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Noche y amanecer por AndromedaShunL

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Notas del fanfic:

Es la segunda vez que escribo en esta categoría, y ya hacía mucho tiempo. Y es, también, la primera vez que escribo sobre amor entre hermano en toda mi vida. Solo decir que el lemon es muy sutil, porque quería hacerlo bastante empalagoso y continuar un poco con la línea narrativa de Tolkien, o al menos intentarlo, jajajaja. ¡Espero que os guste!

Notas del capitulo:

Los personajes son creación exclusiva del gran Tolkien, yo solo los tomé prestados en un momento de debilidad.

El aciago amanecer llegó a los campos de Pelennor con la oscuridad de Mordor rozando la ciudad blanca y llenando los corazones esperanzados de nuevo con desdicha.

            La batalla por la liberación del asedio había sido costosa y los heridos habían requerido de los poderes curativos de Aragorn para sanarse, proclamándose así como el rey que retorna a su trono, tan ampliamente deseado por los ciudadanos.

            Y aquella noche, antes del amanecer, habían dormido juntos en una tienda de campaña rodeada por el resto de los valientes que habían acudido de todo Gondor para luchar por la causa justa que era la paz para los pueblos de los humanos. Aunque sabían que aquello no era más que el principio de algo de lo que no veían un final despejado. Gandalf había convocado a sus allegados para discutir qué paso tomar después de esa pequeña victoria, teniendo en cuenta no las esperanzas de los hombres, sino la esperanza de dos hobbits encaminados hacia Mordor.

            Pero en ese momento no pensaban en ello. Sumidos en un abrazo soñador, Elrohir y Elladan descansaban las heridas de la batalla con los ojos cerrados, notando ya los resquicios de la larga noche que habían pasado juntos. Sin embargo, llevaban despiertos antes de que llegara el amanecer, pero no habían intercambiado ni miradas ni palabras, solo roces y caricias en el cabello oscuro, implorando por no tener que abandonar la tienda nunca más. Pero también eso sabían que era un sueño hecho jirones.

            —Deberíamos levantarnos ya —dijo Elladan por fin—. Es cruel la mañana pero siento que la esperanza no está perdida.

            —Las batallas nunca mueren, y ojalá no murieran quienes las libran —le respondió él—. Quiero y no quiero levantarme, Elladan. Estar a tu lado me da motivos por los que luchar, más de los que me da destruir el Anillo y a Sauron. Saber que si lucho lucharás tú a mi lado.

            —Nunca diré lo contrario —sonrió y le acarició una mejilla con suavidad.

            Y no era la primera vez de ese día en que se dedicaban dichas palabras. Al caer la noche, agotados por la inminente batalla, habían caído de nuevo sobre las sábanas, el uno sobre el otro, mirándose a los ojos y bendiciendo que ambos continuasen con vida para seguir viéndose por un poco de más tiempo. Desde que hubieron marchado a la causa de Aragorn, no habían conocido apenas la intimidad de la que ya tan acostumbrados estaban. Como decía el heredero de Isildur, el amor de dos hermanos era incomparable. Y así era, en verdad, el amor que unía a ambos peredhil, pero había dicho una vez Elrohir es incluso más que eso.

            —La decisión de Estel nos llevará de nuevo a combatir —dijo Elladan.

            —Hacía mucho tiempo que no te oía nombrar ese nombre —sonrió abstraído.

            —¿Qué te ocurre?

            —Mi mente me ha llevado por senderos que pocas veces quiero recorrer —le miró a los ojos con pena—. Partir a Mithlond cuando esta macabra obra termine.

            —No hace mucho pensé yo lo mismo —desvió la mirada también apenado—. Pero es temprano para pensar en ello. Ahora mismo solo me importas tú y el interior de esta tienda, y la posible aparición de las estrellas por las noches, y los rayos de sol que brindan esperanzas y amor.

            —Creo que podremos ser libres de obrar junto a los Valar —susurró—. Ellos comprenderán nuestro corazón.

            —Padre lo sabe —dijo Elrohir con seriedad—. Lo insinuó antes de la partida desde Imladris, pero yo no fui capaz a responderle.

            —¿Cómo te miró?

            —No lo sé, yo le daba la espalda. Solo me dijo esas palabras: sé que amas a tu hermano, pero en su tono de voz decía más allá del amor familiar.

            Elladan acarició la piel desnuda de Elladan bajo la sábana hasta llegar a su cintura, y recordó cómo esa misma cintura había estado entre sus manos hacía apenas unas horas antes del amanecer. Los recuerdos de la pasión desatada en la tienda, de los gemidos salpicados de esperanza y de las manos piadosas que entrelazaban los dedos en el suelo y se sujetaban recíprocamente para complacer al otro.

            Elrohir recordó el sabor de la piel de su hermano y sus ojos mirándole con éxtasis y sin pudores que soportar. El intercambio de miradas había sido tan cálido que casi había parecido que se encontraban en Rivendel y no en la fría noche de Gondor aguardando la caída de la oscuridad de nuevo sobre ellos. Pero lo único que llegó a caer fue el deseo y el ansia de poseerse mutuamente, como hacía tanto tiempo que no se poseían. Y los besos apresurados eran como miel en sus labios al compás de las manos pícaras que no dejaban de hacer su recorrido y al compás, también, de las subidas y bajadas de las caderas de Elrohir, quien no dejaba de recordar mientras se perdía en los ojos de Elladan.

            —Padre lo entenderá —insistió Elladan otra vez, siempre con la mirada en la de su hermano y la mano acariciándole la piel—. Nada nos ha separado nunca y nada nos separará de aquí en adelante, así un mal destino nos ataña, cuando cierre mis ojos para siempre, aún en ese momento, solo tendré oscuridad para vislumbrarte a ti.

            Elrohir quiso dedicarle una respuesta digna de sus palabras, pero los labios de Elladan oprimieron los suyos con suavidad. La intensidad se fue apoderando del beso y pensaron que yacerían juntos otra vez, pero los pasos apresurados de alguien afuera les obligó a deshacer el contacto y el deseo se marchitó en cuestión de segundos.

            Aragorn asomó la cabeza por la lona de la tienda, y al percibir la cercanía de los dos cuerpos, distrajo sus ojos con el bullicio de las gentes que se acababan de despertar y les dijo con voz ronca:

            —Marchamos en unas horas. Lo siento —añadió al final, y volvió a dejarles a solas.

            Elladan y Elrohir recogieron sus ropas y olvidaron por largos minutos que sus almas estaban entrelazadas de una manera especial que iba más allá del cariño entre hermanos. Pero antes, antes justo de salir de aquel lugar en el que se habían vuelto a amar, un beso, tal vez de despedida, les hizo demorarse al encuentro. Pero no les importó.

            Recordaron cómo esa noche habían compartido más que palabras y sus mentes evocaron el distante sueño de verse subidos en un barco que zarpara de los Puertos Grises, y verse envueltos por un manto de felicidad, sin más batallas de las que preocuparse, solo ellos. Elladan y Elhorir.

            —No mueras, hermano —le dijo Elladan.

            —No mueras, Elladan.

Notas finales:

Muchas gracias por leer hasta el final. Espero que os haya gustado y no haya causado un tremendo horror, pues solo leí hasta la batalla de los Campos del Pelennor y no se dice mucho sobre ellos dos, así que espero no haberme sobrepasado, jujuju... 

¡Un beso! :).


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