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Il Fuoco è la Vita por SirPsychoSexy

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Notas del fanfic:

¡Por fin me he animado a traerles un fanfic! Si bien, sé que me he tardado un buen en poder traerlo, lo hice, a pesar de que hace meses os haya preguntado si deseaban leer un fanfic escrito por mi.

¡Pues nada!

Espero que le den su aprovación, y poder de paso desearles unas bonitas lecturas.

PD- Actualizaré semanalmente. ^^

Notas del capitulo:

Pos nada... ¡A leer!

Era una tarde bastante hermosa, o al menos era lo que se podía apreciar de ella desde la solitaria ventana que yacía dentro de aquellas cuatro paredes, en donde se encontraba un joven afirmado de la mano de una delgada chica, la cual reposaba sobre la camilla de aquel hospital. Estaba conectada a cuántas máquinas necesitara para mantenerse al menos con vida luego de una pequeña crisis... El joven de rubios cabellos no entendía del todo cuales eran las funciones de la mayoría, ni mucho menos conocía sus nombres, solo sabía que su hermana, Dami, estaba enferma de gravedad, que esas máquinas la podían mantener con vida en esos momentos... Y que no podían hacer ya más nada.

¿Cuántas horas llevaba en aquel pequeño e incómodo asiento, solo observando a su hermana dormir?... Su espalda dolía, y su cabeza taladraba con cierto horror.

Estaba cansado. Exhausto.

Miró por la ventana que tenía al frente, apreciando los últimos rayos del sol ser ocultados por las montañas, al horizonte. Era hora de marcharse.

Besó la delgada mano de la bella durmiente, para luego, con cierta dificultad, ponerse de pie y mover su cabeza de un lado a otro, en busca de poder relajar los tensados músculos de su cuello. Se despidió mentalmente de la chica, para luego poder salir en dirección a su hogar.

No había nada más que hacer.

Los médicos ya no podían controlar el cáncer que aquejaba a su hermana.

Pobre chica... Tan joven, y con aquel diagnóstico mortal.” El joven podía oír cada murmullo que se tratase acerca de ella.

Odiaba a cada persona que llegaba a sentir lástima por ellos... Odiaba a cada ser que hipócritamente se acercaba a su puerta para preguntar por la salud de su hermana. Odiaba que una enfermedad maldita acabara con ella... Odiaba el hospital... Odiaba no ser él, quien padeciera de aquel cáncer.

Definitivamente... Solo podía recurrir a lo que se había aventurado a investigar, semanas atrás.

Definitivamente JiYong estaba decidido a hacerlo... ¿Qué perdía? Su vida no valía, y aquello lo sabía. Siempre fue la sombra en su familia. Dami era el orgullo de sus padres, con excelentes calificaciones en la escuela, a solo un par de años para egresar de la universidad, con su título profesional en medicina. Mientras él... Él siempre fue todo lo contrario a la primogénita de su familia.

Definitivamente, no podía perder nada.

Lo intentaría una vez... Tan solo una vez... Rogándole a cualquier ser superior, el poder lograrlo.

- - - - - - - - - - -

Los libros estaban esparcidos sin ningún orden en aquella oscura habitación. El mismo rubio de antes, encerrado en lo que era su alcoba, se empeñaba en trazar con total cuidado aquel “sello” en la fría madera del suelo, con un trozo de tiza ya gastado. Se fijó en cada simple y mero detalle, terminando finalmente de copiar el signo que el dibujo que el libro entre sus manos mostraba.

Prendió cada vela, estratégicamente puesta sobre cada sobresaliente punta de la extraña estrella dibujada, para luego, con una aguja, pinchar uno de sus pulgares, para lograr que una gotita de sangre se asomara por su blanquecina piel, y lograra caer en el centro de aquel extraño dibujo en el piso.

Recitó en un murmullo la frase escrita en la amarillenta hoja del libro... Sin entender realmente lo que decía. A su parecer, aquella frase estaba en latín.

Al terminar de recitar cada palabra de la frase escrita, observó con cierta ansiedad toda la estancia en la que se encontraba...

Nada.

El rubio frunció el ceño. ¿Tal vez lo dijo muy bajo? ¿Debía poner un poco más de su sangre? ¿Había dibujado mal el sello?

Volvió a tomar el libro, y esta vez, con la voz un poco más alta, se dispuso a recitar la misma oración escrita, temiendo en sus adentros que realmente solo haya sido una estupidez todo lo que había hecho, todo lo que había investigado hasta ese día. Todo, una mera pérdida de tiempo.

Al terminar, su mirada volvió a fijarse en aquel extraño símbolo.

No funcionaba.

Un tanto frustrado, el chico iba a acercarse a las velas para apagarlas, mas al dar un simple paso, algo le tomó por sorpresa, dejándole estático.

De pronto, cada llama encendida se tornó de un extraño color azul, a la vez que sentía como su habitación se oscurecía cada vez más. Los trazos en la madera, que los había hecho con un miserable pedazo de tiza, habían comenzado a brillar, del mismo color azul que el de las llamas de aquellas velas.

