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Avenida 746 por aleii

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                              Más allá de nosotros

ANDRÉS

Miró con nerviosismo al establecimiento, trago saliva un par de veces más y antes de dar la vuelta en la esquina de la calle, esquivándolo como otras tantas veces, se decidió a por fin entrar. 

 

El lugar era tal y como solía imaginárselo por las noches, mientras esperaba en su cama a que llegara el sueño;  estrecho, angosto, con risas y voces altas por donde estuvieras, chicos de todos tipos: altos, bajos, rechonchos, morenos y hasta pelirrojos se movían seguros por el lugar, sonriendo y agitando sus caderas en cadencia con la música. 

 

Altas paredes de ladrillo al estilo new-age y deslumbrantes luces de colores adornando la pista, era la cereza en el pastel de aquel lugar. 

 

Sin pensárselo dos veces, se sentó cerca de la barra; un chico alto, fuerte y con espesa barba lo recibió con un guiño. 

 

-¿Que vas a querer?-preguntó, mostrando la más deslumbrante sonrisa

 

Andrés, algo confuso, miro las botellas al fondo. 

 

-Vodka solo-contesto con simpleza, intentando llenar su voz con toda la confianza que le faltaba en aquel momento

 

-¿Solo? ¿Seguro?

 

Afirmó, moviendo la cabeza con insistencia. El bar-man se encogió de hombros y le sirvió su copa; fueron los 70 pesos más mal gastados en la vida de Andrés. 

Un trago fue suficiente para darse cuenta de que aquella bebida sabía fatal y que esa había sido una mala elección. El chico barbudo rió sonoramente al ver la cara que hacía al intentar darle el segundo trago y sin preguntar, le arrebato el vaso al chico. 

 

-Por eso pregunte que si estabas seguro-comentó, alargando la mano hasta unas botellas altas, que contenían líquidos de colores-esto la va a mejorar-afirmó, devolviéndole su bebida a Andrés; este miro con desconfianza el líquido color fucsia y por un momento la voz de su madre asaltó su cabeza. Aquellas advertencias que solía decir repetidamente acerca de esos chicos y de esos lugares estuvieron a punto de hacerlo retroceder, solo por un breve instante.

 

-Pruébalo-entonces intervino el bar-man, alentándolo, mostrando una vez más la sonrisa de brillante dentadura. Y a Andrés no le quedo duda alguna, tomo un trago más de aquel vaso y supo que todo era diferente. 

 

-Eres nuevo ¿verdad?-preguntó un chico, apareciendo furtivamente a un lado del de barba-no es por ser entrometido, pero parece ser tu primera vez aquí, no te había visto antes en el lugar.

 

-¡Déjalo Xavier!-intervino el bar-man, empujando al que había llegado-ya de por sí está nervioso.

 

Andrés quiso mimetizarse con la silla de plástico en la que se sentó, podía notar su rostro caliente y podía anticipar que estaba sonrojado. 

 

-¡Tranquilo!-exclamó el recién llegado, dándole unas palmadas en el hombro-estas bien lindo así que no hay problema alguno, tú solo suéltate.

 

-Pero no tanto-bromeó el de barba, y ambos chicos comenzaron a reír

 

Andrés igual quiso reír con ellos, pero sentía el cuerpo rígido. Odiaba ser siempre tan tímido, sobre todo en esos momentos; hubiera querido ser como aquel chico que acababa de llegar, riendo francamente, hablando con cualquier persona sin mostrarse nervioso, pero aquello lo veía lejano, demasiado distante de él y de lo que era.

 

-Vamos, que te parece si te presento a alguien ¿eh?-preguntó Xavier

 

-Eh…

 

-¡Oh! ¿Quizás viniste aquí por otra razón?

 

-Igual solo tiene dudas, y tú ya le estas presentando a alguien Xavi

 

-Bueno, es que pensé en Daniel y mi cabeza voló ¡te los imaginas juntos! ¡Ternuritas!

 

Andrés río, en voz muy baja, fue imposible no reír al ver a aquel chico llamado Xavier mostrar una expresión tan feliz al hablar sobre él. 

