POV Narrador
La disputa contra Tártaros había terminado, Fairy Tail había sido disuelto y Sabertooth había quedado solo. Desde que Sting fue nombrado maestro, el gremio de Sabertooth podía ser considerado un gremio ahora. Entre todos los miembros se respetaban y se ayudaban entre ellos para superarse cada día.
Sting todos los días aprendía algo nuevo de ser maestro, y todas las noches encontraba una nueva forma de hacer sentir bien a Rogue sexualmente. Habían empezado su relación poco después de los Grandes Juegos Mágicos y desde ese momento habían sido felices, o eso quería creer Rogue.
Cheney era el uke, pero sumiso no lo era para nada, el también quería sentir que era estar arriba, por lo que decidió proponerse hacer a Sting suyo, aunque solo fuera por una vez.
Con la ayuda de Yukino, Lucy y Cáncer, consiguió verse igual a su versión del futuro. Se sorprendió mucho al verse a si mismo tan imponente, tan terrorífico e indomable.
Fue a casa de Eucliffe y lo esperó pacientemente, hoy el rubio salía tarde del gremio, aunque le prometió que se iban a encontrar de todas formas.
Rogue se reía solo con pensar con lo que iba a pasar aquella noche, al fin él iba a mandar. Escuchó la cerradura de la casa y se convirtió en una sombra para esconderse en el baño.
-¡Rogue! ¡Ya llegué! ¿Dónde estas?-preguntaba Sting en voz alta, buscando a su escurridiza pareja. Se asustó mucho cuando escuchó que la puerta de su habitación dejándolo encerrado, pero más le sorprendió ver quien estaba apoyado en la puerta ¡Rogue del Futuro!- ¡¿Rogue?! ¡¿Qué diablos te pasó?!-preguntó alarmado.
-Dijiste que nos ibamos a encontrar, solamente que no recuerdo que hayas mencionado que sería como las anteriores-decía sombríamente Rogue mientras empujaba a Sting a su cama.
Esto iba a ser muy divertido.
Rogue afirmó las muñecas de su pareja mientras sus sombras les quitaban la ropa a ambos. Rogue se pusó de rodillas en su cama y colocaba a Sting en su entrepierna a la vez que introducía todo su miembro en la boca del Dragon Slayer Blanco, quien no podía estar más confundido en aquel momento.
El moreno tomaba la cabeza del rubio, sacando e introduciendosu miembro hasta que se corrió en la boca de Sting. Eucliffe estaba salvajemente sonrojado ¡Él nunca había vivido algo así!
Rogue puso a su pareja en cuatro sobre la cama, lo cual se dificultó cuando Sting volvió en sí mismo.
-¡¿Pero qué haces Rogue?!-gritó entre enojado y cansado.
-Te estoy haciendo lo mínimo que tú me haces todas las noches ¿Es mucho pedir hacerlo yo alguna vez?-preguntaba mientras lo daba vuelta y quedaban cara a cara. Cheney se alejó un poco de él y se tiró a su cuello, mordiéndolo con fuerza, lo que provocó un grito de dolor por parte de Sting. De la sorpresa ambos quedaron tumbados en la cama; Rogue seguía mordiendo y lamiendo el mismo lugar que había atacado al inicio.
Dejó el cuello del ojiazul oara tomar sus caderas y penetrarlo de una forma un tanto bruta, pero poco caso le hizo a aquello.
-Rogue... Me la estas metiendo como si estuvieras enojado-comentó con dificultad.
-Te equivocas. Estoy demandando loque es mío-dijo Cheney mientras sacaba su miembro.
-¿Qué pasa? ¿Porqué la sacas?-susurró el rubio extrañado- No me digas que ya te asustaste.
Rogue se molestó con aquel comentario y se la metió con más fuerza, provocando que Sting gritara de placer; y así comenzó la primera vez que Rogue se la metía a Sting.
El Dragon Slayer de Sombra nunca se había sentido tan satisfecho cuando se corrió dentro de su compañero y maestro; sonrió para si mientras que Sting se encontraba sudando y respirando agitadamente. Rogue lo dió vuelta con cuidado y lo puso frente a él; el Dragon Slayer Blanco estaba totalmente indefenso, dándole la espalda a Cheney. El anteriormente mencionado solamente pasó los dientes y la lengua por la marca que había hecho antes en el cuello; con una mano le afirmaba la frente y la corría al lado contrario de la marca y com la otra lo afirmaba para que no se cayera.
Rogue soltó a Sting para que vayera en la cama, pero antes cayó él, por lo que la cabeza del ojiazul descansaba en el bien formado pecho del ojirojo.
-No estuviste nada mal. Estoy exhausto-le confesó Sting- Te propongo algo
-¿Que cosa?-preguntó extrañado
-Los días que sean pares serán míos y los impares serán tuyos, porque con lo que viví necesitabas estar arriba.
-Me parece genial-respondió Cheney mientras le daba un tierno beso a Sting
La buena noticia es que mañana es un día impar.