Su corazón se detuvo. Sus ojos se habían abierto a tal extremo que dolían, escocían.

El delgado chico comenzaba a sentir miedo... ¿Qué había hecho?

Finalmente, un destello de luz inundó aquel cuarto, encendiendo cada rincón de éste, a la vez que las pequeñas llamas de luz, crecían como una incontrolable llamarada de, ahora, color rojo. Vio como del suelo de madera, un ser comenzaba a aparecer.

El joven sintió el pánico en cada terminación de su cuerpo. Temblaba cual gelatina.

Estaba frente a un ser, que si bien no se parecía en absoluto a la ilustración del libro, sabía era un demonio. No había cuernos ni piernas de animal, como las de un carnero, que en el dibujo se mostraba. No, en lo absoluto. Al contrario de ello, la figura frente a él era casi humana. Aquel demonio tenía la forma de un humano. Su rostro era perfecto. Sus ojos estaban adornados por largas pestañas, más arriba dos marcadas y pobladas cejas que le daban una mirada dura. Sus labios eran finos, con un arco naso labial un poco más pronunciado. Su cabello era negro y estaba pulcramente peinado hacia atrás. Era alto, su piel era levemente acanelada  y vestía un elegante y escrupulosamente limpio traje negro... Negro como su cabello... Como sus ojos. En simple apariencia, se veía fuerte. Si no fuese por aquellos ojos extrañamente negros, y ese par de enormes alas que sobresalían, detrás de su espalda, que se asemejaban mucho a las alas de un cuervo, él podría jurar que aquel ser era un simple mortal, como ellos. Uno hermoso... Pero mortal.

Finalmente estaba ahí. Las llamas de las velas volvieron a su estado natural, a la vez que el joven rubio no sabía qué hacer. El “monstruo” estaba ahí, y le miraba fijamente.

¿Cuál es tu nombre? — Habló, de manera tan ronca que hizo que el chico palideciera.

J-Ji... JiYong... — Logró articular apenas.

¿Por qué me has llamado?

Y-Yo...

El ser, que seguía de pie, perfectamente erguido, miraba fijamente al pequeño humano, serio, haciéndole temer. Lo cual le provocaba cierta gracia.

 — Volveré a preguntar... ¿Para qué me has invocado? — Aquella gutural voz hizo que el insípido cuerpo aterrorizado del humano temblara aún más.

Sus rodillas chocaron contra el piso, sin poder mantenerse más en pie. Su cuerpo pesaba, se sentía aturdido, mareado. Sus achocolatados y almendrados ojos soltaban una que otra lágrima, que surcaban sus mejillas, ante el simple terror, ante el notorio horror que sus orbes expresaban a simple vista.

Realmente lo había hecho... Realmente había invocado a un demonio...  Su escepticismo había sido destruido por completo, al tener ante sus ojos aquel imponente ser que yacía frente si, con una sonrisa ladina, y aquellos macabros ojos de un penetrante negro que juraba poder ver su alma... ¿Y cómo no? Si para eso estaba... Para llevarse su alma.

Y JiYong lo volvió a pensar...

¿Vendería su alma a aquel alado maligno frente suyo, a cambio de poder cumplir su deseo?

Q-Quiero que me cumplas... Un deseo... — Dijo, entre tartamudeos, mientras observaba como la sonrisa del demonio se hacía más ancha.

No podría volver atrás ya.

¿Qué deseo quieres pedir, pequeño?

El humano frunció su entrecejo... Jamás le había gustado que le llamaran así, mas no podía replicar nada. No podía enfrentársele. Por lo que simplemente se tragó su ego y con dificultad, ante el maldito temblor que se había apoderado de su labio inferior, habló.

¿Puedes cumplir todo lo que se te pida?...

Todo... Incluso volar. — Habló con serenidad el alado.

Q-Quiero... Quiero que mi hermana... Se sane.

El murmullo de JiYong había aturdido por leves segundo al maligno. ¿Había oído bien?

¿Me darás tu alma, a cambio de que tu hermana se sane?

Ella... Ella no va a sobrevivir... Su enfermedad es grave... Nadie puede hacer nada... Yo... Yo solo quiero que ella viva todo lo que tiene que vivir aún... — La voz del rubio se quebró al hablar, mientras que gruesas lágrimas comenzaban a rodar sin control por sus mejillas. — Te vendo mi alma, a cambio de que la enfermedad que aqueja a Dami se extinga...

En toda su vida, el pequeño humano, que yacía en el suelo, con su cabeza gacha por el sufrimiento y el horror, jamás había creído en leyendas, no había creído en religiones, ni en nada que se le pareciera... ¿Cómo había terminado a ese punto?... La simple desesperación de que Dami, la única persona que siempre le había apoyado, lograra seguir adelante.

Tu deseo será cumplido...  — Escuchó el susurro de aquel ser, sobre su oído.

Se alarmó terriblemente, haciéndole alzar la vista, encontrándose, a una diminuta distancia, con un par de ojos tan oscuros que sentía que sería absorbido por ellos en cualquier momento.