 

-Soy demasiado gay como para ocultarlo-murmuró

 

Xavier y el de barba se giraron sorprendidos, observándolo con curiosidad

 

-¿Eh?

 

-Es lo que dice mi hermana-explicó Andrés, encogiéndose de hombros-que soy demasiado gay como para poder ocultarlo

 

Xavier puso una mirada triste y luego paso a rodearlo fuertemente entre sus brazos. 

 

-Es que eres una cosita tierna

 

-Ya, ya, déjalo Xavier no vayas a asustarlo

 

-¡Oh, vamos Eduardo!, solo es un pequeño abrazo ¿verdad?-preguntó, aún sin separarse de

Andrés, y este no pudo evitar sonrojarse nuevamente; el rostro de aquel chico llamado Xavier estaba demasiado cerca del suyo, tanto, que alcanzaba a percibir el dulzón aroma de su perfume. 

 

-Mejor ve a buscar a Daniel, y preséntaselo

 

-¿Y si me lo quedo yo?-bromeo Xavier, soltando por fin a Andrés

 

-Tú ya tienes novio, así que olvídalo

 

Xavier se encogió de hombros y entonces saltó sobre la barra, deslizándose sobre esta.

 

-Por cierto, creo que no me he presentado ¿verdad?, yo soy Xavier, y ese barbudo, malhumorado de la barra es Eduardo.

 

-Andrés-murmuró, tendiéndole la mano a aquel chico hiperactivo

 

-Bueno, ahora que ya somos amigos, iré por un chico encantador solo para ti pequeño-dijo con emoción, guiñando un ojo y perdiéndose en la pista.

 

-Si quieres huir, ahora es un buen momento-comentó Eduardo, pasados algunos segundos-Xavi no va a dejarte en paz hasta que te vea liado con Daniel-advirtió, mostrando una expresión serena, incluso parecía divertido con aquella situación; pero de los dos, él le parecía él más sensato. Xavier lucía más como un chico desenfadado, que se tomaba las cosas con calma. 

 

-No importa

Pero a Andrés le gustaba eso de él, aquel descaro y atrevimiento del chico. Y quería aprender a ser un poco más como él.

 

-¿Seguro?-el de barba alzo los ojos de la copa que limpiaba con calma, y se detuvo a mirarlo

 

-Soy demasiado tímido como para conocer a alguien más por mi propia cuenta

 

Eduardo se encogió de hombros

 

-Eso no es problema, eres muy guapo y aquí las cosas suelen ser solo de una noche; pero me puedo imaginar que tú no buscas eso nada más

 

Fue el turno de Andrés de encogerse de hombros

 

-Solo quería pasar el rato, sin importar lo que eso incluyera

 

Eduardo estaba por decir algo, pero justo entonces apareció Xavier, cogido del brazo de un chico muy mono. Era mucho más alto que Andrés, seguramente superando el metro ochenta y tenía unos enormes ojos color aceituna que resaltaban agradablemente con el apiñonado color de su piel. 

 

Andrés sintió un escozor en las puntas de los dedos de sus manos al ver a aquel chico llamado Daniel. 

 

-¿Apoco no está súper lindo?-preguntó Xavier, señalándolo

 

-Se ve asustado-señalo Daniel, el susodicho

 

-Es tímido-añadió Eduardo al fondo

 

-Totalmente tu tipo-afirmó Xavier

 

Andrés apenas si podía seguir el hilo de aquella conversación, podía imaginarse que aquellos tres chicos ya se conocían de hace tiempo, y se sentía un poco desubicado. Además, la forma en que lo miraba Daniel lo hacía sudar. Bueno, haría sudar a cualquiera. 

 

-Eso es cierto-admitió Daniel, encogiéndose de hombros-es mi tipo

 

-Además es nuevo en todo esto, podrás estrenarlo

Los tres chicos comenzaron a reír y Andrés sintió que subía un nivel más en la escala de la vergüenza. 

