beber el té que me había preparado la señora. Una vez terminé mi amable acompañante se levantó diciendo que estaba ya todo pagado y que siguiéramos andando o se nos haría muy tarde.
Estábamos cerca del hotel cuando empecé a notar cierto mareo, pensaba que era del cansancio. – Choi espera un momento, me noto un poco mareado, ¿Te importa si paramos un momento?- Dije poniendo mi mano en la frente. – Claro pequeño, sin problemas. Dijo mientras sonreía de una forma que no sabía identificar. Fue entonces cuando se me nublaron los ojos, realmente estaba perdiendo el conocimiento, no entendía que estaba pasando. Noté como los brazos de Choi me rodeaban y me susurraba al oído. – De verdad que eres inocente pequeño Taehyung.-
Desperté con la respiración agitada, ¿Había sido todo un sueño? ¿Seguía en Daegu con mi familia? ¿Qué había pasado exactamente? Me dolía muchísimo la cabeza, me daban pinchazos constantemente y estaba muy confuso en esos instantes. Logré tranquilizarme un poco y comencé a mirar alrededor, no reconocía aquel lugar y estaba realmente oscuro.
Poco a poco mis ojos se fueron acostumbrando a la escasa luz que había en aquel lugar. Me encontraba en una cama bastante grande con sábanas blancas, estaba atado de pies y manos a los barrotes de dicha cama evitando que pudiera levantarme de allí.
Tras un rato forcejeando me di por vencido y empecé a gritar pidiendo ayuda. Por si eso no fuera suficiente me encontraba solo vistiendo mi ropa interior y tampoco había rastro de mis posesiones por ningún lado. Después de estar un rato gritando una puerta se abrió, la luz que entró de esta me cegó por unos instantes hasta que logré ver una silueta entrando en la habitación dirigiéndose hacia mi. ¿Por fin despiertas eh dormilón?