El trato debe cerrarse... — Susurró, aún a escasos centímetros del rubio. Tomó la mano de éste, la cual temblaba, al igual que todo su cuerpo. — Así, cuando el deseo se cumpla, tu alma me pertenecerá para siempre.

El alado ser se arqueó un poco, a la vez que acercaba a su boca, el dorso de la mano del humano, otorgándole un sutil y casto beso. Aquello quemó en la piel del menor.  Seguidamente, con total tranquilidad, aquel demonio volteó su mano, logrando dejar su palma boca arriba, a la cual igualmente otorgó un beso sutil.

El rubio yacía paralizado ante la simple escena de la cual era partícipe. Su corazón latía con fuerza, casi dejándolo sordo, por el simple pánico que le carcomía entero.

Una sonrisa morbosa se formó en los labios del ser oscuro, mientras dejaba ver unos afilados caninos, reluciendo en la tenue oscuridad en la que estaban sucumbidos.

¡Ah...! — Se quejó de dolor el humano, al sentir como los colmillos del demonio se enterraban en su muñeca. Estaba bebiendo de su sangre, como si fuese un vampiro. Y aquello lo aterraba aún más, si es que eso era humanamente posible.

El maligno bebió tranquilo de aquella sangre que llegaba a ser dulce para él. Al momento de desencajar sus colmillos, lamió la zona atacada, la cual rápidamente comenzó a cicatrizar. Pero su ávida lengua no se detuvo ahí, sino que hasta limpiar cada gota de aquel líquido carmín, como si del elixir de la vida se tratase.

El contrato ha sido cerrado... — La voz del demonio volvió a sonar, una vez hubo limpiado hasta el más mínimo rastro de sangre en la muñeca de JiYong, quien solo sabía mirarle con pánico. — El día que tu hermana Dami esté completamente sana, tu alma me pertenecerá, JiYong... — El aludido tragó con dificultad. Sus ojos... Los ojos del alado habían cambiado... Estaban rojos.Ese día, antes de que el reloj marque las 00:00 horas... Tú me pertenecerás...

El ser de azabaches cabellos le volvió a besar, esta vez la zona en donde había mordido. Seguido de esto, se puso de pie y dio media vuelta, para volver al centro del sello, del mismo que había salido, el mismo que el rubio había dibujado.

Por cierto... Mi nombre es SeungHyun. —Dijo, antes de que nuevamente una incandescente luz inundara toda la habitación, encegueciendo al humano.

Las velas se apagaron al mismo tiempo, como si una corriente de aire las hubiese extinguido. El joven abrió sus ojos con dificultad, intentando acostumbrarse a la oscuridad. Escaneó el lugar, logrando darse cuenta de que ya se había marchado... Aquel demonio se había ido ya. Estaba solo en su habitación nuevamente.

Rápidamente, como pudo, tropezando con los libros que había en el suelo de la estancia, el chico se había puesto de pie para ir hasta el interruptor y poder encender las luces. Las velas, a medio consumir, y el sello seguían ahí.

¿Todo había pasado en verdad? ¿No era una simple ilusión de su loca imaginación?

Sus achocolatados ojos buscaron, con temor, cualquier tipo de indicio, cualquier pista que le ayudara a reconocer que aquello había sido real.

Hasta que sintió algo caliente contra su piel... Contra su muñeca... En donde le había mordido. Sus ojos se cristalizaron, al momento en que elevaba sus manos.

Con la mano libre, envolvió su muñeca. Dolía... Ardía... Sentía como algo estaba quemando su piel... Algo le estaba quemando, pero desde dentro. Era realmente insoportable.

Sus ojos se cerraron con fuerza, mientras se encogía. Su mano apretaba con fuerza su muñeca, en busca de disipar el dolor, que no servía en lo absoluto. ¿Qué estaba pasando? Mordió su labio inferior, evitando así jadear por el dolor que le aquejaba.

¿A caso el demonio le había hecho algo más, a parte de “cerrar un trato”? ¿Y si le había envenenado, o algo parecido?... ¿Qué tal si aquel maligno no cumpliera su deseo, y solo haya jugado con sus pocas esperanzas, para simplemente matarle de una manera dolorosa?

Cuando el dolor comenzó a cesar, sus ojos lograron abrirse. Sus dedos dejaron libre su, ahora roja, muñeca.

Lo que vio le horrorizó.

En su muñeca se dibujaba una cicatriz... Como si le hubiesen quemado, marcado como a un ternero... Una extraña figura, que parecía más un sello...

Era el sello de aquel demonio...

Era la prueba que él buscaba...

Aquella cicatriz... Era la firma del contrato que habían pactado.

Su alma iba a pertenecer a aquel demonio, a SeungHyun... Por el resto de la eternidad.

Notas finales:

¡CHAN, CHAN, CHAAAAAN! [?]

Me ha quedado un tanto corto (Para mi gusto) Pero aún no se me hace costumbre escriir cosas muy largas (Por si ya habréis leído mis antiguas publicaciones)

Prometo que iré tratando de aumentar la longitud de mis capítulos a medida de que avanzo.

¡Espero sus RVW! ^^


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