 

-Ya, ya, ¿podrían dejarlo hablar, por favor?-intervino Eduardo, e igual que había hecho minutos antes Xavier,  este paso sobre la barra, quedando junto a ellos-no quieren ponerlo más nervioso

 

-Yo si quiero ponerlo nervioso-ronroneo Daniel, logrando poner aún más colorado a Andrés

 

-¡Que escándalo!-exclamó Eduardo, poniendo cara de diva de telenovela y entonces se giró, tomando la copa-esto deberías terminarlo antes de irte con este loco

 

Andrés acepto gustoso su vodka y lo termino con prisa, quería terminar de aliviar aquellos nervios y darles fin. 

 

-Y ahora, toma-Xavier le entregó una segunda bebida, una que contenía una bebida color azul eléctrico-es más fuerte

 

Igual que hizo con la anterior, la intento beber de un trago. Solo que esta vez pudo sentir como si el alcohol se deslizara por su cuerpo, y recordó que se había saltado la comida. 

 

“Eso no es muy bueno”, pensó, pero los efectos del alcohol comenzaron a hacer efecto en su sistema, así que aquella pequeña advertencia de parte de su sentido común no fue tomada en cuenta. 

 

-¡Ahora, a bailar!-dijo con emoción Daniel, tomando de su mano. 

 

Y justo antes de verse zambullido en aquel mar de cuerpos y colores brillantes, Andrés alcanzó a escuchar el grito alentador de Xavier: ¡Buena suerte, chicos!

 

 

 

Un dolor recorrió la espalda de Andrés al despertar, eran pequeños aguijonazos que parecían querer acabar con la calma de su sueño. 

 

-Me tengo que ir ¿no importa?

 

La familiaridad de aquella voz fue lo que termino por despertarlo del todo, pero al girarse bruscamente sobre el colchón, sintió que el dolor se agudizaba un poco más. 

 

-¡Auch!-murmuró, maldiciendo en voz baja por ser tan tonto y a toda costa intento reprimir unas lágrimas involuntarias.

 

-Siento tener que irme así, pero surgió algo en el trabajo

 

Andrés miro confundido hacía un lado, encontrándose con un chico muy guapo, uno de grandes ojos; por un momento, se sintió atrapado dentro de un deja vú

 

-Vaya… no recuerdas ¿cierto?, bueno, las imágenes irán llegando poco a poco

 

Con gran amabilidad, el chico se acercó hasta la cama, sentándose a un lado de él; podía notar el sutil aroma a jabón de hotel que emanaba de su camisa y por un instante notó un inquietante escozor en la parte baja del estómago. 

 

-Dios, si no me voy puede que terminemos igual que ayer y de verdad que no puedo llegar tarde al trabajo-comentó con una expresión afligida en el rostro y entonces, con extrema dulzura, deposito un suave beso en su coronilla-prometo llamar más tarde, ya tengo tu número de celular.

 

Y así, aquel chico salió de la habitación. 

 

Decir que Andrés se encontraba aturdido era quedarse corto, por un par de segundos únicamente se quedó mirando en dirección hacia la puerta; hasta que por fin, el tono de su celular lo hizo salir de aquel profundo transe.

 

Olvidándose una vez más de aquel extraño dolor, se levantó abruptamente de la cama, dirigiéndose hasta el lugar de donde proveía el sonido. Esta vez las lágrimas fueron imposibles de controlar. 

 

-¿Bueno?-contesto, siendo inevitable que su voz se quebrara en el acto

 

-¿Andrés? ¡¿Dónde demonios estas?! ¡Me tienes con el Jesús en la boca! 

 

Sin pensarlo, colgó el teléfono antes de darle tiempo a su madre de seguir gritando. 

 

-Mierda-masculló

 

Entonces, sin previo aviso, se vio envuelto en un recuerdo. Rápidas imágenes saltaron dentro de su cabeza, dejándolo aturdido. 

Ahí estaba él, realmente sudoroso, con las manos de aquel chico de ojos verdes dentro de su playera… 

 

Luego, saltaba instantáneamente a otra situación, esta vez se estaba besando con alguien, no podía ver su rostro, únicamente podía recordar la sensación de humedad; la lengua del chico entrando y saliendo constantemente de su boca, el ligero malestar de unos dientes mordiendo sus labios y las manos… todavía dentro de su playera.

