“Todo estaba bien… después de 15 años, por fin éramos felices, pero eso no fue más que un efímero sueño, porque la felicidad, nunca estuvo en nuestro destino… Te amo y te amare siempre, mi ángel, Tetsuya.”
-+-+-Kagami POV-+-+-
Mi nombre es Kagami Taiga y la historia que les contare es sobre como conocí a mi primer amor…
Era el inicio de las vacaciones y un día Viernes, tenía 10 años, cuando regresaba de la casa de un amigo; pasando por un parque, pude notar que un grupo de niños grandes jugaban baloncesto, me quede viendo por un rato sentado en una banca, aquel juego se veía divertido, pues hace tiempo que no lo jugaba y quería jugarlo en ese mismo instante, pero, no tenía un balón… Cuando dejaron de jugar, sin saber que alguien me escuchaba, dije en voz alta:
-Tsk, se ve divertido pero… no tengo balón… - dije con un puchero en mi cara mientras giraba mi cabeza viendo al lado izquierdo.
-Yo… yo tengo…
-Ahhhh!! - grite al darme cuenta que había un niño a mi lado.
Al girar mi cabeza al lado derecho para ver de quien se trataba, fue la primera vez que lo vi, era un niño muy hermoso, de cabellos celestes color cielo y ojos del mismo color, eran grandes y brindaban tranquilidad al verlos, su piel era blanca como la porcelana, sus labios eran rojos como si de una rosa se tratase, y su estatura era pequeña, dándole un toque adorable.
Por unos segundos me quede viéndolo como un tonto jajaja, hasta que su voz tan dulce me hablo:
-Si-si quieres, podemos jugar juntos – dijo un poco nervioso y con una pequeña sonrisa en su rostro.
Doki-doki escuche en mi pecho y con una gran sonrisa en mi rostro le dije:
-¡Sí! Gracias, me llamo Kagami Taiga, ¿y tú? – esto último pregunte extendiendo mi mano amistosamente.
-Kuroko Tetsuya, mucho gusto – me dijo estrechando su mano con la mía, para después pasarme el balón. “Tetsuya…” - susurre.
-Tetsuya es un nombre muy lindo, ¿te puedo llamar así? – dije comenzando a rebotar el balón.
-Cla-claro – dijo girando su cara para ocultar su pequeño sonrojo. “Qué lindo” – pensé.
-Jajaja, juguemos – dije para luego comenzar a jugar un uno contra uno con Tetsuya.
-+-+-1 hora después-+-+-
-Ha…ha…ha… Eres muy bueno Kagami – Dijo Tetsuya entre jadeos y sentado en el suelo, cansado por tanto jugar.
-Ha…ha… Jajaja, gracias Tetsuya – dije dirigiendo una sonrisa hacia él y extendiéndole la mano para ayudarlo a levantarse.
-De nada, pero es verdad…- dijo tomando mi mano y levantándose.
-Tetsuya, ¿te gusta el baloncesto? – le pregunte con un leve sonrojo en mi rostro.
-Si…- dijo emocionado y con brillo en sus ojos – pero no soy muy bueno en ello – dijo luego cabizbajo y con un adorable puchero en su rostro.
Pues era verdad, cuando jugamos, no era muy bueno en ello, bueno pude notar que sabía muy bien como quitarme el balón y sorprenderme, pero cuando él intentaba anotar siempre fallaba.
-Jajaja ¿y cuántos años tienes? – dije sonriendo (para ocultar mi leve sonrojo) y rascando mi nuca. Pues rascar mi nuca es un hábito que me entra cuando estoy nervioso.
-Pues, tengo 7 años… – me dijo con una sonrisa pequeña – ¿y tú?
-Tengo 10… - dije jugando con el balón en mis manos – pues aun eres muy pequeño, por eso no eres bueno aun, tienes que mejorar – dije para después ponerme en pose de pensativo y tener una gran idea - ¡Ah! Ya se… que te parece si yo te enseño a jugar – dije señalándome mientras sonreía victorioso, pues la idea de volver a ver a Tetsuya hacia que el Doki-doki en mi pecho aumentara.
-Mmmm – murmuro en pose de pensativo - …de acuerdo, yo vengo a este parque casi todos los días a partir de las 3 de la tarde, menos los Sábados y Domingos – dijo un poco triste y pensativo, cosa que me inquieto un poco.
-Pues yo vendré aquí de lunes a viernes a verte – dije sonriéndole.
-¿Eh? – dijo un poco sorprendido y saliendo de sus pensamientos.
-Sí, vendré a enseñarte muchas técnicas y como mejorar tu estilo de Básquet – dije brindándole una enorme sonrisa a Tetsuya. Él cual me devolvió el gesto, sacándome un leve sonrojo.
Sabía que desde ese momento me encargaría de sacarle muchas sonrisas a Tetsuya y que lo amaría sin importar nada; lo que no sabía en ese momento era que alguien, no, varios, me arrebatarían aquella sonrisa y que ese amor sería muy doloroso para ambos.
Tampoco sabía que aquel que más daño nos haría nos estuvo observando aquel día y que su mirada era muy fría.