 

Sin decir absolutamente nada, se dirigió dentro del baño. 

 

Minutos después supo que por fin había perdido su virginidad. 

 

 

RODOLFO

 

-¿Y bien?-preguntó

 

El chico que lo acompañaba en el coche se encogió de hombros.

 

-¿Y bien, que?

 

Rodolfo suspiró amargamente, cansado de la típica actitud adolescente de su hermano. 

 

-Hable con mamá

 

-¿Y?

 

-Le mentí, dije que te había ido a recoger a una fiesta ya que estabas demasiado borracho como para regresar a casa, así que se supone que pasaste la noche en mi departamento. 

 

Esta vez fue a Andrés al que le toco suspirar, aliviado, al pensar que el regaño que recibiría de parte de su madre no sería tan agotador como lo había pensado en un principio. 

 

-Sabes que el algún momento ella lo sabrá ¿cierto?

 

Por la expresión de su hermano, Rodolfo sabía por anticipado que Andrés comenzaba a ignorarlo, no solo porque aquel era un tema que le gustaba evadir continuamente, sino también porque podía notar lo cansado que estaba; unas grandes ojeras bajo sus ojos y aquel semblante adolorido lo terminaba por delatar. 

Y no quería pensar en lo que había hecho fuera de casa Andrés. Aunque él tenía varios amigos gays dentro de su grupo, por lo general sus charlas acerca de las salidas nocturnas, cuando solían irse de "caza" no era algo que le gustara pensar que hacía su hermanito. 

 

-¿Saber qué?-preguntó de pronto Andrés, interrumpiendo el hilo de pensamientos

 

-Que eres gay-contestó Rodolfo de mala gana, cansado con aquel juego de su hermano. 

 

-Puede que ya lo sepa

 

-O puede que no

 

-O que sí-masculló desganado, reclinándose sobre el asiento y girando su cuerpo hacía la ventana-mamá es como una clase de psíquica

 

Andrés estaba por cumplir 18 años dentro de unas semanas; pero para Rodolfo, él seguía siendo un niño, un niño que lo buscaba cuando estaba metido en problemas, cuando tenía demasiado miedo para afrontar algo. 

 

Recientemente había teñido su cabello, pasándolo de un agradable color castaño, a un tono negro azulado que había hecho a su madre llamarlo. 

 

Últimamente solía recibir muchas llamadas "alarmantes" de parte de su madre, quejándose sobre alguna actitud o cosa que había hecho Andrés. Y esa madrugada no había sido diferente; cuando Rodolfo miró en el identificador el número de su casa, supo que algo no estaba bien. 

 

Al contestar, y saber que su madre no sabía dónde se había metido Andrés, sintió que una alarma saltaba en su interior. 

 

Pero decidió calmarse y esperar. Poco después  volvió a llamar su madre, diciéndole que "ese niño malcriado" le había colgado el teléfono, Rodolfo evito reír. 

 

Entonces, llamó Andrés. Necesitaba que fuera por él,  a un hotel. 

 

-Oye, ¿quieres que nos detengamos en algún lugar para desayunar?

 

Su hermano se giró hacía él, bostezando. Una tímida sonrisa se dibujaba en su rostro. 

 

-Tengo antojo de hot-cakes

-Yo igual

 

Rodolfo aún podía ver a aquel pequeño niño, de gran sonrisa y cabello largo, corriendo de un lado a otro de la casa, intentando evitar que su madre cortara su pelo. 

Siempre había sido diferente, demasiado expresivo, demasiado honesto, demasiado él.

 

-¿Vamos a la casa de la abuela?

 

-Solo si prometes contarme que sucedió

 

Andrés se encogió en el asiento, inflando sus mejillas, haciendo puchero. 

 

-Vamos, creo que te conozco demasiado bien como para que ahora te pongas remilgoso; además soy la única persona que ha visto tus pompis, además de mamá.

 

Esta vez una gran sonrisa apareció en su rostro. 

 

-Bueno, bueno, pero entonces voy a pedir una porción extra ¿ok?

 

-Ok


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